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La Iglesia argentina recordó el legado de Francisco y afirmó que deja “una huella imborrable”

El retrato de Francisco acompaña las celebraciones que comenzaron a realizarse horas después de conocerse la noticia de su muerte en las iglesias y capillas de la Argentina.

Los altares se poblaron, así, de la imagen sonriente del Papa que siempre evitó fomentar el culto al personalismo. A los pocos días de asumir en el Vaticano, en marzo de 2013, desalentó la iniciativa que había empezado a tomar vuelo entonces en el Arzobispado de Buenos Aires para instalar una estatua en su homenaje.

La Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que preside el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, despidió a Francisco “con profundo dolor y con la esperanza cierta de la Pascua”, un día después de que el propio Francisco participara en Roma de la fiesta de la Resurrección, la celebración central del mundo cristiano. Colombo señaló que su magisterio “deja una huella imborrable”.

El mensaje de la comisión ejecutiva del Episcopado resumió el sentir de los obispos y declaró: “Damos gracias a Dios por la vida, el ministerio y el testimonio de fe de quien supo guiar a la Iglesia universal con humildad, firmeza evangélica y amor incondicional por los pobres, los descartados y los que sufren. Su magisterio deja una huella imborrable en el camino de la Iglesia en su testimonio de Jesucristo”.

“Los obispos argentinos, unidos a todo el Pueblo de Dios, elevamos nuestras oraciones por su eterno descanso. Lo despedimos con emoción filial y encomendamos su descanso eterno al Padre de la Vida”, dice el mensaje, firmado también por el cardenal Ángel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba y vicepresidente de la CEA; monseñor César Daniel Fernández, obispo de Jujuy y vicepresidente segundo, y monseñor Raúl Pizarro, obispo auxiliar de San Isidro y secretario general de la Conferencia Episcopal.

“Se nos murió el padre de todos, el padre de la humanidad, que insistió una y mil veces con que en la Iglesia debía haber lugar para todos. El Papa de los pobres, de los marginados, de los que nadie quiere, o en todo caso muchos excluyen”, dijo en la Catedral porteña el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, ante un público variado que se acercó al templo en el que hasta hace doce años predicaba el cardenal Jorge Bergoglio.

Destacó especialmente los llamados del Santo Padre a la cultura del encuentro, a tender puentes y poder vivir la fraternidad universal. “También nos insistió tanto con que los cristianos no podíamos tener cara de vinagre, que no podíamos ser cristianos quejosos y apesadumbrados”, resumió García Cuerva.

Un legado de humanidad

También lo despidió el cardenal Rossi, que esta tarde presidirá una misa en la Catedral de Córdoba. En una declaración, al resumir el legado de Francisco, señaló: “Desde su elección, en marzo de 2013, su pontificado se caracterizó por una profunda humanidad, cercanía con el pueblo de Dios y un compromiso inquebrantable con los más vulnerables”. Dijo que “fue, también, un firme defensor de la justicia social, denunciando las estructuras económicas que generan desigualdades y afirmando con claridad que los derechos humanos se vulneran también cuando se perpetúan condiciones de pobreza y exclusión”.

Rossi recordó que “desde aquel primer y sencillo “Buona sera” asomado al balcón de la Basílica de San Pedro, Francisco nos mostró que su pontificado sería distinto: el de un pastor con olor a oveja, el que rompió moldes sin romper la Verdad, el que no tuvo miedo de ensuciarse los zapatos para salir a buscar a los que estaban lejos”.

“Nos enseñó –prosiguió- que el verdadero poder es el servicio y que ‘la ternura no es la virtud de los débiles, sino la expresión más fuerte del amor y la compasión auténtica’. Invitó a los jóvenes a ser protagonistas con su ya inolvidable “Hagan lío” y nos alentó una y otra vez a “no dejarnos robar la esperanza”.

De formación jesuita, Rossi es uno de los cuatro cardenales argentinos que participará del cónclave en el que será elegido el sucesor de Francisco. Los otros tres son los cardenales Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio de la Fe, con sede en Roma; Vicente Bokjalic, arzobispo de Santiago del Estero y primado de la Argentina, y el arzobispo emérito de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli.

Con la muerte de Francisco no deben esperarse modificaciones inmediatas en la estructura de la Iglesia argentina. Su sucesor tendrá luego libertad para promover designaciones y realizar relevos. No hay por el momento diócesis importantes que se encuentren vacantes.

Más mensajes

Otros obispos sumaron reflexiones por la muerte del Papa y señalaron el legado de su misión. El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, celebró una misa y, tras afirmar que “la muerte no es la última palabra, sino que es el abrazo con el Padre”, dijo que “la historia se encargará de manifestar las riquezas que Francisco nos dejó”. Recordó: “Francisco nos hizo poner la mirada en los más pobres, en los lugares que más sufren, en la oración incansable por la paz, en una Iglesia en salida y en tantas cosas que nos transmitió”.

Olivera llamó a profundizar más en este tiempo sus mensajes y enseñanzas. “Frágil y enfermo, no dudó en salir al encuentro de sus fieles y nos habló mucho más con sus gestos, que quedarán para siempre”.

En tanto, el obispo de Lomas de Zamora, el jesuita Jorge Lugones, sostuvo que “Francisco quiso celebrar la Pascua directamente con Jesús Resucitado, abrazado al maestro, con un abrazo eterno”.

El retrato de Francisco acompaña las celebraciones que comenzaron a realizarse horas después de conocerse la noticia de su muerte en las iglesias y capillas de la Argentina.

Los altares se poblaron, así, de la imagen sonriente del Papa que siempre evitó fomentar el culto al personalismo. A los pocos días de asumir en el Vaticano, en marzo de 2013, desalentó la iniciativa que había empezado a tomar vuelo entonces en el Arzobispado de Buenos Aires para instalar una estatua en su homenaje.

La Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que preside el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, despidió a Francisco “con profundo dolor y con la esperanza cierta de la Pascua”, un día después de que el propio Francisco participara en Roma de la fiesta de la Resurrección, la celebración central del mundo cristiano. Colombo señaló que su magisterio “deja una huella imborrable”.

El mensaje de la comisión ejecutiva del Episcopado resumió el sentir de los obispos y declaró: “Damos gracias a Dios por la vida, el ministerio y el testimonio de fe de quien supo guiar a la Iglesia universal con humildad, firmeza evangélica y amor incondicional por los pobres, los descartados y los que sufren. Su magisterio deja una huella imborrable en el camino de la Iglesia en su testimonio de Jesucristo”.

“Los obispos argentinos, unidos a todo el Pueblo de Dios, elevamos nuestras oraciones por su eterno descanso. Lo despedimos con emoción filial y encomendamos su descanso eterno al Padre de la Vida”, dice el mensaje, firmado también por el cardenal Ángel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba y vicepresidente de la CEA; monseñor César Daniel Fernández, obispo de Jujuy y vicepresidente segundo, y monseñor Raúl Pizarro, obispo auxiliar de San Isidro y secretario general de la Conferencia Episcopal.

“Se nos murió el padre de todos, el padre de la humanidad, que insistió una y mil veces con que en la Iglesia debía haber lugar para todos. El Papa de los pobres, de los marginados, de los que nadie quiere, o en todo caso muchos excluyen”, dijo en la Catedral porteña el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, ante un público variado que se acercó al templo en el que hasta hace doce años predicaba el cardenal Jorge Bergoglio.

Destacó especialmente los llamados del Santo Padre a la cultura del encuentro, a tender puentes y poder vivir la fraternidad universal. “También nos insistió tanto con que los cristianos no podíamos tener cara de vinagre, que no podíamos ser cristianos quejosos y apesadumbrados”, resumió García Cuerva.

Un legado de humanidad

También lo despidió el cardenal Rossi, que esta tarde presidirá una misa en la Catedral de Córdoba. En una declaración, al resumir el legado de Francisco, señaló: “Desde su elección, en marzo de 2013, su pontificado se caracterizó por una profunda humanidad, cercanía con el pueblo de Dios y un compromiso inquebrantable con los más vulnerables”. Dijo que “fue, también, un firme defensor de la justicia social, denunciando las estructuras económicas que generan desigualdades y afirmando con claridad que los derechos humanos se vulneran también cuando se perpetúan condiciones de pobreza y exclusión”.

Rossi recordó que “desde aquel primer y sencillo “Buona sera” asomado al balcón de la Basílica de San Pedro, Francisco nos mostró que su pontificado sería distinto: el de un pastor con olor a oveja, el que rompió moldes sin romper la Verdad, el que no tuvo miedo de ensuciarse los zapatos para salir a buscar a los que estaban lejos”.

“Nos enseñó –prosiguió- que el verdadero poder es el servicio y que ‘la ternura no es la virtud de los débiles, sino la expresión más fuerte del amor y la compasión auténtica’. Invitó a los jóvenes a ser protagonistas con su ya inolvidable “Hagan lío” y nos alentó una y otra vez a “no dejarnos robar la esperanza”.

De formación jesuita, Rossi es uno de los cuatro cardenales argentinos que participará del cónclave en el que será elegido el sucesor de Francisco. Los otros tres son los cardenales Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio de la Fe, con sede en Roma; Vicente Bokjalic, arzobispo de Santiago del Estero y primado de la Argentina, y el arzobispo emérito de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli.

Con la muerte de Francisco no deben esperarse modificaciones inmediatas en la estructura de la Iglesia argentina. Su sucesor tendrá luego libertad para promover designaciones y realizar relevos. No hay por el momento diócesis importantes que se encuentren vacantes.

Más mensajes

Otros obispos sumaron reflexiones por la muerte del Papa y señalaron el legado de su misión. El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, celebró una misa y, tras afirmar que “la muerte no es la última palabra, sino que es el abrazo con el Padre”, dijo que “la historia se encargará de manifestar las riquezas que Francisco nos dejó”. Recordó: “Francisco nos hizo poner la mirada en los más pobres, en los lugares que más sufren, en la oración incansable por la paz, en una Iglesia en salida y en tantas cosas que nos transmitió”.

Olivera llamó a profundizar más en este tiempo sus mensajes y enseñanzas. “Frágil y enfermo, no dudó en salir al encuentro de sus fieles y nos habló mucho más con sus gestos, que quedarán para siempre”.

En tanto, el obispo de Lomas de Zamora, el jesuita Jorge Lugones, sostuvo que “Francisco quiso celebrar la Pascua directamente con Jesús Resucitado, abrazado al maestro, con un abrazo eterno”.

 Los obispos destacaron que deja “una Iglesia más abierta” y pusieron de relieve su “profunda humanidad, cercanía con el pueblo de Dios y un compromiso inquebrantable con los más vulnerables”  LA NACION

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