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Música en el balcón: el fenómeno barrial que en cada presentación junta a 600 personas, es a la gorra y no para de crecer

La calle era un lugar de encuentro. Saludos entre vecinos, niños jugando a la pelota, mates en la vereda y chismes. Hoy, muchos podrían decir que el panorama es mucho más individualista: la calle se convirtió en un lugar molesto, gris y, en muchos casos, hasta algo peligroso. Es más, un detalle que a algunos no se les pasa es que, quienes baldean la vereda, antes silbaban, pero hoy no se oyen tales arrullos, sino que se ven las mismas personas trabajando rápido y en silencio.

Música en los balcones nació con ese recuerdo en la mente: la calle como un espacio de disfrute polifónico, como un espacio de encuentro lleno de melodías. “Recuperamos la vecindad”, cuenta Carla Castro, coorganizadora del evento, a LA NACION.

Los integrantes de Música en el balcón y sus sonidistas de Lomas Records al finalizar la 18° edición del evento

Este es un proyecto que crece en Temperley, en las calles Juncal y Lucio Vicente López. ¿De qué se trata? De un grupo de jazz, un primer piso balconado y una cuadra bastante similar a la anterior o la siguiente, con la fundamental diferencia de que, en esta, la música se sigue oyendo.

Música en el balcón: los vecinos a la calle

Un detalle que muestra parte del público que disfrutó de Música en el balcón en la edición del 5 de abril de 2025

Carla Castro y Francisco Orozco conviven hace un tiempo en un primer piso con un balcón largo, entre las calles Juncal y Lucio Vicente López de Temperley, a dos cuadras de donde ella creció. Él es músico, ella es fotógrafa. “Por nuestra casa siempre pasó mucho arte”, explica Carla. El balcón, amplio y soleado toda la tarde, les servía para tomar mates y otras actividades similares en pareja o con amigos. Sin embargo, un tiempo más tarde se dieron cuenta de que también podía ser el espacio ideal para compartir un poco de la música que sonaba como cortina en zapadas eternas.

Se trata de una propuesta que incluye un recital de jazz desde el balcón de un primer piso, donde suenan standards del género, como “Take The A Train”, y otras canciones vinculadas, como “Sir Duke”. Sin embargo, esconde un reencuentro de la sociedad citadina. LA NACION estuvo presente en la 18° edición del evento, el pasado sábado 5 de abril de 2025.

Música en el balcón: recuperar la vecindad

“Empezamos a pensar en sacar lo que hacíamos adentro, porque a veces los vecinos nos pedían que lo compartiéramos”, explica la coorganizadora del evento. Después relata que, para el primer encuentro de Música en el balcón, dejaron en la puerta de su casa un cartel pequeño en el que anunciaban el show y, al salir hacia el improvisado escenario, se encontraron con sus primeros 15 espectadores parados o sentados en la calle. Sin embargo, poco a poco fueron ganando notoriedad, hasta alcanzar un público de alrededor de 600 oyentes en el festival aniversario de comienzos de este año y en el que ocurrió el 5 de abril.

El cartel donde anunciaron el primer evento

“Al principio, un medio zonal nos hizo una nota que, por alguna razón, se viralizó. La municipalidad se enteró de nuestra propuesta y se puso en contacto con nosotros para darnos una mano y, como la convocatoria fue creciendo, ahora nos ayudan con cortes de calles, porque es un pasaje transitado y así es más seguro”, relata Carla.

Es mucho amor”, se sincera. “Se ve el cuidado con el que hacemos las cosas”, agrega. La estética que proponen no es casual: decoran el balcón “como un living”. Además, como el sol da toda la tarde al frente de la casa, el escenario que se genera es “de suma paz”.

Fragmento de Música en el balcón

El sábado 5 de abril, cerca de las 18, los vecinos y los oyentes de distintas partes de Buenos Aires se acercaban atraídos hacia la cuadra en cuestión, vallada 100 metros antes. Una música baja rompía el silencio característico de estas esquinas del conurbano bonaerense, como también algunas personas riendo, niños jugando o las bombillas de mates. Tal como en un recital, las personas se seguían, cuadra a cuadra, hasta coincidir en la vereda frente al balcón.

El público anónimo que quiere jazz

“Vienen personas de todos lados”, expresa Carla, refiriéndose a que muchos se acercan desde la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, pero sin olvidar a los vecinos de Temperley, el corazón de Música en el balcón. “La gente viene con reposeras y mantas y se sienta en la calle; nosotros, al principio, a modo de juego, lo anunciamos por redes. ‘Vení con tu manta’, decíamos, hasta que empezó a suceder solo”, rememora.

Paulo y Sergio disfrutando de la música desde la primera fila

Sobre la idea de vecindad, Carla remarca que es algo que se perdió con el paso de los años, pero que Música en el balcón empezó a generar un sentimiento de comunidad. “No vemos esto en un barrio hace mucho tiempo, que haya gente sentada en la puerta de la casa, en la calle, conversando y disfrutando de un momento para compartir un reencuentro; hay algunos adultos mayores que nos paran en la calle para preguntarnos cuándo vamos a hacer otro evento, para reencontrarse con tal o cual persona”, cuenta sobre las repercusiones.

Uno de los temas que suena usualmente en Música en el balcón – Take The A Train (Duke Ellington)

“Vemos personas de todo tipo, desde la abuela de 101 años de Francisco hasta recién nacidos”, anuncia Carla. Lo cierto es que la única constante son las sonrisas, la compañía y los saludos, porque las personas son todas distintas: parejas adolescentes, ancianos en sillas de ruedas, niños correteando, fanáticos del jazz o algunos que nunca pensaron verse frente a una banda de este estilo, pero en ese momento la disfrutan como un aficionado más al género. “Esa es otra de las cosas que están buenas —remarca Carla—: el jazz no es de lo más popular hoy en día, y, sin embargo, viene cualquier persona a escucharnos”.

“Los vecinos se copan, están de acuerdo con que el evento suceda, nos apoyan siempre y nosotros les comunicamos cada cambio para no molestar”, cuenta Carla. Lo cierto es que, quien tenga un oído curioso, alcanza a escuchar todo tipo de conversaciones entre la multitud frente al balcón: organización de asados, de fútbol cinco, de mateadas y hasta existen invitaciones express a reuniones de cumpleaños esa misma noche.

Carla, finalmente, resalta el comentario de un usuario en Instagram (@alejandrocsome) que dice sobre Música en el balcón: “Esto es guerrilla urbana, crear ciudad en intersticios, en lugares inesperados pero comunes para la vida. Es un canto a la ciudad para gritarle que todavía está viva, a pesar de la gentrificación, de los códigos extorsivos, de las periferias rurales con burbujas privadas domésticas. Es ciudad espontánea, somos el hongo que nace de una ciudad muerta, para crear otra”.

Ya pasaron 18 ediciones de Música en el balcón

LA NACION estuvo presente en el último evento, el pasado sábado 5 de abril, y pudo conversar con algunas personas del público para conocer el sentimiento del otro lado de los instrumentos. Por su lado, Celeste y Luisa, dos vecinas de Adrogué sentadas en su silla playera sobre el asfalto frente al balcón musical, dicen que lo más destacable es “el respeto con el que la gente va a escuchar y a pasar un rato; no es un recital, o un show, es un encuentro”, expresan a dueto. “Es como una pausa, ¿me entendés?“, insiste Celeste señalando con la palma al público.

Fuerte el aplauso: el jazz de Música en el balcón reúne a públicos de todas las edades en las tardes de Temperley

Paulo Paolucci, hijo de Sergio, cuenta desde la primera fila: “Me enteré hace un rato del evento, por mi pareja y, como mi viejo fue profesor de jazz de alguno de los chicos, nos organizamos y vinimos rápido. ¡Está buenísima la movida!”.

Finalmente, Patricio y “Bachi”, una pareja de adolescentes que comparten un mate en la esquina de Lucio Vicente López, reflexionan que la cordialidad del ambiente no se genera sola, sino que el jazz, del cual solo Patricio tiene algo de interés, aporta a dicho compañerismo. “Bachi”, por su lado, señala lo elemental que es, para ese sentimiento, “la puesta en escena, la calidez de las luces, del sol cayendo, de la decoración en el balcón”, y sonríe diciendo que el jazz la sorprendió.

El cuidado del espacio común y de los demás, una tarea que trasciende el jazz

Una vista aérea de Música en el balcón, el fenómeno de música que congrega a vecinos como en las viejas épocas

Cuidamos mucho el espacio para respetar a los vecinos”, subraya Carla. “Cada vez que termina el evento, el lugar queda como si no hubiese pasado nada. Nosotros ponemos tachos y damos una barrida mínima para sacar alguna colilla nomás”. Efectivamente, el sábado 5 de abril, tras la partida de la mayoría de las personas, la vereda no pareció haber sido testigo de más de 600 personas sentadas disfrutando de un show de casi dos horas.

Por otro lado, Carla cuenta que hace algunas ediciones invitaron a un pochoclero histórico de la plaza del barrio para que pueda vender sus productos en el público, “economía barrial”, propone ella. También, hay otra persona que hace una feria americana de ropa para aportar al proyecto con un vértice más.

Carla cuenta que invitaron a un pochoclero histórico de la plaza del barrio para que pueda vender sus productos en el público

Finalmente, Música en los balcones también va más allá de dicha economía popular y busca la solidaridad con los más vulnerables: “Nosotros pedimos, a quien pueda, que traiga un alimento no perecedero. Estos se los alcanzamos a una organización de la zona, Aconcagua se llama, que arma ollas populares para personas en situación de calle”.

“Nosotros pedimos, a quien pueda, que traiga un alimento no perecedero. Estos se los alcanzamos a una organización de la zona, Aconcagua se llama, que arma ollas populares para personas en situación de calle”.

Como recompensa de su trabajo, ellos también ofrecen una “gorra” en la cual, el que quiera, puede aportar. Como se trata de músicos, la “gorra” es un estuche de instrumento.

Planes: el hoy y el futuro de la música desde el balcón

Música en el balcón se convirtió en un fenómeno que reúne a más de 600 personas en cada presentación en Temperley

“Tenemos proyectos de los que no podemos hablar todavía, pero, este sábado 5 de abril, Lomas Records, una productora de la zona, nos acompañó para poder sonorizar mejor el espacio, porque con 600 personas y algunas cuadras de largo, es difícil que se escuche como queremos”, apunta Carla.

Música en el balcón, en su presentación el pasado 5 de abril

El sábado 5 de abril el evento comenzó puntual a las 18. Los oyentes se amontonaron a lo largo de toda la cuadra y algunas otras veredas aledañas, en mantas, sillas o simplemente sentados en el suelo. El setlist comenzó con una composición propia de la banda, “Balcony Club”, y continuó con standards de jazz como “Cheek to Cheek” o “A Night in Tunisia”. Durante toda la tarde, las pilas de donaciones crecían minuto a minuto y las filas para comprar ropa o pochoclos cambiaron de dirección varias veces, por la cantidad de gente. Al finalizar, con “Sir Duke”, de Stevie Wonder, los músicos bajaron a la calle, como una comparsa típica de New Orleans, y entonaron de forma improvisada “When the Saints Go Marching In” entre el público, que reía, bailaba y hasta lloraba de la emoción. El pochoclero del barrio, mientras sonaba el clásico tema de los santos a puro pulmón, le dio el toque final a la noche cuando soltó burbujas con un difusor.

El evento ya tuvo 18 ediciones. Tras le encuentro del sábado 5 de abril, habrá que esperar alrededor de dos meses para poder volver a escuchar la música que sale de ese balcón. Se anunciará en la cuenta oficial de Instagram @musicabalcon.

La calle era un lugar de encuentro. Saludos entre vecinos, niños jugando a la pelota, mates en la vereda y chismes. Hoy, muchos podrían decir que el panorama es mucho más individualista: la calle se convirtió en un lugar molesto, gris y, en muchos casos, hasta algo peligroso. Es más, un detalle que a algunos no se les pasa es que, quienes baldean la vereda, antes silbaban, pero hoy no se oyen tales arrullos, sino que se ven las mismas personas trabajando rápido y en silencio.

Música en los balcones nació con ese recuerdo en la mente: la calle como un espacio de disfrute polifónico, como un espacio de encuentro lleno de melodías. “Recuperamos la vecindad”, cuenta Carla Castro, coorganizadora del evento, a LA NACION.

Los integrantes de Música en el balcón y sus sonidistas de Lomas Records al finalizar la 18° edición del evento

Este es un proyecto que crece en Temperley, en las calles Juncal y Lucio Vicente López. ¿De qué se trata? De un grupo de jazz, un primer piso balconado y una cuadra bastante similar a la anterior o la siguiente, con la fundamental diferencia de que, en esta, la música se sigue oyendo.

Música en el balcón: los vecinos a la calle

Un detalle que muestra parte del público que disfrutó de Música en el balcón en la edición del 5 de abril de 2025

Carla Castro y Francisco Orozco conviven hace un tiempo en un primer piso con un balcón largo, entre las calles Juncal y Lucio Vicente López de Temperley, a dos cuadras de donde ella creció. Él es músico, ella es fotógrafa. “Por nuestra casa siempre pasó mucho arte”, explica Carla. El balcón, amplio y soleado toda la tarde, les servía para tomar mates y otras actividades similares en pareja o con amigos. Sin embargo, un tiempo más tarde se dieron cuenta de que también podía ser el espacio ideal para compartir un poco de la música que sonaba como cortina en zapadas eternas.

Se trata de una propuesta que incluye un recital de jazz desde el balcón de un primer piso, donde suenan standards del género, como “Take The A Train”, y otras canciones vinculadas, como “Sir Duke”. Sin embargo, esconde un reencuentro de la sociedad citadina. LA NACION estuvo presente en la 18° edición del evento, el pasado sábado 5 de abril de 2025.

Música en el balcón: recuperar la vecindad

“Empezamos a pensar en sacar lo que hacíamos adentro, porque a veces los vecinos nos pedían que lo compartiéramos”, explica la coorganizadora del evento. Después relata que, para el primer encuentro de Música en el balcón, dejaron en la puerta de su casa un cartel pequeño en el que anunciaban el show y, al salir hacia el improvisado escenario, se encontraron con sus primeros 15 espectadores parados o sentados en la calle. Sin embargo, poco a poco fueron ganando notoriedad, hasta alcanzar un público de alrededor de 600 oyentes en el festival aniversario de comienzos de este año y en el que ocurrió el 5 de abril.

El cartel donde anunciaron el primer evento

“Al principio, un medio zonal nos hizo una nota que, por alguna razón, se viralizó. La municipalidad se enteró de nuestra propuesta y se puso en contacto con nosotros para darnos una mano y, como la convocatoria fue creciendo, ahora nos ayudan con cortes de calles, porque es un pasaje transitado y así es más seguro”, relata Carla.

Es mucho amor”, se sincera. “Se ve el cuidado con el que hacemos las cosas”, agrega. La estética que proponen no es casual: decoran el balcón “como un living”. Además, como el sol da toda la tarde al frente de la casa, el escenario que se genera es “de suma paz”.

Fragmento de Música en el balcón

El sábado 5 de abril, cerca de las 18, los vecinos y los oyentes de distintas partes de Buenos Aires se acercaban atraídos hacia la cuadra en cuestión, vallada 100 metros antes. Una música baja rompía el silencio característico de estas esquinas del conurbano bonaerense, como también algunas personas riendo, niños jugando o las bombillas de mates. Tal como en un recital, las personas se seguían, cuadra a cuadra, hasta coincidir en la vereda frente al balcón.

El público anónimo que quiere jazz

“Vienen personas de todos lados”, expresa Carla, refiriéndose a que muchos se acercan desde la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, pero sin olvidar a los vecinos de Temperley, el corazón de Música en el balcón. “La gente viene con reposeras y mantas y se sienta en la calle; nosotros, al principio, a modo de juego, lo anunciamos por redes. ‘Vení con tu manta’, decíamos, hasta que empezó a suceder solo”, rememora.

Paulo y Sergio disfrutando de la música desde la primera fila

Sobre la idea de vecindad, Carla remarca que es algo que se perdió con el paso de los años, pero que Música en el balcón empezó a generar un sentimiento de comunidad. “No vemos esto en un barrio hace mucho tiempo, que haya gente sentada en la puerta de la casa, en la calle, conversando y disfrutando de un momento para compartir un reencuentro; hay algunos adultos mayores que nos paran en la calle para preguntarnos cuándo vamos a hacer otro evento, para reencontrarse con tal o cual persona”, cuenta sobre las repercusiones.

Uno de los temas que suena usualmente en Música en el balcón – Take The A Train (Duke Ellington)

“Vemos personas de todo tipo, desde la abuela de 101 años de Francisco hasta recién nacidos”, anuncia Carla. Lo cierto es que la única constante son las sonrisas, la compañía y los saludos, porque las personas son todas distintas: parejas adolescentes, ancianos en sillas de ruedas, niños correteando, fanáticos del jazz o algunos que nunca pensaron verse frente a una banda de este estilo, pero en ese momento la disfrutan como un aficionado más al género. “Esa es otra de las cosas que están buenas —remarca Carla—: el jazz no es de lo más popular hoy en día, y, sin embargo, viene cualquier persona a escucharnos”.

“Los vecinos se copan, están de acuerdo con que el evento suceda, nos apoyan siempre y nosotros les comunicamos cada cambio para no molestar”, cuenta Carla. Lo cierto es que, quien tenga un oído curioso, alcanza a escuchar todo tipo de conversaciones entre la multitud frente al balcón: organización de asados, de fútbol cinco, de mateadas y hasta existen invitaciones express a reuniones de cumpleaños esa misma noche.

Carla, finalmente, resalta el comentario de un usuario en Instagram (@alejandrocsome) que dice sobre Música en el balcón: “Esto es guerrilla urbana, crear ciudad en intersticios, en lugares inesperados pero comunes para la vida. Es un canto a la ciudad para gritarle que todavía está viva, a pesar de la gentrificación, de los códigos extorsivos, de las periferias rurales con burbujas privadas domésticas. Es ciudad espontánea, somos el hongo que nace de una ciudad muerta, para crear otra”.

Ya pasaron 18 ediciones de Música en el balcón

LA NACION estuvo presente en el último evento, el pasado sábado 5 de abril, y pudo conversar con algunas personas del público para conocer el sentimiento del otro lado de los instrumentos. Por su lado, Celeste y Luisa, dos vecinas de Adrogué sentadas en su silla playera sobre el asfalto frente al balcón musical, dicen que lo más destacable es “el respeto con el que la gente va a escuchar y a pasar un rato; no es un recital, o un show, es un encuentro”, expresan a dueto. “Es como una pausa, ¿me entendés?“, insiste Celeste señalando con la palma al público.

Fuerte el aplauso: el jazz de Música en el balcón reúne a públicos de todas las edades en las tardes de Temperley

Paulo Paolucci, hijo de Sergio, cuenta desde la primera fila: “Me enteré hace un rato del evento, por mi pareja y, como mi viejo fue profesor de jazz de alguno de los chicos, nos organizamos y vinimos rápido. ¡Está buenísima la movida!”.

Finalmente, Patricio y “Bachi”, una pareja de adolescentes que comparten un mate en la esquina de Lucio Vicente López, reflexionan que la cordialidad del ambiente no se genera sola, sino que el jazz, del cual solo Patricio tiene algo de interés, aporta a dicho compañerismo. “Bachi”, por su lado, señala lo elemental que es, para ese sentimiento, “la puesta en escena, la calidez de las luces, del sol cayendo, de la decoración en el balcón”, y sonríe diciendo que el jazz la sorprendió.

El cuidado del espacio común y de los demás, una tarea que trasciende el jazz

Una vista aérea de Música en el balcón, el fenómeno de música que congrega a vecinos como en las viejas épocas

Cuidamos mucho el espacio para respetar a los vecinos”, subraya Carla. “Cada vez que termina el evento, el lugar queda como si no hubiese pasado nada. Nosotros ponemos tachos y damos una barrida mínima para sacar alguna colilla nomás”. Efectivamente, el sábado 5 de abril, tras la partida de la mayoría de las personas, la vereda no pareció haber sido testigo de más de 600 personas sentadas disfrutando de un show de casi dos horas.

Por otro lado, Carla cuenta que hace algunas ediciones invitaron a un pochoclero histórico de la plaza del barrio para que pueda vender sus productos en el público, “economía barrial”, propone ella. También, hay otra persona que hace una feria americana de ropa para aportar al proyecto con un vértice más.

Carla cuenta que invitaron a un pochoclero histórico de la plaza del barrio para que pueda vender sus productos en el público

Finalmente, Música en los balcones también va más allá de dicha economía popular y busca la solidaridad con los más vulnerables: “Nosotros pedimos, a quien pueda, que traiga un alimento no perecedero. Estos se los alcanzamos a una organización de la zona, Aconcagua se llama, que arma ollas populares para personas en situación de calle”.

“Nosotros pedimos, a quien pueda, que traiga un alimento no perecedero. Estos se los alcanzamos a una organización de la zona, Aconcagua se llama, que arma ollas populares para personas en situación de calle”.

Como recompensa de su trabajo, ellos también ofrecen una “gorra” en la cual, el que quiera, puede aportar. Como se trata de músicos, la “gorra” es un estuche de instrumento.

Planes: el hoy y el futuro de la música desde el balcón

Música en el balcón se convirtió en un fenómeno que reúne a más de 600 personas en cada presentación en Temperley

“Tenemos proyectos de los que no podemos hablar todavía, pero, este sábado 5 de abril, Lomas Records, una productora de la zona, nos acompañó para poder sonorizar mejor el espacio, porque con 600 personas y algunas cuadras de largo, es difícil que se escuche como queremos”, apunta Carla.

Música en el balcón, en su presentación el pasado 5 de abril

El sábado 5 de abril el evento comenzó puntual a las 18. Los oyentes se amontonaron a lo largo de toda la cuadra y algunas otras veredas aledañas, en mantas, sillas o simplemente sentados en el suelo. El setlist comenzó con una composición propia de la banda, “Balcony Club”, y continuó con standards de jazz como “Cheek to Cheek” o “A Night in Tunisia”. Durante toda la tarde, las pilas de donaciones crecían minuto a minuto y las filas para comprar ropa o pochoclos cambiaron de dirección varias veces, por la cantidad de gente. Al finalizar, con “Sir Duke”, de Stevie Wonder, los músicos bajaron a la calle, como una comparsa típica de New Orleans, y entonaron de forma improvisada “When the Saints Go Marching In” entre el público, que reía, bailaba y hasta lloraba de la emoción. El pochoclero del barrio, mientras sonaba el clásico tema de los santos a puro pulmón, le dio el toque final a la noche cuando soltó burbujas con un difusor.

El evento ya tuvo 18 ediciones. Tras le encuentro del sábado 5 de abril, habrá que esperar alrededor de dos meses para poder volver a escuchar la música que sale de ese balcón. Se anunciará en la cuenta oficial de Instagram @musicabalcon.

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