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Racing campeón de la Recopa Sudamericana: los dos goles ante Botafogo para ganar el quinto título internacional

Brillante. Una actuación demoledora, contundente en Río de Janeiro. Para sellar la consagración en la Recopa Sudamericana, Racing imprimió un punto de quiebre con el cambio ordenado por Gustavo Costas en el entretiempo: se retiró Luciano Vietto, que había quedado al borde la expulsión por una probable doble amarilla, y saltó al campo Matías Zaracho, en definitiva el primer gran héroe, el que convirtió el gol que abrió el triunfo ante Botafogo. Después, llegaría aquel bombazo de Bruno Zuculini, que decretó el 2 a 0 definitivo frente al conjunto carioca, para que la Academia se asegure el quinto título internacional de su historia.

La gestión de Zaracho, mediocampista surgido en las divisiones inferiores blanquiceleste, dio enseguida sus frutos: a los 49 minutos, primero intentó el uruguayo Martirena desde afuera del área, hubo un rebote de un defensor brasileño y allí apareció Zaracho para cruzar el derechazo y definir al segundo palo. Un golazo. Ya ganaba Racing y estaba más cerca del título, con un global de 3 a 0, después del triunfo por 2 a 0 en la ida.

Y después, para agigantar la gesta, apareció Bruno Zuculini, el autor del segundo tanto con un bombazo, después de que Martirena levantar la pelota dentro del área. A esas alturas, a los 68 minutos y con la serie 0-4, muchos hinchas de Botafogo empezaban a retirarse de estadio, al tiempo que Gustavo Costas seguía con sus movimientos eufóricos desde la línea de cal.

Zaracho, de las inferiores a Mineiro y la vuelta a la Academia

La primera vez que se lo vio a Matías Zaracho sonreír dentro del Cilindro tenía apenas 14 años. Fue el 3 de septiembre de 2012, en un triunfo por 3 a 1 ante San Martín de San Juan, que pasó a la historia porque el mediocampista Agustín Pelletieri atajó un penal. Zaracho era el alcanzapelotas detrás del arco, el que salió en la foto. Su historia con Racing, que se empezó a escribir a los ocho, en edad de preinfantiles, le tenía guardado un lugar más central que el de alcanzapelotas o hincha en la Puerta 11, donde le conseguía entradas la encargada de la pensión.

El chico de Wilde debutó en diciembre de 2016, en el último partido de Ricardo Zielinski en el banco académico. Mimado del plantel y sobre todo de Lisandro López desde el primer entrenamiento, Diego Cocca le hizo un espacio como titular. Pero fue la llegada de Eduardo Coudet lo que le dio al mediocampista un lugar fundamental en la Academia. El ritmo y el fútbol de Zaracho deslumbraron al Chacho: después de un par de prácticas lo definió como “un tractor de 60 kilos”. A partir de ahí se dio su salto.

Matías Zaracho y su festejo del primer gol del partido ante Botafogo

Casi quince años duró el vínculo entre la Academia y el Negrito, como lo apodaron en el Predio Tita. Cuando había superado el contagio de Covid-19 y estaba listo para afrontar la parte más compleja de la Libertadores, el octubre de 2020 Zaracho se va transferido al Atlético Mineiro, de Brasil, en seis millones de dólares por el 50% del pase. Se despidió con 22 años, dos títulos (Superliga 18/19, Trofeo de Campeones 2019), 91 partidos en Primera, un gol en la cancha de Boca y otro en la de Independiente, además de haber disputado un Mundial Sub 20, debutado con la selección mayor y ser campeón Panamericano.

A lo largo de cinco temporadas, Zaracho jugó 114 partidos en Atlético Mineiro. Durante 2024, Zaracho fue dirigido por Gabriel Milito. Venía de doce meses con poca continuidad, debido a lesiones en el pubis y musculares. Por las diferentes afecciones pasó 208 días de rehabilitación, fuera de las canchas. Quedó al margen de 38 encuentros oficiales del conjunto de Belo Horizonte. Mineiro llegó a la final de la Copa Libertadores que perdió con Botafogo, pero Zaracho no jugó más desde los octavos de final, frente a San Lorenzo. Tuvo participación en el Brasileirão, siendo su último cotejo el 24 de noviembre, en un 2-2 frente a San Pablo. Hasta que este año se produjo la vuelta a su casa.

Zuculini, el compañero noble aliado del silencio

En tanto, Bruno Zuculini es la figura silenciosa de Racing. Fue titular en el muy buen triunfo de ante Botafogo por 2-0, en la ida de la Recopa Sudamericana. No fue la figura y ni siquiera estuvo en el podio de los mejores, al que subieron con niveles superlativos Maravilla Martínez, Nazareno Colombo y Maxi Salas. Pero la Academia, como equipo (como grupo), no hubiera sido lo mismo sin él. Ni el que le ganó al conjunto brasileño en el Cilindro ni el que levantó una copa internacional en Asunción luego de 36 años a fines de 2024. Esa tarde, los golazos los hicieron Gastón Martirena y “los Martínez”, Maravilla y Roger. Pero Zuculini siempre está, “juega” aunque no le toque ingresar ni un minuto. Tiene un valor incalculable para el cuerpo técnico.

Zuculini, de 31 años, primero le ganó la pulseada a Agustín Almendra como titular ante Botafogo y luego jugó muy bien, incluso estuvo cerca de convertir. Se presentó con la “tensión” competitiva de una final y con inteligencia. Supo integrar el River súper ganador de Gallardo, pero mantiene un rol humilde ahora en Racing. Y cuando todavía no había ganado nada en el Millonario, tuvo un gran gesto con quien hoy es su compañero: Santiago Sosa, que se recupera de una lesión y es hoy uno de los jugadores fetiches de Gustavo Costas en la función de 5-Líbero. Pero alguna vez fue juvenil de River e integró un vestuario lleno de referentes y jugadores de experiencia, entre ellos Zuculini. Hace unas semanas, Sosa dijo de Bruno en una entrevista para Clank, con Juan Pablo Varsky: “Bruno Zuculini es el compañero ideal. Lo quiero mucho. El me ayudó mucho en mi carrera”, lo elogió.

Bruno Zuculini y su batalla en el mediocampo: un jugador fundamental

“Yo soy muy natural, soy genuino. Muy cercano a mis compañeros, muy cercano a la gente que me ayuda. Tengo mucha gratitud con el club que me volvió a abrir las puertas después de diez años. Entonces trato que el ambiente esté cómodo, que la gente esté tranquila. Y que sigamos luchando por la gente que tenemos. No hay otro camino, no hay un atajo para eso”, contó recientemente Zuculini. Y agregó: “Hay que trabajar, estar juntos. Trato de empujar, de impulsar. Y con humildad, porque siempre hay que tener en cuenta de que todos queremos ganar, pero campeón sale uno solo”.

Brillante. Una actuación demoledora, contundente en Río de Janeiro. Para sellar la consagración en la Recopa Sudamericana, Racing imprimió un punto de quiebre con el cambio ordenado por Gustavo Costas en el entretiempo: se retiró Luciano Vietto, que había quedado al borde la expulsión por una probable doble amarilla, y saltó al campo Matías Zaracho, en definitiva el primer gran héroe, el que convirtió el gol que abrió el triunfo ante Botafogo. Después, llegaría aquel bombazo de Bruno Zuculini, que decretó el 2 a 0 definitivo frente al conjunto carioca, para que la Academia se asegure el quinto título internacional de su historia.

La gestión de Zaracho, mediocampista surgido en las divisiones inferiores blanquiceleste, dio enseguida sus frutos: a los 49 minutos, primero intentó el uruguayo Martirena desde afuera del área, hubo un rebote de un defensor brasileño y allí apareció Zaracho para cruzar el derechazo y definir al segundo palo. Un golazo. Ya ganaba Racing y estaba más cerca del título, con un global de 3 a 0, después del triunfo por 2 a 0 en la ida.

Y después, para agigantar la gesta, apareció Bruno Zuculini, el autor del segundo tanto con un bombazo, después de que Martirena levantar la pelota dentro del área. A esas alturas, a los 68 minutos y con la serie 0-4, muchos hinchas de Botafogo empezaban a retirarse de estadio, al tiempo que Gustavo Costas seguía con sus movimientos eufóricos desde la línea de cal.

Zaracho, de las inferiores a Mineiro y la vuelta a la Academia

La primera vez que se lo vio a Matías Zaracho sonreír dentro del Cilindro tenía apenas 14 años. Fue el 3 de septiembre de 2012, en un triunfo por 3 a 1 ante San Martín de San Juan, que pasó a la historia porque el mediocampista Agustín Pelletieri atajó un penal. Zaracho era el alcanzapelotas detrás del arco, el que salió en la foto. Su historia con Racing, que se empezó a escribir a los ocho, en edad de preinfantiles, le tenía guardado un lugar más central que el de alcanzapelotas o hincha en la Puerta 11, donde le conseguía entradas la encargada de la pensión.

El chico de Wilde debutó en diciembre de 2016, en el último partido de Ricardo Zielinski en el banco académico. Mimado del plantel y sobre todo de Lisandro López desde el primer entrenamiento, Diego Cocca le hizo un espacio como titular. Pero fue la llegada de Eduardo Coudet lo que le dio al mediocampista un lugar fundamental en la Academia. El ritmo y el fútbol de Zaracho deslumbraron al Chacho: después de un par de prácticas lo definió como “un tractor de 60 kilos”. A partir de ahí se dio su salto.

Matías Zaracho y su festejo del primer gol del partido ante Botafogo

Casi quince años duró el vínculo entre la Academia y el Negrito, como lo apodaron en el Predio Tita. Cuando había superado el contagio de Covid-19 y estaba listo para afrontar la parte más compleja de la Libertadores, el octubre de 2020 Zaracho se va transferido al Atlético Mineiro, de Brasil, en seis millones de dólares por el 50% del pase. Se despidió con 22 años, dos títulos (Superliga 18/19, Trofeo de Campeones 2019), 91 partidos en Primera, un gol en la cancha de Boca y otro en la de Independiente, además de haber disputado un Mundial Sub 20, debutado con la selección mayor y ser campeón Panamericano.

A lo largo de cinco temporadas, Zaracho jugó 114 partidos en Atlético Mineiro. Durante 2024, Zaracho fue dirigido por Gabriel Milito. Venía de doce meses con poca continuidad, debido a lesiones en el pubis y musculares. Por las diferentes afecciones pasó 208 días de rehabilitación, fuera de las canchas. Quedó al margen de 38 encuentros oficiales del conjunto de Belo Horizonte. Mineiro llegó a la final de la Copa Libertadores que perdió con Botafogo, pero Zaracho no jugó más desde los octavos de final, frente a San Lorenzo. Tuvo participación en el Brasileirão, siendo su último cotejo el 24 de noviembre, en un 2-2 frente a San Pablo. Hasta que este año se produjo la vuelta a su casa.

Zuculini, el compañero noble aliado del silencio

En tanto, Bruno Zuculini es la figura silenciosa de Racing. Fue titular en el muy buen triunfo de ante Botafogo por 2-0, en la ida de la Recopa Sudamericana. No fue la figura y ni siquiera estuvo en el podio de los mejores, al que subieron con niveles superlativos Maravilla Martínez, Nazareno Colombo y Maxi Salas. Pero la Academia, como equipo (como grupo), no hubiera sido lo mismo sin él. Ni el que le ganó al conjunto brasileño en el Cilindro ni el que levantó una copa internacional en Asunción luego de 36 años a fines de 2024. Esa tarde, los golazos los hicieron Gastón Martirena y “los Martínez”, Maravilla y Roger. Pero Zuculini siempre está, “juega” aunque no le toque ingresar ni un minuto. Tiene un valor incalculable para el cuerpo técnico.

Zuculini, de 31 años, primero le ganó la pulseada a Agustín Almendra como titular ante Botafogo y luego jugó muy bien, incluso estuvo cerca de convertir. Se presentó con la “tensión” competitiva de una final y con inteligencia. Supo integrar el River súper ganador de Gallardo, pero mantiene un rol humilde ahora en Racing. Y cuando todavía no había ganado nada en el Millonario, tuvo un gran gesto con quien hoy es su compañero: Santiago Sosa, que se recupera de una lesión y es hoy uno de los jugadores fetiches de Gustavo Costas en la función de 5-Líbero. Pero alguna vez fue juvenil de River e integró un vestuario lleno de referentes y jugadores de experiencia, entre ellos Zuculini. Hace unas semanas, Sosa dijo de Bruno en una entrevista para Clank, con Juan Pablo Varsky: “Bruno Zuculini es el compañero ideal. Lo quiero mucho. El me ayudó mucho en mi carrera”, lo elogió.

Bruno Zuculini y su batalla en el mediocampo: un jugador fundamental

“Yo soy muy natural, soy genuino. Muy cercano a mis compañeros, muy cercano a la gente que me ayuda. Tengo mucha gratitud con el club que me volvió a abrir las puertas después de diez años. Entonces trato que el ambiente esté cómodo, que la gente esté tranquila. Y que sigamos luchando por la gente que tenemos. No hay otro camino, no hay un atajo para eso”, contó recientemente Zuculini. Y agregó: “Hay que trabajar, estar juntos. Trato de empujar, de impulsar. Y con humildad, porque siempre hay que tener en cuenta de que todos queremos ganar, pero campeón sale uno solo”.

 Matías Zaracho y Bruno Zuculini, los héroes que hicieron delirar a la Academia  LA NACION

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