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San Lorenzo empató con Lanús y recibió silbidos, después de gozar del tiro libre de Iker Muniain

San Lorenzo no es el mismo del comienzo del Torneo Apertura. Entró en un bache. No sólo de resultados, sino también de formas. De un equipo difícil para los contrarios pasó a uno de nulos méritos. El 1-1 contra Lanús, con goles de Iker Muniain y Marcelino Moreno en el Nuevo Gasómetro, le cayó mejor que al visitante, pero el Ciclón pudo ganar, mereció perder y se quedó con un punto que puede valer oro en el conteo final. Aun así, se fue reprobado: la gente empieza a cuestionar a Miguel Ángel Russo.

En Boedo había cierta inquietud después de la derrota en casa frente a Independiente, de no pasar de una igualdad en cero con Godoy Cruz en Mendoza y de sufrir hasta llegar a los penales para superar a Sportivo Las Parejas, del Federal A, en el debut por la Copa Argentina. Tener enfrente al conjunto granate era incómodo. Ubicado en el lote de los de arriba de la zona B, el equipo azulgrana había trasladado a su gente cierto temor de haber entrado en una gran siesta que hiciera peligrar el buen colchón de puntos conseguidos en el inicio del certamen y, sobre todo, la clasificación.

El gesto del capitán para con Oswaldo Balanta

Por eso mismo, apenas aparecieron los futbolistas, escucharon: “¡Para ser campeón hoy hay que ganar!”. Lanús era la barrera que le haría saber si, al mirarse al espejo, San Lorenzo podía sonreír o preocuparse. El equipo granate se acostumbró a ser un duro escollo en los últimos veinte años, en los que su supremacía emparejó el historial. Los recientes seis encuentros eran un ejemplo: Lanús ganó cuatro y San Lorenzo, apenas uno.

Los dirigidos por Mauricio Pellegrino tuvieron mayor decisión a lo largo del encuentro. El Ciclón no fue tal cosa: sufrió de una excesiva timidez y de confusión en la ofensiva. Los volantes centrales no influyeron y la pelota parada al área no fue un salvavidas: cada vez que Matías Reali levantó el balón, lo dejó corto. Eso generó los primeros murmullos en la tarde-noche, que se complementaban con el sufrimiento que padecía el arquero Orlando Gill.

Carlos Izquierdoz prevalece en un forcejeo con Gastón Hernández; el defensor de San Lorenzo será expulsado en tiempo adicional, por una segunda amonestación.

Como siempre, Jhohan Romaña fue el más rescatable de San Lorenzo. Y Eduardo Salvio fue puro desequilibrio para Lanús en la primera mitad. Un defensor y un atacante: todo un resumen sobre quién tuvo menos temor a arriesgar. Al minuto, el propio Toto tuvo su chance, aunque las más peligrosas llegaron por remates de Ramiro Carrera, Marcelino Moreno y Sasha Marcich. En todas debió intervenir el arquero paraguayo, con manos firmes y con voladas.

¿San Lorenzo? Nada, muy pobre. Había comenzado a tener una identidad con actitud y claridad en cada desarrollo, y ahora parece caminar mientras toca paredes. Ése es el peligro que percibieron los fanáticos y que existió este viernes.

El golazo de Iker Muniain

Lo expresaron con el correr de los minutos. Decisiones del entrenador empezaron a fastidiar. La primera modificación fue el ingreso de Ezequiel Cerutti en lugar de Reali: entre que el primero exaspera con su rendimiento irregular y el segundo jugó mal pero al menos aporta algo de rebeldía, el hincha reprobó con silbidos la salida del ambidiestro. A la par, ingresó Muniain. ¿Qué ocurrió? La magia del fútbol.

En un momento de vacío ofensivo, Pocho Cerutti cambió el partido. Puso la marcha que le faltó a Reali. En seis minutos generó una infracción al borde del área: Muniain tomó la ejecución y puso la pelota junto a un poste, alta, a los 19 minutos. Explosión, sonrisas. Cerutti aportó expectativa a los pocos ataques con sus centros; uno terminó en otra chance del vasco y otro en un cabezazo peligroso de Andrés Vombergar.

Lanús sintió el golpe. El único que siguió en su libreto fue Moreno. Constantemente activo, incomodó con sus desequilibrios finales y sus remates desde fuera. Encontró a su cómplice: Alexis Canelo le bajó de pecho el balón para que él la cruzara de zurda, seis minutos después. El empate no le servía mucho al granate, por lo que no lo festejó.

Compacto de San Lorenzo 1 vs. Lanús 1

Quería ganar. Pudo conseguirlo con una corrida feroz que dejó atrás a la última línea de San Lorenzo y con un zurdazo exigido que salió cerca de un palo. Incluso, Gill le ahogó increíblemente con una pierna el gol a Canelo, en una doble definición.

El público azulgrana, entonces, quedó otra vez disconforme, enojado. Silbó al final. No mira el vaso medio lleno. El Ciclón pudo ganar aunque sin saber cómo, y terminó no cayendo ante un rival que mereció más que un punto. Nadie le sacará el cuarto puesto de la zona B en esta fecha y Lanús no le acortó la distancia en la tabla.

La síntesis

Las posiciones

San Lorenzo no es el mismo del comienzo del Torneo Apertura. Entró en un bache. No sólo de resultados, sino también de formas. De un equipo difícil para los contrarios pasó a uno de nulos méritos. El 1-1 contra Lanús, con goles de Iker Muniain y Marcelino Moreno en el Nuevo Gasómetro, le cayó mejor que al visitante, pero el Ciclón pudo ganar, mereció perder y se quedó con un punto que puede valer oro en el conteo final. Aun así, se fue reprobado: la gente empieza a cuestionar a Miguel Ángel Russo.

En Boedo había cierta inquietud después de la derrota en casa frente a Independiente, de no pasar de una igualdad en cero con Godoy Cruz en Mendoza y de sufrir hasta llegar a los penales para superar a Sportivo Las Parejas, del Federal A, en el debut por la Copa Argentina. Tener enfrente al conjunto granate era incómodo. Ubicado en el lote de los de arriba de la zona B, el equipo azulgrana había trasladado a su gente cierto temor de haber entrado en una gran siesta que hiciera peligrar el buen colchón de puntos conseguidos en el inicio del certamen y, sobre todo, la clasificación.

El gesto del capitán para con Oswaldo Balanta

Por eso mismo, apenas aparecieron los futbolistas, escucharon: “¡Para ser campeón hoy hay que ganar!”. Lanús era la barrera que le haría saber si, al mirarse al espejo, San Lorenzo podía sonreír o preocuparse. El equipo granate se acostumbró a ser un duro escollo en los últimos veinte años, en los que su supremacía emparejó el historial. Los recientes seis encuentros eran un ejemplo: Lanús ganó cuatro y San Lorenzo, apenas uno.

Los dirigidos por Mauricio Pellegrino tuvieron mayor decisión a lo largo del encuentro. El Ciclón no fue tal cosa: sufrió de una excesiva timidez y de confusión en la ofensiva. Los volantes centrales no influyeron y la pelota parada al área no fue un salvavidas: cada vez que Matías Reali levantó el balón, lo dejó corto. Eso generó los primeros murmullos en la tarde-noche, que se complementaban con el sufrimiento que padecía el arquero Orlando Gill.

Carlos Izquierdoz prevalece en un forcejeo con Gastón Hernández; el defensor de San Lorenzo será expulsado en tiempo adicional, por una segunda amonestación.

Como siempre, Jhohan Romaña fue el más rescatable de San Lorenzo. Y Eduardo Salvio fue puro desequilibrio para Lanús en la primera mitad. Un defensor y un atacante: todo un resumen sobre quién tuvo menos temor a arriesgar. Al minuto, el propio Toto tuvo su chance, aunque las más peligrosas llegaron por remates de Ramiro Carrera, Marcelino Moreno y Sasha Marcich. En todas debió intervenir el arquero paraguayo, con manos firmes y con voladas.

¿San Lorenzo? Nada, muy pobre. Había comenzado a tener una identidad con actitud y claridad en cada desarrollo, y ahora parece caminar mientras toca paredes. Ése es el peligro que percibieron los fanáticos y que existió este viernes.

El golazo de Iker Muniain

Lo expresaron con el correr de los minutos. Decisiones del entrenador empezaron a fastidiar. La primera modificación fue el ingreso de Ezequiel Cerutti en lugar de Reali: entre que el primero exaspera con su rendimiento irregular y el segundo jugó mal pero al menos aporta algo de rebeldía, el hincha reprobó con silbidos la salida del ambidiestro. A la par, ingresó Muniain. ¿Qué ocurrió? La magia del fútbol.

En un momento de vacío ofensivo, Pocho Cerutti cambió el partido. Puso la marcha que le faltó a Reali. En seis minutos generó una infracción al borde del área: Muniain tomó la ejecución y puso la pelota junto a un poste, alta, a los 19 minutos. Explosión, sonrisas. Cerutti aportó expectativa a los pocos ataques con sus centros; uno terminó en otra chance del vasco y otro en un cabezazo peligroso de Andrés Vombergar.

Lanús sintió el golpe. El único que siguió en su libreto fue Moreno. Constantemente activo, incomodó con sus desequilibrios finales y sus remates desde fuera. Encontró a su cómplice: Alexis Canelo le bajó de pecho el balón para que él la cruzara de zurda, seis minutos después. El empate no le servía mucho al granate, por lo que no lo festejó.

Compacto de San Lorenzo 1 vs. Lanús 1

Quería ganar. Pudo conseguirlo con una corrida feroz que dejó atrás a la última línea de San Lorenzo y con un zurdazo exigido que salió cerca de un palo. Incluso, Gill le ahogó increíblemente con una pierna el gol a Canelo, en una doble definición.

El público azulgrana, entonces, quedó otra vez disconforme, enojado. Silbó al final. No mira el vaso medio lleno. El Ciclón pudo ganar aunque sin saber cómo, y terminó no cayendo ante un rival que mereció más que un punto. Nadie le sacará el cuarto puesto de la zona B en esta fecha y Lanús no le acortó la distancia en la tabla.

La síntesis

Las posiciones

 El capitán se lució con una ejecución más precisa que potente, pero no alcanzó en el Nuevo Gasómetro  LA NACION

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