Un reconocido psicoterapeuta explica por qué el método socrático ayuda a vivir mejor

Cuando las nociones de historia greco-latina y los diálogos socráticos y aristotélicos convivían con rebeldías adolescentes y amores de secundario, irrumpió Merlí y nos sedujo con su encanto, mezcla de cabrón y romántico vergonzante. Arrasó con el rating, llenó la conversación de Epicuro, Platón y Séneca, y las matriculaciones en filosofía treparon un 25 por ciento en la Universidad de Barcelona. Las redes potenciaron y el fenómeno se disparó. Basta ojear por cualquier librería: abundancia de literatura estoica y Marco Aurelio peleando cartel con Stephen King. Alentador.
Piensa como un filósofo griego acaba de salir y aunque el título pueda llamar a engaño, no es un libro de autoayuda. La obra del escocés Donald Robertson es una biografía de Sócrates articulada con criterio histórico y filosófico a partir de fuentes muy autorizadas. Básicamente, los más de treinta diálogos que Platón incluye en Diálogos y en el Fedón. Agrega asimismo los de Jenofonte, la sátira Las nubes, que había escrito Aristófanes sobre el filósofo sentenciado, y una buena cantidad de otras informaciones tanto clásicas como contemporáneas.
Según Robertson, “es un relato planteado para que la riqueza del método socrático sea accesible y útil al mayor número de personas. Una herramienta real y eficaz para vivir mejor. Sócrates sostenía que su labor no era solo filosófica sino también terapéutica”.
Y justamente, además de escritor y filósofo, él es un psicoterapeuta cognitivo conductual (TCC), reconocido por su expertise en articular esta terapia con la sabiduría socrática. Robertson nació hace 52 años en Ayr, la misma ciudad escocesa del poeta Robert Burns, creció al lado de un bosque, Castlehill Wood y jugó con sus amigos en las ruinas del castillo Greenan, frente al mar.
Cómo evitar el trastorno del sueño que afecta principalmente a los chicos
Pero no fue una infancia feliz. “Como muchos niños en Escocia, nacidos en los años 70, recibí castigos corporales en la escuela, hasta que comenzaron a abolirse a principios de los años 80. Nos ataban las palmas de las manos con una correa de cuero llamada tawse, normalmente por hablar en clase. Mi madre también solía atarme con una correa de cuero para perros. Más tarde, cuando mi padre desarrolló cáncer, me decía cosas feas. Por ejemplo, que nunca llegaría a nada, etc. Todo esto me llenó de ira”.
–¿Lo ayudó la filosofía a exorcizar todo ese dolor?
–Absolutamente. Me dio un propósito y dirección. Como otros jóvenes que han perdido a sus padres, creo que buscaba una guía para la vida. Huérfano de padre y adolescente, seguía muy enojado. Me echaron de la escuela y tenía problemas con la policía. Con la filosofía curé la ira y pude controlar mejor el estrés y mi ansiedad social. Pero también me dio herramientas para ayudar a otros.
–Su padre era masón…
–Si, al igual que la mayoría de los padres de mis amigos y que el poeta Burns, que era maestro masón. Después del funeral, en su biblioteca, me encontré con la filosofía en los libros de masonería. Mucho no entendía pero noté que se hablaba de Platón, Pitágoras y conceptos filosóficos antiguos como las cuatro virtudes cardinales: sabiduría, justicia, fortaleza y templanza. Empecé a leer filosofía y religión y eso me salvó. Me gradué en filosofía en la Universidad de Aberdeen.
–Muchos pueden creer que es un libro de autoayuda.
–Sí, pero está lejos de eso. Si tomamos las enseñanzas de Sócrates no necesitamos la autoayuda. Más que una serie de respuestas, él nos dejó en herencia una metodología para aclarar nuestra mente y protegernos de daños ajenos a través de una determinada forma de hacernos preguntas y cuestionarnos las creencias. De eso se trata el método socrático.
–¿Qué hábitos deberíamos incorporar para pensar como él?
–En primer lugar, adquirir el hábito de cuestionar nuestras suposiciones y mirar más allá de las apariencias, especialmente cuando se trata de las cuestiones más importantes de la vida. Deberíamos tratar de definir claramente lo que queremos decir con palabras como “bueno” y “malo”, y con “sabiduría”, “justicia”, “amistad” y otras virtudes. Examinar nuestras creencias sobre el propósito de la vida, o lo que significa prosperar y sentirnos realizados.
–El saludable hábito de la reflexión…
–Como dijo Sócrates “la vida no examinada no vale la pena vivirla”. Cuando las personas tienen un roce con la muerte o tienen el corazón roto, a menudo reevalúan sus prioridades. Se dan cuenta, por ejemplo, que la riqueza y el estatus, no son tan importantes como parecen. Deberíamos habituarnos a reconsiderar nuestros valores ahora, como si estuviéramos ante la muerte.
Tema nuclear para Sócrates, como lo muestra el capítulo dedicado al juicio donde lo condenan a tomar la cicuta. Dice esto: “Cuando nos enfrentamos a nuestra propia mortalidad, a menudo resulta obvio al pensarlo en perspectiva, que muchas de las cosas que imaginábamos importantes solo tenían un valor potencial. Lo que importa es cómo las utilizamos antes de que se nos acabe el tiempo”. Y pregunta al jurado si “nos han engañado a lo largo de nuestra vida para infravalorar lo importante y sobrevalorar lo banal”.
Robertson sostiene que, a 25 siglos, seguimos rengueando de la misma pierna: “Estamos rodeados de voces poderosas que quieren persuadirnos para valorar las cosas equivocadas de la vida. Nos bombardean con retórica que promueve la cultura de las celebridades, el consumismo, el materialismo, el hedonismo”.
La medicina que trabaja con opuestos para equilibrarnos
–¿Está pensando en las redes sociales?
–Y bueno… La filosofía nos enseña a pensar críticamente, algo necesario si queremos recuperar nuestra libertad y basar nuestra vida en valores auténticos y racionales, en lugar de dejar que gente como los políticos y los influencers de las redes nos lleven de las narices.
–¿Considera que es uno de los problemas del mundo de hoy?
–El problema es que ya no pensamos por nosotros mismos sino que obtenemos las opiniones de las redes sociales. Promueven emociones poderosas y peligrosas, como la ira, la codicia y el miedo. La tecnología causa mucho daño cuando se combina con la retórica política.
–¿Cómo salir de ese circuito?
–Usar la sabiduría, que es saber recorrer tu propio camino de vida aprendiendo a hacer a los demás, y a uno mismo, las preguntas adecuadas.
–¿Y en el terreno práctico cómo sería?
–Pensar como filósofo es amar la sabiduría por sobre todo, como hacía Sócrates, y pensar más profundamente en lo que nos importa en la vida. Pero cuidado, reflexionar filosóficamente sobre nuestros valores puede hacernos cuestionar algunos de los valores predominantes de la sociedad en que vivimos.
–¿Nos hará esto la vida más fácil?
–Por lo pronto ganaremos libertad, porque pensar por nosotros mismos nos hace libres. No así dejarnos engañar por las apariencias.
–¿Seremos más felices?
–Sí, en el sentido original de la palabra en griego. Eudaimonia significa plenitud o florecimiento. Necesitamos recuperar el significado original de “felicidad”, que se refiere más a “ser bueno” (ir bien o prosperar) que simplemente a “sentirse bien”.
Cómo evitar el trastorno del sueño que afecta principalmente a los chicos
–Pero pese a todo, está creciendo el interés por el estoicismo, un camino precisamente no sencillo de recorrer…
–Bueno, a Sócrates se lo considera el padrino del estoicismo, que extrajo de él sus conceptos más importantes. A mediados de los 50 (en el siglo XX) su popularidad comenzó a crecer después de lo que se llamó la “revolución cognitiva” en psicoterapia, que alcanzó su punto máximo a finales de la década del 80, cuando la terapia cognitiva, inspirada en el estoicismo, obtuvo una aceptación generalizada.
–He leído que la película Gladiator, con Russel Crowe, le dio un empujón.
–Sí, se estrenó en 2000, y allí Richard Harris interpreta al filósofo estoico y emperador romano Marco Aurelio, lo que despertó el interés por leer su libro, Meditaciones. Aunque el estoicismo es una filosofía exigente, muchas personas, incluido Marco Aurelio, se sienten atraídas por el alivio emocional que proporciona. Ya de joven advertí que Sócrates, a través de su método, no era otra cosa que un precursor de la terapia cognitiva. A veces actuaba como un consejero sentimental o terapeuta familiar que ayudaba a amigos y familiares a resolver conflictos. Uno de los fundadores de la TCC, Aaron Beck, dijo que se le ocurrió esa idea cuando estudiaba La República, de Platón en un curso de filosofía. Como le decía, Sócrates es el gran precursor.
–¿Qué recomienda para empezar a leer filosofía?
–Apología de Sócrates, de Platón, porque es el texto filosófico más profundo e importante del canon occidental. Si tuviera que añadir sugeriría el Manual (también conocido como Enchiridion) de Epicteto, resumen de las doctrinas prácticas del estoicismo. Y finalmente, Sobre la ira de Séneca, porque aborda un tema extremadamente importante que ha sido descuidado por los filósofos modernos.
–¿Por qué es tan importante la ira?
–Porque es el camino real hacia la superación personal. Es a través de la confrontación directa con nuestra ira que potencialmente volvemos a estar completos.
–Amplíe un poquito…
–La ira suele ser una emoción orientada hacia el exterior, al menos cuando estamos enojados. Como las personas enojadas creen que la causa de sus problemas está fuera de ellos mismos, normalmente no buscan ayuda. Pero si se las deja a su suerte tienden a no abordar el problema. Por eso digo que es una emoción descuidada. Es la emoción más peligrosa. El terrorismo y el genocidio se cometen debido a la ira, las guerras se declaran debido a la ira y tal vez algún día, la raza humana podría incluso extinguirse debido a la ira.
–Importante lo que dice en tiempos de retórica iracunda…
–Y tanto. Los políticos usan la retórica para explotar la ira, por lo que necesitamos la filosofía para defendernos de esa amenaza, que está aumentando rápidamente debido a las redes sociales.
Cuando las nociones de historia greco-latina y los diálogos socráticos y aristotélicos convivían con rebeldías adolescentes y amores de secundario, irrumpió Merlí y nos sedujo con su encanto, mezcla de cabrón y romántico vergonzante. Arrasó con el rating, llenó la conversación de Epicuro, Platón y Séneca, y las matriculaciones en filosofía treparon un 25 por ciento en la Universidad de Barcelona. Las redes potenciaron y el fenómeno se disparó. Basta ojear por cualquier librería: abundancia de literatura estoica y Marco Aurelio peleando cartel con Stephen King. Alentador.
Piensa como un filósofo griego acaba de salir y aunque el título pueda llamar a engaño, no es un libro de autoayuda. La obra del escocés Donald Robertson es una biografía de Sócrates articulada con criterio histórico y filosófico a partir de fuentes muy autorizadas. Básicamente, los más de treinta diálogos que Platón incluye en Diálogos y en el Fedón. Agrega asimismo los de Jenofonte, la sátira Las nubes, que había escrito Aristófanes sobre el filósofo sentenciado, y una buena cantidad de otras informaciones tanto clásicas como contemporáneas.
Según Robertson, “es un relato planteado para que la riqueza del método socrático sea accesible y útil al mayor número de personas. Una herramienta real y eficaz para vivir mejor. Sócrates sostenía que su labor no era solo filosófica sino también terapéutica”.
Y justamente, además de escritor y filósofo, él es un psicoterapeuta cognitivo conductual (TCC), reconocido por su expertise en articular esta terapia con la sabiduría socrática. Robertson nació hace 52 años en Ayr, la misma ciudad escocesa del poeta Robert Burns, creció al lado de un bosque, Castlehill Wood y jugó con sus amigos en las ruinas del castillo Greenan, frente al mar.
Cómo evitar el trastorno del sueño que afecta principalmente a los chicos
Pero no fue una infancia feliz. “Como muchos niños en Escocia, nacidos en los años 70, recibí castigos corporales en la escuela, hasta que comenzaron a abolirse a principios de los años 80. Nos ataban las palmas de las manos con una correa de cuero llamada tawse, normalmente por hablar en clase. Mi madre también solía atarme con una correa de cuero para perros. Más tarde, cuando mi padre desarrolló cáncer, me decía cosas feas. Por ejemplo, que nunca llegaría a nada, etc. Todo esto me llenó de ira”.
–¿Lo ayudó la filosofía a exorcizar todo ese dolor?
–Absolutamente. Me dio un propósito y dirección. Como otros jóvenes que han perdido a sus padres, creo que buscaba una guía para la vida. Huérfano de padre y adolescente, seguía muy enojado. Me echaron de la escuela y tenía problemas con la policía. Con la filosofía curé la ira y pude controlar mejor el estrés y mi ansiedad social. Pero también me dio herramientas para ayudar a otros.
–Su padre era masón…
–Si, al igual que la mayoría de los padres de mis amigos y que el poeta Burns, que era maestro masón. Después del funeral, en su biblioteca, me encontré con la filosofía en los libros de masonería. Mucho no entendía pero noté que se hablaba de Platón, Pitágoras y conceptos filosóficos antiguos como las cuatro virtudes cardinales: sabiduría, justicia, fortaleza y templanza. Empecé a leer filosofía y religión y eso me salvó. Me gradué en filosofía en la Universidad de Aberdeen.
–Muchos pueden creer que es un libro de autoayuda.
–Sí, pero está lejos de eso. Si tomamos las enseñanzas de Sócrates no necesitamos la autoayuda. Más que una serie de respuestas, él nos dejó en herencia una metodología para aclarar nuestra mente y protegernos de daños ajenos a través de una determinada forma de hacernos preguntas y cuestionarnos las creencias. De eso se trata el método socrático.
–¿Qué hábitos deberíamos incorporar para pensar como él?
–En primer lugar, adquirir el hábito de cuestionar nuestras suposiciones y mirar más allá de las apariencias, especialmente cuando se trata de las cuestiones más importantes de la vida. Deberíamos tratar de definir claramente lo que queremos decir con palabras como “bueno” y “malo”, y con “sabiduría”, “justicia”, “amistad” y otras virtudes. Examinar nuestras creencias sobre el propósito de la vida, o lo que significa prosperar y sentirnos realizados.
–El saludable hábito de la reflexión…
–Como dijo Sócrates “la vida no examinada no vale la pena vivirla”. Cuando las personas tienen un roce con la muerte o tienen el corazón roto, a menudo reevalúan sus prioridades. Se dan cuenta, por ejemplo, que la riqueza y el estatus, no son tan importantes como parecen. Deberíamos habituarnos a reconsiderar nuestros valores ahora, como si estuviéramos ante la muerte.
Tema nuclear para Sócrates, como lo muestra el capítulo dedicado al juicio donde lo condenan a tomar la cicuta. Dice esto: “Cuando nos enfrentamos a nuestra propia mortalidad, a menudo resulta obvio al pensarlo en perspectiva, que muchas de las cosas que imaginábamos importantes solo tenían un valor potencial. Lo que importa es cómo las utilizamos antes de que se nos acabe el tiempo”. Y pregunta al jurado si “nos han engañado a lo largo de nuestra vida para infravalorar lo importante y sobrevalorar lo banal”.
Robertson sostiene que, a 25 siglos, seguimos rengueando de la misma pierna: “Estamos rodeados de voces poderosas que quieren persuadirnos para valorar las cosas equivocadas de la vida. Nos bombardean con retórica que promueve la cultura de las celebridades, el consumismo, el materialismo, el hedonismo”.
La medicina que trabaja con opuestos para equilibrarnos
–¿Está pensando en las redes sociales?
–Y bueno… La filosofía nos enseña a pensar críticamente, algo necesario si queremos recuperar nuestra libertad y basar nuestra vida en valores auténticos y racionales, en lugar de dejar que gente como los políticos y los influencers de las redes nos lleven de las narices.
–¿Considera que es uno de los problemas del mundo de hoy?
–El problema es que ya no pensamos por nosotros mismos sino que obtenemos las opiniones de las redes sociales. Promueven emociones poderosas y peligrosas, como la ira, la codicia y el miedo. La tecnología causa mucho daño cuando se combina con la retórica política.
–¿Cómo salir de ese circuito?
–Usar la sabiduría, que es saber recorrer tu propio camino de vida aprendiendo a hacer a los demás, y a uno mismo, las preguntas adecuadas.
–¿Y en el terreno práctico cómo sería?
–Pensar como filósofo es amar la sabiduría por sobre todo, como hacía Sócrates, y pensar más profundamente en lo que nos importa en la vida. Pero cuidado, reflexionar filosóficamente sobre nuestros valores puede hacernos cuestionar algunos de los valores predominantes de la sociedad en que vivimos.
–¿Nos hará esto la vida más fácil?
–Por lo pronto ganaremos libertad, porque pensar por nosotros mismos nos hace libres. No así dejarnos engañar por las apariencias.
–¿Seremos más felices?
–Sí, en el sentido original de la palabra en griego. Eudaimonia significa plenitud o florecimiento. Necesitamos recuperar el significado original de “felicidad”, que se refiere más a “ser bueno” (ir bien o prosperar) que simplemente a “sentirse bien”.
Cómo evitar el trastorno del sueño que afecta principalmente a los chicos
–Pero pese a todo, está creciendo el interés por el estoicismo, un camino precisamente no sencillo de recorrer…
–Bueno, a Sócrates se lo considera el padrino del estoicismo, que extrajo de él sus conceptos más importantes. A mediados de los 50 (en el siglo XX) su popularidad comenzó a crecer después de lo que se llamó la “revolución cognitiva” en psicoterapia, que alcanzó su punto máximo a finales de la década del 80, cuando la terapia cognitiva, inspirada en el estoicismo, obtuvo una aceptación generalizada.
–He leído que la película Gladiator, con Russel Crowe, le dio un empujón.
–Sí, se estrenó en 2000, y allí Richard Harris interpreta al filósofo estoico y emperador romano Marco Aurelio, lo que despertó el interés por leer su libro, Meditaciones. Aunque el estoicismo es una filosofía exigente, muchas personas, incluido Marco Aurelio, se sienten atraídas por el alivio emocional que proporciona. Ya de joven advertí que Sócrates, a través de su método, no era otra cosa que un precursor de la terapia cognitiva. A veces actuaba como un consejero sentimental o terapeuta familiar que ayudaba a amigos y familiares a resolver conflictos. Uno de los fundadores de la TCC, Aaron Beck, dijo que se le ocurrió esa idea cuando estudiaba La República, de Platón en un curso de filosofía. Como le decía, Sócrates es el gran precursor.
–¿Qué recomienda para empezar a leer filosofía?
–Apología de Sócrates, de Platón, porque es el texto filosófico más profundo e importante del canon occidental. Si tuviera que añadir sugeriría el Manual (también conocido como Enchiridion) de Epicteto, resumen de las doctrinas prácticas del estoicismo. Y finalmente, Sobre la ira de Séneca, porque aborda un tema extremadamente importante que ha sido descuidado por los filósofos modernos.
–¿Por qué es tan importante la ira?
–Porque es el camino real hacia la superación personal. Es a través de la confrontación directa con nuestra ira que potencialmente volvemos a estar completos.
–Amplíe un poquito…
–La ira suele ser una emoción orientada hacia el exterior, al menos cuando estamos enojados. Como las personas enojadas creen que la causa de sus problemas está fuera de ellos mismos, normalmente no buscan ayuda. Pero si se las deja a su suerte tienden a no abordar el problema. Por eso digo que es una emoción descuidada. Es la emoción más peligrosa. El terrorismo y el genocidio se cometen debido a la ira, las guerras se declaran debido a la ira y tal vez algún día, la raza humana podría incluso extinguirse debido a la ira.
–Importante lo que dice en tiempos de retórica iracunda…
–Y tanto. Los políticos usan la retórica para explotar la ira, por lo que necesitamos la filosofía para defendernos de esa amenaza, que está aumentando rápidamente debido a las redes sociales.
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