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“Estamos listos para recibirlo”: secretos del convento y la iglesia porteños donde ya se ilusionan con el regreso del Papa

La Parroquia de San Agustín, en el barrio porteño de Recoleta, está ligada a las visitas de Robert Francis Prevost a la Argentina. Hoy, tras su asunción como León XIV, es un nuevo centro de peregrinar religioso. Frente al altar, el padre Pablo Hernando Moreno recuerda que, durante sus estadías en el país, el flamante Papa se alojó, al menos dos o tres veces, en el convento de los sacerdotes que está junto a esta iglesia situada en la avenida Las Heras 2560. Se trata de un edificio moderno de ocho plantas, utilizado para diversas actividades, entre ellas, recibir a los hermanos mendicantes cuando llegan desde todas partes del mundo.

El inmueble se levanta después de subir las escaleras del templo, entrando a la izquierda. “Prevost durmió en el quinto piso, donde tenemos habitaciones muy simples: una pequeña cama, una mesa y un estante, nada más”, precisa Moreno en una entrevista con LA NACION. Consultado sobre si, en caso de viajar al país nuevamente, estarían dispuestos a abrirle las puertas del claustro, afirma: “Claro, estamos listos para recibirlo”. Los curas no pierden la esperanza de que el Sumo Pontífice, el primer papa agustino, visite el país con el que ya tiene profundos lazos, en parte gracias a sus visitas de 2004 y 2013 (la primera, siendo prior de la orden) y a su amistad con el fallecido Jorge Bergoglio.

Robert Prevost se alojó, al menos dos o tres veces, en el convento de los sacerdotes que está junto a esta iglesia situada en la avenida Las Heras 2560

“Por más que Prevost sea papa, no vamos a hacer modificaciones en los dormitorios de los sacerdotes, porque son todos iguales”, aclara ante la pregunta de si le prepararían una habitación especialmente para él, con la fuerza típica del acento castellano. Moreno, de 76 años, nació en Soria, España, y desde hace una década es párroco de San Agustín. Por sus conocimientos acerca de las comunidades agustinas del norte de la Argentina, fue nombrado por el papa Francisco como Administrador Apostólico de la Prelatura de Cafayate.

Cuando Prevost vino por primera vez, fue el encargado de ser su chofer y de llevarlo a conocer las comunidades de Salta, Tucumán y Catamarca. En el viaje, ambos sacerdotes compartieron almuerzos al costado de la ruta donde el ahora papa se sentaba siempre con una gran computadora para trabajar, cosa que le llamaba la atención, aunque luego dedujo que los adelantos tecnológicos eran algo normal para los estadounidenses como él, que nació en Chicago.

Cuando Prevost vino por primera vez, Moreno fue el encargado de ser su chofer y de llevarlo a conocer las comunidades de Salta, Tucumán y Catamarca

“En los restaurantes nunca pidió un plato especial, era un hermano más. Le gustaban las empanadas y el vino de Salta, pero también las capias [una golosina típica de zona]”, recuerda mientras exhibe una carta escrita de su puño y letra titulada “León XIV, un papa agustino”. El texto, elaborado ante la visita de LA NACION, da cuenta del vínculo que se fue entretejiendo entre ambos a raíz del viaje. “Para nosotros es muy importante la amistad. Nunca vas a ver a un agustino solo, siempre estamos en comunidad”, explica.

En esa visita Prevost estuvo también en Buenos Aires para inaugurar la Biblioteca Agustiniana, en el barrio de Agronomía. Este hecho no pasó desapercibido para la orden dado que el estudio es otro de los pilares fundantes. “Imagínese que San Agustín escribió 27 libros, entre ellos Las Confesiones“, aclara en relación a la célebre autobiografía donde Agustín de Hipona admite, en su camino hacia Dios, haber tenido una juventud pecadora.

La hoy emblemática foto de una misa que reunió a dos futuros papas en la Iglesia San Agustín: Bergoglio, en el centro, y Prevost, a su izquerda

El teléfono de la Secretaría no para de sonar. “Me acabo de enterar de que cuando el Papa estuvo en la biblioteca durmió en nuestro seminario“, dice al terminar una llamada, en relación a la Casa Santa Mónica, situada en la avenida Nazca 3939, al lado de la biblioteca. De ese visita es la foto en la Iglesia de San Agustín donde Bergoglio preside una misa junto al entonces director del colegio, Cipriano García Fernández, y Prevost. Más tarde, en 2013, el ahora Papa participó de la ordenación episcopal del obispo argentino Alberto Bochatey en la Catedral de La Plata.

Iglesia gótica, convento moderno

El convento original de los agustinianos en Buenos Aires se levantó en 1910, junto a la iglesia. Ocupaba lo que hoy es el patio del Colegio San Agustín. “Era muy precario, de adobe, y debió ser demolido. Por eso compramos una parte del colegio para agrandarlo y construir este nuevo edificio que lo reemplazó y data de 1999”, afirma. Lo cierto es que la congregación ocupa casi toda la manzana comprendida entre Las Heras, Agüero, José María Gutiérrez y Austria, en la comuna 2. “La esquina de Gutiérrez y Agüero es lo único que no pudimos comprar. Ahí solo tenemos el primer piso”, detalla.

La construcción de la Parroquia de San Agustín comenzó en 1907, cuando los agustinos contrataron al arquitecto italiano Luigi Broggi

El convento consta de sótano; planta baja donde está la Secretaría y una oficina de Cáritas; primero, segundo y tercer piso con aulas para diferentes actividades; cuarto piso con el comedor y una sala de estar; quinto y sexto piso que son iguales: tienen cada uno cuatro habitaciones con baño privado y una capilla. “Ahora somos cuatro sacerdotes viviendo acá en total, pero en algún momento llegamos a ser doce”, aclara Moreno.

El padre Juan Antonio Gil, agustino y testigo directo del camino espiritual de León XIV ya que lo conoció en 2001 en España, es el encargado de acompañar a LA NACION en un recorrido por la iglesia y señalar aquellos elementos de valor patrimonial imprescindibles a tener en cuenta.

El padre Juan Antonio Gil fue testigo directo del camino espiritual de León XIV, ya que lo conoció en 2001 en España

“Consta de veintiséis vitraux relacionados con la vida de San Agustín y de su madre, Santa Mónica”, explica señalando a lo alto, donde se aprecia cómo los coloridos vidrios filtran y tiñen de luz el templo que de por sí es oscuro, característica típica de una iglesia gótica. Los paños son de procedencia francesa y tienen una inscripción al pie, que dice “París, 1910″.

La piedra fundamental de la parroquia se colocó el 12 de octubre de 1907. Monseñor Espinosa bendijo el templo y el colegio anexo el 10 de diciembre de 1910. La obra fue costeada Mercedes Baudrix de Unzué, en memoria de su marido Mariano. La construcción comenzó aquel año cuando los agustinos contrataron al arquitecto italiano Luigi Broggi. El milanés diseñó varias obras en Buenos Aires, entre ellas, el edificio de La Inmobiliaria.

Según sus propios términos, al proyectar San Agustín, Broggi pensó en una iglesia “cristiana-gótica” o, mejor dicho, una fusión de la victoria de la fe sobre un mundo pagano y sensual.

El templo tiene 26 vitraux relacionados con la vida de San Agustín y de su madre, Santa Mónica

El templo consta de cinco altares, todos tallados en roble y con incrustaciones de oro, agrega Gil. Tanto los bancos como las puertas, los confesionarios, púlpitos y retablos, están tallados en ese material, con motivos vegetales y de arquitectura gótica –como pináculos– que se repiten en todos ellos. Además alberga un órgano alemán de 1910.

De acuerdo con el Libro de Registros, se conservan las reliquias de: San Agustín, Santa Mónica, Santa Rita de Casia, Santo Tomás de Villanueva, San Nicolás de Tolentino, Santa Clara de Montefalco y el Beato Federico de Ratisbona, todos agustinos.

La Orden de San Agustín cuenta con unos 2800 miembros en 47 países. Sin embargo, en la Argentina tiene mayor presencia la Compañía de Jesús, también conocida como orden jesuita, comunidad a la que pertenecía el papa Francisco. Ambos grupos religiosos tienen un fuerte compromiso con los pobres y la justicia social.

Un barrio con impronta agustiniana

La parroquia y el convento se ubican casi enfrente de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno; todos ellos eran terrenos que pertenecieron a la familia Unzué. Hasta que nombraron al nuevo Papa, el conjunto religioso pasaba desapercibido para quienes transitaban por la ruidosa y ajetreada avenida Las Heras. A diferencia de otros templos porteños que se imponen a la vista, San Agustín es discreta, de estilo gótico francés en su fase identificada como clásica, es decir, del siglo XIII. Si no fuera por su torre elevada respecto de los techos de las naves, pasaría inadvertida en medio de los edificios y locales comerciales del barrio. En tanto, la torre del convento es una más en el entramado urbano.

El Colegio San Agustín, otro hito de la orden religiosa en Recoleta

Si bien no existe un barrio porteño llamado San Agustín, a diferencia de otras zonas que toman su nombre a partir de su iglesia, la impronta de los sacerdotes se percibe en cada esquina. Existen dos colegios manejados por la orden: el mencionado San Agustín y, a pocas cuadras, el Instituto San Martín de Tours, destaca Gil. Pero también hay locales comerciales que llevan la impronta, como la Nueva Panadería San Agustín, un ícono gastronómico del barrio con más de 60 años. Según el sacerdote, tanto los comerciantes como los vecinos aguardan con ansias la visita del flamante Papa a este rincón de Recoleta.

La Parroquia de San Agustín, en el barrio porteño de Recoleta, está ligada a las visitas de Robert Francis Prevost a la Argentina. Hoy, tras su asunción como León XIV, es un nuevo centro de peregrinar religioso. Frente al altar, el padre Pablo Hernando Moreno recuerda que, durante sus estadías en el país, el flamante Papa se alojó, al menos dos o tres veces, en el convento de los sacerdotes que está junto a esta iglesia situada en la avenida Las Heras 2560. Se trata de un edificio moderno de ocho plantas, utilizado para diversas actividades, entre ellas, recibir a los hermanos mendicantes cuando llegan desde todas partes del mundo.

El inmueble se levanta después de subir las escaleras del templo, entrando a la izquierda. “Prevost durmió en el quinto piso, donde tenemos habitaciones muy simples: una pequeña cama, una mesa y un estante, nada más”, precisa Moreno en una entrevista con LA NACION. Consultado sobre si, en caso de viajar al país nuevamente, estarían dispuestos a abrirle las puertas del claustro, afirma: “Claro, estamos listos para recibirlo”. Los curas no pierden la esperanza de que el Sumo Pontífice, el primer papa agustino, visite el país con el que ya tiene profundos lazos, en parte gracias a sus visitas de 2004 y 2013 (la primera, siendo prior de la orden) y a su amistad con el fallecido Jorge Bergoglio.

Robert Prevost se alojó, al menos dos o tres veces, en el convento de los sacerdotes que está junto a esta iglesia situada en la avenida Las Heras 2560

“Por más que Prevost sea papa, no vamos a hacer modificaciones en los dormitorios de los sacerdotes, porque son todos iguales”, aclara ante la pregunta de si le prepararían una habitación especialmente para él, con la fuerza típica del acento castellano. Moreno, de 76 años, nació en Soria, España, y desde hace una década es párroco de San Agustín. Por sus conocimientos acerca de las comunidades agustinas del norte de la Argentina, fue nombrado por el papa Francisco como Administrador Apostólico de la Prelatura de Cafayate.

Cuando Prevost vino por primera vez, fue el encargado de ser su chofer y de llevarlo a conocer las comunidades de Salta, Tucumán y Catamarca. En el viaje, ambos sacerdotes compartieron almuerzos al costado de la ruta donde el ahora papa se sentaba siempre con una gran computadora para trabajar, cosa que le llamaba la atención, aunque luego dedujo que los adelantos tecnológicos eran algo normal para los estadounidenses como él, que nació en Chicago.

Cuando Prevost vino por primera vez, Moreno fue el encargado de ser su chofer y de llevarlo a conocer las comunidades de Salta, Tucumán y Catamarca

“En los restaurantes nunca pidió un plato especial, era un hermano más. Le gustaban las empanadas y el vino de Salta, pero también las capias [una golosina típica de zona]”, recuerda mientras exhibe una carta escrita de su puño y letra titulada “León XIV, un papa agustino”. El texto, elaborado ante la visita de LA NACION, da cuenta del vínculo que se fue entretejiendo entre ambos a raíz del viaje. “Para nosotros es muy importante la amistad. Nunca vas a ver a un agustino solo, siempre estamos en comunidad”, explica.

En esa visita Prevost estuvo también en Buenos Aires para inaugurar la Biblioteca Agustiniana, en el barrio de Agronomía. Este hecho no pasó desapercibido para la orden dado que el estudio es otro de los pilares fundantes. “Imagínese que San Agustín escribió 27 libros, entre ellos Las Confesiones“, aclara en relación a la célebre autobiografía donde Agustín de Hipona admite, en su camino hacia Dios, haber tenido una juventud pecadora.

La hoy emblemática foto de una misa que reunió a dos futuros papas en la Iglesia San Agustín: Bergoglio, en el centro, y Prevost, a su izquerda

El teléfono de la Secretaría no para de sonar. “Me acabo de enterar de que cuando el Papa estuvo en la biblioteca durmió en nuestro seminario“, dice al terminar una llamada, en relación a la Casa Santa Mónica, situada en la avenida Nazca 3939, al lado de la biblioteca. De ese visita es la foto en la Iglesia de San Agustín donde Bergoglio preside una misa junto al entonces director del colegio, Cipriano García Fernández, y Prevost. Más tarde, en 2013, el ahora Papa participó de la ordenación episcopal del obispo argentino Alberto Bochatey en la Catedral de La Plata.

Iglesia gótica, convento moderno

El convento original de los agustinianos en Buenos Aires se levantó en 1910, junto a la iglesia. Ocupaba lo que hoy es el patio del Colegio San Agustín. “Era muy precario, de adobe, y debió ser demolido. Por eso compramos una parte del colegio para agrandarlo y construir este nuevo edificio que lo reemplazó y data de 1999”, afirma. Lo cierto es que la congregación ocupa casi toda la manzana comprendida entre Las Heras, Agüero, José María Gutiérrez y Austria, en la comuna 2. “La esquina de Gutiérrez y Agüero es lo único que no pudimos comprar. Ahí solo tenemos el primer piso”, detalla.

La construcción de la Parroquia de San Agustín comenzó en 1907, cuando los agustinos contrataron al arquitecto italiano Luigi Broggi

El convento consta de sótano; planta baja donde está la Secretaría y una oficina de Cáritas; primero, segundo y tercer piso con aulas para diferentes actividades; cuarto piso con el comedor y una sala de estar; quinto y sexto piso que son iguales: tienen cada uno cuatro habitaciones con baño privado y una capilla. “Ahora somos cuatro sacerdotes viviendo acá en total, pero en algún momento llegamos a ser doce”, aclara Moreno.

El padre Juan Antonio Gil, agustino y testigo directo del camino espiritual de León XIV ya que lo conoció en 2001 en España, es el encargado de acompañar a LA NACION en un recorrido por la iglesia y señalar aquellos elementos de valor patrimonial imprescindibles a tener en cuenta.

El padre Juan Antonio Gil fue testigo directo del camino espiritual de León XIV, ya que lo conoció en 2001 en España

“Consta de veintiséis vitraux relacionados con la vida de San Agustín y de su madre, Santa Mónica”, explica señalando a lo alto, donde se aprecia cómo los coloridos vidrios filtran y tiñen de luz el templo que de por sí es oscuro, característica típica de una iglesia gótica. Los paños son de procedencia francesa y tienen una inscripción al pie, que dice “París, 1910″.

La piedra fundamental de la parroquia se colocó el 12 de octubre de 1907. Monseñor Espinosa bendijo el templo y el colegio anexo el 10 de diciembre de 1910. La obra fue costeada Mercedes Baudrix de Unzué, en memoria de su marido Mariano. La construcción comenzó aquel año cuando los agustinos contrataron al arquitecto italiano Luigi Broggi. El milanés diseñó varias obras en Buenos Aires, entre ellas, el edificio de La Inmobiliaria.

Según sus propios términos, al proyectar San Agustín, Broggi pensó en una iglesia “cristiana-gótica” o, mejor dicho, una fusión de la victoria de la fe sobre un mundo pagano y sensual.

El templo tiene 26 vitraux relacionados con la vida de San Agustín y de su madre, Santa Mónica

El templo consta de cinco altares, todos tallados en roble y con incrustaciones de oro, agrega Gil. Tanto los bancos como las puertas, los confesionarios, púlpitos y retablos, están tallados en ese material, con motivos vegetales y de arquitectura gótica –como pináculos– que se repiten en todos ellos. Además alberga un órgano alemán de 1910.

De acuerdo con el Libro de Registros, se conservan las reliquias de: San Agustín, Santa Mónica, Santa Rita de Casia, Santo Tomás de Villanueva, San Nicolás de Tolentino, Santa Clara de Montefalco y el Beato Federico de Ratisbona, todos agustinos.

La Orden de San Agustín cuenta con unos 2800 miembros en 47 países. Sin embargo, en la Argentina tiene mayor presencia la Compañía de Jesús, también conocida como orden jesuita, comunidad a la que pertenecía el papa Francisco. Ambos grupos religiosos tienen un fuerte compromiso con los pobres y la justicia social.

Un barrio con impronta agustiniana

La parroquia y el convento se ubican casi enfrente de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno; todos ellos eran terrenos que pertenecieron a la familia Unzué. Hasta que nombraron al nuevo Papa, el conjunto religioso pasaba desapercibido para quienes transitaban por la ruidosa y ajetreada avenida Las Heras. A diferencia de otros templos porteños que se imponen a la vista, San Agustín es discreta, de estilo gótico francés en su fase identificada como clásica, es decir, del siglo XIII. Si no fuera por su torre elevada respecto de los techos de las naves, pasaría inadvertida en medio de los edificios y locales comerciales del barrio. En tanto, la torre del convento es una más en el entramado urbano.

El Colegio San Agustín, otro hito de la orden religiosa en Recoleta

Si bien no existe un barrio porteño llamado San Agustín, a diferencia de otras zonas que toman su nombre a partir de su iglesia, la impronta de los sacerdotes se percibe en cada esquina. Existen dos colegios manejados por la orden: el mencionado San Agustín y, a pocas cuadras, el Instituto San Martín de Tours, destaca Gil. Pero también hay locales comerciales que llevan la impronta, como la Nueva Panadería San Agustín, un ícono gastronómico del barrio con más de 60 años. Según el sacerdote, tanto los comerciantes como los vecinos aguardan con ansias la visita del flamante Papa a este rincón de Recoleta.

 En Recoleta, la Parroquia de San Agustín recibió años atrás a Robert Prevost, quien se alojó en el aledaño edificio de la orden  LA NACION

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