San Lorenzo fue de mayor a menor y empató en Mendoza en un partido (y estadio) vacío: críticas al árbitro

En un apagado Malvinas Argentinas por la falta de público, a raíz de la sanción que recae sobre Godoy Cruz tras los incidentes ante Talleres, el encuentro entre el local y San Lorenzo tomó el mismo color. Comenzó a pura energía, pero no fue más que un pequeño chispazo que no se apagó del todo sólo por lo disputado y charlado. Un 0-0 justo que le cayó mejor a un “Ciclón” que siempre necesita sumar y ve más cerca su clasificación.
Algo herido por apenas ganarle el clásico a Racing (3-2) y caer frente a Huracán (0-2) e Independiente (1-2) en las últimas tres jornadas, al “Ciclón” le urgía llevarse algo de Mendoza para no perder el hilo de los que se posicionan por encima en la zona B (Independiente, Rosario Central y River), pero sobre todo para no caer en los ánimos por acumular demasiados tropiezos. Más aún en vistas a lo que se le avecina: lejos del descanso por la fecha FIFA, el siguiente domingo juega en San Nicolás ante Sportivo Las Parejas, por el debut en la siempre peligrosa Copa Argentina. A esos duelos resulta importante llegar entero de la cabeza para no cruzarse con la idea del papelón de manera anticipada.
En busca de la tranquilidad, Miguel Ángel Russo presentaba novedades en un equipo que, desde la pretemporada veraniega en Uruguay, mantiene una base casi innegociable, de principio a fin. Al punto de que ante el “Tomba” decidió por segunda vez en el campeonato meter mano para modificar algo de esa estructura que, en casi su totalidad, sale de memoria: en la cuarta fecha, ante Vélez, debió suplir al desgarrado Ezequiel Cerutti para apostar por los goles de Andrés Vombergar. En este caso, necesitó recurrir a Emanuel Cecchini para reemplazar al lesionado Nicolás Tripichio y tuvo ganas de darle la titularidad a Gastón Hernández en la zaga en reemplazo de Daniel Herrera: el central volvió a ser titular tras más de un año, luego de su rotura de ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Es decir que, a la vez, el técnico paró un once inicial con más de una modificación por primera vez en diez jornadas.
Lo mejor del partido
Aquello no debía alterar demasiado las formas, aunque las de este San Lorenzo son variadas e impredecibles en las previas. Algunos días está encendido y llena el arco contrario a pelotazos; en otros, deja jugar como parte de una estrategia para, luego, encontrar el momento del gancho al mentón; y, en otras jornadas, juega con soltura y dominio por más que no haga demasiado daño. Apenas un día salió totalmente dormido, el más inoportuno: el del clásico en Parque Patricios. Por ende, incluso, los cambios debían aportarle mayor tranquilidad, entre la experiencia y amoldamiento a los puestos respectivos de los nombres ingresantes.
Y así lo demostró desde el pitazo inicial. Si bien Esteban Solari intentó poblar la mitad de la cancha del local con cinco volantes, la imprecisión de los propios y la sagacidad de los futbolistas azulgranas hicieron que los primeros diez minutos sean propiedad absoluta de la visita, que encontró en el rival muchos espacios, desconcentraciones, desencuentros y el otorgamiento de varias pelotas paradas debido a la desesperación por acomodarse. Especialmente, utilizando el sector donde se desempeña su gran figura: Malcom Braida aprovechó la banda izquierda para realizar un ataque tras otro.
Dentro de las cuatro chances de gol que tuvieron los de Boedo en ese lapso inicial, hubo dos claras: un cabezazo de Hernández tras un tiro libre y, a la siguiente jugada, un contragolpe fantástico, por rapidez, fluidez y producción a un toque que finalizó con Vombergar rematando desviado en una acción que parecía gol.
Godoy Cruz, mientras tanto, exponía su realidad: no generó peligro real salvo con alguna escapada de Santino Andino y algún centro sin final claro. De hecho, lo que más asustó a San Lorenzo fue una salida en falso de su arquero Orlando Gill que no supieron aprovechar.
Mucho tiempo duró la meseta en la que se introdujo el trámite. Se extendió, incluso, hasta el cuarto final del segundo tiempo. En la paridad de no dañarse, siempre fueron los de Russo los que tuvieron mayor movilidad, manejo e intenciones que no prosperaron en situaciones.
Otra inhibición
No deja de ser meritorio el desempeño de San Lorenzo en un Apertura al que le restan seis jornadas para conocer a los clasificados y lo tiene bien ubicado, por más que no se haya llevado los tres puntos de Cuyo. Si el experimentado director técnico consolidó una base fue también por la escasez de refuerzos en el pasado mercado de pases (apenas tres) y la abundancia de juveniles en el plantel, producto de los números que la tesorería del club debe bajar debido a su constante crisis económica. De hecho, este mismo viernes recibió una nueva inhibición por parte de FIFA, (mala) costumbre del último tiempo: la deuda con el zaguero colombiano Cristian Zapata lo llevará a pagar alrededor de U$S 200.000 (con intereses, pueden ser más) para poder incorporar.
“Me voy caliente porque hicimos méritos para ganar. Hay jugadas que… ya cansa. Para nosotros y para el rival se hace muy difícil todo. Te sacan las ganas. ¿El árbitro? No se podía jugar, la veradad es que el árbitro hizo todo cortado y tampoco se le podía hablar… Hubo varias jugadas que empezábamos a correr con ventaja y las cortaba. En la última jugada hubo un agarrón todo el tiempo y ni mira la pelota (supuesta falta sobre Romaña), pero bueno, le hablás al juez y ni te contesta. Me voy caliente porque en la semana hacés mucho esfuerzo. ¿Qué te dice el árbitro? Nada. Soy el capitán y me habla mal también”, se quejó el capitán de San Lorenzo, Malcom Braida, en declaraciones a TNT Sports. ”Adhiero todo lo que dijo Malcom. Se cortó el juego pero hicimos un buen partido. Tenemos que estar más finos para definir. El primer tiempo fue muy bueno y dijimos que la manera de jugar es como arrancamos los primeros veinte minutos”, agregó Gastón Hernández.
Poca acción en Mendoza. Apenas una gran noticia para Russo: puede contar con Gastón Hernández, un soldado más y, prácticamente, un refuerzo necesario.
En un apagado Malvinas Argentinas por la falta de público, a raíz de la sanción que recae sobre Godoy Cruz tras los incidentes ante Talleres, el encuentro entre el local y San Lorenzo tomó el mismo color. Comenzó a pura energía, pero no fue más que un pequeño chispazo que no se apagó del todo sólo por lo disputado y charlado. Un 0-0 justo que le cayó mejor a un “Ciclón” que siempre necesita sumar y ve más cerca su clasificación.
Algo herido por apenas ganarle el clásico a Racing (3-2) y caer frente a Huracán (0-2) e Independiente (1-2) en las últimas tres jornadas, al “Ciclón” le urgía llevarse algo de Mendoza para no perder el hilo de los que se posicionan por encima en la zona B (Independiente, Rosario Central y River), pero sobre todo para no caer en los ánimos por acumular demasiados tropiezos. Más aún en vistas a lo que se le avecina: lejos del descanso por la fecha FIFA, el siguiente domingo juega en San Nicolás ante Sportivo Las Parejas, por el debut en la siempre peligrosa Copa Argentina. A esos duelos resulta importante llegar entero de la cabeza para no cruzarse con la idea del papelón de manera anticipada.
En busca de la tranquilidad, Miguel Ángel Russo presentaba novedades en un equipo que, desde la pretemporada veraniega en Uruguay, mantiene una base casi innegociable, de principio a fin. Al punto de que ante el “Tomba” decidió por segunda vez en el campeonato meter mano para modificar algo de esa estructura que, en casi su totalidad, sale de memoria: en la cuarta fecha, ante Vélez, debió suplir al desgarrado Ezequiel Cerutti para apostar por los goles de Andrés Vombergar. En este caso, necesitó recurrir a Emanuel Cecchini para reemplazar al lesionado Nicolás Tripichio y tuvo ganas de darle la titularidad a Gastón Hernández en la zaga en reemplazo de Daniel Herrera: el central volvió a ser titular tras más de un año, luego de su rotura de ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Es decir que, a la vez, el técnico paró un once inicial con más de una modificación por primera vez en diez jornadas.
Lo mejor del partido
Aquello no debía alterar demasiado las formas, aunque las de este San Lorenzo son variadas e impredecibles en las previas. Algunos días está encendido y llena el arco contrario a pelotazos; en otros, deja jugar como parte de una estrategia para, luego, encontrar el momento del gancho al mentón; y, en otras jornadas, juega con soltura y dominio por más que no haga demasiado daño. Apenas un día salió totalmente dormido, el más inoportuno: el del clásico en Parque Patricios. Por ende, incluso, los cambios debían aportarle mayor tranquilidad, entre la experiencia y amoldamiento a los puestos respectivos de los nombres ingresantes.
Y así lo demostró desde el pitazo inicial. Si bien Esteban Solari intentó poblar la mitad de la cancha del local con cinco volantes, la imprecisión de los propios y la sagacidad de los futbolistas azulgranas hicieron que los primeros diez minutos sean propiedad absoluta de la visita, que encontró en el rival muchos espacios, desconcentraciones, desencuentros y el otorgamiento de varias pelotas paradas debido a la desesperación por acomodarse. Especialmente, utilizando el sector donde se desempeña su gran figura: Malcom Braida aprovechó la banda izquierda para realizar un ataque tras otro.
Dentro de las cuatro chances de gol que tuvieron los de Boedo en ese lapso inicial, hubo dos claras: un cabezazo de Hernández tras un tiro libre y, a la siguiente jugada, un contragolpe fantástico, por rapidez, fluidez y producción a un toque que finalizó con Vombergar rematando desviado en una acción que parecía gol.
Godoy Cruz, mientras tanto, exponía su realidad: no generó peligro real salvo con alguna escapada de Santino Andino y algún centro sin final claro. De hecho, lo que más asustó a San Lorenzo fue una salida en falso de su arquero Orlando Gill que no supieron aprovechar.
Mucho tiempo duró la meseta en la que se introdujo el trámite. Se extendió, incluso, hasta el cuarto final del segundo tiempo. En la paridad de no dañarse, siempre fueron los de Russo los que tuvieron mayor movilidad, manejo e intenciones que no prosperaron en situaciones.
Otra inhibición
No deja de ser meritorio el desempeño de San Lorenzo en un Apertura al que le restan seis jornadas para conocer a los clasificados y lo tiene bien ubicado, por más que no se haya llevado los tres puntos de Cuyo. Si el experimentado director técnico consolidó una base fue también por la escasez de refuerzos en el pasado mercado de pases (apenas tres) y la abundancia de juveniles en el plantel, producto de los números que la tesorería del club debe bajar debido a su constante crisis económica. De hecho, este mismo viernes recibió una nueva inhibición por parte de FIFA, (mala) costumbre del último tiempo: la deuda con el zaguero colombiano Cristian Zapata lo llevará a pagar alrededor de U$S 200.000 (con intereses, pueden ser más) para poder incorporar.
“Me voy caliente porque hicimos méritos para ganar. Hay jugadas que… ya cansa. Para nosotros y para el rival se hace muy difícil todo. Te sacan las ganas. ¿El árbitro? No se podía jugar, la veradad es que el árbitro hizo todo cortado y tampoco se le podía hablar… Hubo varias jugadas que empezábamos a correr con ventaja y las cortaba. En la última jugada hubo un agarrón todo el tiempo y ni mira la pelota (supuesta falta sobre Romaña), pero bueno, le hablás al juez y ni te contesta. Me voy caliente porque en la semana hacés mucho esfuerzo. ¿Qué te dice el árbitro? Nada. Soy el capitán y me habla mal también”, se quejó el capitán de San Lorenzo, Malcom Braida, en declaraciones a TNT Sports. ”Adhiero todo lo que dijo Malcom. Se cortó el juego pero hicimos un buen partido. Tenemos que estar más finos para definir. El primer tiempo fue muy bueno y dijimos que la manera de jugar es como arrancamos los primeros veinte minutos”, agregó Gastón Hernández.
Poca acción en Mendoza. Apenas una gran noticia para Russo: puede contar con Gastón Hernández, un soldado más y, prácticamente, un refuerzo necesario.
El regreso de Gastón Hernández, la mejor noticia para el Ciclón; bronca del capitán Braida al trabajo de Lobo Medina LA NACION