Angela Leiva, íntima: de sus traumáticas separaciones al sueño de cantar en el Madison y su nuevo tema con “dedicatoria”

Ángela Leiva lleva su “oficina” a cuestas. Llega a la redacción de LA NACION con su gran amiga Kari, con su jefa de prensa, con su estilista… Llega con su equipo, con esa mesa chica que la rodea y que trabaja a la par de ella. Tiene una nueva y extensísima gira que empieza por estos días, “Mi voz para el mundo” y está dispuesta a hablar de eso, de sus 15 años de carrera profesional, de su nueva canción, “Ya me olvidé” y también de los momentos más amargos que le tocó vivir.
Su tour comienza en junio en el Teatro Colonial de Avellaneda y se extiende por todo el país y por varios puntos del exterior, como España, tierra en la que aterrizará en noviembre para presentarse en Barcelona, Mallorca, Valencia, Madrid y Málaga. Pero primero la charla, distendida, sentida y con el plus de su sonrisa generosa.
–Estás arrancando en muy poco tiempo, en días no más, tu gira por los 15 años y es una muy especial para vos, ¿no?
–Si, esta gira es muy especial, porque no solamente le da como un final al festejo de los 15 años, porque ya acabo de cumplir 16 de carrera, sino que es como una nueva etapa para mí, donde también el título dice mucho, ¿no? La gira se llama “Mi voz para el mundo” y de alguna manera, desde mi punto de vista, decreta un poco lo que sucederá, ¿no? “Mi voz para el mundo”, el nombre, surgió naturalmente, orgánicamente y también forma parte de mis canciones como latiguillo.
–Tenés varios latiguillos, como “Esto es cumbia”. Metés frases a la manera del hip hop, ¿no?
–Si, no lo había pensado. Tiene un nombre en inglés también (spoken word). Se estila mucho ahora. Desde mis primeros discos que tengo esas frases en mis canciones, como “Mi voz para el mundo” o “Esto es cumbia”.
–¿“Mi voz para el mundo” tiene que ver con que tus canciones llegaron a públicos remotos a los que vos todavía no llegaste en persona?
–También. Viste que a veces pasa, más que nada hoy en día con las nuevas plataformas, que tu música llega a lugares muy lejanos. Viendo las estadísticas de las plataformas, por ejemplo, mi música se escucha un montón en Suecia. ¿Sabrán quién soy? Por ahí es gente latina que vive allá, ¿no? Pero digo, qué lindo sería visitarlos y poder decirles “acá estoy”. Y esa es la idea. “Mi voz para el mundo” decreta ese deseo que tengo de ser un artista internacional, de llevar, precisamente, mi voz a todo el mundo, de que me conozca la gente cantando, de pisar los escenarios más grandes e importantes.
–¿Y qué escenario te gustaría pisar?
–Me veo en el Madison Square Garden. Me gustaría también hacer una de esas temporadas que hacen en Las Vegas. ¿Cómo es que le llaman?
–Residencias.
–Eso, hacer una residencia en Las Vegas. Después de 16 años de carrera y aun con todo lo que todavía me falta por adquirir, como experiencia y más aprendizaje, me veo súper preparada para encarar esos escenarios y esos objetivos.
–Cuando hablás de 16 años de carrera te referís a la cantante profesional, pero vos empezaste a cantar desde muy chica…
–Sí, creo que canté primero y dije “mamá” después. O se lo dije cantando (risas).
Después de la ocurrencia, Ángela Leiva larga una carcajada. Su risa es afinada, como su canto y va más allá de los dominios de la charla. Contagia y motiva al interlocutor a esmerarse para provocar otra.
“En mi casa siempre me dijeron que canto desde muy chiquita. A mi familia siempre le gustó mucho la música. Mi viejo cantaba bien y mis hermanos cantan bien, lo que pasa es que ellos son tímidos. Yo no, yo perdí la timidez hace muchos años (vuelve a reír). Todo el tiempo cantábamos en casa y en el horario de la comida nos poníamos a cantar en la mesa. Me acuerdo muy bien de la frase: ”Basta, en la mesa no se canta”, porque podíamos ser insoportables. Así que si, canto desde muy chiquita. Me encerraba en el baño, era una pulga y me paraba en un banquito para mirarme al espejo.
–¿Y qué se escuchaba en tu casa?
–En mi casa se escuchaba de todo. Muchas baladas, mucha música latina. Después apareció la cumbia en nuestras vidas. Nosotros somos de Tandil. Los tres hermanos nacimos en Tandil. Mi mamá nació en Buenos Aires pero se fue a vivir de muy chica allá. Mi papá también nació en Tandil. Y nos vinimos a vivir a mis 8 años a Buenos Aires. Y acá conocimos la cumbia y empezó a ser parte de nuestra rutina. Los fines de semana se escuchaba todo el día cumbia en casa y también a los románticos. Mi papá era muy romántico: Luis Miguel, Cristian Castro, Ricky Martin también. Yo me quedé con esa herencia. Claramente. Y eso lo fusioné con la cumbia, que también tiene su lado romántico. La cumbia te hace bailar pero también tiene sus canciones duras para el cora.
–Te criaste en la época del boom de la cumbia y de la música tropical en general.
–Si, tal cual. Fue una época maravillosa. Yo nací en el 88 y siempre digo que mi música es la música de los 80, aunque no viví la época. Me acuerdo que mi abuela me había regalado un walkman y ahí ponía la radio y me dormía todas las noches escuchando música. Yo tenía 5, 6 años y todavía la música de los 80 sonaba, sobre todo en las radios de clásicos. Creo que es por eso que a la música ochentosa la siento de mi época. Como si yo la hubiese bailado, como si hubiese bailado lentos. Y no pasó, no tuve esa suerte.
–Ángela, contame del concurso de canto al que te presentaste en tus comienzos. ¿Cómo llegaste a “Pasión canta”, el certamen de talentos de Pasión de sábado? ¿Qué tuvo que pasar para que te animaras a ir?
–Yo ya tenía 18 años, antes había tenido mis bandas de cumbia en el barrio. Un día estábamos escuchando la radio con mi vieja y estaban pasando la publicidad del concurso. Mamá me dice: “Tenés que ir, hija”. “Ni loca voy, mamá”, le dije yo. Todavía era muy tímida, pero un día llegó un amigo y me dijo que me acompañaba. Así que fui medio de prepo.
–¿Y cómo te sentiste?
–Muy nerviosa. Ese día estaba como hoy, nublado, medio lluvioso, ¿viste? Y la fila de gente era al aire libre. Eso me afectó la garganta pero más la cabeza. “Listo, no voy a hacer bien el casting este”, pensé en ese momento. Ni me salía la voz. Me llega mi turno y me presento a la cámara y digo: “Hola, ¿qué tal? Mi nombre es Ángela Leiva. Estoy un poquito mal”. Lo dije con la voz tomada, pero cuando abrí la boca canté como si nada. Parecía que les estaba haciendo un chiste, pero bueno, a veces la cabeza te juega una mala pasada. Al final quedé y gané el concurso.
–Desde tus comienzos compartiste escenario con más hombres que mujeres. En la industria en general hay muchos más hombres. ¿Te costó encontrar tu lugar en la escena?
–Sí, sobre todo cuando empezaba. Me tuve que acostumbrar. Igual, yo siempre fui muy varonera. Siempre me llevé mejor con los varones que con las mujeres, no sé por qué. O por lo menos se dio así, tenía mayoría de amigos varones. Después, cuando fui creciendo, tuve mi primera banda y estaba rodeado de hombres. Eran amigos, me respetaban muchísimo, me cuidaban. Eran todos más grandes que yo, pero siempre fui medio mandona y los tenía cagando. Así, que por ese lado no fue tan raro. Con el tiempo sí me fui encontrando con un mundo machista y lo fui manejando como pude. Pero tenía a mi papá al lado que me acompañó a todos lados los primeros años. En esa época, hace quince años, había un destrato a las mujeres. Hay cosas que me pasaban en esa época que hoy no me pasan ni loca. Ni loca.
–Tus canciones retratan historias de amor y de desamor: amores que terminaron mal o antes de tiempo. ¿Qué te pasa cuando cantás esos temas? Como “Amiga traidora”, por ejemplo.
–¿Vos sabés que nunca tuve una amiga traidora? Nunca. De hecho, yo la grabé con 18, casi 19 años y no sabía lo que estaba cantando. Lo mismo me pasaba con las canciones de desamor. ¿Qué experiencia de desamor tan grave iba a tener a esa edad? Pero siempre me destaqué por ser una buena intérprete y creo que eso a mí me salvó en esas canciones. Después, con los años, cuando fui creciendo fui teniendo mis propias experiencias y con las historias de amor me empezó a pasar: “Wow, esto me está pasando o me pasó”, pensaba. Entonces me di cuenta que también las podía interpretar desde otro lado, con conocimiento de causa. Y a la gente eso le gusta. El morbo de saber a quién se lo canto o imaginar a quién se lo puedo cantar es divertido.
–Bueno, ahora acabas de estrenar “Ya me olvidé”, con un videoclip muy contundente y vestida de novia. Me imagino que hay alguna dedicatoria ahí. ¿Tiene que ver con la última relación que tuviste que terminó hace muy poco?
–Como dice la Jelinek, lo dejo a tu criterio (lanza una nueva carcajada). Los artistas tenemos la suerte de tener esa herramienta, que es la de canalizar lo que nos pasa con canciones, con letras, con música, sin necesidad de poner nombre y apellido. La gente entiende, la gente sabe y no hace falta aclarar más.
–Contaste en muchas ocasiones lo que viviste con tu exmanager y expareja. ¿Cómo viviste el momento en el que tomaste la decisión de separarte y, luego, de volver a empezar de cero?
–Fue algo de muchos años. Fueron ocho años con esa persona y yo desconocía totalmente el negocio. Yo empecé a trabajar con él desde la confianza y desde decirle: “Tomá, te entrego mi carrera, manejala”. Porque yo venía de una mala experiencia en mis inicios, allá por 2009, 2010. Y bueno, uno piensa que siempre se va a algo mejor y no; salí de Guatemala para entrar a guatepeor.
–Y te llevó tiempo separarte, ¿no?
–Me llevó años. Me di cuenta después que estaba sumergida en una manipulación muy grande. Fueron muchos años, no solo vivía y dormía con él, sino que él también manejaba todo, mi carrera, lo económico. No había ningún tipo de límite. Para mi él era Dios. Fue muy difícil. Un día me encontré muy mal como mujer, como persona, le pedí perdón, le dije que me quería separar, pero le rogué que siguiera manejando mi carrera. Yo sin saber nada de lo que estaba pasando. Hacía más de la mitad de la relación que yo me quería separar y no podía. Él era un titiritero, tenía el manejo total sobre mi vida y cuando me puse firme yo pensé que realmente me iba a dedicar a otra cosa, porque él me amenazaba y me decía que si me separaba se iba a encargar de que no funcionara más mi carrera. Y le creí.
–Pero igual pudiste dar el paso…
–Sí, dije: “Bueno, me separo y me dedicaré a otra cosa”. Pero no podía vivir más con él.
–Frases tan hirientes como la que recordás que te dijo en ese momento no se olvidan más…
–Tal cual y era parte de la manipulación, de un trabajo de hormiga de 8 años. Hasta llegó a manejar la economía de mis viejos. Porque él era el típico que se hacía amigo de tu papá.
–¿Qué te ayudó a salir?
–Mi necesidad de dejar de ser una infeliz.
–Siempre contás que tenés una amiga que te ayudó mucho…
–Kari, vino hoy conmigo. Es mi hermana prácticamente y ella me ayudó un montón y me sigue ayudando en todo. Somos muy compañeras y justo hoy es su cumpleaños. En ese momento fue fundamental porque yo estaba muy sola. Mi viejo ya no vivía con nosotros, estaba viviendo en Tandil y mi mamá ya había fallecido.
Ángela llegó a pensar que su carrera y su voz le pertenecían a su ex, pero logró superar el momento y retomar su profesión desde la autogestión y la independencia. “La manipulación continuó después, hasta que un día me animé a poner abogados. El abogado un día me cita y me dice: “Nena, ¿vos entendés todo lo que está pasando?”. Y me empezó a explicar. Yo hasta tenía deudas de él, con mi nombre, y no lo sabía. Ahí terminé de darme y dije: “Yo soy la cantante, soy la que tiene la voz, soy la dueña de mi carrera y soy autónoma. Durante todos estos años, desde aquel 2018 en que me separé, él siguió haciendo de las suyas. Lo denuncié, logré que le pusieran perimetrales y hoy por hoy tiene una cautelar.
–¿Y él sigue trabajando en la música?
–Sí, hay gente que lo contrata. Él se quedó con toda una estructura que también es mía. Con esa estructura pudo vender humo. Yo lo único que quiero es que me deje tranquila, nada más. La Justicia está de mi lado.
–Volviste a grabar las canciones que te hicieron crecer, las que se convirtieron en hits y que dejaron de pertenecerte; por las que ahora cobra tu exmanager.
–El repertorio es del artista y tengo derecho a seguir cantando esos temas.
–El último tiempo te animaste a hacer varios duetos, algunos impensados como el que hiciste con Emanero…
–Fede es muy talentoso [su nombre es Federico Andres Giannoni] y la está rompiendo con su música, se lo remerece. Cuando me llamó ni dudé en decirle que si. Fue un halago. Y se vienen un montón de feats. que todavía no puedo contar.
–¿Soñás con alguno que hoy puede parecer imposible?
–Con Marc Anthony. Yo apunto bien arriba, ¿viste? Te tiré el Madison Square Garden, ahora Marc Anthony. También me gustaría con Thalía, que la escuché haciendo cumbia con Los Ángeles Azules.
Ángela Leiva lleva su “oficina” a cuestas. Llega a la redacción de LA NACION con su gran amiga Kari, con su jefa de prensa, con su estilista… Llega con su equipo, con esa mesa chica que la rodea y que trabaja a la par de ella. Tiene una nueva y extensísima gira que empieza por estos días, “Mi voz para el mundo” y está dispuesta a hablar de eso, de sus 15 años de carrera profesional, de su nueva canción, “Ya me olvidé” y también de los momentos más amargos que le tocó vivir.
Su tour comienza en junio en el Teatro Colonial de Avellaneda y se extiende por todo el país y por varios puntos del exterior, como España, tierra en la que aterrizará en noviembre para presentarse en Barcelona, Mallorca, Valencia, Madrid y Málaga. Pero primero la charla, distendida, sentida y con el plus de su sonrisa generosa.
–Estás arrancando en muy poco tiempo, en días no más, tu gira por los 15 años y es una muy especial para vos, ¿no?
–Si, esta gira es muy especial, porque no solamente le da como un final al festejo de los 15 años, porque ya acabo de cumplir 16 de carrera, sino que es como una nueva etapa para mí, donde también el título dice mucho, ¿no? La gira se llama “Mi voz para el mundo” y de alguna manera, desde mi punto de vista, decreta un poco lo que sucederá, ¿no? “Mi voz para el mundo”, el nombre, surgió naturalmente, orgánicamente y también forma parte de mis canciones como latiguillo.
–Tenés varios latiguillos, como “Esto es cumbia”. Metés frases a la manera del hip hop, ¿no?
–Si, no lo había pensado. Tiene un nombre en inglés también (spoken word). Se estila mucho ahora. Desde mis primeros discos que tengo esas frases en mis canciones, como “Mi voz para el mundo” o “Esto es cumbia”.
–¿“Mi voz para el mundo” tiene que ver con que tus canciones llegaron a públicos remotos a los que vos todavía no llegaste en persona?
–También. Viste que a veces pasa, más que nada hoy en día con las nuevas plataformas, que tu música llega a lugares muy lejanos. Viendo las estadísticas de las plataformas, por ejemplo, mi música se escucha un montón en Suecia. ¿Sabrán quién soy? Por ahí es gente latina que vive allá, ¿no? Pero digo, qué lindo sería visitarlos y poder decirles “acá estoy”. Y esa es la idea. “Mi voz para el mundo” decreta ese deseo que tengo de ser un artista internacional, de llevar, precisamente, mi voz a todo el mundo, de que me conozca la gente cantando, de pisar los escenarios más grandes e importantes.
–¿Y qué escenario te gustaría pisar?
–Me veo en el Madison Square Garden. Me gustaría también hacer una de esas temporadas que hacen en Las Vegas. ¿Cómo es que le llaman?
–Residencias.
–Eso, hacer una residencia en Las Vegas. Después de 16 años de carrera y aun con todo lo que todavía me falta por adquirir, como experiencia y más aprendizaje, me veo súper preparada para encarar esos escenarios y esos objetivos.
–Cuando hablás de 16 años de carrera te referís a la cantante profesional, pero vos empezaste a cantar desde muy chica…
–Sí, creo que canté primero y dije “mamá” después. O se lo dije cantando (risas).
Después de la ocurrencia, Ángela Leiva larga una carcajada. Su risa es afinada, como su canto y va más allá de los dominios de la charla. Contagia y motiva al interlocutor a esmerarse para provocar otra.
“En mi casa siempre me dijeron que canto desde muy chiquita. A mi familia siempre le gustó mucho la música. Mi viejo cantaba bien y mis hermanos cantan bien, lo que pasa es que ellos son tímidos. Yo no, yo perdí la timidez hace muchos años (vuelve a reír). Todo el tiempo cantábamos en casa y en el horario de la comida nos poníamos a cantar en la mesa. Me acuerdo muy bien de la frase: ”Basta, en la mesa no se canta”, porque podíamos ser insoportables. Así que si, canto desde muy chiquita. Me encerraba en el baño, era una pulga y me paraba en un banquito para mirarme al espejo.
–¿Y qué se escuchaba en tu casa?
–En mi casa se escuchaba de todo. Muchas baladas, mucha música latina. Después apareció la cumbia en nuestras vidas. Nosotros somos de Tandil. Los tres hermanos nacimos en Tandil. Mi mamá nació en Buenos Aires pero se fue a vivir de muy chica allá. Mi papá también nació en Tandil. Y nos vinimos a vivir a mis 8 años a Buenos Aires. Y acá conocimos la cumbia y empezó a ser parte de nuestra rutina. Los fines de semana se escuchaba todo el día cumbia en casa y también a los románticos. Mi papá era muy romántico: Luis Miguel, Cristian Castro, Ricky Martin también. Yo me quedé con esa herencia. Claramente. Y eso lo fusioné con la cumbia, que también tiene su lado romántico. La cumbia te hace bailar pero también tiene sus canciones duras para el cora.
–Te criaste en la época del boom de la cumbia y de la música tropical en general.
–Si, tal cual. Fue una época maravillosa. Yo nací en el 88 y siempre digo que mi música es la música de los 80, aunque no viví la época. Me acuerdo que mi abuela me había regalado un walkman y ahí ponía la radio y me dormía todas las noches escuchando música. Yo tenía 5, 6 años y todavía la música de los 80 sonaba, sobre todo en las radios de clásicos. Creo que es por eso que a la música ochentosa la siento de mi época. Como si yo la hubiese bailado, como si hubiese bailado lentos. Y no pasó, no tuve esa suerte.
–Ángela, contame del concurso de canto al que te presentaste en tus comienzos. ¿Cómo llegaste a “Pasión canta”, el certamen de talentos de Pasión de sábado? ¿Qué tuvo que pasar para que te animaras a ir?
–Yo ya tenía 18 años, antes había tenido mis bandas de cumbia en el barrio. Un día estábamos escuchando la radio con mi vieja y estaban pasando la publicidad del concurso. Mamá me dice: “Tenés que ir, hija”. “Ni loca voy, mamá”, le dije yo. Todavía era muy tímida, pero un día llegó un amigo y me dijo que me acompañaba. Así que fui medio de prepo.
–¿Y cómo te sentiste?
–Muy nerviosa. Ese día estaba como hoy, nublado, medio lluvioso, ¿viste? Y la fila de gente era al aire libre. Eso me afectó la garganta pero más la cabeza. “Listo, no voy a hacer bien el casting este”, pensé en ese momento. Ni me salía la voz. Me llega mi turno y me presento a la cámara y digo: “Hola, ¿qué tal? Mi nombre es Ángela Leiva. Estoy un poquito mal”. Lo dije con la voz tomada, pero cuando abrí la boca canté como si nada. Parecía que les estaba haciendo un chiste, pero bueno, a veces la cabeza te juega una mala pasada. Al final quedé y gané el concurso.
–Desde tus comienzos compartiste escenario con más hombres que mujeres. En la industria en general hay muchos más hombres. ¿Te costó encontrar tu lugar en la escena?
–Sí, sobre todo cuando empezaba. Me tuve que acostumbrar. Igual, yo siempre fui muy varonera. Siempre me llevé mejor con los varones que con las mujeres, no sé por qué. O por lo menos se dio así, tenía mayoría de amigos varones. Después, cuando fui creciendo, tuve mi primera banda y estaba rodeado de hombres. Eran amigos, me respetaban muchísimo, me cuidaban. Eran todos más grandes que yo, pero siempre fui medio mandona y los tenía cagando. Así, que por ese lado no fue tan raro. Con el tiempo sí me fui encontrando con un mundo machista y lo fui manejando como pude. Pero tenía a mi papá al lado que me acompañó a todos lados los primeros años. En esa época, hace quince años, había un destrato a las mujeres. Hay cosas que me pasaban en esa época que hoy no me pasan ni loca. Ni loca.
–Tus canciones retratan historias de amor y de desamor: amores que terminaron mal o antes de tiempo. ¿Qué te pasa cuando cantás esos temas? Como “Amiga traidora”, por ejemplo.
–¿Vos sabés que nunca tuve una amiga traidora? Nunca. De hecho, yo la grabé con 18, casi 19 años y no sabía lo que estaba cantando. Lo mismo me pasaba con las canciones de desamor. ¿Qué experiencia de desamor tan grave iba a tener a esa edad? Pero siempre me destaqué por ser una buena intérprete y creo que eso a mí me salvó en esas canciones. Después, con los años, cuando fui creciendo fui teniendo mis propias experiencias y con las historias de amor me empezó a pasar: “Wow, esto me está pasando o me pasó”, pensaba. Entonces me di cuenta que también las podía interpretar desde otro lado, con conocimiento de causa. Y a la gente eso le gusta. El morbo de saber a quién se lo canto o imaginar a quién se lo puedo cantar es divertido.
–Bueno, ahora acabas de estrenar “Ya me olvidé”, con un videoclip muy contundente y vestida de novia. Me imagino que hay alguna dedicatoria ahí. ¿Tiene que ver con la última relación que tuviste que terminó hace muy poco?
–Como dice la Jelinek, lo dejo a tu criterio (lanza una nueva carcajada). Los artistas tenemos la suerte de tener esa herramienta, que es la de canalizar lo que nos pasa con canciones, con letras, con música, sin necesidad de poner nombre y apellido. La gente entiende, la gente sabe y no hace falta aclarar más.
–Contaste en muchas ocasiones lo que viviste con tu exmanager y expareja. ¿Cómo viviste el momento en el que tomaste la decisión de separarte y, luego, de volver a empezar de cero?
–Fue algo de muchos años. Fueron ocho años con esa persona y yo desconocía totalmente el negocio. Yo empecé a trabajar con él desde la confianza y desde decirle: “Tomá, te entrego mi carrera, manejala”. Porque yo venía de una mala experiencia en mis inicios, allá por 2009, 2010. Y bueno, uno piensa que siempre se va a algo mejor y no; salí de Guatemala para entrar a guatepeor.
–Y te llevó tiempo separarte, ¿no?
–Me llevó años. Me di cuenta después que estaba sumergida en una manipulación muy grande. Fueron muchos años, no solo vivía y dormía con él, sino que él también manejaba todo, mi carrera, lo económico. No había ningún tipo de límite. Para mi él era Dios. Fue muy difícil. Un día me encontré muy mal como mujer, como persona, le pedí perdón, le dije que me quería separar, pero le rogué que siguiera manejando mi carrera. Yo sin saber nada de lo que estaba pasando. Hacía más de la mitad de la relación que yo me quería separar y no podía. Él era un titiritero, tenía el manejo total sobre mi vida y cuando me puse firme yo pensé que realmente me iba a dedicar a otra cosa, porque él me amenazaba y me decía que si me separaba se iba a encargar de que no funcionara más mi carrera. Y le creí.
–Pero igual pudiste dar el paso…
–Sí, dije: “Bueno, me separo y me dedicaré a otra cosa”. Pero no podía vivir más con él.
–Frases tan hirientes como la que recordás que te dijo en ese momento no se olvidan más…
–Tal cual y era parte de la manipulación, de un trabajo de hormiga de 8 años. Hasta llegó a manejar la economía de mis viejos. Porque él era el típico que se hacía amigo de tu papá.
–¿Qué te ayudó a salir?
–Mi necesidad de dejar de ser una infeliz.
–Siempre contás que tenés una amiga que te ayudó mucho…
–Kari, vino hoy conmigo. Es mi hermana prácticamente y ella me ayudó un montón y me sigue ayudando en todo. Somos muy compañeras y justo hoy es su cumpleaños. En ese momento fue fundamental porque yo estaba muy sola. Mi viejo ya no vivía con nosotros, estaba viviendo en Tandil y mi mamá ya había fallecido.
Ángela llegó a pensar que su carrera y su voz le pertenecían a su ex, pero logró superar el momento y retomar su profesión desde la autogestión y la independencia. “La manipulación continuó después, hasta que un día me animé a poner abogados. El abogado un día me cita y me dice: “Nena, ¿vos entendés todo lo que está pasando?”. Y me empezó a explicar. Yo hasta tenía deudas de él, con mi nombre, y no lo sabía. Ahí terminé de darme y dije: “Yo soy la cantante, soy la que tiene la voz, soy la dueña de mi carrera y soy autónoma. Durante todos estos años, desde aquel 2018 en que me separé, él siguió haciendo de las suyas. Lo denuncié, logré que le pusieran perimetrales y hoy por hoy tiene una cautelar.
–¿Y él sigue trabajando en la música?
–Sí, hay gente que lo contrata. Él se quedó con toda una estructura que también es mía. Con esa estructura pudo vender humo. Yo lo único que quiero es que me deje tranquila, nada más. La Justicia está de mi lado.
–Volviste a grabar las canciones que te hicieron crecer, las que se convirtieron en hits y que dejaron de pertenecerte; por las que ahora cobra tu exmanager.
–El repertorio es del artista y tengo derecho a seguir cantando esos temas.
–El último tiempo te animaste a hacer varios duetos, algunos impensados como el que hiciste con Emanero…
–Fede es muy talentoso [su nombre es Federico Andres Giannoni] y la está rompiendo con su música, se lo remerece. Cuando me llamó ni dudé en decirle que si. Fue un halago. Y se vienen un montón de feats. que todavía no puedo contar.
–¿Soñás con alguno que hoy puede parecer imposible?
–Con Marc Anthony. Yo apunto bien arriba, ¿viste? Te tiré el Madison Square Garden, ahora Marc Anthony. También me gustaría con Thalía, que la escuché haciendo cumbia con Los Ángeles Azules.
A punto de iniciar su nueva gira, la cantante habla de “Ya me olvidé”, la canción que acaba de lanzar, pero también de cómo debió reinventarse en lo personal y en lo profesional cuando tomó la decisión de dejar a su pareja y manager LA NACION