Nazis en Mar del Sud: la misteriosa casa de campo a metros del mar que esconde un macabro secreto

El propietario de la casa me pide, durante un diálogo que se sucede en Mar del Sud, a pocas cuadras del viejo hotel Boulevard Atlántico, no revelar su nombre ni la ubicación exacta del sitio, a cambio de contar la historia completa sobre el hallazgo de la lápida de un nazi oculta bajo los cimientos de una pequeña y vieja edificación abandonada.
Fascinado por el descubrimiento, al nuevo dueño de la vivienda todavía le faltaba saber quién era el misterioso hombre que figuraba en la lápida. Y es lo que descubrieron después Julio B. Mutti y Laureano Clavero —el primero escritor, el otro documentalista—, quienes compartieron sus hallazgos con este cronista.
¿Qué hacía una lápida enterrada, oculta en una casa perdida en el campo, muy cerca del mar y a casi 2 km del pueblo de Mar del Sud? ¿Quiénes eran los dos nombres que aparecían tallados en el granito?
Y sobre todo: ¿Por qué se construyó, antes de 1950, una casa de una planta y dos ambientes en un lugar totalmente solitario, donde no había electricidad, agua potable y ni siquiera un camino consolidado?
¿Qué ocultaban?
El macabro hallazgo ocurrió en la primavera de 2020, pero la historia comienza con otra revelación ocurrida en el mismo sitio, en el invierno de 2019. El propietario, que recién había comprado la casa a tres herederos de una familia alemana con la finalidad de refaccionarla y usarla para alquilar durante los veranos, se encontró con que, en el living, debajo de una alfombra, había una escotilla que escondía un sótano.
Ninguno de los vendedores le había contado que debajo del living había una pequeña bóveda.
En el sótano había una biblioteca con libros escritos en alemán y publicados en Berlín, en 1935.
Nadie le prestó demasiada atención. Sonaba lógico, pensaban todos, que si la casa había pertenecido a una familia de alemanes, hubiera libros escritos en ese idioma. ¿O no?
Créditos hipotecarios: cuánto hay que ganas para comprar un departamento
Lo sorprendente ocurrió un año después, cuando un albañil, paradójicamente de origen judío, que había comenzado a realizar un pozo para instalar una rejilla, se encontró con algo muy duro que le era imposible penetrar con su taladro convencional.
Era la lápida de un nazi, un alto cuadro militante del movimiento que hizo del antisemitismo su principal bandera.
El cenotafio de granito negro, profanado, por decirlo así, de pura casualidad, medía 60 centímetros de alto, 89 de ancho y tenía más de 12 cm de espesor. Y dos nombres tallados, mirando hacia el cielo: Clara Probst (1877-1952) y Richard Schmidt (1886-1973).
Las personas que le vendieron al nuevo propietario habían comprado el terreno a otro alemán en los años 50. Pero el nombre de Richard Schmidt no aparecía en ninguna escritura ni boleto de compraventa.
Otro hallazgo dio cuenta de que el tal Schmidt había habitado la casa que más tarde ocultó, bajo sus cimientos, su propia tumba.
Los libros que aparecieron en el sótano, y que nadie les había prestado demasiada ateción, tenían su nombre. Decían, con letra cursiva escrita en lápiz negro: “Biblioteca Richard Schmidt”, según pudo reconstruir más tarde Laureano Clavero.
¿Y quién era Richard Schmidt?
Según Mutti, uno de los investigadores que más sabe sobre la presencia nazi en la Argentina, Richard Schmidt fue un nazi relevante en la Buenos Aires del período de entreguerras. Con domicilio en el barrio de Belgrano, fue el número dos del área de finanzas del Partido Nazi (NSDAP) criollo.
Miembro de la élite dirigente que representaba en Argentina al movimiento nacional socialista liderado por Adolf Hitler en Alemania, Schmidt trabajó bajo el ala de un poderoso y multifacético nazi: Heinrich Volberg, el hombre que presionaba a las empresas alemanas en Buenos Aires para que financiaran las actividades del Reich en el exterior, además de pedirles que echaran a sus empleados judíos.
Como a todos, a Clavero le resultó alucinante el hallazgo, más por el hecho de que existiera una casa con una tumba debajo de sus cimientos que por la ideología y trayectoria del difunto. En ese sentido no se sorprendió. Mar del Sud y los nazis tienen una historia común, y como investigador, Clavero ya había trabajado la historia del espía alemán Karl Gustav Eickenberg en Mar del Sud; el dueño de la estancia El Porvenir, cerca de las playas de Rocas Negras.
La historia de Eickenberg merece un capítulo aparte: fue quien coordinó un plan de desembarco de oficiales nazis en estas solitarias playas ubicadas 17 kilómetros al sur de Miramar, provincia de Buenos Aires. Y hasta donde se sabe, no le fue bien.
Richard Schmidt, el nombre del macabro hallazgo, aparece en tres listados nazis. Primero, en el archivo del Partido Nazi (NSDAP) argentino, donde figura como afiliado desde el 1° de julio de 1932. Fue prácticamente un miembro fundador del partido nazi argentino, porque es uno de los primeros 200 afiliados de una organización que llegaría a reunir poco más de 2000 selectos miembros. Schmidt se había sumado al partido nazi argentino incluso antes de que Adolf Hitler asumiera la totalidad del poder en Alemania.
Mutti también encontró que Schmidt aparece como vocal de la Sociedad Alemana de Gimnasia de Vicente López, una asociación intermedia fuertemente penetrada por el partido nazi ubicada en la localidad de Florida.
Schmidt, cuyos restos también estarían sepultados bajo el encadenado de esa casa en Mar del Sud, según la hipótesis de los investigadores, se afilió al Partido Nazi con el número 1228541 en calidad de “trabajador de la construcción” cuando tenía 46 años. Y figura además en un documento manuscrito, elaborado por la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas de 1941, donde se lo marca como importante miembro del Partido Nazi en el área de finanzas, detrás del poderoso Heinrich Volberg.
¿Y quiénes eran los dueños de la casa abandonada en una de las playas más desoladas de Mar del Sud, conocida como El Remanso?
De acuerdo con un cotejo catastral, uno de los dueños del terreno donde se construyó la propiedad era, también, un nazi con chapa y carnet: Juan Jorge Leopoldo Augusto Erico Erdmann, miembro de la Unión Alemana de Gremios (UAG), o DAF en alemán, desde el 1° de febrero de 1938, el momento de mayor auge del nazismo en la Argentina.
El nuevo propietario de la vivienda también aportó una serie de cuarenta fotografías tomadas entre los años 1960 y 1970 que dan cuenta de la presencia de al menos tres familias distintas, todas de origen alemán, visitando la casita de El Remanso en Mar del Sud en distintas ocasiones.
Entre las familias que figuran en los epígrafes manuscritos de las fotos aparecen los apellidos Klein, Schulz, Becker y Ratzlaff. Este último apellido llamó la atención de Mutti. “Karl Ratzlaff fue miembro del partido nazi desde 1937. Cuando vino era soltero, por lo que sus hijas nacieron acá y es muy probable que una de ellas esté en las fotos. Max Ratzlaff (1883), el hermano de Karl, fue uno de los fundadores del partido nazi de Paraguay, en 1929. Conclusión: los Ratzlaff son unos de los primeros nazis del continente americano, de hecho fueron los que trajeron el nazismo a América del Sur”, remarcó Mutti.
Durante mi encuentro con el propietario conocí la casa de los alemanes en El Remanso. Corría diciembre de 2020 y en ese momento estaba en plena remodelación. Los rastros de la antigua casa le daban paso a las reformas: un piso más, nuevo techo, nuevas aberturas y un interior totalmente renovado.
La hipótesis de los investigadores es que esta casa fue una base de operaciones para el espionaje nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y una posta secreta en la cabecera de playa que significó Mar del Sud para recibir y ocultar temporariamente a quienes desembarcaban de los submarinos alemanes tras la capitulación del Reich.
Este verano 2025 volví la zona. Y la casa ya no es la misma, por supuesto. Ahora luce como nueva, rodeada de un monte de laureles playeros que tiene la edad de la casa original: más de 80 años. Nadie que no la haya conocido antes podría establecer conexión alguna con su oscuro pasado. De hecho, quienes la alquilan no tienen la menor idea de su desconocida historia.
Y el acceso al sitio donde extrajeron la lápida ha sido tapiado con un muro de mampostería.
¿Y la lápida dónde está ahora? Algunas fuentes señalan que en el Centro Cultural de Mar del Sud. Otras, que la tiene bien guardada el propietario.
Muchas cosas han cambiado en Mar del Sud desde entonces.
Pero el sótano de hormigón al que se accede por una escotilla, donde estaban guardados los libros de Richard Schmidt, tanto como lo que se habría oculto debajo de la misteriosa lápida, ha quedado intacto. Y oculto para siempre.
*El autor de este artículo ha publicado el libro En el Lejano Sudeste. Mar del Sud, gauchos judíos y nazis en fuga, que cuenta esta y otras historias sobre este misterioso pueblo de la Costa Atlántica Argentina.
El propietario de la casa me pide, durante un diálogo que se sucede en Mar del Sud, a pocas cuadras del viejo hotel Boulevard Atlántico, no revelar su nombre ni la ubicación exacta del sitio, a cambio de contar la historia completa sobre el hallazgo de la lápida de un nazi oculta bajo los cimientos de una pequeña y vieja edificación abandonada.
Fascinado por el descubrimiento, al nuevo dueño de la vivienda todavía le faltaba saber quién era el misterioso hombre que figuraba en la lápida. Y es lo que descubrieron después Julio B. Mutti y Laureano Clavero —el primero escritor, el otro documentalista—, quienes compartieron sus hallazgos con este cronista.
¿Qué hacía una lápida enterrada, oculta en una casa perdida en el campo, muy cerca del mar y a casi 2 km del pueblo de Mar del Sud? ¿Quiénes eran los dos nombres que aparecían tallados en el granito?
Y sobre todo: ¿Por qué se construyó, antes de 1950, una casa de una planta y dos ambientes en un lugar totalmente solitario, donde no había electricidad, agua potable y ni siquiera un camino consolidado?
¿Qué ocultaban?
El macabro hallazgo ocurrió en la primavera de 2020, pero la historia comienza con otra revelación ocurrida en el mismo sitio, en el invierno de 2019. El propietario, que recién había comprado la casa a tres herederos de una familia alemana con la finalidad de refaccionarla y usarla para alquilar durante los veranos, se encontró con que, en el living, debajo de una alfombra, había una escotilla que escondía un sótano.
Ninguno de los vendedores le había contado que debajo del living había una pequeña bóveda.
En el sótano había una biblioteca con libros escritos en alemán y publicados en Berlín, en 1935.
Nadie le prestó demasiada atención. Sonaba lógico, pensaban todos, que si la casa había pertenecido a una familia de alemanes, hubiera libros escritos en ese idioma. ¿O no?
Créditos hipotecarios: cuánto hay que ganas para comprar un departamento
Lo sorprendente ocurrió un año después, cuando un albañil, paradójicamente de origen judío, que había comenzado a realizar un pozo para instalar una rejilla, se encontró con algo muy duro que le era imposible penetrar con su taladro convencional.
Era la lápida de un nazi, un alto cuadro militante del movimiento que hizo del antisemitismo su principal bandera.
El cenotafio de granito negro, profanado, por decirlo así, de pura casualidad, medía 60 centímetros de alto, 89 de ancho y tenía más de 12 cm de espesor. Y dos nombres tallados, mirando hacia el cielo: Clara Probst (1877-1952) y Richard Schmidt (1886-1973).
Las personas que le vendieron al nuevo propietario habían comprado el terreno a otro alemán en los años 50. Pero el nombre de Richard Schmidt no aparecía en ninguna escritura ni boleto de compraventa.
Otro hallazgo dio cuenta de que el tal Schmidt había habitado la casa que más tarde ocultó, bajo sus cimientos, su propia tumba.
Los libros que aparecieron en el sótano, y que nadie les había prestado demasiada ateción, tenían su nombre. Decían, con letra cursiva escrita en lápiz negro: “Biblioteca Richard Schmidt”, según pudo reconstruir más tarde Laureano Clavero.
¿Y quién era Richard Schmidt?
Según Mutti, uno de los investigadores que más sabe sobre la presencia nazi en la Argentina, Richard Schmidt fue un nazi relevante en la Buenos Aires del período de entreguerras. Con domicilio en el barrio de Belgrano, fue el número dos del área de finanzas del Partido Nazi (NSDAP) criollo.
Miembro de la élite dirigente que representaba en Argentina al movimiento nacional socialista liderado por Adolf Hitler en Alemania, Schmidt trabajó bajo el ala de un poderoso y multifacético nazi: Heinrich Volberg, el hombre que presionaba a las empresas alemanas en Buenos Aires para que financiaran las actividades del Reich en el exterior, además de pedirles que echaran a sus empleados judíos.
Como a todos, a Clavero le resultó alucinante el hallazgo, más por el hecho de que existiera una casa con una tumba debajo de sus cimientos que por la ideología y trayectoria del difunto. En ese sentido no se sorprendió. Mar del Sud y los nazis tienen una historia común, y como investigador, Clavero ya había trabajado la historia del espía alemán Karl Gustav Eickenberg en Mar del Sud; el dueño de la estancia El Porvenir, cerca de las playas de Rocas Negras.
La historia de Eickenberg merece un capítulo aparte: fue quien coordinó un plan de desembarco de oficiales nazis en estas solitarias playas ubicadas 17 kilómetros al sur de Miramar, provincia de Buenos Aires. Y hasta donde se sabe, no le fue bien.
Richard Schmidt, el nombre del macabro hallazgo, aparece en tres listados nazis. Primero, en el archivo del Partido Nazi (NSDAP) argentino, donde figura como afiliado desde el 1° de julio de 1932. Fue prácticamente un miembro fundador del partido nazi argentino, porque es uno de los primeros 200 afiliados de una organización que llegaría a reunir poco más de 2000 selectos miembros. Schmidt se había sumado al partido nazi argentino incluso antes de que Adolf Hitler asumiera la totalidad del poder en Alemania.
Mutti también encontró que Schmidt aparece como vocal de la Sociedad Alemana de Gimnasia de Vicente López, una asociación intermedia fuertemente penetrada por el partido nazi ubicada en la localidad de Florida.
Schmidt, cuyos restos también estarían sepultados bajo el encadenado de esa casa en Mar del Sud, según la hipótesis de los investigadores, se afilió al Partido Nazi con el número 1228541 en calidad de “trabajador de la construcción” cuando tenía 46 años. Y figura además en un documento manuscrito, elaborado por la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas de 1941, donde se lo marca como importante miembro del Partido Nazi en el área de finanzas, detrás del poderoso Heinrich Volberg.
¿Y quiénes eran los dueños de la casa abandonada en una de las playas más desoladas de Mar del Sud, conocida como El Remanso?
De acuerdo con un cotejo catastral, uno de los dueños del terreno donde se construyó la propiedad era, también, un nazi con chapa y carnet: Juan Jorge Leopoldo Augusto Erico Erdmann, miembro de la Unión Alemana de Gremios (UAG), o DAF en alemán, desde el 1° de febrero de 1938, el momento de mayor auge del nazismo en la Argentina.
El nuevo propietario de la vivienda también aportó una serie de cuarenta fotografías tomadas entre los años 1960 y 1970 que dan cuenta de la presencia de al menos tres familias distintas, todas de origen alemán, visitando la casita de El Remanso en Mar del Sud en distintas ocasiones.
Entre las familias que figuran en los epígrafes manuscritos de las fotos aparecen los apellidos Klein, Schulz, Becker y Ratzlaff. Este último apellido llamó la atención de Mutti. “Karl Ratzlaff fue miembro del partido nazi desde 1937. Cuando vino era soltero, por lo que sus hijas nacieron acá y es muy probable que una de ellas esté en las fotos. Max Ratzlaff (1883), el hermano de Karl, fue uno de los fundadores del partido nazi de Paraguay, en 1929. Conclusión: los Ratzlaff son unos de los primeros nazis del continente americano, de hecho fueron los que trajeron el nazismo a América del Sur”, remarcó Mutti.
Durante mi encuentro con el propietario conocí la casa de los alemanes en El Remanso. Corría diciembre de 2020 y en ese momento estaba en plena remodelación. Los rastros de la antigua casa le daban paso a las reformas: un piso más, nuevo techo, nuevas aberturas y un interior totalmente renovado.
La hipótesis de los investigadores es que esta casa fue una base de operaciones para el espionaje nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y una posta secreta en la cabecera de playa que significó Mar del Sud para recibir y ocultar temporariamente a quienes desembarcaban de los submarinos alemanes tras la capitulación del Reich.
Este verano 2025 volví la zona. Y la casa ya no es la misma, por supuesto. Ahora luce como nueva, rodeada de un monte de laureles playeros que tiene la edad de la casa original: más de 80 años. Nadie que no la haya conocido antes podría establecer conexión alguna con su oscuro pasado. De hecho, quienes la alquilan no tienen la menor idea de su desconocida historia.
Y el acceso al sitio donde extrajeron la lápida ha sido tapiado con un muro de mampostería.
¿Y la lápida dónde está ahora? Algunas fuentes señalan que en el Centro Cultural de Mar del Sud. Otras, que la tiene bien guardada el propietario.
Muchas cosas han cambiado en Mar del Sud desde entonces.
Pero el sótano de hormigón al que se accede por una escotilla, donde estaban guardados los libros de Richard Schmidt, tanto como lo que se habría oculto debajo de la misteriosa lápida, ha quedado intacto. Y oculto para siempre.
*El autor de este artículo ha publicado el libro En el Lejano Sudeste. Mar del Sud, gauchos judíos y nazis en fuga, que cuenta esta y otras historias sobre este misterioso pueblo de la Costa Atlántica Argentina.
Nazis en Mar del Sud: la misteriosa casa de campo a metros del mar que esconde un macabro secreto LA NACION