Las pelilargas, historias inquietantes de mujeres que dejaron de cortarse el pelo

En la Fundación Larivière se puede ver el premiado ensayo fotográfico Las pelilargas, de la fotógrafa Irina Werning. Son más de cincuenta imágenes, con curaduría de Vanessa Bell, con muchas historias detrás. Lamuestra ofrece también la posibilidad de participar donando un mechón de pelo (teñido, planchado, con canas, como sea) para hacer pelucas para las mujeres que atraviesan tratamientos con quimioterapia.
Abril Lorenzatti protagoniza una foto inquietante: de espaldas frente a lo que parece una lápida (pero es una fuente), su pelo roza el piso y está lleno de moñitos de regalo. Crece también hacia arriba en las ramas de un árbol. Abril fue incorporada al Récord Guinness por ser la adolescente con el pelo más largo del mundo, con una longitud de 1,52 metros. Es de Villa Carlos Paz, y dejó de cortarse el pelo cuando le hicieron un corte que no le gustó. Pasaron más de diez años y logró el récord. Sus enemigos: el viento, que todo lo enreda, y las escaleras, donde puede tropezarse. Su madre la ayuda a desenredarse.
“Leí la nota de su récord y conseguí su número. La fui a ver y me instalé ahí tres días, e hicimos varias fotos. Yo llevo cosas, como esos moñitos, para intentar no repetirme. Levo 19 años con este trabajo”, recuerda Irina.
Otra imagen muestra a una niña coronada con su propio pelo, pegado por gajos como rayos de sol en la pared. “A esta chica le hice fotos hace 10 años en el 2014. Se llama Sisa y es de un pueblito que se llama San Isidro, cerca de Iruya. El año pasado volví y la busqué, y no sabía si la iba a encontrar, ni si tenía el pelo largo. Iba por todo el pueblo con la foto hasta que la encontré. ¡Tenía el pelo largo! Así que hicimos la misma foto en el mismo lugar”, cuenta la fotógrafa.
La primera foto de este ensayo de largo aliento ocurrió en 2006, cuando retrataba la vida de una escuela albergue en Iruya. “Estaba haciendo un proyecto de escuelas rurales. Iba con los maestros a los asentamientos en el medio de la montaña donde había quizá seis familias y una escuela”, recuerda. Entonces, en una cama cucheta colgaban tres largas melenas renegridas. Ahí sintió que tenía que buscarlas. “El pelo largo es propio de la cultura latina y viene de las comunidades originarias. Tiene que ver con la creencia de que el pelo es la extensión de las ideas y también es la conexión con la Tierra. En América latina hay muchas más mujeres de pelo largo que en Europa, y debido a las olas de inmigración que vinieron y se mezclaron con los indígenas. Quedaron muchas cosas de la cultura que ni se cuestionan ni se sabe que vienen de ahí”.
Werning recorrió casi toda la Argentina buscando pelilargas y habrá retratado unas mil. “Yo organizaba muchos concursos de pelo largo. Hice uno el año pasado en el Norte y ahí junté cincuenta pelilargas”. Convocó certámenes también en el barrio Padre Carlos Mugica (ex Villa 31) y recorrió Córdoba, Neuquén, Río Negro, Buenos Aires, Salta y Jujuy, entre otros lugares. Llegó hasta la comunidad kichwa de Otavalo, en Ecuador, donde tanto hombres como mujeres llevan el pelo largo.
Imelda está retratada varias veces desde 2010. Primero en su ciudad de origen, Tilcara, con cactus. Después, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, con la obra de Gaspar Libedinsky, porque ahora vive en Buenos Aires. “Mi cabello lo tengo desde los 13 años. Sólo me cortaba las puntas. Lo cuido haciéndome baños de crema una vez al mes. No me cuesta mantenerlo”, dice a LA NACION.
Otra pelilarga muchas veces fotografiada en esta muestra es Aldana, una rubia que estudia Diseño de Moda en la UBA. “De chiquita le decía a mi mamá que quería tener el pelo como Rapunzel, porque a mí, como a muchas personas, les llama la atención. Siempre me creció muy rápido el pelo, me dicen que ya nací con una melenita y se ríen de eso. Con el tiempo me fui dando cuenta que hay muchos motivos por los que me terminé dejando así el pelo. Mi psicólogo me decía ‘tu pelo es muy importante para vos, ¿no?’ Y la verdad que sí. No busco que mi pelo sea una carga más así que no me vuelvo loca con el cuidado, pero trato de hacer lo mejor que puedo, de todas formas. Me gusta preguntarme hasta donde puede llegar y simplemente lo dejo ser”, cuenta.
Werning ganó en 2022 el prestigioso premio World Press Photo en la categoría Historias, por una serie de imágenes del cabello de una niña de 12 años a la que retrató durante cuatro años. Antonella Bordón, de Dock Sud, protagoniza la iniciativa bautizada como La promesa: prometió cortarse el pelo cuando reabriera su escuela. Y lo hizo. El jurado consideró que las imágenes reflejan una forma de resistencia. “Hizo como una promesa al universo y su pelo lo convertimos en una peluca con una ONG”, dice Werning.
Se trata de la organización Un Pelito Más Fácil. “Me llevó varios años encontrar esta ONG que hace pelucas y enseña el oficio de hacer pelucas a mujeres que están en situaciones vulnerables para que tengan un oficio y se puedan hacer independientes económicamente. Con esas pelucas forman un banco a donde las personas que están en tratamiento de quimio y se les cayó el pelo pueden ir y llevarse prestada una peluca. Se prueban todos los modelos y se llevan la que les guste. Las hacen con donaciones de pelo. Te cortás un mechón y después juntan los mechones del mismo color y hacen una peluca”, cuenta Werning. El 8 de junio habrá tijeras afiladas en la exposición para quien quiera dejar un mechón.
Ahora la fotógrafa está haciendo fotos con gente que está usando la peluca de la niña de la pandemia, larguísima, hasta los pies. “Esta ONG lo que quiere mostrar con esto del mechón es que en realidad si te proponés ayudar a alguien todos los días, no te cuesta nada. Ayudás al que tenés cerca y así el mundo es mucho mejor”.
Para agendar
Las pelilargas, de Irina Werning. Fundación Larivière, Caboto 564, de jueves a domingo, de 12 a 19. General: $4000. Jubilados y estudiantes (con acreditación): $2000. Vecinos de La Boca (presentando documentación): sin cargo. Menores de 18 años: sin cargo.
Atención
Domingo 8 de junio de 15 a 19: jornada de donación de pelo. Se deben donar 15 cm de largo como mínimo. Todo tipo de pelo sirve: teñido, con canas, con rulos o alisado.
En la Fundación Larivière se puede ver el premiado ensayo fotográfico Las pelilargas, de la fotógrafa Irina Werning. Son más de cincuenta imágenes, con curaduría de Vanessa Bell, con muchas historias detrás. Lamuestra ofrece también la posibilidad de participar donando un mechón de pelo (teñido, planchado, con canas, como sea) para hacer pelucas para las mujeres que atraviesan tratamientos con quimioterapia.
Abril Lorenzatti protagoniza una foto inquietante: de espaldas frente a lo que parece una lápida (pero es una fuente), su pelo roza el piso y está lleno de moñitos de regalo. Crece también hacia arriba en las ramas de un árbol. Abril fue incorporada al Récord Guinness por ser la adolescente con el pelo más largo del mundo, con una longitud de 1,52 metros. Es de Villa Carlos Paz, y dejó de cortarse el pelo cuando le hicieron un corte que no le gustó. Pasaron más de diez años y logró el récord. Sus enemigos: el viento, que todo lo enreda, y las escaleras, donde puede tropezarse. Su madre la ayuda a desenredarse.
“Leí la nota de su récord y conseguí su número. La fui a ver y me instalé ahí tres días, e hicimos varias fotos. Yo llevo cosas, como esos moñitos, para intentar no repetirme. Levo 19 años con este trabajo”, recuerda Irina.
Otra imagen muestra a una niña coronada con su propio pelo, pegado por gajos como rayos de sol en la pared. “A esta chica le hice fotos hace 10 años en el 2014. Se llama Sisa y es de un pueblito que se llama San Isidro, cerca de Iruya. El año pasado volví y la busqué, y no sabía si la iba a encontrar, ni si tenía el pelo largo. Iba por todo el pueblo con la foto hasta que la encontré. ¡Tenía el pelo largo! Así que hicimos la misma foto en el mismo lugar”, cuenta la fotógrafa.
La primera foto de este ensayo de largo aliento ocurrió en 2006, cuando retrataba la vida de una escuela albergue en Iruya. “Estaba haciendo un proyecto de escuelas rurales. Iba con los maestros a los asentamientos en el medio de la montaña donde había quizá seis familias y una escuela”, recuerda. Entonces, en una cama cucheta colgaban tres largas melenas renegridas. Ahí sintió que tenía que buscarlas. “El pelo largo es propio de la cultura latina y viene de las comunidades originarias. Tiene que ver con la creencia de que el pelo es la extensión de las ideas y también es la conexión con la Tierra. En América latina hay muchas más mujeres de pelo largo que en Europa, y debido a las olas de inmigración que vinieron y se mezclaron con los indígenas. Quedaron muchas cosas de la cultura que ni se cuestionan ni se sabe que vienen de ahí”.
Werning recorrió casi toda la Argentina buscando pelilargas y habrá retratado unas mil. “Yo organizaba muchos concursos de pelo largo. Hice uno el año pasado en el Norte y ahí junté cincuenta pelilargas”. Convocó certámenes también en el barrio Padre Carlos Mugica (ex Villa 31) y recorrió Córdoba, Neuquén, Río Negro, Buenos Aires, Salta y Jujuy, entre otros lugares. Llegó hasta la comunidad kichwa de Otavalo, en Ecuador, donde tanto hombres como mujeres llevan el pelo largo.
Imelda está retratada varias veces desde 2010. Primero en su ciudad de origen, Tilcara, con cactus. Después, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, con la obra de Gaspar Libedinsky, porque ahora vive en Buenos Aires. “Mi cabello lo tengo desde los 13 años. Sólo me cortaba las puntas. Lo cuido haciéndome baños de crema una vez al mes. No me cuesta mantenerlo”, dice a LA NACION.
Otra pelilarga muchas veces fotografiada en esta muestra es Aldana, una rubia que estudia Diseño de Moda en la UBA. “De chiquita le decía a mi mamá que quería tener el pelo como Rapunzel, porque a mí, como a muchas personas, les llama la atención. Siempre me creció muy rápido el pelo, me dicen que ya nací con una melenita y se ríen de eso. Con el tiempo me fui dando cuenta que hay muchos motivos por los que me terminé dejando así el pelo. Mi psicólogo me decía ‘tu pelo es muy importante para vos, ¿no?’ Y la verdad que sí. No busco que mi pelo sea una carga más así que no me vuelvo loca con el cuidado, pero trato de hacer lo mejor que puedo, de todas formas. Me gusta preguntarme hasta donde puede llegar y simplemente lo dejo ser”, cuenta.
Werning ganó en 2022 el prestigioso premio World Press Photo en la categoría Historias, por una serie de imágenes del cabello de una niña de 12 años a la que retrató durante cuatro años. Antonella Bordón, de Dock Sud, protagoniza la iniciativa bautizada como La promesa: prometió cortarse el pelo cuando reabriera su escuela. Y lo hizo. El jurado consideró que las imágenes reflejan una forma de resistencia. “Hizo como una promesa al universo y su pelo lo convertimos en una peluca con una ONG”, dice Werning.
Se trata de la organización Un Pelito Más Fácil. “Me llevó varios años encontrar esta ONG que hace pelucas y enseña el oficio de hacer pelucas a mujeres que están en situaciones vulnerables para que tengan un oficio y se puedan hacer independientes económicamente. Con esas pelucas forman un banco a donde las personas que están en tratamiento de quimio y se les cayó el pelo pueden ir y llevarse prestada una peluca. Se prueban todos los modelos y se llevan la que les guste. Las hacen con donaciones de pelo. Te cortás un mechón y después juntan los mechones del mismo color y hacen una peluca”, cuenta Werning. El 8 de junio habrá tijeras afiladas en la exposición para quien quiera dejar un mechón.
Ahora la fotógrafa está haciendo fotos con gente que está usando la peluca de la niña de la pandemia, larguísima, hasta los pies. “Esta ONG lo que quiere mostrar con esto del mechón es que en realidad si te proponés ayudar a alguien todos los días, no te cuesta nada. Ayudás al que tenés cerca y así el mundo es mucho mejor”.
Para agendar
Las pelilargas, de Irina Werning. Fundación Larivière, Caboto 564, de jueves a domingo, de 12 a 19. General: $4000. Jubilados y estudiantes (con acreditación): $2000. Vecinos de La Boca (presentando documentación): sin cargo. Menores de 18 años: sin cargo.
Atención
Domingo 8 de junio de 15 a 19: jornada de donación de pelo. Se deben donar 15 cm de largo como mínimo. Todo tipo de pelo sirve: teñido, con canas, con rulos o alisado.
Desde este sábado, se exhibe por primera vez el ensayo fotográfico premiado de la argentina Irina Werning con más de 50 imágenes; hay una convocatoria solidaria para donar mechones para hacer pelucas para pacientes en quimioterapia LA NACION