Los Pumas 7s, de cara a su destino en la final del Seven de Los Angeles

Los Pumas 7s están a las puertas del logro más importante en su historia. Dos partidos es lo que separa a la selección argentina de la gloria máxima. Conquistar el Seven de Los Ángeles no sólo los coronaría como el campeón de la temporada y validaría su condición (indiscutible) de mejor equipo de los últimos tres años, sino que, tanto o más importante, lo elevaría a una nueva dimensión.
A las 17.24, la Argentina jugará la semifinal ante España. De ganar, a las 21.41 disputará el oro ante el ganador de Nueva Zelanda y Sudáfrica. Una cosa es ser el mejor, pero otra muy distinta es ser campeón. Lo primero tiene valor intrínseco. Lo segundo queda a la luz de todo el mundo.
Antes de partir a Los Ángeles, donde se define el Circuito Mundial de Seven en un certamen a todo o nada entre los ocho mejores de la temporada, el entrenador Santiago Gómez Cora anticipó que lo encaraban como a un torneo más. Esta afirmación oculta una doble interpretación. No es que le dé lo mismo alzarse con la medalla de oro o no. No es que esté conforme con su objetivo primario de haber ganado la liga. No le está bajando el precio al torneo, pero sí les está sacando presión a los jugadores. Porque las dos veces que estuvieron ante una circunstancia así, por una razón u otra, se quedaron con las manos vacías: en la misma circunstancia en Madrid el año pasado, donde llegaron hasta la final, y en los Juegos Olímpicos de París, donde cayeron en cuartos.
Además, que sea un torneo más implica que los Pumas 7s van a dejar todo para ganarlo, como lo hacen cada vez que se toman un avión a cualquier parte del mundo que el Circuito les depare. Jamás especularon. Acaso esta mentalidad les haya costado llegar desgastados al segmento más importante del año pasado. Esta vez no existe ese condicionamiento, más allá de las lesiones de Santiago Mare y Marcos Moneta, en duda para la definición de hoy tras haber terminado golpeados en el durísimo partido ante Francia. Era el partido que había que ganar, y lo hicieron con su ADN: mucha garra y momentos de gran juego.
Es cierto que el sistema es injusto. Durante 23 años, el campeón fue el que sumaba más puntos a lo largo de la temporada, como en la Fórmula 1. El año pasado se instauró un nuevo formato que trasladó la definición a un único certamen reservado para los ocho mejores, borrando de un plumazo todo lo que se construyó hasta allí. Los Pumas 7s fueron los mejores en estas dos temporadas y se llevaron el premio no menor de “Ganadores de la Liga” las dos veces. Un reconocimiento que refleja cabalmente quién es el mejor. Pero el campeón es uno solo. El año pasado fue Francia.
A tal punto es injusto que, tras sólo dos años, fue desechado y para la temporada 2025/26 habrá un nuevo formato, con una definición repartida en tres etapas. La naturaleza del seven es cambiante, con partidos a 15 minutos en donde todo puede cambiar en los últimos 60 segundos, donde una lesión, un mal pique, un fallo desacertado del referí puede torcer la historia de un partido y, así, de un campeonato (porque para colmo al achicarse el formato cada vez hay más partidos a todo o nada que no dan posibilidad de recuperación). Entonces, reducir a dos días de acción lo hecho durante todo el año, con pretemporadas, viajes por todo el mundo (Oceanía, África, tres veces a Asia, dos a América del Norte) resulta un incordio. De allí a que también se haya dejado de disputar el Mundial de Seven, que se asemejaba demasiado a una etapa más del Circuito y perdió relevancia cuando la disciplina cobró status olímpico desde Río 2016. Además de que era deficitario.
Con 10 etapas ganadas en los últimos tres años (cuando entre 2000, año en que comenzó el Circuito, y 2022 sólo habían ganado dos) los Pumas 7s evidenciaron ser el mejor equipo del mundo. Una racha que propulsó la medalla de bronce ganada en Tokio 2020 (disputado en 2021), pero que también es consecuencia de un trabajo hecho a conciencia por la mente de un genio como Santiago Gómez Cora, que lleva 11 años y medio en el cargo. Alguien que también ostenta el rótulo de mejor jugador de la historia del seven argentino. Al menos por ahora. Él mismo gestó un grupo en el que hay varios candidatos a desplazarlo.
El subcampeonato en el Mundial de Dubái 2009, el bronce de Tokio, el segundo puesto en la temporada 2022/23 o el subcampeonato en Madrid son las veces que los Pumas 7s más cerca estuvieron de alcanzar el premio máximo. Haberle ganado una final a Nueva Zelanda en Hamilton 2023, haber conquistado un certamen por una diferencia acumulada de 117 puntos como en Perth 2024 o haber ganado el insigne Seven de Hong Kong 2025 no se debe menospreciar. Haber ganado la liga dos años seguidos es un logro inconmensurable para el rugby argentino. Falta la corona definitiva.
Ser campeón del Circuito Mundial no es el objetivo de Pumas 7s. Es parte del camino que los conduce a la meta de ser mejores cada día. Es el destino.
Los Pumas 7s están a las puertas del logro más importante en su historia. Dos partidos es lo que separa a la selección argentina de la gloria máxima. Conquistar el Seven de Los Ángeles no sólo los coronaría como el campeón de la temporada y validaría su condición (indiscutible) de mejor equipo de los últimos tres años, sino que, tanto o más importante, lo elevaría a una nueva dimensión.
A las 17.24, la Argentina jugará la semifinal ante España. De ganar, a las 21.41 disputará el oro ante el ganador de Nueva Zelanda y Sudáfrica. Una cosa es ser el mejor, pero otra muy distinta es ser campeón. Lo primero tiene valor intrínseco. Lo segundo queda a la luz de todo el mundo.
Antes de partir a Los Ángeles, donde se define el Circuito Mundial de Seven en un certamen a todo o nada entre los ocho mejores de la temporada, el entrenador Santiago Gómez Cora anticipó que lo encaraban como a un torneo más. Esta afirmación oculta una doble interpretación. No es que le dé lo mismo alzarse con la medalla de oro o no. No es que esté conforme con su objetivo primario de haber ganado la liga. No le está bajando el precio al torneo, pero sí les está sacando presión a los jugadores. Porque las dos veces que estuvieron ante una circunstancia así, por una razón u otra, se quedaron con las manos vacías: en la misma circunstancia en Madrid el año pasado, donde llegaron hasta la final, y en los Juegos Olímpicos de París, donde cayeron en cuartos.
Además, que sea un torneo más implica que los Pumas 7s van a dejar todo para ganarlo, como lo hacen cada vez que se toman un avión a cualquier parte del mundo que el Circuito les depare. Jamás especularon. Acaso esta mentalidad les haya costado llegar desgastados al segmento más importante del año pasado. Esta vez no existe ese condicionamiento, más allá de las lesiones de Santiago Mare y Marcos Moneta, en duda para la definición de hoy tras haber terminado golpeados en el durísimo partido ante Francia. Era el partido que había que ganar, y lo hicieron con su ADN: mucha garra y momentos de gran juego.
Es cierto que el sistema es injusto. Durante 23 años, el campeón fue el que sumaba más puntos a lo largo de la temporada, como en la Fórmula 1. El año pasado se instauró un nuevo formato que trasladó la definición a un único certamen reservado para los ocho mejores, borrando de un plumazo todo lo que se construyó hasta allí. Los Pumas 7s fueron los mejores en estas dos temporadas y se llevaron el premio no menor de “Ganadores de la Liga” las dos veces. Un reconocimiento que refleja cabalmente quién es el mejor. Pero el campeón es uno solo. El año pasado fue Francia.
A tal punto es injusto que, tras sólo dos años, fue desechado y para la temporada 2025/26 habrá un nuevo formato, con una definición repartida en tres etapas. La naturaleza del seven es cambiante, con partidos a 15 minutos en donde todo puede cambiar en los últimos 60 segundos, donde una lesión, un mal pique, un fallo desacertado del referí puede torcer la historia de un partido y, así, de un campeonato (porque para colmo al achicarse el formato cada vez hay más partidos a todo o nada que no dan posibilidad de recuperación). Entonces, reducir a dos días de acción lo hecho durante todo el año, con pretemporadas, viajes por todo el mundo (Oceanía, África, tres veces a Asia, dos a América del Norte) resulta un incordio. De allí a que también se haya dejado de disputar el Mundial de Seven, que se asemejaba demasiado a una etapa más del Circuito y perdió relevancia cuando la disciplina cobró status olímpico desde Río 2016. Además de que era deficitario.
Con 10 etapas ganadas en los últimos tres años (cuando entre 2000, año en que comenzó el Circuito, y 2022 sólo habían ganado dos) los Pumas 7s evidenciaron ser el mejor equipo del mundo. Una racha que propulsó la medalla de bronce ganada en Tokio 2020 (disputado en 2021), pero que también es consecuencia de un trabajo hecho a conciencia por la mente de un genio como Santiago Gómez Cora, que lleva 11 años y medio en el cargo. Alguien que también ostenta el rótulo de mejor jugador de la historia del seven argentino. Al menos por ahora. Él mismo gestó un grupo en el que hay varios candidatos a desplazarlo.
El subcampeonato en el Mundial de Dubái 2009, el bronce de Tokio, el segundo puesto en la temporada 2022/23 o el subcampeonato en Madrid son las veces que los Pumas 7s más cerca estuvieron de alcanzar el premio máximo. Haberle ganado una final a Nueva Zelanda en Hamilton 2023, haber conquistado un certamen por una diferencia acumulada de 117 puntos como en Perth 2024 o haber ganado el insigne Seven de Hong Kong 2025 no se debe menospreciar. Haber ganado la liga dos años seguidos es un logro inconmensurable para el rugby argentino. Falta la corona definitiva.
Ser campeón del Circuito Mundial no es el objetivo de Pumas 7s. Es parte del camino que los conduce a la meta de ser mejores cada día. Es el destino.
Instalado en la semifinal del certamen, el equipo de Santiago Gómez Cora tiene en duda a Marcos Moneta y Santiago Mare LA NACION