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Trump, aranceles: foto horrible, ¿película?

Los anuncios del presidente Donald Trump en materia arancelaria, realizados hace 8 días, se pueden analizar desde múltiples perspectivas: histórica, conceptual y decisoria. Sin desmerecer a las otras, prefiero esta última.

Los referidos anuncios fueron dos: un gravamen universal, tanto desde el punto de vista geográfico como por tipo de producto, de 10 puntos porcentuales (cuyo propósito principal es recaudador), más un gravamen, diferente para cada país, en base al tamaño que dicho país le impone a las exportaciones de Estados Unidos con ese destino. “Yo no empecé, vos lo hiciste; pero como aplico una represalia amigable, sólo le impondré a tus productos un arancel equivalente a la mitad de los obstáculos que vos les ponés a los míos”.

Las “fotos” referidas a la economía de Estados Unidos son todas pésimas: déficit fiscal, déficit comercial, sistema jubilatorio comprometido, creciente deuda pública, creciente importancia del pago de intereses dentro del presupuesto nacional, etc. Sigue siendo un país creíble, pero… A propósito, los argentinos somos peculiares: decimos que el presidente Trump es el causante del problema, pero salimos corriendo a comprar dólares en vez de venderlos.

El dato más importante, para la toma de decisiones, no es el derrumbe inicial de las bolsas del Mundo, sino que más de 50 países quieren negociar con Estados Unidos. Sólo Dios sabe cuáles serán las características y la velocidad de dicha negociación, pero desde el punto de vista decisorio ésta es la clave. Si, como consecuencia de la negociación, los otros países acuerdan reducir sus barreras al comercio y Estados Unidos mitiga los aranceles específicos, quizás el mundo termine con más comercio que antes.

¿Y la Argentina? Por aplicación de la insólita fórmula que fundamentó los gravámenes diferenciales por país, el nuestro está exento de estos. Porque tenemos déficit comercial con Estados Unidos. Por lo cual, en nuestro caso, la negociación se circunscribe a cómo eludir el pago del gravamen general; total o parcialmente.

¿Quiere decir que nada de esto nos afecta? No tanto, estamos menos afectados que aquellos países que registran fuerte superávit comercial con Estados Unidos, pero del cimbronazo global producido por el presidente Trump será difícil escapar. En la Argentina nunca hay tiempo para aburrirnos; en el mundo, al parecer, tampoco.

Los anuncios del presidente Donald Trump en materia arancelaria, realizados hace 8 días, se pueden analizar desde múltiples perspectivas: histórica, conceptual y decisoria. Sin desmerecer a las otras, prefiero esta última.

Los referidos anuncios fueron dos: un gravamen universal, tanto desde el punto de vista geográfico como por tipo de producto, de 10 puntos porcentuales (cuyo propósito principal es recaudador), más un gravamen, diferente para cada país, en base al tamaño que dicho país le impone a las exportaciones de Estados Unidos con ese destino. “Yo no empecé, vos lo hiciste; pero como aplico una represalia amigable, sólo le impondré a tus productos un arancel equivalente a la mitad de los obstáculos que vos les ponés a los míos”.

Las “fotos” referidas a la economía de Estados Unidos son todas pésimas: déficit fiscal, déficit comercial, sistema jubilatorio comprometido, creciente deuda pública, creciente importancia del pago de intereses dentro del presupuesto nacional, etc. Sigue siendo un país creíble, pero… A propósito, los argentinos somos peculiares: decimos que el presidente Trump es el causante del problema, pero salimos corriendo a comprar dólares en vez de venderlos.

El dato más importante, para la toma de decisiones, no es el derrumbe inicial de las bolsas del Mundo, sino que más de 50 países quieren negociar con Estados Unidos. Sólo Dios sabe cuáles serán las características y la velocidad de dicha negociación, pero desde el punto de vista decisorio ésta es la clave. Si, como consecuencia de la negociación, los otros países acuerdan reducir sus barreras al comercio y Estados Unidos mitiga los aranceles específicos, quizás el mundo termine con más comercio que antes.

¿Y la Argentina? Por aplicación de la insólita fórmula que fundamentó los gravámenes diferenciales por país, el nuestro está exento de estos. Porque tenemos déficit comercial con Estados Unidos. Por lo cual, en nuestro caso, la negociación se circunscribe a cómo eludir el pago del gravamen general; total o parcialmente.

¿Quiere decir que nada de esto nos afecta? No tanto, estamos menos afectados que aquellos países que registran fuerte superávit comercial con Estados Unidos, pero del cimbronazo global producido por el presidente Trump será difícil escapar. En la Argentina nunca hay tiempo para aburrirnos; en el mundo, al parecer, tampoco.

 Déficit fiscal, déficit comercial, sistema jubilatorio comprometido, creciente deuda pública y creciente importancia del pago de intereses dentro del presupuesto nacional; EE.UU. sigue siendo un país creíble, pero…  LA NACION

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