Luces del Norte

Lo más imponente de esta foto no es el hechizo de la magnífica aurora boreal. Lo más imponente es el silencio que no se ve, pero se sabe que está. La imagen se tomó desde la carretera Inuvik-Tuktoyaktuk, en los Territorios del Noroeste, en Canadá. Antes de la construcción de la autopista, casi nadie podía llegar a esta región, zona de tundra, territorio de renos, sauces, lobos y de la única población humana que supo convivir con ellos desde mucho antes de que llegaran el asfalto y la tecnología: los inuit. Nómada, heredero de tradiciones milenarias, este pueblo posee una nutrida mitología y una enorme capacidad para leer los signos del mundo circundante. También para escucharlo. Así, en un artículo que la BBC publicó hace unos años se recoge la indicación de un guía inuit: “Cuando los renos corren, suena como lluvia sobre la nieve. Ese es el sonido de la tundra”.
Lo más imponente de esta foto no es el hechizo de la magnífica aurora boreal. Lo más imponente es el silencio que no se ve, pero se sabe que está. La imagen se tomó desde la carretera Inuvik-Tuktoyaktuk, en los Territorios del Noroeste, en Canadá. Antes de la construcción de la autopista, casi nadie podía llegar a esta región, zona de tundra, territorio de renos, sauces, lobos y de la única población humana que supo convivir con ellos desde mucho antes de que llegaran el asfalto y la tecnología: los inuit. Nómada, heredero de tradiciones milenarias, este pueblo posee una nutrida mitología y una enorme capacidad para leer los signos del mundo circundante. También para escucharlo. Así, en un artículo que la BBC publicó hace unos años se recoge la indicación de un guía inuit: “Cuando los renos corren, suena como lluvia sobre la nieve. Ese es el sonido de la tundra”.
Lo más imponente de esta foto no es el hechizo de la magnífica aurora boreal. Lo más imponente es el silencio que no se ve, pero se sabe que está. La imagen se tomó desde la carretera Inuvik-Tuktoyaktuk, en los Territorios del Noroeste, en Canadá. Antes de la construcción de la autopista, casi nadie podía llegar a esta región, zona de tundra, territorio de renos, sauces, lobos y de la única población humana que supo convivir con ellos desde mucho antes de que llegaran el asfalto y la tecnología: los inuit. Nómada, heredero de tradiciones milenarias, este pueblo posee una nutrida mitología y una enorme capacidad para leer los signos del mundo circundante. También para escucharlo. Así, en un artículo que la BBC publicó hace unos años se recoge la indicación de un guía inuit: “Cuando los renos corren, suena como lluvia sobre la nieve. Ese es el sonido de la tundra”. LA NACION