Interés GeneralNacionalesUltimas Noticias

Boy Olmi. Habla de su amor de 32 años con Carola Reyna y su inminente abuelazgo, y nos muestra los “tesoros” de su guardarropa

Acostumbrado a recorrer alfombras rojas, festivales internacionales y participar en fiestas del showbiz por su trabajo como actor, presentador y director de cine, Boy Olmi (69) jamás defrauda con sus looks. No hay reglas ni mandatos en su vestir, sino un genuino fluir con las prendas que atesora en su vestidor, un universo variado de texturas, colores, y muchos recuerdos que hoy, con espíritu lúdico, se atreve a revelarle a ¡HOLA! “Observar el fenómeno de la ropa como algo aislado de la persona es un punto de vista parcial, todas nuestras manifestaciones tienen que ver con eso que somos. Yo me visto como vivo”, arranca la charla Boy en el living de su departamento en Montserrat, mientras diluvia. Y sigue: “Vestirme es una mezcla de situaciones emocionales, meteorológicas, sociales, de necesidad: me fijo a qué hora del día es el compromiso, la temperatura, cómo está mi ánimo, con qué soñé, con quién me voy a encontrar, para qué voy, qué quiero contar de lo que me pasa hoy. Todas esas cosas confluyen inconscientemente. No sigo modas ni pienso en qué se usa este año porque sería ver la realidad de una manera sesgada”.

Boy posa con el frac y la galera que viene 
de sus antepasados Olmi y le suma un prendedor que es obra de un querido amigo, Rafael Barragán, que fue compañero suyo 
en Arquitectura.

–Veo que hay varias prendas con “historia” en tu guardarropa…

–No suelo ir al negocio que está de moda, o que sé que tiene buena ropa. Voy acumulando algunas cosas que me van importando, como el frac que me puse para esta producción y viene de mis ancestros Olmi. A mi abuelo le gustaba mucho la ropa, también los sombreros. La elegancia tiene que ver con encontrar la ropa para cada ocasión, y él sabía cómo hacerlo.

–¿Qué te mueve a comprar una prenda?

–Busco que resuene en algún lugar en mí. Cuando estuve en China por un festival me compré ropa porque me pareció fascinante. Otra vez, en París, también estaba por trabajo, y vi un saco violentamente rojo de terciopelo y dije: “Eso tiene que ser mío” porque me expresaba. Y así fue. Somos muy pocas las personas en el mundo que tenemos la posibilidad de tener casa, comida, educación. Y si a eso le sumamos la posibilidad de comprar algo de ropa, eligiendo, ya es un privilegio muy grande. Entonces no abuso.

Le agrega a su outfit el arco que se mandó hacer a medida hace años, ya que la arquería es una actividad que le encanta practicar.

–¿Qué hacés con lo que tenés pasados unos años?

–Algunas cosas las regalo, es un problema acumular. Y lo que guardo me divierte encontrarle la ocasión especial. Por ejemplo, cuando murió la mamá de Carola [Reyna, su pareja desde hace treinta y dos años], que era muy elegante, al desarmar el departamento encontramos un saco medio Versace. Aunque no le escapo al color, esos colores eran demasiado incluso para mí, pero pensé: “Lo guardo para alguna ocasión”. Y llegó con una invitación a una fiesta especial de la Fura dels Baus.

–¿Cuánto tardás en definir qué te vas a poner?

–Nada. Carola, como mujer elegante y coqueta que es, tarda en elegir su vestuario, se propone una cosa, prueba otra. Yo puedo entrar a casa con cinco minutos para cambiarme y elegir rápido sin que eso signifique ponerme cualquier cosa. Tengo mucha certeza para elegir.

–¿Siempre fuiste así?

–Sí. Esto está ligado al juego, a involucrarse con las cosas desde cierto lugar. Estoy preparando un unipersonal donde voy a hablar sobre mí en relación a por qué somos los que somos, y para eso estoy investigando mi árbol genealógico. Me importa entender quién soy, de dónde me vienen síntomas, mandatos y tendencias que me llegaron del inconsciente transgeneracional. Por lo general, construimos una identidad en la que adoptamos un personaje y da mucho trabajo sostenerlo porque somos más que una sola cosa. Sostener el personaje del elegante es tan difícil como el del desarreglado, todo tiene una elección. Yo a veces elijo estar desarreglado y estoy supercómodo. [Piensa]. La vida es muy complicada, tiene mucho dolor y sufrimiento, pero también muchas posibilidades para compensarlo con la alegría, el placer, el disfrute. Entonces me proveo de situaciones que creo me van a hacer bien, me van a gustar, a reparar, armonizar.

“Estas zapatillas Flecha son parte de una reedición. Son iguales a las que  usaba de chico”, dice.

–De hecho, meditás hace años.

–Hay un deseo de crecer como persona, para intentar ser mejor para mí y el resto de los seres vivos. He ido a buscar todo eso en maestros, he practicado miles de cosas a lo largo de mi vida, artes marciales, yoga… Pero cocinar o caminar también puede ser meditativo. Mi paso por MasterChef fue fugaz y llamativo porque no pretendía instalarme en la televisión para ser cocinero, sino cocinar y trabajar de eso mientras durara. Y la pasé muy bien. Pero la paso mejor cocinando en casa, para mis amigos. Me ocupo, preparo de todo, según el día, o quién viene, algo así como con la ropa.

–Carola también se viste muy bien. ¿Coordinan sus looks si salen juntos?

–Somos muy compañeros y muy distintos. Puede pasar que vayamos juntos a una reunión, cada uno elige qué se va a poner por su lado, y coincidimos sin proponérnoslo. Carola es muy coqueta, muy elegante, muy atractiva. Para mí es muy bella sin estar tras los recursos quirúrgicos y terapéuticos para que una mujer se transforme en bella cuando no lo es. Y no hablo de los cánones ideales que nos han impuesto, sino de que el interior y el exterior se parezcan. Por eso estamos tratando de madurar y próximamente envejecer con onda. [Se ríe]. La belleza está en la armonía que se produce entre la forma y el fondo. Yo en Carola encuentro todo eso, es el amor de mi vida. Nos encontramos hace treinta y dos años para seguir nuestro camino juntos, pero nos conocemos desde siempre, aunque yo soy un poco más grande que ella.

–La semana pasada se volvió viral un video donde le estás sacando una foto en la cancha de River.

–Nos encanta ir a la cancha, aunque no vamos tan seguido. Ese día nos invitaron. Carola tiene un hijo que vive en España y es fanático de River. En un momento se fue al borde de la tribuna para mirar y conectarse con la alegría. La vi desde arriba y pensé que era una muy linda foto para que le mandara a su hijo. Y eso hice con mi teléfono. Mientras tanto, Peter Alfonso, que estaba en la misma tribuna, vio la escena y se permitió filmarla. Después nos pidió autorización para subirla a sus redes. Yo no tengo X (ex Twitter), pero me enteré de que había más de un millón y medio de personas compartiendo cómo yo le sacaba una foto a Carola. Eso no estaba pensando en términos de producir algo para compartir, más allá de que lo subí en Instagram para agradecer. Lo que siento es que la gente está necesitando conectar con la simpleza que tiene que un hombre que ama a su mujer le saque una foto.

Una selfie reciente alentando a River en el Monumental. “Carola es el amor de mi vida. 
Nos encontramos hace treinta y dos años para seguir nuestro camino juntos, pero nos conocemos desde siempre”, declara Boy.

–¿Es cierto que vas a ser abuelo?

–¡Sí! El mes que viene voy a ser abuelo por primera vez. Es una mujer, hija de Carlos, mi único hijo. Estoy muy contento.

–¿Cómo te preparás?

–Con absoluta felicidad. Sé que es un portal que se abre. Ser padre nos abre una posibilidad de mucha felicidad y aprendizaje y el ser abuelo también. Vienen muchas cosas nuevas y a mí lo nuevo me gusta mucho. Para mí ser padre fue una revelación y ahora ser abuelo me fascina como plan en este momento de mi vida, además de todas las cosas que hago, que son muchas.

Un outfit de inspiración marinera: pantalón a rayas, botas de lluvia, y chaqueta original militar que compró en una tienda de ropa usada en Nueva York.

–¿Te imaginás cómo vas a ser con tu nieta?

–Como todo lo nuevo, uno se imagina un montón de cosas y sé que me voy a sorprender muchísimo.

A pesar de que llovía torrencialmente, Boy se animó a posar en el patio, con las plantas tropicales y el mural botánico que decora la pared del fondo.

–¿Cómo sigue tu año?

–Los domingos de junio vamos a reestrenar la obra La heladería en Dumont, un teatro del off muy interesante. Es un espectáculo que pone sobre la mesa estos valores de los que hablamos hoy, como reconocer el valor de las emociones, de los sentidos, de los ancestros, con la metáfora y anécdota de una dinastía de heladeros inmigrantes italianos que crearon una de las mejores 100 heladerías del mundo, Scannapieco. También estoy editando un documental sobre mi último encuentro con Jane Goodall, una inglesa líder en la defensa del medioambiente. Soy su amigo y hago lo posible por expandir su mensaje y este año, cuando vino al país, la llevé a lo de Lito Vitale, donde nos reunimos con Hilda Lizarazu, Nacha Guevara y un montón de gente superinteresante. Hicimos una especie de canalización sonora de lo que Jane hablaba, con improvisaciones sonoras para vibrar el sonido de sus palabras.

El cielo truena y marca la despedida. Hace rato a Boy lo esperan en un almuerzo. Por suerte, prepararse para salir no va a demorarlo.

La tapa de revista ¡Hola! de esta semana

Acostumbrado a recorrer alfombras rojas, festivales internacionales y participar en fiestas del showbiz por su trabajo como actor, presentador y director de cine, Boy Olmi (69) jamás defrauda con sus looks. No hay reglas ni mandatos en su vestir, sino un genuino fluir con las prendas que atesora en su vestidor, un universo variado de texturas, colores, y muchos recuerdos que hoy, con espíritu lúdico, se atreve a revelarle a ¡HOLA! “Observar el fenómeno de la ropa como algo aislado de la persona es un punto de vista parcial, todas nuestras manifestaciones tienen que ver con eso que somos. Yo me visto como vivo”, arranca la charla Boy en el living de su departamento en Montserrat, mientras diluvia. Y sigue: “Vestirme es una mezcla de situaciones emocionales, meteorológicas, sociales, de necesidad: me fijo a qué hora del día es el compromiso, la temperatura, cómo está mi ánimo, con qué soñé, con quién me voy a encontrar, para qué voy, qué quiero contar de lo que me pasa hoy. Todas esas cosas confluyen inconscientemente. No sigo modas ni pienso en qué se usa este año porque sería ver la realidad de una manera sesgada”.

Boy posa con el frac y la galera que viene 
de sus antepasados Olmi y le suma un prendedor que es obra de un querido amigo, Rafael Barragán, que fue compañero suyo 
en Arquitectura.

–Veo que hay varias prendas con “historia” en tu guardarropa…

–No suelo ir al negocio que está de moda, o que sé que tiene buena ropa. Voy acumulando algunas cosas que me van importando, como el frac que me puse para esta producción y viene de mis ancestros Olmi. A mi abuelo le gustaba mucho la ropa, también los sombreros. La elegancia tiene que ver con encontrar la ropa para cada ocasión, y él sabía cómo hacerlo.

–¿Qué te mueve a comprar una prenda?

–Busco que resuene en algún lugar en mí. Cuando estuve en China por un festival me compré ropa porque me pareció fascinante. Otra vez, en París, también estaba por trabajo, y vi un saco violentamente rojo de terciopelo y dije: “Eso tiene que ser mío” porque me expresaba. Y así fue. Somos muy pocas las personas en el mundo que tenemos la posibilidad de tener casa, comida, educación. Y si a eso le sumamos la posibilidad de comprar algo de ropa, eligiendo, ya es un privilegio muy grande. Entonces no abuso.

Le agrega a su outfit el arco que se mandó hacer a medida hace años, ya que la arquería es una actividad que le encanta practicar.

–¿Qué hacés con lo que tenés pasados unos años?

–Algunas cosas las regalo, es un problema acumular. Y lo que guardo me divierte encontrarle la ocasión especial. Por ejemplo, cuando murió la mamá de Carola [Reyna, su pareja desde hace treinta y dos años], que era muy elegante, al desarmar el departamento encontramos un saco medio Versace. Aunque no le escapo al color, esos colores eran demasiado incluso para mí, pero pensé: “Lo guardo para alguna ocasión”. Y llegó con una invitación a una fiesta especial de la Fura dels Baus.

–¿Cuánto tardás en definir qué te vas a poner?

–Nada. Carola, como mujer elegante y coqueta que es, tarda en elegir su vestuario, se propone una cosa, prueba otra. Yo puedo entrar a casa con cinco minutos para cambiarme y elegir rápido sin que eso signifique ponerme cualquier cosa. Tengo mucha certeza para elegir.

–¿Siempre fuiste así?

–Sí. Esto está ligado al juego, a involucrarse con las cosas desde cierto lugar. Estoy preparando un unipersonal donde voy a hablar sobre mí en relación a por qué somos los que somos, y para eso estoy investigando mi árbol genealógico. Me importa entender quién soy, de dónde me vienen síntomas, mandatos y tendencias que me llegaron del inconsciente transgeneracional. Por lo general, construimos una identidad en la que adoptamos un personaje y da mucho trabajo sostenerlo porque somos más que una sola cosa. Sostener el personaje del elegante es tan difícil como el del desarreglado, todo tiene una elección. Yo a veces elijo estar desarreglado y estoy supercómodo. [Piensa]. La vida es muy complicada, tiene mucho dolor y sufrimiento, pero también muchas posibilidades para compensarlo con la alegría, el placer, el disfrute. Entonces me proveo de situaciones que creo me van a hacer bien, me van a gustar, a reparar, armonizar.

“Estas zapatillas Flecha son parte de una reedición. Son iguales a las que  usaba de chico”, dice.

–De hecho, meditás hace años.

–Hay un deseo de crecer como persona, para intentar ser mejor para mí y el resto de los seres vivos. He ido a buscar todo eso en maestros, he practicado miles de cosas a lo largo de mi vida, artes marciales, yoga… Pero cocinar o caminar también puede ser meditativo. Mi paso por MasterChef fue fugaz y llamativo porque no pretendía instalarme en la televisión para ser cocinero, sino cocinar y trabajar de eso mientras durara. Y la pasé muy bien. Pero la paso mejor cocinando en casa, para mis amigos. Me ocupo, preparo de todo, según el día, o quién viene, algo así como con la ropa.

–Carola también se viste muy bien. ¿Coordinan sus looks si salen juntos?

–Somos muy compañeros y muy distintos. Puede pasar que vayamos juntos a una reunión, cada uno elige qué se va a poner por su lado, y coincidimos sin proponérnoslo. Carola es muy coqueta, muy elegante, muy atractiva. Para mí es muy bella sin estar tras los recursos quirúrgicos y terapéuticos para que una mujer se transforme en bella cuando no lo es. Y no hablo de los cánones ideales que nos han impuesto, sino de que el interior y el exterior se parezcan. Por eso estamos tratando de madurar y próximamente envejecer con onda. [Se ríe]. La belleza está en la armonía que se produce entre la forma y el fondo. Yo en Carola encuentro todo eso, es el amor de mi vida. Nos encontramos hace treinta y dos años para seguir nuestro camino juntos, pero nos conocemos desde siempre, aunque yo soy un poco más grande que ella.

–La semana pasada se volvió viral un video donde le estás sacando una foto en la cancha de River.

–Nos encanta ir a la cancha, aunque no vamos tan seguido. Ese día nos invitaron. Carola tiene un hijo que vive en España y es fanático de River. En un momento se fue al borde de la tribuna para mirar y conectarse con la alegría. La vi desde arriba y pensé que era una muy linda foto para que le mandara a su hijo. Y eso hice con mi teléfono. Mientras tanto, Peter Alfonso, que estaba en la misma tribuna, vio la escena y se permitió filmarla. Después nos pidió autorización para subirla a sus redes. Yo no tengo X (ex Twitter), pero me enteré de que había más de un millón y medio de personas compartiendo cómo yo le sacaba una foto a Carola. Eso no estaba pensando en términos de producir algo para compartir, más allá de que lo subí en Instagram para agradecer. Lo que siento es que la gente está necesitando conectar con la simpleza que tiene que un hombre que ama a su mujer le saque una foto.

Una selfie reciente alentando a River en el Monumental. “Carola es el amor de mi vida. 
Nos encontramos hace treinta y dos años para seguir nuestro camino juntos, pero nos conocemos desde siempre”, declara Boy.

–¿Es cierto que vas a ser abuelo?

–¡Sí! El mes que viene voy a ser abuelo por primera vez. Es una mujer, hija de Carlos, mi único hijo. Estoy muy contento.

–¿Cómo te preparás?

–Con absoluta felicidad. Sé que es un portal que se abre. Ser padre nos abre una posibilidad de mucha felicidad y aprendizaje y el ser abuelo también. Vienen muchas cosas nuevas y a mí lo nuevo me gusta mucho. Para mí ser padre fue una revelación y ahora ser abuelo me fascina como plan en este momento de mi vida, además de todas las cosas que hago, que son muchas.

Un outfit de inspiración marinera: pantalón a rayas, botas de lluvia, y chaqueta original militar que compró en una tienda de ropa usada en Nueva York.

–¿Te imaginás cómo vas a ser con tu nieta?

–Como todo lo nuevo, uno se imagina un montón de cosas y sé que me voy a sorprender muchísimo.

A pesar de que llovía torrencialmente, Boy se animó a posar en el patio, con las plantas tropicales y el mural botánico que decora la pared del fondo.

–¿Cómo sigue tu año?

–Los domingos de junio vamos a reestrenar la obra La heladería en Dumont, un teatro del off muy interesante. Es un espectáculo que pone sobre la mesa estos valores de los que hablamos hoy, como reconocer el valor de las emociones, de los sentidos, de los ancestros, con la metáfora y anécdota de una dinastía de heladeros inmigrantes italianos que crearon una de las mejores 100 heladerías del mundo, Scannapieco. También estoy editando un documental sobre mi último encuentro con Jane Goodall, una inglesa líder en la defensa del medioambiente. Soy su amigo y hago lo posible por expandir su mensaje y este año, cuando vino al país, la llevé a lo de Lito Vitale, donde nos reunimos con Hilda Lizarazu, Nacha Guevara y un montón de gente superinteresante. Hicimos una especie de canalización sonora de lo que Jane hablaba, con improvisaciones sonoras para vibrar el sonido de sus palabras.

El cielo truena y marca la despedida. Hace rato a Boy lo esperan en un almuerzo. Por suerte, prepararse para salir no va a demorarlo.

La tapa de revista ¡Hola! de esta semana

 Con espíritu lúdico, el actor y director hilvana historias y recuerdos a partir de trajes que vienen de sus ancestros, sus seres queridos y sus viajes  LA NACION

Read More

Related Articles

Back to top button
Close
Close