Economías regionales: entre los costos en alza y el riesgo de la pérdida de rentabilidad

Las economías regionales arrancaron un año que, salvo excepciones, luce complicado. Hay varios factores que confluyen para determinar ese panorama: suba de costos de insumos en dólares; alta carga impositiva (hay mucha insistencia de los actores en las múltiples tasas municipales que se pagan); mal estado de las rutas y caminos y, además, un tipo de cambio que no es “el más conveniente”. Como dato positivo, tuvieron el anuncio de eliminación de derechos de exportación realizado por el Gobierno a un conjunto de actividades que todavía tenían esta carga impositiva.
En el 2024, últimos datos disponibles, las exportaciones de las economías regionales en dólares sumaron US$8749 millones (23,8% más que en 2023) y las importaciones, US$2004 millones (5,1% menos en la comparación interanual); en toneladas fueron 25,7% más que en el 2023. El principal socio comercial fue Estados Unidos, con 15,4% del total de los envíos.
Siempre según el monitor que elabora la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), los complejos productivos con más impacto en divisas fueron el manisero (17,5%), el vitivinícola (12,6%), el ganadero (5,4%) y el acuícola (5,3%).
Eduardo Rodríguez, director de Economías Regionales de la Came, enfatiza las diferencias entre esos sectores y la pampa húmeda: “Inciden de otra manera, diferente. Abarcan al 63% de los productores que hacen arraigo y que generan la mesa de los argentinos. Por eso mismo el año pasado estuvieron muy impactadas por la pérdida de capacidad de compra de la población”.
Apunta que están en “diálogo permanente” con representantes del Gobierno y que sus planteos “no pasan por el tipo de cambio -más allá de que nos gustaría un dólar único- sino que van mucho más allá. Explicamos lo que implican la distancia de los mercados, el alto costo laboral y de la energía, las tasas municipales que distorsionan aún más los números”.
La Came participó de la redacción del proyecto de ley “Régimen de promoción de agregado de valor de las economías regionales” que no avanzó y que tiene como objetivos promover el desarrollo con agregado de valor y sostenible del sistema agroindustrial y las cadenas de valor Pyme. Rodríguez indica que en esa iniciativa incluyeron reclamos “históricos” del sector como la reducción de contribuciones patronales a través del Mínimo no Imponible; la creación de una Cuenta Única Tributaria (CUT); la baja del costo energético (energía eléctrica y gas) a partir de un aligeramiento de la carga tributaria; que haya compatibilidad de planes y/o programas sociales con el trabajo rural registrado (incluyendo la prestación Alimentar) y la promoción de certificaciones de triple impacto.
“No solicitamos un tipo de cambio diferencial, sino que nuestros reclamos pasan por otro lado: obtener una reducción en la estructura de costos de producción y un tipo de cambio único (competitivo) para la compra de nuestros insumos y la venta de nuestros productos”, sintetiza Rodríguez.
Entre los sectores más complicados, está el de la lechería. En el país hay 9.400 tambos (7% menos que en 2023), de los cuales el 6% producen un tercio del total, mientras que otro 80% hace otro tercio. El año pasado fue malo, ya que se estima una caída de la producción de entre 7% y 10% respecto al 2023, cuando ya hubo una baja del 2%. El tambero y coordinador de la comisión de lácteos de la Sociedad Rural, Raúl Catta, precisa que hay un “muy mal precio” para el productor, a lo que en el primer semestre del año pasado se sumaron una negativa condición climática y el “arrastre de la suba de costos por la política instrumentada por el exministro Sergio Massa”.
“Para este año la industria juega a mantener el mismo esquema de precios -agrega-. Rechaza el esquema del Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina (Siglea) que establece una referencia, un mecanismo para acordar precios. Ya viene pasando hace tiempo y no hay concordancia entre costos y precios”. A diciembre último el precio del Siglea fue de $441 el litro.
Catta advierte que las estadísticas del primer semestre de este 2025 seguramente darán un alza de producción, pero que hay que tener en cuenta que la base de comparación es “muy baja”. Sostiene que “hay deserciones de tamberos porque no hay rentabilidad. La Argentina tiene el precio más bajo del mundo hace décadas y hace 25 años la producción está estancada en 10.000 u 11.000 millones de litros al año. Los números muestran que no es negocio”.
A su criterio, un factor que jugaría “a favor” del sector es el “ingreso de capitales extranjeros, que no empiezan de cero, sino que compran lo ya establecido”. Remarca que hay “atraso tecnológico muy importante por las condiciones económicas que se vienen sobrellevando”. Grafica con que la mayoría de los tambos no tienen tractor de pezonera, “una herramienta muy básica popularizada desde la década del ‘80″.
Alto Valle y citrus
En el Alto Valle de Río Negro -una de las mejores zonas del mundo para la producción de manzanas y peras por su clima y disponibilidad de agua- ya está en marcha la cosecha. Los productores esperan un “muy buen año” a diferencia del 2024 y se entusiasman por la calidad y sanidad de las frutas.
Germán Barzi, vicepresidente de la Cámara Argentina de Frutihorticultores Integrados (Cafi), indica que esos datos son “claves para obtener mejores clasificaciones” y para el empaquetado de las frutas. Las exportaciones de pera rondan entre 55% y 60% de la producción y se concentran en Brasil, Estados Unidos y Europa (con un rol protagónico de Rusia); el país es el mayor productor de esa fruta en el hemisferio sur y China el más importante del mundo. En el caso de manzana, tiene buena demanda interna (85%) y el resto se vende a Brasil.
El productor precisa que desde hace unos cinco años la superficie y el volumen de producción en la zona se mantienen constantes. “Muchos se volcaron a otras actividades que requieren de mano de obra menos intensiva y de menos capital -agrega-. Sí hay una mejora importante de productividad por hectárea. Con las políticas adecuadas podemos crecer en competitividad”.
En la lista de desafíos a superar, menciona que los costos en dólares “se dispararon sustancialmente”. Comenta que están en “gestiones permanentes con las autoridades buscando mecanismos para disminuir los costos laborales y para que se reduzcan la carga fiscal. En el interior, donde se produce, los costos logísticos son muy altos y ya se arranca con desventaja respecto a otros competidores del hemisferio sur como Sudáfrica y Chile”.
El que terminó fue un año muy complejo para el limón, a punto tal que ingresaron importados ya que las heladas alteraron la producción. Además del clima, hace ya unos seis años que los precios internacionales no acompañan. La clave de la baja de precios es que el spot del aceite se redujo a la mitad mientras que el de jugo se hundió casi dos veces y media.
La superficie cultivada de Tucumán se redujo alrededor de 20% (quedan unas 45.000 hectáreas). La estimación es que un 10% de la menor producción responde a la falta de rentabilidad. José Carbonell, presidente de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus), comenta que hubo “pases” del limón a hacer palta, naranjas y caña de azúcar.
¿Es momento de los citrus dulces? Melania Zorzi, titular de la Federación de Citrus de Entre Ríos, adelanta que esperan “mejores precios” y que la producción viene “muy bien”. La oportunidad para la Argentina la abrió la caída de la producción mundial por el HLB, una enfermedad que “mata” a los árboles y que está castigando a Brasil y Estados Unidos. En ese contexto, el precio del jugo se incrementó casi 200% en menos de un año frente a una demanda sostenida.
“No estamos cubriendo los costos de producción -dice Zorzi-. Tenemos el mismo o algo menor precio que en el 2023. Es el mismo problema de todas las economías regionales. Acompañamos la política nacional y esperamos que se empiecen a ver los frutos porque ponemos mucho esfuerzo. Necesitamos que haya más crédito, que se recupere rentabilidad. Hacen falta más desarrollo energético, de comunicaciones y de caminos”. Hay expectativas de que Estados Unidos reabra el mercado.
En Entre Ríos hay unas 36.000 hectáreas destinadas al citrus dulce. Zorzi señala que, con el paso del tiempo hubo un “proceso de concentración; hay productores que no tienen quién siga con su finca por eso se da mucho arrendamiento. Estamos trabajando con Came en la capacitación para el traspaso generacional”.
Vinos y miel
Aunque las estimaciones oficiales del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) todavía no se conocen, la expectativa es que la vendimia de este año ronde los 21 millones de quintales, alrededor del 10% arriba de la del 2024. Los problemas están en San Juan, donde las vides están atacadas por la peronóspora, un hongo que está afectando a la zona más productiva de la provincia.
Eduardo Garcés, integrante de la comisión directiva de la Federación Viñateros, entiende que se podrían perder unos 100 millones de kilos en San Juan, sobre un total aproximada de 400 millones. Repasa que en los ‘80 había unas 70.000 hectáreas de vides en la provincia, de las que restan unas 40.000. “Cuesta mucho hacer un parral, lleva unos cuatro años y aunque puede producir 30, hay quienes lo abandonan a los ocho o diez porque no es rentable. No se puede trabajar como corresponde con abonos, funguicidas”, resume.
Los precios también son un problema para este sector. Los de las uvas finas podrían tener un “mínimo” repunte respecto al 2024, pero no se espera lo mismo para las comunes que se vienen liquidando igual que en 2024 lo que implica una pérdida del poder adquisitivo del 117%. Desde las entidades que reúnen a los productores subrayan que, en cambio, “todos los insumos” que compran se actualizaron.
Diego Stortini, propietario de la bodega Finca del Nunca Jamás y vicepresidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM) describe que, hasta principios de 2024, los distribuidores y retailers operaban con “esquemas de sobre-stockeo debido a la inflación y expectativas cambiarias, lo que tonificaba los precios al productor”. Este año el “esquema cambió hacia un modelo de compras just-in time, con despachos más frecuentes pero de menor volumen. Esto ha generado un flujo constante de ventas pero con precios menos tonificados, impactando la percepción de valor del productor”.
Sostiene que la alineación del dólar paralelo con el oficial “afectó negativamente los precios pagados al productor, ya que muchas industrias ajustaban sus valores considerando el dólar más alto”. Ratifica que los productores “enfrentan precios bajos, costos elevados y un mercado interno debilitado. Este entorno genera un desafío importante para la sostenibilidad del sector primario. Se recupera pero lentamente, ventas de menor volumen y mas frecuencia, aletargan la salida especialmente del sector de producción primaria”.
“Mejorar la competitividad -responde a la hora de definir los desafíos-. Reducir el costo argentino mediante reformas tributarias, laborales, logísticas y de financiamiento que otorguen mayor flexibilidad y eficiencia. Aumentar los convenios bilaterales. Visibilizamos las mismas deficiencias que el Gobierno nacional del convenio de mercosur que tal vez debamos retroceder un poco, para obtener ventajas bilaterales y aumentar la exposición y venta de producto mendocino en el mundo”. Stortini también se refiere a la necesidad de desarrollar estrategias endógenas, como incrementar la tecnificación, optimizar la productividad y facilitar el acceso a insumos de calidad, además de promover prácticas más eficientes en toda la cadena de valor. A pesar de la apertura de importaciones, no vemos baja de precios de insumo/producto importado, y tampoco más proveedores ofreciendo”.
Entiende que la dirigencia provincial debe “liderar un diseño microeconómico que permita implementar mejoras sectoriales, ya que el Gobierno nacional está enfocado en la estabilidad macroeconómica” y que las empresas deben “ajustar sus estrategias a un contexto de menor inflación y mayor estabilidad cambiaria, maximizando las oportunidades que surjan de un entorno económico más abierto”.
En el caso de la producción de miel, las últimas lluvias mejoraron las perspectivas aunque todavía la cosecha está “sin definir” en buena parte de las zonas productivas del país que sufrieron una sequía importante. Lucas Martínez, presidente de la Sociedad Argentina De Apicultores, repasa que el año pasado se exportaron 85.000 toneladas, 15% más que en el 2023. Se adelantaron operaciones porque en el caso de Estados Unidos (65% de las operaciones locales) hay un conflicto de dumping que alcanza a India, Brasil y Vietnam, además de a la Argentina. La fijación de aranceles compensatorios -que varían por empresas- se iba a realizar el primer mes de este año pero pasó para abril. “No sabemos qué política instrumentará (Donald) Trump más allá de la afinidad con Milei”, define.
El segundo mercado para la Argentina es la Unión Europea (UE), donde hay problemas por el ingreso de “mieles falsificadas, adulteradas” (mezcla con jarabe) desde Asia. Por eso los precios “bajaron mucho”, explica Martínez y añade que los apicultores europeos están “luchando para que no ingresen importadas; incluso se manifestaron contra el acuerdo UE-Mercosur”. El precio internacional viene en baja desde el 2022, cuando era de US$2.900 la tonelada FOB (con variantes dependiendo del color; las más caras son las más claras) a US$2.300 en el 2023 y US$2.100 el año pasado.
Aun frente a ese panorama complejo, Martínez sostiene que “lentamente aumenta” el número de apicultores y las inversiones para ganar productividad. Como en las otras economías regionales, los insumos “quedaron caros en dólares”.
Las economías regionales arrancaron un año que, salvo excepciones, luce complicado. Hay varios factores que confluyen para determinar ese panorama: suba de costos de insumos en dólares; alta carga impositiva (hay mucha insistencia de los actores en las múltiples tasas municipales que se pagan); mal estado de las rutas y caminos y, además, un tipo de cambio que no es “el más conveniente”. Como dato positivo, tuvieron el anuncio de eliminación de derechos de exportación realizado por el Gobierno a un conjunto de actividades que todavía tenían esta carga impositiva.
En el 2024, últimos datos disponibles, las exportaciones de las economías regionales en dólares sumaron US$8749 millones (23,8% más que en 2023) y las importaciones, US$2004 millones (5,1% menos en la comparación interanual); en toneladas fueron 25,7% más que en el 2023. El principal socio comercial fue Estados Unidos, con 15,4% del total de los envíos.
Siempre según el monitor que elabora la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), los complejos productivos con más impacto en divisas fueron el manisero (17,5%), el vitivinícola (12,6%), el ganadero (5,4%) y el acuícola (5,3%).
Eduardo Rodríguez, director de Economías Regionales de la Came, enfatiza las diferencias entre esos sectores y la pampa húmeda: “Inciden de otra manera, diferente. Abarcan al 63% de los productores que hacen arraigo y que generan la mesa de los argentinos. Por eso mismo el año pasado estuvieron muy impactadas por la pérdida de capacidad de compra de la población”.
Apunta que están en “diálogo permanente” con representantes del Gobierno y que sus planteos “no pasan por el tipo de cambio -más allá de que nos gustaría un dólar único- sino que van mucho más allá. Explicamos lo que implican la distancia de los mercados, el alto costo laboral y de la energía, las tasas municipales que distorsionan aún más los números”.
La Came participó de la redacción del proyecto de ley “Régimen de promoción de agregado de valor de las economías regionales” que no avanzó y que tiene como objetivos promover el desarrollo con agregado de valor y sostenible del sistema agroindustrial y las cadenas de valor Pyme. Rodríguez indica que en esa iniciativa incluyeron reclamos “históricos” del sector como la reducción de contribuciones patronales a través del Mínimo no Imponible; la creación de una Cuenta Única Tributaria (CUT); la baja del costo energético (energía eléctrica y gas) a partir de un aligeramiento de la carga tributaria; que haya compatibilidad de planes y/o programas sociales con el trabajo rural registrado (incluyendo la prestación Alimentar) y la promoción de certificaciones de triple impacto.
“No solicitamos un tipo de cambio diferencial, sino que nuestros reclamos pasan por otro lado: obtener una reducción en la estructura de costos de producción y un tipo de cambio único (competitivo) para la compra de nuestros insumos y la venta de nuestros productos”, sintetiza Rodríguez.
Entre los sectores más complicados, está el de la lechería. En el país hay 9.400 tambos (7% menos que en 2023), de los cuales el 6% producen un tercio del total, mientras que otro 80% hace otro tercio. El año pasado fue malo, ya que se estima una caída de la producción de entre 7% y 10% respecto al 2023, cuando ya hubo una baja del 2%. El tambero y coordinador de la comisión de lácteos de la Sociedad Rural, Raúl Catta, precisa que hay un “muy mal precio” para el productor, a lo que en el primer semestre del año pasado se sumaron una negativa condición climática y el “arrastre de la suba de costos por la política instrumentada por el exministro Sergio Massa”.
“Para este año la industria juega a mantener el mismo esquema de precios -agrega-. Rechaza el esquema del Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina (Siglea) que establece una referencia, un mecanismo para acordar precios. Ya viene pasando hace tiempo y no hay concordancia entre costos y precios”. A diciembre último el precio del Siglea fue de $441 el litro.
Catta advierte que las estadísticas del primer semestre de este 2025 seguramente darán un alza de producción, pero que hay que tener en cuenta que la base de comparación es “muy baja”. Sostiene que “hay deserciones de tamberos porque no hay rentabilidad. La Argentina tiene el precio más bajo del mundo hace décadas y hace 25 años la producción está estancada en 10.000 u 11.000 millones de litros al año. Los números muestran que no es negocio”.
A su criterio, un factor que jugaría “a favor” del sector es el “ingreso de capitales extranjeros, que no empiezan de cero, sino que compran lo ya establecido”. Remarca que hay “atraso tecnológico muy importante por las condiciones económicas que se vienen sobrellevando”. Grafica con que la mayoría de los tambos no tienen tractor de pezonera, “una herramienta muy básica popularizada desde la década del ‘80″.
Alto Valle y citrus
En el Alto Valle de Río Negro -una de las mejores zonas del mundo para la producción de manzanas y peras por su clima y disponibilidad de agua- ya está en marcha la cosecha. Los productores esperan un “muy buen año” a diferencia del 2024 y se entusiasman por la calidad y sanidad de las frutas.
Germán Barzi, vicepresidente de la Cámara Argentina de Frutihorticultores Integrados (Cafi), indica que esos datos son “claves para obtener mejores clasificaciones” y para el empaquetado de las frutas. Las exportaciones de pera rondan entre 55% y 60% de la producción y se concentran en Brasil, Estados Unidos y Europa (con un rol protagónico de Rusia); el país es el mayor productor de esa fruta en el hemisferio sur y China el más importante del mundo. En el caso de manzana, tiene buena demanda interna (85%) y el resto se vende a Brasil.
El productor precisa que desde hace unos cinco años la superficie y el volumen de producción en la zona se mantienen constantes. “Muchos se volcaron a otras actividades que requieren de mano de obra menos intensiva y de menos capital -agrega-. Sí hay una mejora importante de productividad por hectárea. Con las políticas adecuadas podemos crecer en competitividad”.
En la lista de desafíos a superar, menciona que los costos en dólares “se dispararon sustancialmente”. Comenta que están en “gestiones permanentes con las autoridades buscando mecanismos para disminuir los costos laborales y para que se reduzcan la carga fiscal. En el interior, donde se produce, los costos logísticos son muy altos y ya se arranca con desventaja respecto a otros competidores del hemisferio sur como Sudáfrica y Chile”.
El que terminó fue un año muy complejo para el limón, a punto tal que ingresaron importados ya que las heladas alteraron la producción. Además del clima, hace ya unos seis años que los precios internacionales no acompañan. La clave de la baja de precios es que el spot del aceite se redujo a la mitad mientras que el de jugo se hundió casi dos veces y media.
La superficie cultivada de Tucumán se redujo alrededor de 20% (quedan unas 45.000 hectáreas). La estimación es que un 10% de la menor producción responde a la falta de rentabilidad. José Carbonell, presidente de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus), comenta que hubo “pases” del limón a hacer palta, naranjas y caña de azúcar.
¿Es momento de los citrus dulces? Melania Zorzi, titular de la Federación de Citrus de Entre Ríos, adelanta que esperan “mejores precios” y que la producción viene “muy bien”. La oportunidad para la Argentina la abrió la caída de la producción mundial por el HLB, una enfermedad que “mata” a los árboles y que está castigando a Brasil y Estados Unidos. En ese contexto, el precio del jugo se incrementó casi 200% en menos de un año frente a una demanda sostenida.
“No estamos cubriendo los costos de producción -dice Zorzi-. Tenemos el mismo o algo menor precio que en el 2023. Es el mismo problema de todas las economías regionales. Acompañamos la política nacional y esperamos que se empiecen a ver los frutos porque ponemos mucho esfuerzo. Necesitamos que haya más crédito, que se recupere rentabilidad. Hacen falta más desarrollo energético, de comunicaciones y de caminos”. Hay expectativas de que Estados Unidos reabra el mercado.
En Entre Ríos hay unas 36.000 hectáreas destinadas al citrus dulce. Zorzi señala que, con el paso del tiempo hubo un “proceso de concentración; hay productores que no tienen quién siga con su finca por eso se da mucho arrendamiento. Estamos trabajando con Came en la capacitación para el traspaso generacional”.
Vinos y miel
Aunque las estimaciones oficiales del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) todavía no se conocen, la expectativa es que la vendimia de este año ronde los 21 millones de quintales, alrededor del 10% arriba de la del 2024. Los problemas están en San Juan, donde las vides están atacadas por la peronóspora, un hongo que está afectando a la zona más productiva de la provincia.
Eduardo Garcés, integrante de la comisión directiva de la Federación Viñateros, entiende que se podrían perder unos 100 millones de kilos en San Juan, sobre un total aproximada de 400 millones. Repasa que en los ‘80 había unas 70.000 hectáreas de vides en la provincia, de las que restan unas 40.000. “Cuesta mucho hacer un parral, lleva unos cuatro años y aunque puede producir 30, hay quienes lo abandonan a los ocho o diez porque no es rentable. No se puede trabajar como corresponde con abonos, funguicidas”, resume.
Los precios también son un problema para este sector. Los de las uvas finas podrían tener un “mínimo” repunte respecto al 2024, pero no se espera lo mismo para las comunes que se vienen liquidando igual que en 2024 lo que implica una pérdida del poder adquisitivo del 117%. Desde las entidades que reúnen a los productores subrayan que, en cambio, “todos los insumos” que compran se actualizaron.
Diego Stortini, propietario de la bodega Finca del Nunca Jamás y vicepresidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM) describe que, hasta principios de 2024, los distribuidores y retailers operaban con “esquemas de sobre-stockeo debido a la inflación y expectativas cambiarias, lo que tonificaba los precios al productor”. Este año el “esquema cambió hacia un modelo de compras just-in time, con despachos más frecuentes pero de menor volumen. Esto ha generado un flujo constante de ventas pero con precios menos tonificados, impactando la percepción de valor del productor”.
Sostiene que la alineación del dólar paralelo con el oficial “afectó negativamente los precios pagados al productor, ya que muchas industrias ajustaban sus valores considerando el dólar más alto”. Ratifica que los productores “enfrentan precios bajos, costos elevados y un mercado interno debilitado. Este entorno genera un desafío importante para la sostenibilidad del sector primario. Se recupera pero lentamente, ventas de menor volumen y mas frecuencia, aletargan la salida especialmente del sector de producción primaria”.
“Mejorar la competitividad -responde a la hora de definir los desafíos-. Reducir el costo argentino mediante reformas tributarias, laborales, logísticas y de financiamiento que otorguen mayor flexibilidad y eficiencia. Aumentar los convenios bilaterales. Visibilizamos las mismas deficiencias que el Gobierno nacional del convenio de mercosur que tal vez debamos retroceder un poco, para obtener ventajas bilaterales y aumentar la exposición y venta de producto mendocino en el mundo”. Stortini también se refiere a la necesidad de desarrollar estrategias endógenas, como incrementar la tecnificación, optimizar la productividad y facilitar el acceso a insumos de calidad, además de promover prácticas más eficientes en toda la cadena de valor. A pesar de la apertura de importaciones, no vemos baja de precios de insumo/producto importado, y tampoco más proveedores ofreciendo”.
Entiende que la dirigencia provincial debe “liderar un diseño microeconómico que permita implementar mejoras sectoriales, ya que el Gobierno nacional está enfocado en la estabilidad macroeconómica” y que las empresas deben “ajustar sus estrategias a un contexto de menor inflación y mayor estabilidad cambiaria, maximizando las oportunidades que surjan de un entorno económico más abierto”.
En el caso de la producción de miel, las últimas lluvias mejoraron las perspectivas aunque todavía la cosecha está “sin definir” en buena parte de las zonas productivas del país que sufrieron una sequía importante. Lucas Martínez, presidente de la Sociedad Argentina De Apicultores, repasa que el año pasado se exportaron 85.000 toneladas, 15% más que en el 2023. Se adelantaron operaciones porque en el caso de Estados Unidos (65% de las operaciones locales) hay un conflicto de dumping que alcanza a India, Brasil y Vietnam, además de a la Argentina. La fijación de aranceles compensatorios -que varían por empresas- se iba a realizar el primer mes de este año pero pasó para abril. “No sabemos qué política instrumentará (Donald) Trump más allá de la afinidad con Milei”, define.
El segundo mercado para la Argentina es la Unión Europea (UE), donde hay problemas por el ingreso de “mieles falsificadas, adulteradas” (mezcla con jarabe) desde Asia. Por eso los precios “bajaron mucho”, explica Martínez y añade que los apicultores europeos están “luchando para que no ingresen importadas; incluso se manifestaron contra el acuerdo UE-Mercosur”. El precio internacional viene en baja desde el 2022, cuando era de US$2.900 la tonelada FOB (con variantes dependiendo del color; las más caras son las más claras) a US$2.300 en el 2023 y US$2.100 el año pasado.
Aun frente a ese panorama complejo, Martínez sostiene que “lentamente aumenta” el número de apicultores y las inversiones para ganar productividad. Como en las otras economías regionales, los insumos “quedaron caros en dólares”.
Las diferentes actividades coinciden en reclamar por la presión impositiva, en especial por las tasas municipales y las condiciones de las rutas y caminos; advierten que el tipo de cambio no es el mejor LA NACION