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El Palacio Apostólico: cómo es la residencia que eligió el papa León XIV en el Vaticano

Después de la elección papal, una nueva decisión llamó la atención en el Vaticano: el lugar donde residirá León XIV durante su pontificado. A diferencia de su antecesor, que había optado por la austera Casa Santa Marta, el nuevo Papa eligió instalarse en el Palacio Apostólico, retomando así una tradición que había sido interrumpida en 2013.

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La elección no es menor. Desde el Renacimiento, ese conjunto de edificios adyacente a la Basílica de San Pedro ha sido mucho más que una residencia: es el corazón político, espiritual y artístico del Vaticano. Con más de mil habitaciones, el Palacio Apostólico concentra siglos de historia papal. Allí se encuentran los Apartamentos Pontificios, la Biblioteca Apostólica, oficinas de la Curia y salas de audiencias; también capillas emblemáticas como la Sixtina y estancias decoradas por Rafael.

Las dos residencias que podrían haber sido la nueva casa de León XIV y el papa eligió una de ellas.La Plaza de San Pedro durante el funeral del Papa Francisco. Al fondo se observa el Palacio Apostólico

El gesto de León XIV fue interpretado por muchos como una señal de alineamiento con una visión más institucional del papado, marcada por la solemnidad y la tradición. No se trata solo de un cambio de domicilio, sino de un símbolo. Volver al Palacio implica habitar el centro del poder vaticano, con su estructura jerárquica y su legado arquitectónico y cultural.

La última vez que un papa vivió allí fue Benedicto XVI. En 2013, Francisco sorprendió al mundo al elegir la modesta Casa Santa Marta como residencia. Su decisión fue interpretada como un gesto de austeridad y cercanía, acorde con su estilo pastoral. Desde entonces, la residencia pontificia dejó de ser una obviedad: aquel gesto marcó una ruptura con siglos de tradición, ya que el imponente Palacio Apostólico había sido durante siglos el símbolo del poder papal.

La elección de León XIV, en cambio, marca un retorno a la tradición. Aunque no implica necesariamente un cambio de enfoque doctrinal, sí posiciona al nuevo Papa dentro del escenario más simbólico del Vaticano. El Palacio Apostólico, con sus frescos, mármoles y galerías, vuelve a ser el centro de la vida papal.

El papa Benedicto XVI fue el último en vivir en el Palacio Apostólico hasta su retiro en 2013

¿Cómo es el Palacio Apostólico?

Ubicado junto a la Basílica de San Pedro, el Palacio Apostólico es uno de los conjuntos edilicios más importantes del mundo por su valor histórico, arquitectónico y artístico. También conocido como Palacio Papal o Palacio del Vaticano, comenzó a construirse en el siglo XIV y fue consolidado como residencia oficial de los pontífices a partir del siglo XVII.

El edificio es en realidad un complejo de estructuras interconectadas, con más de mil habitaciones distribuidas en varios niveles. Entre sus espacios más emblemáticos se encuentran los Apartamentos Pontificios, la Biblioteca Apostólica, la Capilla Sixtina, diversas oficinas de la Curia romana y salas destinadas a recepciones y audiencias. Su interior conserva obras de altísimo valor patrimonial, como frescos de Rafael, esculturas renacentistas, tapices, mobiliario de época y revestimientos en mármol.

La Capilla Sixtina es utilizada cuando se lleva a cabo el cónclave para elegir al nuevo Papa

La estructura representa no solo una residencia privada sino también un eje institucional: quien vive allí queda integrado a la vida formal del Vaticano, tanto desde el punto de vista organizativo como ceremonial. En términos arquitectónicos, se trata de un conjunto monumental que combina elementos renacentistas y barrocos, con detalles decorativos de múltiples etapas históricas. Fue el hogar de los Papas durante siglos, hasta que en 2013 se produjo un giro inesperado.

Así está la tabla de precios de la construcción en mayo 2025

El Papa Francisco habla durante una audiencia privada semanal transmitida en vivo desde la biblioteca del palacio apostólico en el Vaticano durante la pandemia del coronavirus

La Casa Santa Marta, la residencia de Francisco

Ubicada dentro de los jardines vaticanos, a escasos metros de la Basílica de San Pedro, la Casa Santa Marta fue inaugurada en 1996 por iniciativa de Juan Pablo II, con el objetivo de brindar alojamiento a los cardenales durante los cónclaves. Diseñada por el arquitecto italiano Giuseppe Facchini, el edificio es moderno, funcional y con un perfil bajo.

La Casa Santa Marta está ubicada sobre el límite del Vaticano, a pasos de la Basílica de San Pedro

Cuenta con 129 habitaciones y 106 suites, distribuidas en cinco niveles. Su estilo arquitectónico es sobrio, con pasillos amplios, espacios comunes sencillos y sin pretensiones. Está equipada como un hotel de tres estrellas y, además de los dormitorios, ofrece capilla, comedor comunitario y salas de reuniones.

Francisco, apenas fue electo en 2013, optó por no instalarse en los tradicionales Apartamentos Papales del Palacio Apostólico. En cambio, eligió vivir en una habitación estándar de Santa Marta. Con ello, buscó mantenerse cerca de otros religiosos, romper con la lógica de privilegios y vivir con humildad. La decisión fue interpretada como una señal fuerte de su estilo pastoral, austero y cercano al pueblo.

La habitación que ocupó el Papa Francisco durante su residencia en la Casa de Santa Marta

Volver al centro del poder

Con la decisión de habitar nuevamente el Palacio Apostólico, León XIV marca un punto de inflexión respecto de su antecesor. Más que un cambio de domicilio, se trata de un gesto que lo posiciona en el corazón histórico e institucional del Vaticano. La elección refuerza una visión del papado ligada a la tradición, a la solemnidad y al simbolismo de los grandes espacios de poder.

Los departamentos que los compradores dejaron de buscar de un día para el otro

Mientras tanto, la Casa Santa Marta permanece activa como residencia para cardenales y funcionarios eclesiásticos. Su perfil discreto y funcional sigue representando una alternativa más austera dentro de los muros vaticanos. Pero el Papa ya tomó su lugar: el Palacio Apostólico vuelve a ser el centro de la vida papal.

Después de la elección papal, una nueva decisión llamó la atención en el Vaticano: el lugar donde residirá León XIV durante su pontificado. A diferencia de su antecesor, que había optado por la austera Casa Santa Marta, el nuevo Papa eligió instalarse en el Palacio Apostólico, retomando así una tradición que había sido interrumpida en 2013.

Esta es la provincia más barata de Argentina para vivir con alquileres y alimentos a bajo costo

La elección no es menor. Desde el Renacimiento, ese conjunto de edificios adyacente a la Basílica de San Pedro ha sido mucho más que una residencia: es el corazón político, espiritual y artístico del Vaticano. Con más de mil habitaciones, el Palacio Apostólico concentra siglos de historia papal. Allí se encuentran los Apartamentos Pontificios, la Biblioteca Apostólica, oficinas de la Curia y salas de audiencias; también capillas emblemáticas como la Sixtina y estancias decoradas por Rafael.

Las dos residencias que podrían haber sido la nueva casa de León XIV y el papa eligió una de ellas.La Plaza de San Pedro durante el funeral del Papa Francisco. Al fondo se observa el Palacio Apostólico

El gesto de León XIV fue interpretado por muchos como una señal de alineamiento con una visión más institucional del papado, marcada por la solemnidad y la tradición. No se trata solo de un cambio de domicilio, sino de un símbolo. Volver al Palacio implica habitar el centro del poder vaticano, con su estructura jerárquica y su legado arquitectónico y cultural.

La última vez que un papa vivió allí fue Benedicto XVI. En 2013, Francisco sorprendió al mundo al elegir la modesta Casa Santa Marta como residencia. Su decisión fue interpretada como un gesto de austeridad y cercanía, acorde con su estilo pastoral. Desde entonces, la residencia pontificia dejó de ser una obviedad: aquel gesto marcó una ruptura con siglos de tradición, ya que el imponente Palacio Apostólico había sido durante siglos el símbolo del poder papal.

La elección de León XIV, en cambio, marca un retorno a la tradición. Aunque no implica necesariamente un cambio de enfoque doctrinal, sí posiciona al nuevo Papa dentro del escenario más simbólico del Vaticano. El Palacio Apostólico, con sus frescos, mármoles y galerías, vuelve a ser el centro de la vida papal.

El papa Benedicto XVI fue el último en vivir en el Palacio Apostólico hasta su retiro en 2013

¿Cómo es el Palacio Apostólico?

Ubicado junto a la Basílica de San Pedro, el Palacio Apostólico es uno de los conjuntos edilicios más importantes del mundo por su valor histórico, arquitectónico y artístico. También conocido como Palacio Papal o Palacio del Vaticano, comenzó a construirse en el siglo XIV y fue consolidado como residencia oficial de los pontífices a partir del siglo XVII.

El edificio es en realidad un complejo de estructuras interconectadas, con más de mil habitaciones distribuidas en varios niveles. Entre sus espacios más emblemáticos se encuentran los Apartamentos Pontificios, la Biblioteca Apostólica, la Capilla Sixtina, diversas oficinas de la Curia romana y salas destinadas a recepciones y audiencias. Su interior conserva obras de altísimo valor patrimonial, como frescos de Rafael, esculturas renacentistas, tapices, mobiliario de época y revestimientos en mármol.

La Capilla Sixtina es utilizada cuando se lleva a cabo el cónclave para elegir al nuevo Papa

La estructura representa no solo una residencia privada sino también un eje institucional: quien vive allí queda integrado a la vida formal del Vaticano, tanto desde el punto de vista organizativo como ceremonial. En términos arquitectónicos, se trata de un conjunto monumental que combina elementos renacentistas y barrocos, con detalles decorativos de múltiples etapas históricas. Fue el hogar de los Papas durante siglos, hasta que en 2013 se produjo un giro inesperado.

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La Casa Santa Marta, la residencia de Francisco

Ubicada dentro de los jardines vaticanos, a escasos metros de la Basílica de San Pedro, la Casa Santa Marta fue inaugurada en 1996 por iniciativa de Juan Pablo II, con el objetivo de brindar alojamiento a los cardenales durante los cónclaves. Diseñada por el arquitecto italiano Giuseppe Facchini, el edificio es moderno, funcional y con un perfil bajo.

La Casa Santa Marta está ubicada sobre el límite del Vaticano, a pasos de la Basílica de San Pedro

Cuenta con 129 habitaciones y 106 suites, distribuidas en cinco niveles. Su estilo arquitectónico es sobrio, con pasillos amplios, espacios comunes sencillos y sin pretensiones. Está equipada como un hotel de tres estrellas y, además de los dormitorios, ofrece capilla, comedor comunitario y salas de reuniones.

Francisco, apenas fue electo en 2013, optó por no instalarse en los tradicionales Apartamentos Papales del Palacio Apostólico. En cambio, eligió vivir en una habitación estándar de Santa Marta. Con ello, buscó mantenerse cerca de otros religiosos, romper con la lógica de privilegios y vivir con humildad. La decisión fue interpretada como una señal fuerte de su estilo pastoral, austero y cercano al pueblo.

La habitación que ocupó el Papa Francisco durante su residencia en la Casa de Santa Marta

Volver al centro del poder

Con la decisión de habitar nuevamente el Palacio Apostólico, León XIV marca un punto de inflexión respecto de su antecesor. Más que un cambio de domicilio, se trata de un gesto que lo posiciona en el corazón histórico e institucional del Vaticano. La elección refuerza una visión del papado ligada a la tradición, a la solemnidad y al simbolismo de los grandes espacios de poder.

Los departamentos que los compradores dejaron de buscar de un día para el otro

Mientras tanto, la Casa Santa Marta permanece activa como residencia para cardenales y funcionarios eclesiásticos. Su perfil discreto y funcional sigue representando una alternativa más austera dentro de los muros vaticanos. Pero el Papa ya tomó su lugar: el Palacio Apostólico vuelve a ser el centro de la vida papal.

 Tras ser proclamado como el nuevo pontífice, León XIV optó por instalarse en el histórico Palacio Apostólico, retomando una tradición que Francisco había dejado de lado  LA NACION

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