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Independiente se valió del golazo de Santiago Montiel para llegar a los cuartos de final del torneo Apertura

No hay Lamines Yamales en el fútbol argentino. Nadie que encadene una actuación deslumbrante tras otra, maravillando a propios y extraños. Pero cada tanto, y siempre de manera sorprendente, un jugador “se tiñe” el pelo como el catalán descendiente de marroquíes y altera el ritmo cardíaco del torneo.

Santiago Montiel es un futbolista dispar y con pocos matices: suma fallos consecutivos, ya sea por errores conceptuales, cortocircuitos mentales o, la mayoría de las veces, por lo que en el potrero lleva la denominación de “morfón”, o saca de la galera una jugada de otro partido, de otra categoría. Ineficaz y sin chispa durante la primera media hora, cuando se movió por la izquierda; Montiel había mostrado sus dos caras en una acción a los 33 de la etapa inicial, poco después de que Julio Vaccari lo cambiase de banda. Desparramó por los suelos a Matías Valenti con una doble gambeta, llegó al fondo y cuando se imponía el centro atrás remató sin ángulo al cuerpo del muy buen arquero que es Ezequiel Centurión.

La revancha del exjugador de Argentinos llegaría a las 12 de la segunda parte, en plena avalancha de fútbol y ocasiones que el Rojo había desatado sobre el arco cuyano. Montiel aprovechó el rechazo de un centro, frenó con el cuerpo la acometida de Sebastián Villa y, de espalda al arco y situado un par de metros afuera del área, “inventó” una chilena espectacular que bajó por detrás del arquero y se convirtió en el gol –golazo– que le daría la victoria a los suyos. “Yo sabía que tenía que terminar la jugada por lo peligroso que es Villa. Ni lo pensé, salió así y estoy muy contento”, confesó una vez terminado el encuentro la estrella de la tarde.

Lo mejor del triunfo de Independiente

El tanto de Montiel, al que Centurión le sacó unos minutos más tarde un tiro libre que buscaba el ángulo derecho, coronó el mejor momento del Rojo en los 90 minutos. Si los 45 iniciales parecieron confirmar que en nuestra liga pocas cosas son como parecen, y que las supuestas superioridades– por nombre, plantel o coyunturas puntuales– suelen ser exactamente eso, pura suposición; la vuelta de los vestuarios enseñó un conjunto más agresivo, más convencido de transformar el dominio de la pelota en dolores de cabeza para la defensa rival.

Mucho tuvo que ver otra decisión del entrenador. Ingresó Diego Tarzia por un inexpresivo Lautaro Millán, aportando profundidad por izquierda y la Lepra dejó de asistir con cierta tranquilidad a la posesión improductiva del local. El cuaderno se llenó de notas. Centurión sacó con los pies un remate de Cabral, a los 8, y otro de Matías Giménez Rojas a los 11. En el medio, los zagueros locales bloquearon como pudieron un disparo de Álvaro Angulo con destino de red a los 10. Un minuto más tarde, la chilena de Montiel coronó el alud de fútbol que caía encima del arco cuyano.

El momento exacto en el que Santiago Montiel define el partido frente a Independiente Rivadavia con una chilena que quedará para el recuerdo

Hasta entonces, Independiente Rivadavia se las había ingeniado para emparejar las cosas. Con sus recursos, no muy diferentes del resto de los equipos del fútbol argentino. Desde el regreso de Alfredo Berti, allá por agosto del año pasado, la Lepra mendocina fue consolidando un perfil de equipo difícil, rocoso, muy ordenado para repeler los ataques rivales y mucha astucia para salir de contra y lastimar defensas que ofrecen espacios abiertos cuando suman gente en avanzada. También para sorprender cada tanto con una presión alta que impide la elaboración desde atrás. En una de esas ocasiones, se enredó con la pelota Sebastián Valdez, se escapó Fabrizio Sartori, definió bien, fuerte, cruzado y abajo sobre la salida de Rodrigo Rey y el palo derecho le negó el grito de gol.

El susto, incluso, acalló por un buen rato la euforia desatada por el 5-1 obtenido por el Rojo en Montevideo, que había cubierto con un manto de olvido las pálidas actuaciones previas y los resultados negativos que venía arrastrando Independiente en las últimas semanas. Hasta que de a poco el juego retomó el rumbo esperado.

El cambio de banda de Montiel y el posterior ingreso de Tarzia fueron fundamentales para sumarse a la gran actuación de Luciano Cabral, eje conductor de todos los ataques del local, muy bien acompañado por Iván Marcone y Felipe Loyola en el medio, y por la seguridad que transmite Kevin Lomónaco en el fondo. Entre ellos inclinaron la cancha hacia el arco de Centurión y definieron el encuentro.

Independiente le ofrenda el triunfo a su gente, que ya se ilusiona con el clásico frente a Boca, por los cuartos de final del Apertura

No fue un partido deslumbrante del Rojo. Incluso tuvo su habitual escasez de contundencia para cerrar el resultado y no sufrir el par de cabezazos de Sartori que pudieron empatar en los minutos finales. Pero sí, una actuación convincente como para afrontar los encuentros decisivos contra Guaraní, por Copa Sudamericana el jueves; y frente a Boca por cuartos de final del Apertura.

La gente, que llenó la capacidad del Bochini, se fue feliz. Por el resultado, y el pase de rueda, pero también porque suma argumentos para sostener la ilusión. Esos que les brindan Cabral, Lomónaco, Loyola, Marcone, el despliegue del resto, y esta vez, la chilena espectacular de Santiago Montiel, por un instante “teñido de rubio” y convertido en el Lamine Yamal de Avellaneda.

No hay Lamines Yamales en el fútbol argentino. Nadie que encadene una actuación deslumbrante tras otra, maravillando a propios y extraños. Pero cada tanto, y siempre de manera sorprendente, un jugador “se tiñe” el pelo como el catalán descendiente de marroquíes y altera el ritmo cardíaco del torneo.

Santiago Montiel es un futbolista dispar y con pocos matices: suma fallos consecutivos, ya sea por errores conceptuales, cortocircuitos mentales o, la mayoría de las veces, por lo que en el potrero lleva la denominación de “morfón”, o saca de la galera una jugada de otro partido, de otra categoría. Ineficaz y sin chispa durante la primera media hora, cuando se movió por la izquierda; Montiel había mostrado sus dos caras en una acción a los 33 de la etapa inicial, poco después de que Julio Vaccari lo cambiase de banda. Desparramó por los suelos a Matías Valenti con una doble gambeta, llegó al fondo y cuando se imponía el centro atrás remató sin ángulo al cuerpo del muy buen arquero que es Ezequiel Centurión.

La revancha del exjugador de Argentinos llegaría a las 12 de la segunda parte, en plena avalancha de fútbol y ocasiones que el Rojo había desatado sobre el arco cuyano. Montiel aprovechó el rechazo de un centro, frenó con el cuerpo la acometida de Sebastián Villa y, de espalda al arco y situado un par de metros afuera del área, “inventó” una chilena espectacular que bajó por detrás del arquero y se convirtió en el gol –golazo– que le daría la victoria a los suyos. “Yo sabía que tenía que terminar la jugada por lo peligroso que es Villa. Ni lo pensé, salió así y estoy muy contento”, confesó una vez terminado el encuentro la estrella de la tarde.

Lo mejor del triunfo de Independiente

El tanto de Montiel, al que Centurión le sacó unos minutos más tarde un tiro libre que buscaba el ángulo derecho, coronó el mejor momento del Rojo en los 90 minutos. Si los 45 iniciales parecieron confirmar que en nuestra liga pocas cosas son como parecen, y que las supuestas superioridades– por nombre, plantel o coyunturas puntuales– suelen ser exactamente eso, pura suposición; la vuelta de los vestuarios enseñó un conjunto más agresivo, más convencido de transformar el dominio de la pelota en dolores de cabeza para la defensa rival.

Mucho tuvo que ver otra decisión del entrenador. Ingresó Diego Tarzia por un inexpresivo Lautaro Millán, aportando profundidad por izquierda y la Lepra dejó de asistir con cierta tranquilidad a la posesión improductiva del local. El cuaderno se llenó de notas. Centurión sacó con los pies un remate de Cabral, a los 8, y otro de Matías Giménez Rojas a los 11. En el medio, los zagueros locales bloquearon como pudieron un disparo de Álvaro Angulo con destino de red a los 10. Un minuto más tarde, la chilena de Montiel coronó el alud de fútbol que caía encima del arco cuyano.

El momento exacto en el que Santiago Montiel define el partido frente a Independiente Rivadavia con una chilena que quedará para el recuerdo

Hasta entonces, Independiente Rivadavia se las había ingeniado para emparejar las cosas. Con sus recursos, no muy diferentes del resto de los equipos del fútbol argentino. Desde el regreso de Alfredo Berti, allá por agosto del año pasado, la Lepra mendocina fue consolidando un perfil de equipo difícil, rocoso, muy ordenado para repeler los ataques rivales y mucha astucia para salir de contra y lastimar defensas que ofrecen espacios abiertos cuando suman gente en avanzada. También para sorprender cada tanto con una presión alta que impide la elaboración desde atrás. En una de esas ocasiones, se enredó con la pelota Sebastián Valdez, se escapó Fabrizio Sartori, definió bien, fuerte, cruzado y abajo sobre la salida de Rodrigo Rey y el palo derecho le negó el grito de gol.

El susto, incluso, acalló por un buen rato la euforia desatada por el 5-1 obtenido por el Rojo en Montevideo, que había cubierto con un manto de olvido las pálidas actuaciones previas y los resultados negativos que venía arrastrando Independiente en las últimas semanas. Hasta que de a poco el juego retomó el rumbo esperado.

El cambio de banda de Montiel y el posterior ingreso de Tarzia fueron fundamentales para sumarse a la gran actuación de Luciano Cabral, eje conductor de todos los ataques del local, muy bien acompañado por Iván Marcone y Felipe Loyola en el medio, y por la seguridad que transmite Kevin Lomónaco en el fondo. Entre ellos inclinaron la cancha hacia el arco de Centurión y definieron el encuentro.

Independiente le ofrenda el triunfo a su gente, que ya se ilusiona con el clásico frente a Boca, por los cuartos de final del Apertura

No fue un partido deslumbrante del Rojo. Incluso tuvo su habitual escasez de contundencia para cerrar el resultado y no sufrir el par de cabezazos de Sartori que pudieron empatar en los minutos finales. Pero sí, una actuación convincente como para afrontar los encuentros decisivos contra Guaraní, por Copa Sudamericana el jueves; y frente a Boca por cuartos de final del Apertura.

La gente, que llenó la capacidad del Bochini, se fue feliz. Por el resultado, y el pase de rueda, pero también porque suma argumentos para sostener la ilusión. Esos que les brindan Cabral, Lomónaco, Loyola, Marcone, el despliegue del resto, y esta vez, la chilena espectacular de Santiago Montiel, por un instante “teñido de rubio” y convertido en el Lamine Yamal de Avellaneda.

 Los Rojos se medirán con Boca en la próxima rueda y se mantienen expectantes en la Copa Sudamericana  LA NACION

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