Comienza el fútbol en Estados Unidos, con Messi como el Capitán América

Estados Unidos reanudó en San Diego, California, los trabajos del muro que levantó en la frontera con México. Es una nueva cerca de unos 30 kilómetros y nueve metros de alto. El trabajo, suspendido hace un año por orden judicial, se reanudó con el retorno de Donald Trump y su política de deportación masiva de inmigrantes.
Territorio mexicano hasta 1848, San Diego será la nueva franquicia de la edición 30ª de la Major League Soccer (MLS) que comienza este fin de semana en Estados Unidos. Un campeonato de 30 equipos. Y que tendrá una competencia paralela luego de 2026. El actor central será el Inter de Miami de Leo Messi. Inter será el único representante local en el Mundial de Clubes de junio próximo. Y Messi, el símbolo del Mundial de selecciones de 2026. Trump, que estos días añadió a Europa en su pelea imperial contra el mundo, será anfitrión de la doble competencia de la FIFA. Y allí estará Leo. Como Capitán América del soccer.
San Diego FC, que debuta el domingo en campo de LA Galaxy, pertenece al multimillonario Mohamed Mansour, ex ministro de Hosni Mubarak en Egipto, tesorero del Partido Conservador británico (tiene doble nacionalidad) y dueño de una academia de jugadores con sedes en Ghana, Egipto y Dinamarca (donde posee al club FC Nordsjaelland). Y que extenderá a San Diego, fértil territorio latino.
Su socio inesperado (además de la actriz y productora Issa Rae, del exjugador español Juan Mata y del beisbolista local Manny Machado) es la tribu Sycuan de la Nación Kumeyaay, que opera casinos, dueños ancestrales del territorio, del que ahora terminó siendo expulsado San Diego Loyal, el equipo fundado en 2019 por el exjugador Landon Donovan, y que tenía fuertes vínculos afectivos con la región, políticas de justicia social y equidad.
Pero San Diego Loyal no podía pagar el ingreso a la MLS, una Liga cerrada y centralizada, que exige una cuota de membresía de 500 millones de dólares y no tiene descensos, una norma del deporte Made in USA (así funcionan también la NBA, el football americano de la NFL, el hockey sobre hielo de la NHL y el béisbol de la MLB), pero que ahora el fútbol pone bajo cuestión.
Si la MLS nació luego del Mundial de 1994 en Estados Unidos, ahora, tras la Copa de 2026, la United Soccer League (USL) anuncia una Liga de doce o catorce equipos en ciudades con estadios y población adecuados, como podrían ser los casos de Las Vegas, Indianápolis, Louisville y Sacramento, entre otras. “¿Por qué tener solo una Liga de primera división si tenemos la mitad de la población de toda Europa?”, dicen los defensores del proyecto.
Los críticos recuerdan que ni siquiera países de población gigante como China o Brasil tiene dos Ligas de primera. Creen que el proyecto de la USL busca presionar a la MLS para que acepte más franquicias. Y advierten que los inversores estadounidenses prefieren mirar a Europa, a clubes grandes, pero también pequeños. Allí está sino la historia conocida del galés Wrexham. O, más reciente, la de Plymouth, el equipo de segunda que eliminó de la FA Cup al poderoso Liverpool, y que pertenece a un inglés que reside desde hace más de veinte años en Estados Unidos.
Como sea, la coexistencia de Ligas paralelas es otra costumbre histórica en el deporte de Estados Unidos. La USL, que ya lanzó en 2024 su propia y nueva Liga femenina (USL Super League, con ocho equipos), organiza también las Ligas masculinas de Segunda y Tercera división de Estados Unidos (USL Championship y USL League One, respectivamente). A diferencia de la MLS, la USL no centraliza los contratos y permite que cada franquicia funcione de modo independiente, sin topes salariales. Pero la USL no tiene el dinero de la MLS. Ni el contrato de 250 millones de dólares de Apple TV (dinero tentador, pero de trasmisión cerrada y que dificulta una mejor difusión). Y tampoco tiene a Messi.
El soccer sigue siendo un deporte liviano en medio de la brutalidad de la lucha, el fútbol americano o el hockey sobre hielo. Inter, que juega esta misma noche contra Kansas City por la Copa de Campeones de la Concacaf, afrontará el Mundial de Clubes. Lo jugará porque tiene a Messi, ya que no fue campeón de la MLS (que además lo premió como mejor jugador de la temporada). Leo, que podrá ser copropietario de Inter cuando finalice su contrato, influyó en el arribo de Javier Mascherano como DT, tras la renuncia inesperada del Tata Martino. Y también en el de Guillermo Hoyos como nuevo director deportivo. Lo había hecho antes con los fichajes de Luis Suárez, Sergio Busquets y Jordi Alba. Y ayudó a que los hermanos Mas (dueños del club) llegaran a la Casa Rosada.
El soccer (y la selección argentina también) lo precisa motivado para el Mundial 2026. Es un Capitán América, sí. Aunque el superhéroe de la nueva versión de Marvel es negro (Anthony Mackie). Y su nueva misión lo enfrenta a un Harrison Ford canoso, de piel levemente rojiza y que manda en la Casa Blanca. El nuevo supervillano, tiempos modernos, es el presidente de Estados Unidos. Una crónica recordó que ya el Capitán América de 2014 enfureció cuando descubrió que su país quería imponer un régimen de vigilancia global. El superhéroe decía textual: “Esto no es libertad, es miedo”.
Estados Unidos reanudó en San Diego, California, los trabajos del muro que levantó en la frontera con México. Es una nueva cerca de unos 30 kilómetros y nueve metros de alto. El trabajo, suspendido hace un año por orden judicial, se reanudó con el retorno de Donald Trump y su política de deportación masiva de inmigrantes.
Territorio mexicano hasta 1848, San Diego será la nueva franquicia de la edición 30ª de la Major League Soccer (MLS) que comienza este fin de semana en Estados Unidos. Un campeonato de 30 equipos. Y que tendrá una competencia paralela luego de 2026. El actor central será el Inter de Miami de Leo Messi. Inter será el único representante local en el Mundial de Clubes de junio próximo. Y Messi, el símbolo del Mundial de selecciones de 2026. Trump, que estos días añadió a Europa en su pelea imperial contra el mundo, será anfitrión de la doble competencia de la FIFA. Y allí estará Leo. Como Capitán América del soccer.
San Diego FC, que debuta el domingo en campo de LA Galaxy, pertenece al multimillonario Mohamed Mansour, ex ministro de Hosni Mubarak en Egipto, tesorero del Partido Conservador británico (tiene doble nacionalidad) y dueño de una academia de jugadores con sedes en Ghana, Egipto y Dinamarca (donde posee al club FC Nordsjaelland). Y que extenderá a San Diego, fértil territorio latino.
Su socio inesperado (además de la actriz y productora Issa Rae, del exjugador español Juan Mata y del beisbolista local Manny Machado) es la tribu Sycuan de la Nación Kumeyaay, que opera casinos, dueños ancestrales del territorio, del que ahora terminó siendo expulsado San Diego Loyal, el equipo fundado en 2019 por el exjugador Landon Donovan, y que tenía fuertes vínculos afectivos con la región, políticas de justicia social y equidad.
Pero San Diego Loyal no podía pagar el ingreso a la MLS, una Liga cerrada y centralizada, que exige una cuota de membresía de 500 millones de dólares y no tiene descensos, una norma del deporte Made in USA (así funcionan también la NBA, el football americano de la NFL, el hockey sobre hielo de la NHL y el béisbol de la MLB), pero que ahora el fútbol pone bajo cuestión.
Si la MLS nació luego del Mundial de 1994 en Estados Unidos, ahora, tras la Copa de 2026, la United Soccer League (USL) anuncia una Liga de doce o catorce equipos en ciudades con estadios y población adecuados, como podrían ser los casos de Las Vegas, Indianápolis, Louisville y Sacramento, entre otras. “¿Por qué tener solo una Liga de primera división si tenemos la mitad de la población de toda Europa?”, dicen los defensores del proyecto.
Los críticos recuerdan que ni siquiera países de población gigante como China o Brasil tiene dos Ligas de primera. Creen que el proyecto de la USL busca presionar a la MLS para que acepte más franquicias. Y advierten que los inversores estadounidenses prefieren mirar a Europa, a clubes grandes, pero también pequeños. Allí está sino la historia conocida del galés Wrexham. O, más reciente, la de Plymouth, el equipo de segunda que eliminó de la FA Cup al poderoso Liverpool, y que pertenece a un inglés que reside desde hace más de veinte años en Estados Unidos.
Como sea, la coexistencia de Ligas paralelas es otra costumbre histórica en el deporte de Estados Unidos. La USL, que ya lanzó en 2024 su propia y nueva Liga femenina (USL Super League, con ocho equipos), organiza también las Ligas masculinas de Segunda y Tercera división de Estados Unidos (USL Championship y USL League One, respectivamente). A diferencia de la MLS, la USL no centraliza los contratos y permite que cada franquicia funcione de modo independiente, sin topes salariales. Pero la USL no tiene el dinero de la MLS. Ni el contrato de 250 millones de dólares de Apple TV (dinero tentador, pero de trasmisión cerrada y que dificulta una mejor difusión). Y tampoco tiene a Messi.
El soccer sigue siendo un deporte liviano en medio de la brutalidad de la lucha, el fútbol americano o el hockey sobre hielo. Inter, que juega esta misma noche contra Kansas City por la Copa de Campeones de la Concacaf, afrontará el Mundial de Clubes. Lo jugará porque tiene a Messi, ya que no fue campeón de la MLS (que además lo premió como mejor jugador de la temporada). Leo, que podrá ser copropietario de Inter cuando finalice su contrato, influyó en el arribo de Javier Mascherano como DT, tras la renuncia inesperada del Tata Martino. Y también en el de Guillermo Hoyos como nuevo director deportivo. Lo había hecho antes con los fichajes de Luis Suárez, Sergio Busquets y Jordi Alba. Y ayudó a que los hermanos Mas (dueños del club) llegaran a la Casa Rosada.
El soccer (y la selección argentina también) lo precisa motivado para el Mundial 2026. Es un Capitán América, sí. Aunque el superhéroe de la nueva versión de Marvel es negro (Anthony Mackie). Y su nueva misión lo enfrenta a un Harrison Ford canoso, de piel levemente rojiza y que manda en la Casa Blanca. El nuevo supervillano, tiempos modernos, es el presidente de Estados Unidos. Una crónica recordó que ya el Capitán América de 2014 enfureció cuando descubrió que su país quería imponer un régimen de vigilancia global. El superhéroe decía textual: “Esto no es libertad, es miedo”.
Estados Unidos reanudó en San Diego, California, los trabajos del muro que levantó en la frontera con México. Es una nueva cerca de unos 30 kilómetros y nueve metros de alto. El trabajo, suspendido hace un año por orden judicial, se reanudó con el retorno de Donald Trump y su política de deportación masiva de inmigrantes. Territorio mexicano hasta 1848, San Diego será la nueva franquicia de la edición 30ª de la Major League Soccer (MLS) que comienza este fin de semana en Estados Unidos. Un campeonato de 30 equipos. Y que tendrá una competencia paralela luego de 2026. El actor central será el Inter de Miami de Leo Messi. Inter será el único representante local en el Mundial de Clubes de junio próximo. Y Messi, el símbolo del Mundial de selecciones de 2026. Trump, que estos días añadió a Europa en su pelea imperial contra el mundo, será anfitrión de la doble competencia de la FIFA. Y allí estará Leo. Como Capitán América del soccer.San Diego FC, que debuta el domingo en campo de LA Galaxy, pertenece al multimillonario Mohamed Mansour, ex ministro de Hosni Mubarak en Egipto, tesorero del Partido Conservador británico (tiene doble nacionalidad) y dueño de una academia de jugadores con sedes en Ghana, Egipto y Dinamarca (donde posee al club FC Nordsjaelland). Y que extenderá a San Diego, fértil territorio latino. Su socio inesperado (además de la actriz y productora Issa Rae, del exjugador español Juan Mata y del beisbolista local Manny Machado) es la tribu Sycuan de la Nación Kumeyaay, que opera casinos, dueños ancestrales del territorio, del que ahora terminó siendo expulsado San Diego Loyal, el equipo fundado en 2019 por el exjugador Landon Donovan, y que tenía fuertes vínculos afectivos con la región, políticas de justicia social y equidad. Pero San Diego Loyal no podía pagar el ingreso a la MLS, una Liga cerrada y centralizada, que exige una cuota de membresía de 500 millones de dólares y no tiene descensos, una norma del deporte Made in USA (así funcionan también la NBA, el football americano de la NFL, el hockey sobre hielo de la NHL y el béisbol de la MLB), pero que ahora el fútbol pone bajo cuestión. Si la MLS nació luego del Mundial de 1994 en Estados Unidos, ahora, tras la Copa de 2026, la United Soccer League (USL) anuncia una Liga de doce o catorce equipos en ciudades con estadios y población adecuados, como podrían ser los casos de Las Vegas, Indianápolis, Louisville y Sacramento, entre otras. “¿Por qué tener solo una Liga de primera división si tenemos la mitad de la población de toda Europa?”, dicen los defensores del proyecto. Los críticos recuerdan que ni siquiera países de población gigante como China o Brasil tiene dos Ligas de primera. Creen que el proyecto de la USL busca presionar a la MLS para que acepte más franquicias. Y advierten que los inversores estadounidenses prefieren mirar a Europa, a clubes grandes, pero también pequeños. Allí está sino la historia conocida del galés Wrexham. O, más reciente, la de Plymouth, el equipo de segunda que eliminó de la FA Cup al poderoso Liverpool, y que pertenece a un inglés que reside desde hace más de veinte años en Estados Unidos. Como sea, la coexistencia de Ligas paralelas es otra costumbre histórica en el deporte de Estados Unidos. La USL, que ya lanzó en 2024 su propia y nueva Liga femenina (USL Super League, con ocho equipos), organiza también las Ligas masculinas de Segunda y Tercera división de Estados Unidos (USL Championship y USL League One, respectivamente). A diferencia de la MLS, la USL no centraliza los contratos y permite que cada franquicia funcione de modo independiente, sin topes salariales. Pero la USL no tiene el dinero de la MLS. Ni el contrato de 250 millones de dólares de Apple TV (dinero tentador, pero de trasmisión cerrada y que dificulta una mejor difusión). Y tampoco tiene a Messi.El soccer sigue siendo un deporte liviano en medio de la brutalidad de la lucha, el fútbol americano o el hockey sobre hielo. Inter, que juega esta misma noche contra Kansas City por la Copa de Campeones de la Concacaf, afrontará el Mundial de Clubes. Lo jugará porque tiene a Messi, ya que no fue campeón de la MLS (que además lo premió como mejor jugador de la temporada). Leo, que podrá ser copropietario de Inter cuando finalice su contrato, influyó en el arribo de Javier Mascherano como DT, tras la renuncia inesperada del Tata Martino. Y también en el de Guillermo Hoyos como nuevo director deportivo. Lo había hecho antes con los fichajes de Luis Suárez, Sergio Busquets y Jordi Alba. Y ayudó a que los hermanos Mas (dueños del club) llegaran a la Casa Rosada. El soccer (y la selección argentina también) lo precisa motivado para el Mundial 2026. Es un Capitán América, sí. Aunque el superhéroe de la nueva versión de Marvel es negro (Anthony Mackie). Y su nueva misión lo enfrenta a un Harrison Ford canoso, de piel levemente rojiza y que manda en la Casa Blanca. El nuevo supervillano, tiempos modernos, es el presidente de Estados Unidos. Una crónica recordó que ya el Capitán América de 2014 enfureció cuando descubrió que su país quería imponer un régimen de vigilancia global. El superhéroe decía textual: “Esto no es libertad, es miedo”. LA NACION