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Boca apagó el fuego de la Bombonera, aunque el triunfo no alcanzó a tapar que algo se quebró entre el público y Riquelme

Drama. Angustia. Suspenso. Tensión. Cada partido de Boca es una película con desenlace incierto, en la que los protagonistas van tomando conciencia gradualmente de los peligros que el público conoce. En su vuelta a la Bombonera tras la dura derrota en el Monumental, este Boca que se acostumbró a caminar por la cornisa salvó la ropa en el tiro del final, con un héroe inesperado y una Bombonera que pasó de los insultos a la dirigencia y los jugadores a celebrar una trabajada victoria que lo mete entre los ocho mejores del Torneo Apertura. Su rival en cuartos saldrá del duelo entre los dos Independientes, el de Avellaneda y el de Rivadavia.

Boca jugó un flojísimo primer tiempo. Herrón apostó por la misma base que en el 1 a 1 contra Tigre, pero el equipo, que había mostrado signos de recuperación en Victoria, se fue silbado al entretiempo y casi no tuvo puntos altos. Más, por tercera vez en el Apertura, no registró tiros al arco en toda la etapa inicial. Su única llegada a fondo fue un desborde de Blanco que Merentiel tocó pero sin que la pelota alcanzara a ir hacia el arco de Losada Sólo eso ofreció Boca en los primeros 45 minutos. Velasco, reprobado en la previa, la tocó poco y nada y Boca no tuvo quien condujera sus ataques. Palacios, absorbido por el tándem Cardozo-Medina, insinuó más de lo que concretó. Zenón, a la derecha, se topó con un seguro Marcich. Y Merentiel, solo contra el mundo, fue pan comido para el fondo de Lanús. El negocio estaba por izquierda, donde Méndez no daba garantías y merodeaba la roja desde los 42 minutos del primer tiempo, después de su enésima falta contra la banda y consiguiente amonestación. Pero Boca fue presa de su propia desesperación, equivocó sistemáticamente los caminos y permitió que Lanús emparejara el desarrollo con disciplina táctica, algo de fútbol y mucho de actitud.

Marchesin, muy observado, atajó el primer penal que le patearon en la definición

De a poco, el Granate fue ganando metros en ataque y puso dos veces en aprietos a Marchesin: un lateral al área y Salvio que casi convierte y un remate desde afuera de Carrera que el arquero despejó al córner. Fue ahí cuando la Bombonera dio el primero de sus veredictos: reprobación absoluta para Velasco, murmullos para Rojo y Belmonte y el “movete, Xeneize, movete” que acompañó al equipo durante varios pasajes del segundo tiempo.

La retirada al vestuario en el entretiempo se pareció muchísimo a la del post Alianza Lima, con los jugadores abandonando el campo cabizbajos y la platea baja despotricando por la pobrísima actuación del equipo.

Gestos nerviosos, camino al vestuario en el entretiempo

Boca salió revitalizado al segundo tiempo, sin margen para la frustración. Herrón adelantó las líneas, pero demoró un cuarto de hora más en echar mano en el equipo. Y se inclinó por Giménez, el más pedido por los hinchas, aunque tampoco fue solución (salió Velasco). Las oportunidades más claras fueron de Blondel, con un tiro desde 60 metros y una bomba cruzada que convirtió en figura a Losada.

En el final fue un canto al desconcierto, un descalabro generalizado en el que Boca llenó de centros el área de Lanús y el equipo de Pellegrino despilfarró unas cuantas posibilidades de gol en las narices de Marchesin. Apenas Rey Hilfer pitó el final, la Bombonera volvió a explotar. Y por primera vez cargó de lleno contra la dirigencia, encabezada por Juan Román Riquelme: “La comisión, la comisión…” y “que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”.

El clima cambió apenas Rojo ganó el sorteo de capitanes y Marchesin se acercó al arco que da espaldas a La 12 para atajar en la tanda de penales. Era momento de alentar y llenar de confianza a un arquero de cara a un desafío especial: en casa, ante su ex club, después del gol sufrido ante River en el que muchos le atribuyeron cierta responsabilidad en el tiro libre de Mastantuono y 73 días después de haber sugerido su salida en la increíble definición por penales contra Alianza Lima.

Y fue el arquero quien se calzó el mameluco de bombero cuando el incendio en La Boca parecía inevitable. Esta vez, el 1 ni siquiera observó al banco, recibió unos breves consejos de Ezequiel Muñoz y atajó el primer remate de la serie para ayudar a meter a Boca en los cuartos de final del Apertura. Tapó abajo el disparo de Canelo y luego Dylan Aquino, que había entrado para patear, la colgó de la segunda bandeja. En Boca, como en los viejos tiempos, convirtieron todos: Rojo, que cambió insultos por aplausos; Zeballos, Alarcón y Giménez, quien ya había amargado al Granate en un clásico con Banfield en 2024.

El remate de Giménez marcará el desenlace

Tras el festejo, el partido se siguió jugando en las tribunas. Desde la segunda bandeja de Casa Amarilla donde se ubica La 12, surgieron cánticos contra la platea (“plateíta botón, plateista botón…”), desde donde habían nacido los reclamos para Riquelme.

Boca supo apagar el fuego a tiempo y dio un nuevo paso adelante en la pelea por el título. En la Bombonera es invencible, aunque el rival, muchas veces, parece estar en casa.

Lo mejor del triunfo de Boca

Drama. Angustia. Suspenso. Tensión. Cada partido de Boca es una película con desenlace incierto, en la que los protagonistas van tomando conciencia gradualmente de los peligros que el público conoce. En su vuelta a la Bombonera tras la dura derrota en el Monumental, este Boca que se acostumbró a caminar por la cornisa salvó la ropa en el tiro del final, con un héroe inesperado y una Bombonera que pasó de los insultos a la dirigencia y los jugadores a celebrar una trabajada victoria que lo mete entre los ocho mejores del Torneo Apertura. Su rival en cuartos saldrá del duelo entre los dos Independientes, el de Avellaneda y el de Rivadavia.

Boca jugó un flojísimo primer tiempo. Herrón apostó por la misma base que en el 1 a 1 contra Tigre, pero el equipo, que había mostrado signos de recuperación en Victoria, se fue silbado al entretiempo y casi no tuvo puntos altos. Más, por tercera vez en el Apertura, no registró tiros al arco en toda la etapa inicial. Su única llegada a fondo fue un desborde de Blanco que Merentiel tocó pero sin que la pelota alcanzara a ir hacia el arco de Losada Sólo eso ofreció Boca en los primeros 45 minutos. Velasco, reprobado en la previa, la tocó poco y nada y Boca no tuvo quien condujera sus ataques. Palacios, absorbido por el tándem Cardozo-Medina, insinuó más de lo que concretó. Zenón, a la derecha, se topó con un seguro Marcich. Y Merentiel, solo contra el mundo, fue pan comido para el fondo de Lanús. El negocio estaba por izquierda, donde Méndez no daba garantías y merodeaba la roja desde los 42 minutos del primer tiempo, después de su enésima falta contra la banda y consiguiente amonestación. Pero Boca fue presa de su propia desesperación, equivocó sistemáticamente los caminos y permitió que Lanús emparejara el desarrollo con disciplina táctica, algo de fútbol y mucho de actitud.

Marchesin, muy observado, atajó el primer penal que le patearon en la definición

De a poco, el Granate fue ganando metros en ataque y puso dos veces en aprietos a Marchesin: un lateral al área y Salvio que casi convierte y un remate desde afuera de Carrera que el arquero despejó al córner. Fue ahí cuando la Bombonera dio el primero de sus veredictos: reprobación absoluta para Velasco, murmullos para Rojo y Belmonte y el “movete, Xeneize, movete” que acompañó al equipo durante varios pasajes del segundo tiempo.

La retirada al vestuario en el entretiempo se pareció muchísimo a la del post Alianza Lima, con los jugadores abandonando el campo cabizbajos y la platea baja despotricando por la pobrísima actuación del equipo.

Gestos nerviosos, camino al vestuario en el entretiempo

Boca salió revitalizado al segundo tiempo, sin margen para la frustración. Herrón adelantó las líneas, pero demoró un cuarto de hora más en echar mano en el equipo. Y se inclinó por Giménez, el más pedido por los hinchas, aunque tampoco fue solución (salió Velasco). Las oportunidades más claras fueron de Blondel, con un tiro desde 60 metros y una bomba cruzada que convirtió en figura a Losada.

En el final fue un canto al desconcierto, un descalabro generalizado en el que Boca llenó de centros el área de Lanús y el equipo de Pellegrino despilfarró unas cuantas posibilidades de gol en las narices de Marchesin. Apenas Rey Hilfer pitó el final, la Bombonera volvió a explotar. Y por primera vez cargó de lleno contra la dirigencia, encabezada por Juan Román Riquelme: “La comisión, la comisión…” y “que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”.

El clima cambió apenas Rojo ganó el sorteo de capitanes y Marchesin se acercó al arco que da espaldas a La 12 para atajar en la tanda de penales. Era momento de alentar y llenar de confianza a un arquero de cara a un desafío especial: en casa, ante su ex club, después del gol sufrido ante River en el que muchos le atribuyeron cierta responsabilidad en el tiro libre de Mastantuono y 73 días después de haber sugerido su salida en la increíble definición por penales contra Alianza Lima.

Y fue el arquero quien se calzó el mameluco de bombero cuando el incendio en La Boca parecía inevitable. Esta vez, el 1 ni siquiera observó al banco, recibió unos breves consejos de Ezequiel Muñoz y atajó el primer remate de la serie para ayudar a meter a Boca en los cuartos de final del Apertura. Tapó abajo el disparo de Canelo y luego Dylan Aquino, que había entrado para patear, la colgó de la segunda bandeja. En Boca, como en los viejos tiempos, convirtieron todos: Rojo, que cambió insultos por aplausos; Zeballos, Alarcón y Giménez, quien ya había amargado al Granate en un clásico con Banfield en 2024.

El remate de Giménez marcará el desenlace

Tras el festejo, el partido se siguió jugando en las tribunas. Desde la segunda bandeja de Casa Amarilla donde se ubica La 12, surgieron cánticos contra la platea (“plateíta botón, plateista botón…”), desde donde habían nacido los reclamos para Riquelme.

Boca supo apagar el fuego a tiempo y dio un nuevo paso adelante en la pelea por el título. En la Bombonera es invencible, aunque el rival, muchas veces, parece estar en casa.

Lo mejor del triunfo de Boca

 En una noche nerviosa, que marcó el regreso a casa tras la derrota ante River y la destitución de Gago, el equipo necesitó llegar a los penales para eliminar a Lanús y avanzar a los cuartos de final del Apertura  LA NACION

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