Apareció Joel Meza: había llegado a Bahía Blanca por trabajo y su familia lo buscaba tras la tormenta

Joel Alfredo Meza, de 24 años, fue encontrado en buen estado de salud en una casa ubicada en la calle Rosales al 1100, en Bahía Blanca.
Así lo confirmó el fiscal general de Bahía Blanca, Juan Pablo Fernández a este medio, y detalló que la Dirección de Investigaciones (DDI) de Bahía Blanca, bajo el mando del comisario inspector Dante Flores, logró ubicar su paradero. Tras conocer la noticia, su padre, Roberto, confirmó a LA NACION que viajará desde Corrientes para reencontrarse con él.
“Lo están llevando, se están yendo a la DDI ahí de Bahía Blanca, donde le están trasladando ahora en estos momentos. Mi hija se estaba alistando para ir allá también al lugar. Esta noche yo ya salgo para allá, me voy para allá a ver cómo está él, en qué situación está”, dijo Roberto.
Horas de incertidumbre antes de hallar a Joel
La madre no dormía. No podía. Habían pasado casi siete días desde la última vez que su hijo le había respondido un mensaje. En la capital de Corrientes, donde vivía, su teléfono sonaba cada tanto, pero nunca con la noticia que esperaba. La hermana, desde Bahía Blanca, recorría la ciudad con una foto en el celular. “Es mi hermano, lo estamos buscando”, repetía a cada persona que la escuchaba. No había rastro. No había indicios. Solo el eco de la desesperación familiar que se multiplicaba con cada llamada sin respuesta.
Joel Alfredo Meza nació en Corrientes hace 24 años. Creció sabiendo que el trabajo era la única forma de salir adelante. Aprendió de todo: albañilería, cocina, cualquier oficio que le permitiera ganarse un sueldo digno. Quería un futuro mejor y Bahía Blanca se presentó como una oportunidad. Un empleo en el campo, una chance de empezar de nuevo.
Viajó con la esperanza de que el esfuerzo diera frutos. Pero desde el 7 de marzo, cuando en Bahía Blanca se desató la peor tormenta en su historia, su nombre dejó de ser parte de la rutina y pasó a la lista de personas buscadas. La historia de Meza, como la de tantos otros, quedó atrapada en la tormenta.
“La última vez que habló con su hermana le dijo que iba a un campo, en General Daniel Cerri. Desde ahí, no supimos más nada”, contó su padre, Roberto, a LA NACION. No podían explicárselo. El celular, sin señal. El silencio, absoluto.
Joel había partido solo. Su hermana estaba en Bahía Blanca y su hermano en Punta Alta. Había terminado la secundaria en Corrientes y sentía que allí no tenía opciones. Se animó a probar suerte en el sur de la provincia de Buenos Aires, con la esperanza de encontrar estabilidad económica.
“Él le mandó un mensaje a su hermana y le dijo que tenía trabajo en un campo. Fue lo último que supimos”, repetía su padre, con la voz quebrada. Desde entonces, la familia había revuelto contactos, rastreado nombres y buscado testigos que pudieran decirle qué había pasado después de ese mensaje.
La tormenta llegó ese mismo día y fue la más fuerte en años. El temporal que azotó Bahía Blanca dejó un saldo devastador: 16 víctimas mortales confirmadas. Inicialmente, los reportes oficiales indicaban que cerca de 100 personas estaban sin localizar, pero, según el fiscal general de Bahía Blanca, Juan Pablo Fernández, se logró determinar el paradero de todas ellas. Aun así, no se descartaba que pudieran surgir nuevos casos. Mientras el suministro de energía comenzaba a restablecerse en algunas zonas céntricas, en localidades como General Cerri e Ingeniero White la situación seguía siendo crítica.
La familia Meza había radicado la denuncia ante la policía, pero la fiscalía era la encargada de localizar a las personas fallecidas o desaparecidas. Desde allí aclararon que no habían recibido denuncias formales sobre casos sin registrar y explicaron que cualquier persona que hubiera visto algo o que aún no hubiera encontrado a un familiar debía reportarlo. “Los que dicen haber visto fallecidos que no fueron informados, en ningún momento se presentaron a denunciar tal situación. Que se acerquen inmediatamente a Estomba 127, donde les tomaremos declaración, o que llamen al 911 para que quede registrado y podamos proceder en consecuencia. A todos los que afirman eso, que vayan a la fiscalía, les recibimos toda la información en el momento, también por mail”, indicó el fiscal.
Ante la posibilidad de que existieran desaparecidos que no hubieran sido detectados por los canales oficiales, Fernández explicó que se realizarían relevamientos en los próximos días. “Va a llevar tiempo, no es sencillo”, advirtió.
“Como si se lo hubiese tragado la tierra”
“No sabíamos si llegó al campo, si quedó atrapado en la tormenta, si alguien lo vio después. Nada. Era como si se lo hubiera tragado la tierra”, relató su hermana Sol, que es policía en Bahía Blanca y buscaba por su cuenta lo que las autoridades todavía no encontraban.
Las horas pasaban y, con cada una, la angustia crecía. No había noticias de Joel en hospitales, en comisarías, en refugios. “Hicimos denuncias, hablamos con la policía, buscamos en los lugares donde podría estar”, decía su padre.
En la búsqueda, la familia había intentado reconstruir lo que podría haber pasado. ¿Llegó al campo? ¿Alguien lo vio después? En medio del desastre, muchos quedaron incomunicados. Pero la mayoría reapareció. Joel no.
La policía trabajó con las últimas pistas. Revisaron cámaras, rastrearon llamadas, pero por un tiempo no hubo respuestas.
“Nosotros no queríamos otra cosa más que encontrarlo. No importaba cómo, solo queríamos saber qué había pasado”, decía su hermana, con la voz cargada de cansancio. “Algo tenía que haber pasado”, agregaba.
Medía 1,83 metros, tenía ojos claros y casi no le quedaba pelo. Siempre usaba gorra. Tenía 24 años, era soltero y trabajaba desde joven. Salió en busca de una oportunidad y se perdió en medio de la tormenta. “La hermana estaba desesperada, averiguando por sus propios medios”, decía su padre. “Nosotros también. Lo único que queríamos era que volviera a casa”, completaba.
Finalmente, Joel apareció. La DDI de Bahía Blanca, a cargo del comisario inspector Dante Flores, logró dar con su paradero en una casa ubicada en la calle Rosales al 1100. “Lo están llevando, se están yendo a la DDI, a la DDI ahí de Bahía Blanca, donde le están trasladando ahora en estos momentos. Mi hija se estaba alistando para ir allá también al lugar. Esta noche yo ya salgo para allá, me voy para allá a ver cómo está él, en qué situación está”, confirmó su padre a LA NACION.
En medio de una ciudad que intentaba levantarse después del desastre, la familia Meza tuvo su respuesta. La tormenta pasó. Y, con ella, también la incertidumbre.
Un rostro entre muchos
Joel no es el único desaparecido. La tormenta dejó un caos difícil de ordenar, y su caso no es el único que mantiene en vilo a las familias. Entre los desaparecidos también está el de Germán Villegas, un hombre que vive en situación de calle y cuyo paradero sigue siendo un misterio. Sus sobrinos, que lo buscan desesperadamente, desconocen qué pudo haberle ocurrido tras la tormenta. Desde el primer día, han recurrido a las redes sociales para intentar localizarlo, compartiendo fotos y pidiendo cualquier información que ayude a encontrarlo.
Mientras tanto, las familias de los desaparecidos afirman a este medio que no han detenido la búsqueda de sus seres queridos. Cada día se suman nuevos datos, testimonios e indicios que alimentan la esperanza de hallarlos con vida. Las listas con nombres y descripciones se actualizan constantemente; algunos rostros logran reencontrarse con sus familias, pero otros siguen en la incertidumbre. En redes sociales, los pedidos de ayuda no cesan, y cada publicación se convierte en un grito de angustia y de espera, en la esperanza de obtener una respuesta.
Joel Alfredo Meza, de 24 años, fue encontrado en buen estado de salud en una casa ubicada en la calle Rosales al 1100, en Bahía Blanca.
Así lo confirmó el fiscal general de Bahía Blanca, Juan Pablo Fernández a este medio, y detalló que la Dirección de Investigaciones (DDI) de Bahía Blanca, bajo el mando del comisario inspector Dante Flores, logró ubicar su paradero. Tras conocer la noticia, su padre, Roberto, confirmó a LA NACION que viajará desde Corrientes para reencontrarse con él.
“Lo están llevando, se están yendo a la DDI ahí de Bahía Blanca, donde le están trasladando ahora en estos momentos. Mi hija se estaba alistando para ir allá también al lugar. Esta noche yo ya salgo para allá, me voy para allá a ver cómo está él, en qué situación está”, dijo Roberto.
Horas de incertidumbre antes de hallar a Joel
La madre no dormía. No podía. Habían pasado casi siete días desde la última vez que su hijo le había respondido un mensaje. En la capital de Corrientes, donde vivía, su teléfono sonaba cada tanto, pero nunca con la noticia que esperaba. La hermana, desde Bahía Blanca, recorría la ciudad con una foto en el celular. “Es mi hermano, lo estamos buscando”, repetía a cada persona que la escuchaba. No había rastro. No había indicios. Solo el eco de la desesperación familiar que se multiplicaba con cada llamada sin respuesta.
Joel Alfredo Meza nació en Corrientes hace 24 años. Creció sabiendo que el trabajo era la única forma de salir adelante. Aprendió de todo: albañilería, cocina, cualquier oficio que le permitiera ganarse un sueldo digno. Quería un futuro mejor y Bahía Blanca se presentó como una oportunidad. Un empleo en el campo, una chance de empezar de nuevo.
Viajó con la esperanza de que el esfuerzo diera frutos. Pero desde el 7 de marzo, cuando en Bahía Blanca se desató la peor tormenta en su historia, su nombre dejó de ser parte de la rutina y pasó a la lista de personas buscadas. La historia de Meza, como la de tantos otros, quedó atrapada en la tormenta.
“La última vez que habló con su hermana le dijo que iba a un campo, en General Daniel Cerri. Desde ahí, no supimos más nada”, contó su padre, Roberto, a LA NACION. No podían explicárselo. El celular, sin señal. El silencio, absoluto.
Joel había partido solo. Su hermana estaba en Bahía Blanca y su hermano en Punta Alta. Había terminado la secundaria en Corrientes y sentía que allí no tenía opciones. Se animó a probar suerte en el sur de la provincia de Buenos Aires, con la esperanza de encontrar estabilidad económica.
“Él le mandó un mensaje a su hermana y le dijo que tenía trabajo en un campo. Fue lo último que supimos”, repetía su padre, con la voz quebrada. Desde entonces, la familia había revuelto contactos, rastreado nombres y buscado testigos que pudieran decirle qué había pasado después de ese mensaje.
La tormenta llegó ese mismo día y fue la más fuerte en años. El temporal que azotó Bahía Blanca dejó un saldo devastador: 16 víctimas mortales confirmadas. Inicialmente, los reportes oficiales indicaban que cerca de 100 personas estaban sin localizar, pero, según el fiscal general de Bahía Blanca, Juan Pablo Fernández, se logró determinar el paradero de todas ellas. Aun así, no se descartaba que pudieran surgir nuevos casos. Mientras el suministro de energía comenzaba a restablecerse en algunas zonas céntricas, en localidades como General Cerri e Ingeniero White la situación seguía siendo crítica.
La familia Meza había radicado la denuncia ante la policía, pero la fiscalía era la encargada de localizar a las personas fallecidas o desaparecidas. Desde allí aclararon que no habían recibido denuncias formales sobre casos sin registrar y explicaron que cualquier persona que hubiera visto algo o que aún no hubiera encontrado a un familiar debía reportarlo. “Los que dicen haber visto fallecidos que no fueron informados, en ningún momento se presentaron a denunciar tal situación. Que se acerquen inmediatamente a Estomba 127, donde les tomaremos declaración, o que llamen al 911 para que quede registrado y podamos proceder en consecuencia. A todos los que afirman eso, que vayan a la fiscalía, les recibimos toda la información en el momento, también por mail”, indicó el fiscal.
Ante la posibilidad de que existieran desaparecidos que no hubieran sido detectados por los canales oficiales, Fernández explicó que se realizarían relevamientos en los próximos días. “Va a llevar tiempo, no es sencillo”, advirtió.
“Como si se lo hubiese tragado la tierra”
“No sabíamos si llegó al campo, si quedó atrapado en la tormenta, si alguien lo vio después. Nada. Era como si se lo hubiera tragado la tierra”, relató su hermana Sol, que es policía en Bahía Blanca y buscaba por su cuenta lo que las autoridades todavía no encontraban.
Las horas pasaban y, con cada una, la angustia crecía. No había noticias de Joel en hospitales, en comisarías, en refugios. “Hicimos denuncias, hablamos con la policía, buscamos en los lugares donde podría estar”, decía su padre.
En la búsqueda, la familia había intentado reconstruir lo que podría haber pasado. ¿Llegó al campo? ¿Alguien lo vio después? En medio del desastre, muchos quedaron incomunicados. Pero la mayoría reapareció. Joel no.
La policía trabajó con las últimas pistas. Revisaron cámaras, rastrearon llamadas, pero por un tiempo no hubo respuestas.
“Nosotros no queríamos otra cosa más que encontrarlo. No importaba cómo, solo queríamos saber qué había pasado”, decía su hermana, con la voz cargada de cansancio. “Algo tenía que haber pasado”, agregaba.
Medía 1,83 metros, tenía ojos claros y casi no le quedaba pelo. Siempre usaba gorra. Tenía 24 años, era soltero y trabajaba desde joven. Salió en busca de una oportunidad y se perdió en medio de la tormenta. “La hermana estaba desesperada, averiguando por sus propios medios”, decía su padre. “Nosotros también. Lo único que queríamos era que volviera a casa”, completaba.
Finalmente, Joel apareció. La DDI de Bahía Blanca, a cargo del comisario inspector Dante Flores, logró dar con su paradero en una casa ubicada en la calle Rosales al 1100. “Lo están llevando, se están yendo a la DDI, a la DDI ahí de Bahía Blanca, donde le están trasladando ahora en estos momentos. Mi hija se estaba alistando para ir allá también al lugar. Esta noche yo ya salgo para allá, me voy para allá a ver cómo está él, en qué situación está”, confirmó su padre a LA NACION.
En medio de una ciudad que intentaba levantarse después del desastre, la familia Meza tuvo su respuesta. La tormenta pasó. Y, con ella, también la incertidumbre.
Un rostro entre muchos
Joel no es el único desaparecido. La tormenta dejó un caos difícil de ordenar, y su caso no es el único que mantiene en vilo a las familias. Entre los desaparecidos también está el de Germán Villegas, un hombre que vive en situación de calle y cuyo paradero sigue siendo un misterio. Sus sobrinos, que lo buscan desesperadamente, desconocen qué pudo haberle ocurrido tras la tormenta. Desde el primer día, han recurrido a las redes sociales para intentar localizarlo, compartiendo fotos y pidiendo cualquier información que ayude a encontrarlo.
Mientras tanto, las familias de los desaparecidos afirman a este medio que no han detenido la búsqueda de sus seres queridos. Cada día se suman nuevos datos, testimonios e indicios que alimentan la esperanza de hallarlos con vida. Las listas con nombres y descripciones se actualizan constantemente; algunos rostros logran reencontrarse con sus familias, pero otros siguen en la incertidumbre. En redes sociales, los pedidos de ayuda no cesan, y cada publicación se convierte en un grito de angustia y de espera, en la esperanza de obtener una respuesta.
Joel Meza, el joven de 24 años que era buscado tras la inundación, fue encontrado en buen estado de salud. LA NACION