Tras la caída de Macri, Cristina arriesga su corona

Por muchas razones los principales actores de la vida pública están prestando la máxima atención, otra vez, a los comicios que se celebrarán en la provincia de Buenos Aires. El atractivo no se debe a que los puestos que se distribuirán el 7 de septiembre tengan demasiada relevancia institucional. Se elegirán legisladores provinciales, concejales municipales y consejeros escolares. Las razones que vuelven interesante a ese torneo son políticas. Será la primera competencia del año en la que el peronismo arriesga una posición importante de poder. Y no cualquier peronismo. El peronismo bonaerense. Si esa fuerza se muestra vital, competitiva, quedará instalada en el horizonte una hipótesis decisiva: la posibilidad de que en 2027 haya un regreso de lo que se fue en 2023. La sola conjetura de esa restauración es capaz de modelar el sentido de toda la experiencia liderada por Javier Milei. Sin embargo, lo que vuelve más significativa esa batalla es otro factor: en ella juega su destino el liderazgo de Cristina Kirchner. Así como la corona de Mauricio Macri fue puesta en crisis por Milei en el duelo porteño de hace dos domingos, la de la expresidenta está bajo la amenaza de Axel Kicillof. Quiere decir que estas elecciones generales contienen, como una especie de mamushka, una interna sectorial. Significa que con la excusa de cubrir las bancas de un par de legislaturas locales se podría estar inaugurando un proceso de renovación en las dos corrientes que signaron la vida nacional durante más de veinte años. Sigue siendo curioso que esa densidad corresponda a enfrentamientos en los que se disputan cargos bastante secundarios.
La presunción de un acuerdo entre Cristina Kirchner y su antiguo discípulo Kicillof, que se fortalecía en las últimas semanas, se volvió de nuevo incierta. “Axel juega a fondo”, confiesa uno de sus ministros más leales. Traducido: el gobernador no revisará su decisión de adelantar las elecciones provinciales. La señora de Kirchner viene objetando ese desdoblamiento desde que comenzó a hablarse de él. Cree que la gestión bonaerense no puede ser puesta a consideración del electorado. No porque la de Kicillof sea peor que otras. Ella considera que la dimensión de los problemas que afectan a ese distrito aconseja siempre solapar sus comicios con los nacionales. Desobedecer ese criterio implicaría hablar de seguridad. Algo que nunca sucedió porque nunca hubo un debate bonaerense. Un debate acaso imposible de ganar. Con el paso de las semanas la expresidenta agrega argumentos. Ahora le recomienda a Kicillof que para conocer los resultados contrate meteorólogos, no encuestadores. “Si llega a llover cinco días antes del 7 de septiembre el PJ puede hacer buscado su propio Waterloo. Si no me creen, miren cómo nos estamos derrumbando en la segunda sección electoral, que está toda bajo el agua”, le escuchan decir quienes la visitan en el Instituto Patria. La conversación con Kicillof es imaginaria. Hace un año que no hablan. La intermediación es ejercida por la vicegobernadora Verónica Magario y por el intendente de Lomas de Zamora, Federico Otermín.
Kicillof no da el brazo a torcer. Esta obstinación obliga a su antigua jefa a pensar en encabezar una lista en la tercera sección electoral, que es la que compensa al peronismo de cualquier catástrofe. Se trata del conurbano sur: Avellaneda, Quilmes, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Berazategui, Florencio Varela, Lanús, Berisso, Ensenada y, sobre todo, La Matanza. Despejada la incógnita de la fecha, se abre otro interrogante: ¿el gobernador aceptará que sus candidatos compartan la boleta de su nueva rival? La pregunta parece insólita. El PJ gobierna la provincia porque en 2023 fue unificado, mientras sus adversarios estaban separados. Pero esta vez LLA selló un acuerdo con Pro y eso modifica todo el panorama.
A pesar de esa organización de la oferta, en el círculo de Kicillof hay quienes le recomiendan cortar por lo sano y enfrentar a la señora de Kirchner con su propia boleta en la tercera sección. Le sugieren algo más audaz: encabezar él esa boleta como candidato testimonial.
En esta instancia del ajedrez peronista aparece el enigma más rebelde. ¿Y si el objetivo de Kicillof fuera la derrota? Es decir, ¿él puede estar calculando que sólo con un fracaso estrepitoso se puede abrir un nuevo ciclo en el que Cristina Kirchner sea parte del pasado? ¿Cómo tomarían los caudillos de ese partido en el interior del país ese desenlace? ¿Lo verían como el arranque de un dominó de caídas? ¿O como la dolorosa metodología para destronar, de una vez por todas, a la expresidenta? La misma pregunta vale para los intendentes bonaerenses, muchos de ellos fastidiados por la voracidad de La Cámpora. La señora de Kirchner les contesta: “¿Son tan tontos que en vez de concejales de La Cámpora prefieren los que les imponga Milei?”
Las posibilidades que se sugieren con estos acertijos se vuelven más verosímiles cuando se detectan algunos movimientos inusuales del propio Kicillof. Por ejemplo: los máximos empresarios del país, agrupados en AEA, lo han invitado a una reunión para que hable de sus planes. Y él, al parecer, estaría por aceptar ese convite. La imagen es persuasiva: Kicillof delante de Paolo Rocca, Luis Pagani, Carlos Miguens, Federico Braun, Alejandro Bulgheroni y, sobre todo, Héctor Magnetto, desarrollando su programa. Dicho de otro modo: Kicillof señalado por el empresariado como el vehículo para terminar con la hegemonía kirchnerista dentro de la fuerza política más organizada del país.
Es verdad lo que sostiene la señora de Kirchner. El fracaso es más probable si la campaña está dominada por un temario provincial. Pero eso es poco creíble si ella es candidata. Hay que esperar que Milei intervenga en la pelea y que la batalla se polarice. El Presidente, siempre apocalíptico en sus metáforas, prometiendo “poner el último clavo en un féretro”, y la expresidenta despachando, uno tuit detrás de otro, “Che Milei”.
Sería, sin embargo, un error imputar la victoria o la caída a cuestiones de ingeniería electoral. La pregunta que hay que hacerse es en qué condiciones llega el Gobierno al desafío bonaerense. Si se miran las elecciones porteñas, allí apareció una mutación que puede ser anticipatoria. En los barrios más humildes de la ciudad, los que más se asemejan al conurbano, La Libertad Avanza (LLA), con Manuel Adorni en la boleta, retrocedió dos puntos porcentuales del resultado que consiguió en la primera vuelta de 2023 con Milei en la boleta. Adorni avanzó sobre el voto del Pro e hizo una elección muy exitosa en los barrios más acomodados, tocando su techo en Puerto Madero con casi el 50% de los votos. De estos números podría inducirse que a las “fuerzas del cielo” el Gran Buenos Aires le sigue siendo esquivo. El deterioro de la industria, el comercio y la construcción abonan ese panorama.
Hay que contrastar el escenario anterior con otras evidencias. Por ejemplo: las familias que reciben la Asignación Universal por Hijo y la tarjeta Alimentar están, en términos relativos, mejor de lo que estaban durante el último tramo de la gestión de Alberto Fernández. “Los que la pasan mal son los que no tienen esos beneficios y están en una situación laboral precaria”, explicaba ayer un intendente cercano a Milei. Aun así, hay que recordar que, en un territorio con los niveles de informalidad que registra la provincia, el retroceso de la inflación es mucho más satisfactorio. Es el mejor plan social imaginable. El Presidente tiene derecho, por lo tanto, a suponer que las cartas no están jugadas todavía. Alejandro Vanoli, que fue presidente del Banco Central con Cristina Kirchner, acaba de sugerir que las elecciones que se aproximan se parecen más a las de 1991 de Carlos Menem que a las de 2017 de Macri. Es decir, serían la puerta para un ciclo largo de estabilidad. No la antesala de un derrumbe. Nadie puede acusar a Vanoli de ser anarcocapitalista.
Más allá de los resultados que salgan de las urnas, la apertura de un expediente sucesorio en el PJ es muy conveniente para el gobierno nacional. Promete que la principal oposición estará sometida a tensiones internas durante bastante tiempo. Y nadie puede garantizar que ese conflicto se resuelva antes de las elecciones de 2027. Los que se ilusionan con que Milei tenga dificultades para conseguir la reelección citan el ejemplo de Donald Trump y de Jair Bolsonaro. Ninguno de los dos conquistó un segundo mandato consecutivo. Pero ni Trump ni Bolsonaro tuvieron la ventaja de tener enfrente a un partido agitado por una disputa doméstica por el liderazgo.
El Presidente ya ordenó, a través de su hermana Karina y de su gerente partidario, Sebastián Pareja, la oferta electoral en la provincia. Las negociaciones con Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, y con “el Colo” Diego Santilli decantarían en dos formatos. Para los comicios locales de septiembre, LLA y Pro formarán un frente. Pero para la competencia nacional de octubre los candidatos de Pro irían teñidos de violeta. Al menos hasta ayer ese era el acuerdo. Lo único seguro es que José Luis Espert encabezará la lista de diputados nacionales en octubre. En el peronismo lo han puesto bajo la lupa. Ya le encontraron declaraciones a favor de la despenalización del aborto. Milei odia esa posición.
El sometimiento de Pro a LLA se expresaría en que Pareja imponga a sus candidatos presidiendo las listas de las ocho secciones electorales de la provincia. ¿Cuenta con figuras competitivas? Es su gran dificultad. La misma que afecta a los que prometen una “nueva política”. Muchas veces, por falta de recursos humanos, terminan atrapados por personajes que ya fueron descartados por la “vieja política”. Con este inconveniente se ceban los tuiteros de Santiago Caputo, “el Mago del Kremlin”, a quienes Pareja excluye de sus planes. Ya se regodearon con que en la localidad de Suipacha LLA funciona a las órdenes de Claudio Carrasco, un excandidato peronista y, antes de eso, expresidiario por una condena por narcotráfico. Ya cuando era kirchnerista Carrasco denunció una campaña sucia, ya que “cambié de vida y la cárcel me ayudó a ser mejor persona”. Ese perfeccionamiento lo acaba de convertir en “fuerza del cielo”. En Moreno la polémica es similar, aunque no está salpicada por causas judiciales. Allí emerge el otrora K Ramón Vera como abanderado de Pareja. La metamorfosis permitió un edificante cambio de ideas que se puede seguir a través de X:
Te pensas que somos pelotudos? Te vas a comer un patadon en el ojete, kuka inmundo. Chorro. pic.twitter.com/V0FDxzt4xH
— SheIby (@TommyShelby_30) May 19, 2025
Los seguidores de Caputo tienen memoria selectiva a la hora de ejecutar el casting libertario. Sin ir más lejos, ayer fue designado al frente de la empresa Trenes Argentinos el gerente de Compras y Contrataciones de Arsat, Gerardo Boschin. Este funcionario tenía las mismas funciones en la compañía satelital desde los tiempos de Alberto Fernández y Sergio Massa. La empresa de trenes es uno de los feudos del “Mago”, en combinación con Agustín Romo, diputado provincial que resiste la jefatura de Pareja. Caputo y Romo controlan los ferrocarriles a través de su íntimo amigo Santiago Tettamanti. Aun así, en los movimientos que se produjeron ayer para desplazar a antiguos randazzistas hubo una intervención muy decidida de Luis “Toto” Caputo. El ministro de Economía promovió los reemplazos a través del secretario de Infraestructura, Martín Maccarone. “Toto” aprovechó el poder que le otorgó el acuerdo con el Fondo Monetario y el exitoso levantamiento del cepo para avanzar sobre áreas controladas por su sobrino segundo. Un intento de evitar futuros dolores de cabeza. Karina Milei y los Menem, festejan.
Hay que regresar a la disputa electoral. Pareja aspira a ser el representante de LLA en la tercera sección. Es decir: aspira a ser el contrincante de Cristina Kirchner. Uno de sus objetivos de campaña sería que ella lo mencione en alguna oportunidad. Porque todos los discursos de la eventual candidata serían dirigidos al Presidente.
Salvo que Kicillof decida armar su propia lista, el gobierno nacional da por perdida la tercera sección. Por eso el objetivo es fortalecer la primera, es decir, el norte del conurbano. Uno de los candidatos posibles para encabezar la lista es “el Colo” Santilli. Él se resiste. Aspira a ser ministro en el gabinete nacional. Sueña en colores con Seguridad, apostando a que Patricia Bullrich iría como candidata a senadora nacional para octubre. La otra figura posible para liderar la oferta libertaria en la zona norte es el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela.
Santilli no sería el único que pretende un ministerio. El intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, desea volver a vivir en Buenos Aires. Si fuera posible, como ministro de Justicia. Allí la pelea no sería con Mariano Cúneo Libarona, sino con Sebastián Amerio, los ojos y oídos de Santiago Caputo en esa cartera. A propósito de Montenegro: lo que suceda en Mar del Plata se va a proyectar sobre la estrategia general de LLA. Sencillo: Maximiliano Abad, el líder del radicalismo bonaerense, lidera a ese partido en “La Feliz”. La caridad empieza por casa.
“Pucho” Ritondo renuncia a pedir un ministerio. Él se imagina al frente de la SIDE, reemplazando a Sergio Neiffert. Sería una victoria del tenebroso Antonio Stiuso. Y una venganza de Miguel Ángel Toma, que estuvo encaminado a regresar a la SIDE, de la mano de Victoria Villarruel. La historia tuvo otras ideas.
La incógnita del armado en la primera sección electoral es Jorge Macri, quien sigue controlando Vicente López a través de Soledad Martínez. Como en 2021, cuando Horacio Rodríguez Larreta organizaba su línea interna en la provincia, Jorge Macri quedó aislado del resto del Pro. Es decir, de las negociaciones de “Pucho” y “Colo”. ¿Mauricio Macri, de viaje por Europa, saldrá en su rescate? La relación no quedó bien después de la derrota porteña. Varios dirigentes de Pro han escuchado quejarse al jefe de Gobierno en estos términos: “¿Cómo querés que gane, si Mauricio hizo todo para ponerme enfrente a los dos candidatos del partido en las últimas presidenciales, Patricia y Horacio?”.
Las dificultades para Jorge, como quedó claro en el último Tedeum, provienen de Milei. El Presidente le reprocha, entre otras cosas, haber contratado al estratega de campaña Antoni Gutiérrez-Rubí. Cree que Rubí fue el responsable de una campaña sucia en su contra en las presidenciales de 2023. Es curioso, porque varias figuras de su entorno están en condiciones de aclararle que esa campaña existió, pero fue orquestada por el equipo brasileño que Lula da Silva puso al servicio de Sergio Massa. Un curiosidad llamativa: Milei, que se ensaña con el catalán Rubí, jamás menciona a Massa. Tampoco lo hace cuando se refiere al desastre económico heredado. Esa clemencia con el exministro de Economía alimenta fantasías escabrosas. Cuestiones de financiamiento de campaña. Menciones a Guillermo Michel, el exjefe de la Aduana, hostigado por su rival peronista Eduardo Jourdán de Entre Ríos, que hace pocos días lo calificó como “un reconocido servicio se inteligencia”. Habladurías.
Persecución y acoso del mileísmo
Discusiones cargadas de cinismo. Porque el Pro de Macri imputa a los libertarios de Milei, encabezados por el “Mago”, de embarrar la cancha con mensajes apócrifos elaborados con Inteligencia Artificial. No deberían sorprenderse: Caputo proviene de una consultora que hizo esa clase de patrañas para que Mauricio Macri le gane a Daniel Filmus en las elecciones porteñas. Fue en 2011, y la jueza María Servini de Cubría procesó a Jaime Durán Barba, Rodrigo Lugones y Guillermo Garat, actual responsable de Comunicaciones de YPF. En aquel momento se aseguraba que entre los cargos que pesaban sobre ellos había pruebas adulteradas, introducidas en la causa por el tenebroso Antonio Stiuso. Desde el equipo proselitista de Macri, que por entonces comandaba Marcos Peña, aclaran que, si hubo campaña sucia, no fue a pedido del Pro. Durán Barba la habría hecho por su cuenta. Conviene consignar: Durán, Lugones y Garat fueron exculpados. Lo que quedó de aquel episodio fue un odio muy activo contra Macri y contra Peña. ¿Ese sentimiento alimenta la discordia entre LLA y el Pro en estos días? Misterio.
Si Pareja todavía no resolvió la propuesta en la primera sección, al PJ le pasa algo parecido. Massa se resiste a ser el que encabece la lista, haciendo juego con lo que haga Cristina Kirchner en la tercera. El exministro de Economía está acosado por varios dilemas. Casi todos sus seguidores del Frente Renovador le piden apoyar a Kicillof. Pero él prefiere seguir pegándose a la expresidenta. Como suele suceder con Massa, sus tribulaciones provienen de los terrenos más diversos. También debe controlar los vaivenes judiciales de San Isidro: la vapuleada jueza Julieta Makintach fue promovida, a través de Sebastián Galmarini, por el massismo. Había que evitar que ascendiera Leandro Orduna, quien había cometido el pecado capital: acusar al fiscal Julio Novo, engranaje principal de un sistema de irregularidades judiciales e íntimo amigo de Massa.
Por muchas razones los principales actores de la vida pública están prestando la máxima atención, otra vez, a los comicios que se celebrarán en la provincia de Buenos Aires. El atractivo no se debe a que los puestos que se distribuirán el 7 de septiembre tengan demasiada relevancia institucional. Se elegirán legisladores provinciales, concejales municipales y consejeros escolares. Las razones que vuelven interesante a ese torneo son políticas. Será la primera competencia del año en la que el peronismo arriesga una posición importante de poder. Y no cualquier peronismo. El peronismo bonaerense. Si esa fuerza se muestra vital, competitiva, quedará instalada en el horizonte una hipótesis decisiva: la posibilidad de que en 2027 haya un regreso de lo que se fue en 2023. La sola conjetura de esa restauración es capaz de modelar el sentido de toda la experiencia liderada por Javier Milei. Sin embargo, lo que vuelve más significativa esa batalla es otro factor: en ella juega su destino el liderazgo de Cristina Kirchner. Así como la corona de Mauricio Macri fue puesta en crisis por Milei en el duelo porteño de hace dos domingos, la de la expresidenta está bajo la amenaza de Axel Kicillof. Quiere decir que estas elecciones generales contienen, como una especie de mamushka, una interna sectorial. Significa que con la excusa de cubrir las bancas de un par de legislaturas locales se podría estar inaugurando un proceso de renovación en las dos corrientes que signaron la vida nacional durante más de veinte años. Sigue siendo curioso que esa densidad corresponda a enfrentamientos en los que se disputan cargos bastante secundarios.
La presunción de un acuerdo entre Cristina Kirchner y su antiguo discípulo Kicillof, que se fortalecía en las últimas semanas, se volvió de nuevo incierta. “Axel juega a fondo”, confiesa uno de sus ministros más leales. Traducido: el gobernador no revisará su decisión de adelantar las elecciones provinciales. La señora de Kirchner viene objetando ese desdoblamiento desde que comenzó a hablarse de él. Cree que la gestión bonaerense no puede ser puesta a consideración del electorado. No porque la de Kicillof sea peor que otras. Ella considera que la dimensión de los problemas que afectan a ese distrito aconseja siempre solapar sus comicios con los nacionales. Desobedecer ese criterio implicaría hablar de seguridad. Algo que nunca sucedió porque nunca hubo un debate bonaerense. Un debate acaso imposible de ganar. Con el paso de las semanas la expresidenta agrega argumentos. Ahora le recomienda a Kicillof que para conocer los resultados contrate meteorólogos, no encuestadores. “Si llega a llover cinco días antes del 7 de septiembre el PJ puede hacer buscado su propio Waterloo. Si no me creen, miren cómo nos estamos derrumbando en la segunda sección electoral, que está toda bajo el agua”, le escuchan decir quienes la visitan en el Instituto Patria. La conversación con Kicillof es imaginaria. Hace un año que no hablan. La intermediación es ejercida por la vicegobernadora Verónica Magario y por el intendente de Lomas de Zamora, Federico Otermín.
Kicillof no da el brazo a torcer. Esta obstinación obliga a su antigua jefa a pensar en encabezar una lista en la tercera sección electoral, que es la que compensa al peronismo de cualquier catástrofe. Se trata del conurbano sur: Avellaneda, Quilmes, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Berazategui, Florencio Varela, Lanús, Berisso, Ensenada y, sobre todo, La Matanza. Despejada la incógnita de la fecha, se abre otro interrogante: ¿el gobernador aceptará que sus candidatos compartan la boleta de su nueva rival? La pregunta parece insólita. El PJ gobierna la provincia porque en 2023 fue unificado, mientras sus adversarios estaban separados. Pero esta vez LLA selló un acuerdo con Pro y eso modifica todo el panorama.
A pesar de esa organización de la oferta, en el círculo de Kicillof hay quienes le recomiendan cortar por lo sano y enfrentar a la señora de Kirchner con su propia boleta en la tercera sección. Le sugieren algo más audaz: encabezar él esa boleta como candidato testimonial.
En esta instancia del ajedrez peronista aparece el enigma más rebelde. ¿Y si el objetivo de Kicillof fuera la derrota? Es decir, ¿él puede estar calculando que sólo con un fracaso estrepitoso se puede abrir un nuevo ciclo en el que Cristina Kirchner sea parte del pasado? ¿Cómo tomarían los caudillos de ese partido en el interior del país ese desenlace? ¿Lo verían como el arranque de un dominó de caídas? ¿O como la dolorosa metodología para destronar, de una vez por todas, a la expresidenta? La misma pregunta vale para los intendentes bonaerenses, muchos de ellos fastidiados por la voracidad de La Cámpora. La señora de Kirchner les contesta: “¿Son tan tontos que en vez de concejales de La Cámpora prefieren los que les imponga Milei?”
Las posibilidades que se sugieren con estos acertijos se vuelven más verosímiles cuando se detectan algunos movimientos inusuales del propio Kicillof. Por ejemplo: los máximos empresarios del país, agrupados en AEA, lo han invitado a una reunión para que hable de sus planes. Y él, al parecer, estaría por aceptar ese convite. La imagen es persuasiva: Kicillof delante de Paolo Rocca, Luis Pagani, Carlos Miguens, Federico Braun, Alejandro Bulgheroni y, sobre todo, Héctor Magnetto, desarrollando su programa. Dicho de otro modo: Kicillof señalado por el empresariado como el vehículo para terminar con la hegemonía kirchnerista dentro de la fuerza política más organizada del país.
Es verdad lo que sostiene la señora de Kirchner. El fracaso es más probable si la campaña está dominada por un temario provincial. Pero eso es poco creíble si ella es candidata. Hay que esperar que Milei intervenga en la pelea y que la batalla se polarice. El Presidente, siempre apocalíptico en sus metáforas, prometiendo “poner el último clavo en un féretro”, y la expresidenta despachando, uno tuit detrás de otro, “Che Milei”.
Sería, sin embargo, un error imputar la victoria o la caída a cuestiones de ingeniería electoral. La pregunta que hay que hacerse es en qué condiciones llega el Gobierno al desafío bonaerense. Si se miran las elecciones porteñas, allí apareció una mutación que puede ser anticipatoria. En los barrios más humildes de la ciudad, los que más se asemejan al conurbano, La Libertad Avanza (LLA), con Manuel Adorni en la boleta, retrocedió dos puntos porcentuales del resultado que consiguió en la primera vuelta de 2023 con Milei en la boleta. Adorni avanzó sobre el voto del Pro e hizo una elección muy exitosa en los barrios más acomodados, tocando su techo en Puerto Madero con casi el 50% de los votos. De estos números podría inducirse que a las “fuerzas del cielo” el Gran Buenos Aires le sigue siendo esquivo. El deterioro de la industria, el comercio y la construcción abonan ese panorama.
Hay que contrastar el escenario anterior con otras evidencias. Por ejemplo: las familias que reciben la Asignación Universal por Hijo y la tarjeta Alimentar están, en términos relativos, mejor de lo que estaban durante el último tramo de la gestión de Alberto Fernández. “Los que la pasan mal son los que no tienen esos beneficios y están en una situación laboral precaria”, explicaba ayer un intendente cercano a Milei. Aun así, hay que recordar que, en un territorio con los niveles de informalidad que registra la provincia, el retroceso de la inflación es mucho más satisfactorio. Es el mejor plan social imaginable. El Presidente tiene derecho, por lo tanto, a suponer que las cartas no están jugadas todavía. Alejandro Vanoli, que fue presidente del Banco Central con Cristina Kirchner, acaba de sugerir que las elecciones que se aproximan se parecen más a las de 1991 de Carlos Menem que a las de 2017 de Macri. Es decir, serían la puerta para un ciclo largo de estabilidad. No la antesala de un derrumbe. Nadie puede acusar a Vanoli de ser anarcocapitalista.
Más allá de los resultados que salgan de las urnas, la apertura de un expediente sucesorio en el PJ es muy conveniente para el gobierno nacional. Promete que la principal oposición estará sometida a tensiones internas durante bastante tiempo. Y nadie puede garantizar que ese conflicto se resuelva antes de las elecciones de 2027. Los que se ilusionan con que Milei tenga dificultades para conseguir la reelección citan el ejemplo de Donald Trump y de Jair Bolsonaro. Ninguno de los dos conquistó un segundo mandato consecutivo. Pero ni Trump ni Bolsonaro tuvieron la ventaja de tener enfrente a un partido agitado por una disputa doméstica por el liderazgo.
El Presidente ya ordenó, a través de su hermana Karina y de su gerente partidario, Sebastián Pareja, la oferta electoral en la provincia. Las negociaciones con Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, y con “el Colo” Diego Santilli decantarían en dos formatos. Para los comicios locales de septiembre, LLA y Pro formarán un frente. Pero para la competencia nacional de octubre los candidatos de Pro irían teñidos de violeta. Al menos hasta ayer ese era el acuerdo. Lo único seguro es que José Luis Espert encabezará la lista de diputados nacionales en octubre. En el peronismo lo han puesto bajo la lupa. Ya le encontraron declaraciones a favor de la despenalización del aborto. Milei odia esa posición.
El sometimiento de Pro a LLA se expresaría en que Pareja imponga a sus candidatos presidiendo las listas de las ocho secciones electorales de la provincia. ¿Cuenta con figuras competitivas? Es su gran dificultad. La misma que afecta a los que prometen una “nueva política”. Muchas veces, por falta de recursos humanos, terminan atrapados por personajes que ya fueron descartados por la “vieja política”. Con este inconveniente se ceban los tuiteros de Santiago Caputo, “el Mago del Kremlin”, a quienes Pareja excluye de sus planes. Ya se regodearon con que en la localidad de Suipacha LLA funciona a las órdenes de Claudio Carrasco, un excandidato peronista y, antes de eso, expresidiario por una condena por narcotráfico. Ya cuando era kirchnerista Carrasco denunció una campaña sucia, ya que “cambié de vida y la cárcel me ayudó a ser mejor persona”. Ese perfeccionamiento lo acaba de convertir en “fuerza del cielo”. En Moreno la polémica es similar, aunque no está salpicada por causas judiciales. Allí emerge el otrora K Ramón Vera como abanderado de Pareja. La metamorfosis permitió un edificante cambio de ideas que se puede seguir a través de X:
Te pensas que somos pelotudos? Te vas a comer un patadon en el ojete, kuka inmundo. Chorro. pic.twitter.com/V0FDxzt4xH
— SheIby (@TommyShelby_30) May 19, 2025
Los seguidores de Caputo tienen memoria selectiva a la hora de ejecutar el casting libertario. Sin ir más lejos, ayer fue designado al frente de la empresa Trenes Argentinos el gerente de Compras y Contrataciones de Arsat, Gerardo Boschin. Este funcionario tenía las mismas funciones en la compañía satelital desde los tiempos de Alberto Fernández y Sergio Massa. La empresa de trenes es uno de los feudos del “Mago”, en combinación con Agustín Romo, diputado provincial que resiste la jefatura de Pareja. Caputo y Romo controlan los ferrocarriles a través de su íntimo amigo Santiago Tettamanti. Aun así, en los movimientos que se produjeron ayer para desplazar a antiguos randazzistas hubo una intervención muy decidida de Luis “Toto” Caputo. El ministro de Economía promovió los reemplazos a través del secretario de Infraestructura, Martín Maccarone. “Toto” aprovechó el poder que le otorgó el acuerdo con el Fondo Monetario y el exitoso levantamiento del cepo para avanzar sobre áreas controladas por su sobrino segundo. Un intento de evitar futuros dolores de cabeza. Karina Milei y los Menem, festejan.
Hay que regresar a la disputa electoral. Pareja aspira a ser el representante de LLA en la tercera sección. Es decir: aspira a ser el contrincante de Cristina Kirchner. Uno de sus objetivos de campaña sería que ella lo mencione en alguna oportunidad. Porque todos los discursos de la eventual candidata serían dirigidos al Presidente.
Salvo que Kicillof decida armar su propia lista, el gobierno nacional da por perdida la tercera sección. Por eso el objetivo es fortalecer la primera, es decir, el norte del conurbano. Uno de los candidatos posibles para encabezar la lista es “el Colo” Santilli. Él se resiste. Aspira a ser ministro en el gabinete nacional. Sueña en colores con Seguridad, apostando a que Patricia Bullrich iría como candidata a senadora nacional para octubre. La otra figura posible para liderar la oferta libertaria en la zona norte es el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela.
Santilli no sería el único que pretende un ministerio. El intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, desea volver a vivir en Buenos Aires. Si fuera posible, como ministro de Justicia. Allí la pelea no sería con Mariano Cúneo Libarona, sino con Sebastián Amerio, los ojos y oídos de Santiago Caputo en esa cartera. A propósito de Montenegro: lo que suceda en Mar del Plata se va a proyectar sobre la estrategia general de LLA. Sencillo: Maximiliano Abad, el líder del radicalismo bonaerense, lidera a ese partido en “La Feliz”. La caridad empieza por casa.
“Pucho” Ritondo renuncia a pedir un ministerio. Él se imagina al frente de la SIDE, reemplazando a Sergio Neiffert. Sería una victoria del tenebroso Antonio Stiuso. Y una venganza de Miguel Ángel Toma, que estuvo encaminado a regresar a la SIDE, de la mano de Victoria Villarruel. La historia tuvo otras ideas.
La incógnita del armado en la primera sección electoral es Jorge Macri, quien sigue controlando Vicente López a través de Soledad Martínez. Como en 2021, cuando Horacio Rodríguez Larreta organizaba su línea interna en la provincia, Jorge Macri quedó aislado del resto del Pro. Es decir, de las negociaciones de “Pucho” y “Colo”. ¿Mauricio Macri, de viaje por Europa, saldrá en su rescate? La relación no quedó bien después de la derrota porteña. Varios dirigentes de Pro han escuchado quejarse al jefe de Gobierno en estos términos: “¿Cómo querés que gane, si Mauricio hizo todo para ponerme enfrente a los dos candidatos del partido en las últimas presidenciales, Patricia y Horacio?”.
Las dificultades para Jorge, como quedó claro en el último Tedeum, provienen de Milei. El Presidente le reprocha, entre otras cosas, haber contratado al estratega de campaña Antoni Gutiérrez-Rubí. Cree que Rubí fue el responsable de una campaña sucia en su contra en las presidenciales de 2023. Es curioso, porque varias figuras de su entorno están en condiciones de aclararle que esa campaña existió, pero fue orquestada por el equipo brasileño que Lula da Silva puso al servicio de Sergio Massa. Un curiosidad llamativa: Milei, que se ensaña con el catalán Rubí, jamás menciona a Massa. Tampoco lo hace cuando se refiere al desastre económico heredado. Esa clemencia con el exministro de Economía alimenta fantasías escabrosas. Cuestiones de financiamiento de campaña. Menciones a Guillermo Michel, el exjefe de la Aduana, hostigado por su rival peronista Eduardo Jourdán de Entre Ríos, que hace pocos días lo calificó como “un reconocido servicio se inteligencia”. Habladurías.
Persecución y acoso del mileísmo
Discusiones cargadas de cinismo. Porque el Pro de Macri imputa a los libertarios de Milei, encabezados por el “Mago”, de embarrar la cancha con mensajes apócrifos elaborados con Inteligencia Artificial. No deberían sorprenderse: Caputo proviene de una consultora que hizo esa clase de patrañas para que Mauricio Macri le gane a Daniel Filmus en las elecciones porteñas. Fue en 2011, y la jueza María Servini de Cubría procesó a Jaime Durán Barba, Rodrigo Lugones y Guillermo Garat, actual responsable de Comunicaciones de YPF. En aquel momento se aseguraba que entre los cargos que pesaban sobre ellos había pruebas adulteradas, introducidas en la causa por el tenebroso Antonio Stiuso. Desde el equipo proselitista de Macri, que por entonces comandaba Marcos Peña, aclaran que, si hubo campaña sucia, no fue a pedido del Pro. Durán Barba la habría hecho por su cuenta. Conviene consignar: Durán, Lugones y Garat fueron exculpados. Lo que quedó de aquel episodio fue un odio muy activo contra Macri y contra Peña. ¿Ese sentimiento alimenta la discordia entre LLA y el Pro en estos días? Misterio.
Si Pareja todavía no resolvió la propuesta en la primera sección, al PJ le pasa algo parecido. Massa se resiste a ser el que encabece la lista, haciendo juego con lo que haga Cristina Kirchner en la tercera. El exministro de Economía está acosado por varios dilemas. Casi todos sus seguidores del Frente Renovador le piden apoyar a Kicillof. Pero él prefiere seguir pegándose a la expresidenta. Como suele suceder con Massa, sus tribulaciones provienen de los terrenos más diversos. También debe controlar los vaivenes judiciales de San Isidro: la vapuleada jueza Julieta Makintach fue promovida, a través de Sebastián Galmarini, por el massismo. Había que evitar que ascendiera Leandro Orduna, quien había cometido el pecado capital: acusar al fiscal Julio Novo, engranaje principal de un sistema de irregularidades judiciales e íntimo amigo de Massa.
El 7 de septiembre el peronismo pone en juego una posición importante de poder: ¿Y si el objetivo de Kicillof fuera la derrota? LA NACION