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Europa le abre los brazos a los estudiantes universitarios del mundo mientras Trump les cierra las puertas

PARÍS.– Estados Unidos anunció esta semana la suspensión de visas para estudiantes internacionales. Sin embargo, más allá de los contratiempos que esto representa para los interesados, la actual situación representa una gran oportunidad para el resto del mundo. Porque, mientras Trump les cierra las universidades, Europa recibe a esos jóvenes con los brazos abiertos.

En un nuevo golpe dado por la administración Trump al mundo universitario, el secretario de Estado Marco Rubio ordenó el martes 27 de mayo la suspensión del procesamiento de visas para estudiantes extranjeros. Más allá de su enfrentamiento con las grandes universidades estadounidenses —especialmente Harvard— acusadas de antisemitismo, de ser de izquierda y de favorecer a las élites y a los extranjeros, el equipo de Trump encadena así medidas para reforzar el control de la inmigración.

Un documento del Departamento de Estado solicita a las embajadas y consulados que no autoricen “citas para nuevas visas de estudiantes o programas de intercambio”, mientras se implementa un procedimiento para examinar las redes sociales de los candidatos que desean seguir un curso en Estados Unidos. Rubio afirma querer asegurarse “de que las personas que están aquí comprendan lo que es la ley, y no tengan intenciones criminales”.

La Universidad de Harvard ha estado bajo fuego de la Casa Blanca

Desde la investidura del actual presidente, en enero, la administración ha implementado medidas radicales para detener y expulsar a los migrantes y para negar la entrada al territorio a ciertos viajeros, incluidos los turistas. Varios países, además, han actualizado sus advertencias a los viajeros que desean ir a Estados Unidos. Algo impensable hace apenas unos meses.

Al mismo tiempo, el gobierno busca identificar y potencialmente arrestar o expulsar a los estudiantes que se han involucrado en las manifestaciones contra las operaciones militares israelíes en Gaza. Los intentos de las universidades de resistir a las exigencias de la administración han resultado en congelaciones de subvenciones y recortes presupuestarios.

En marzo, el gobierno estadounidense revocó más de 300 visas. Marco Rubio explicó entonces que los estudiantes se habían lanzado en “actividades que van en contra de nuestro interés nacional, de nuestra política exterior”.

Aproximadamente 1,1 millones de estudiantes extranjeros se encuentran actualmente inscritos en universidades estadounidenses. El país es, sin duda, el más atractivo del mundo en ese aspecto, acogiendo a un sexto de los estudiantes que cursan estudios fuera de su país de origen. Pero no es el primero en implementar políticas restrictivas.

El laboratorio de investigación de la Universidad de Múnich, en el sur de Alemania

Estos estudiantes representan una contribución financiera importante para la economía estadounidense. Según la asociación de profesores y estudiantes extranjeros NAFSA, los estudiantes internacionales inyectaron 43,8 mil millones de dólares en la economía estadounidense durante el año escolar 2023-24.

Michael Clemens, economista de la inmigración en la universidad George Mason, en el estado de Virginia, estima que incluso una suspensión de corta duración en la emisión de visas podría tener repercusiones importantes en todo el país.

“Esta pausa es extremadamente perjudicial. Crea un clima de incertidumbre extrema para los estudiantes que consideran hacer la enorme inversión para venir a estudiar a Estados Unidos. En muchos estados, el sistema universitario es el mayor empleador, como en Alabama, o uno de los mayores”, explica.

Clemens añade que una disminución en el número de estudiantes internacionales podría reducir el potencial de creación de nuevas empresas y sofocar la innovación estadounidense. Según él, “el 15 % de las start-ups de alto crecimiento financiadas por capital de riesgo en Estados Unidos –con toda la creación de empleos, las inversiones y los cambios tecnológicos que fomentan– dependen de los estudiantes extranjeros”.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, asisten al acto

Muchos empresarios estadounidenses destacados son inmigrantes que llegaron como estudiantes, empezando por el aliado de Trump, Elon Musk. Aproximadamente la mitad de las empresas del ránking Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o sus hijos.

Krishna Bista, profesor en la universidad estatal Morgan, que estudia la movilidad de estudiantes extranjeros, considera que la ofensiva actual de la administración Trump “podría disuadir incluso a los candidatos más calificados” de ir a estudiar a Estados Unidos.

“No es solo un problema de visa, tiene que ver con el sentimiento de seguridad, pertenencia y libertad académica”, explica.

Y nadie pierde tiempo. Porque en la era de la Inteligencia Artificial (AI) ningún país puede permitirse quedar rezagado. “Otros países están elaborando políticas para reclutar jóvenes talentos, es irracional que Estados Unidos los rechace”, ratifica Bista.

En los últimos años, el número de estudiantes en movilidad internacional en el mundo no ha dejado de aumentar y los destinos se han diversificado. Cuando en 2000 había aproximadamente 2 millones de estudiantes internacionales, hoy son más de 6 millones, según las estadísticas de la UNESCO. Más de la mitad están inscritos en siete países: Estados Unidos (1,1 millones), Gran Bretaña (550.000), Australia (460.000), Alemania (370.000), Canadá (320.000), Francia (250.000) y China (230.000). Luego siguen Japón, Emiratos Árabes Unidos y Turquía.

La sede de la sociedad de investigaciones científicas Max Planck en Munich

En cuanto a los estudiantes que obtienen su título en el extranjero, los chinos están a la cabeza (más de un millón de estudiantes), seguidos por los indios (500.000). En 2024, India volvió a ser, por primera vez desde 2009, el principal país de origen de estudiantes extranjeros en Estados Unidos, por delante de China. Las universidades estadounidenses también acogen a numerosos coreanos, taiwaneses, vietnamitas, bangladesíes, así como nigerianos y brasileños.

Estados Unidos experimentó una disminución inédita del 15 % en el número de estudiantes extranjeros en 2020-2021, el año de la pandemia de Covid-19. Pero la dinámica se recuperó ya en el año 2022-2023, con un aumento del 12 % en el número de estudiantes internacionales.

A modo de comparación, en Francia, el crecimiento del número de estudiantes extranjeros continúa a un ritmo más moderado, con un aumento del 3 % anual. Según Campus France, los estudiantes internacionales provienen principalmente de cinco países: Marruecos, Argelia, China, Italia y Senegal.

Frente a este aumento de estudiantes internacionales, varios países han implementado recientemente políticas restrictivas.

Rectorado de la Universidad de Málaga

En 2024, Canadá estableció un límite por dos años de 364.000 visas de estudio otorgadas, es decir, un 35 % menos que el año anterior. El gobierno explicó que quería reducir la presión que estos estudiantes ejercen “sobre la vivienda y la atención sanitaria”. Ese mismo año, el gobierno laborista del Reino Unido, comprometido en la lucha contra la inmigración, también implementó restricciones en las visas de estudiantes.

Por su parte, Holanda ha introducido un numerus clausus para los programas de licenciatura impartidos en inglés. En otros lugares, los estudiantes que no pertenecen a la Unión Europea (UE) a veces se ven directamente afectados por un aumento de las tasas de inscripción: es el caso de Noruega, Finlandia o Australia.

En Francia, en diciembre de 2023, la votación de la ley de inmigración había preocupado al mundo universitario con disposiciones que endurecían la acogida de estudiantes internacionales, especialmente extracomunitarios. Un mes después, el Consejo Constitucional censuró todas esas medidas, considerando “la ausencia de vínculo directo o indirecto con el proyecto de ley inicial”.

Ahora, en el marco de la estrategia “Choose France”, el gobierno francés muestra, por el contrario, la ambición de abrir más sus campus, fijándose un objetivo de 500.000 estudiantes acogidos para el horizonte 2027 (70.000 más que hoy).

Y no es el único. Otros países europeos se inscriben en esa tendencia, buscando reforzar el atractivo de sus universidades. Irlanda ha mostrado así su ambición de aumentar en 10 % el número de estudiantes extranjeros y Alemania desea ver duplicado el número de graduados extranjeros en su territorio.

Frente a las nuevas restricciones impuestas en Estados Unidos, las universidades asiáticas también se presentan como alternativas. Hong Kong y Japón ya han dicho que quieren abrir las puertas de sus campus a los estudiantes extranjeros que se verían obligados a renunciar a Harvard u otras instituciones estadounidenses.

PARÍS.– Estados Unidos anunció esta semana la suspensión de visas para estudiantes internacionales. Sin embargo, más allá de los contratiempos que esto representa para los interesados, la actual situación representa una gran oportunidad para el resto del mundo. Porque, mientras Trump les cierra las universidades, Europa recibe a esos jóvenes con los brazos abiertos.

En un nuevo golpe dado por la administración Trump al mundo universitario, el secretario de Estado Marco Rubio ordenó el martes 27 de mayo la suspensión del procesamiento de visas para estudiantes extranjeros. Más allá de su enfrentamiento con las grandes universidades estadounidenses —especialmente Harvard— acusadas de antisemitismo, de ser de izquierda y de favorecer a las élites y a los extranjeros, el equipo de Trump encadena así medidas para reforzar el control de la inmigración.

Un documento del Departamento de Estado solicita a las embajadas y consulados que no autoricen “citas para nuevas visas de estudiantes o programas de intercambio”, mientras se implementa un procedimiento para examinar las redes sociales de los candidatos que desean seguir un curso en Estados Unidos. Rubio afirma querer asegurarse “de que las personas que están aquí comprendan lo que es la ley, y no tengan intenciones criminales”.

La Universidad de Harvard ha estado bajo fuego de la Casa Blanca

Desde la investidura del actual presidente, en enero, la administración ha implementado medidas radicales para detener y expulsar a los migrantes y para negar la entrada al territorio a ciertos viajeros, incluidos los turistas. Varios países, además, han actualizado sus advertencias a los viajeros que desean ir a Estados Unidos. Algo impensable hace apenas unos meses.

Al mismo tiempo, el gobierno busca identificar y potencialmente arrestar o expulsar a los estudiantes que se han involucrado en las manifestaciones contra las operaciones militares israelíes en Gaza. Los intentos de las universidades de resistir a las exigencias de la administración han resultado en congelaciones de subvenciones y recortes presupuestarios.

En marzo, el gobierno estadounidense revocó más de 300 visas. Marco Rubio explicó entonces que los estudiantes se habían lanzado en “actividades que van en contra de nuestro interés nacional, de nuestra política exterior”.

Aproximadamente 1,1 millones de estudiantes extranjeros se encuentran actualmente inscritos en universidades estadounidenses. El país es, sin duda, el más atractivo del mundo en ese aspecto, acogiendo a un sexto de los estudiantes que cursan estudios fuera de su país de origen. Pero no es el primero en implementar políticas restrictivas.

El laboratorio de investigación de la Universidad de Múnich, en el sur de Alemania

Estos estudiantes representan una contribución financiera importante para la economía estadounidense. Según la asociación de profesores y estudiantes extranjeros NAFSA, los estudiantes internacionales inyectaron 43,8 mil millones de dólares en la economía estadounidense durante el año escolar 2023-24.

Michael Clemens, economista de la inmigración en la universidad George Mason, en el estado de Virginia, estima que incluso una suspensión de corta duración en la emisión de visas podría tener repercusiones importantes en todo el país.

“Esta pausa es extremadamente perjudicial. Crea un clima de incertidumbre extrema para los estudiantes que consideran hacer la enorme inversión para venir a estudiar a Estados Unidos. En muchos estados, el sistema universitario es el mayor empleador, como en Alabama, o uno de los mayores”, explica.

Clemens añade que una disminución en el número de estudiantes internacionales podría reducir el potencial de creación de nuevas empresas y sofocar la innovación estadounidense. Según él, “el 15 % de las start-ups de alto crecimiento financiadas por capital de riesgo en Estados Unidos –con toda la creación de empleos, las inversiones y los cambios tecnológicos que fomentan– dependen de los estudiantes extranjeros”.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, asisten al acto

Muchos empresarios estadounidenses destacados son inmigrantes que llegaron como estudiantes, empezando por el aliado de Trump, Elon Musk. Aproximadamente la mitad de las empresas del ránking Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o sus hijos.

Krishna Bista, profesor en la universidad estatal Morgan, que estudia la movilidad de estudiantes extranjeros, considera que la ofensiva actual de la administración Trump “podría disuadir incluso a los candidatos más calificados” de ir a estudiar a Estados Unidos.

“No es solo un problema de visa, tiene que ver con el sentimiento de seguridad, pertenencia y libertad académica”, explica.

Y nadie pierde tiempo. Porque en la era de la Inteligencia Artificial (AI) ningún país puede permitirse quedar rezagado. “Otros países están elaborando políticas para reclutar jóvenes talentos, es irracional que Estados Unidos los rechace”, ratifica Bista.

En los últimos años, el número de estudiantes en movilidad internacional en el mundo no ha dejado de aumentar y los destinos se han diversificado. Cuando en 2000 había aproximadamente 2 millones de estudiantes internacionales, hoy son más de 6 millones, según las estadísticas de la UNESCO. Más de la mitad están inscritos en siete países: Estados Unidos (1,1 millones), Gran Bretaña (550.000), Australia (460.000), Alemania (370.000), Canadá (320.000), Francia (250.000) y China (230.000). Luego siguen Japón, Emiratos Árabes Unidos y Turquía.

La sede de la sociedad de investigaciones científicas Max Planck en Munich

En cuanto a los estudiantes que obtienen su título en el extranjero, los chinos están a la cabeza (más de un millón de estudiantes), seguidos por los indios (500.000). En 2024, India volvió a ser, por primera vez desde 2009, el principal país de origen de estudiantes extranjeros en Estados Unidos, por delante de China. Las universidades estadounidenses también acogen a numerosos coreanos, taiwaneses, vietnamitas, bangladesíes, así como nigerianos y brasileños.

Estados Unidos experimentó una disminución inédita del 15 % en el número de estudiantes extranjeros en 2020-2021, el año de la pandemia de Covid-19. Pero la dinámica se recuperó ya en el año 2022-2023, con un aumento del 12 % en el número de estudiantes internacionales.

A modo de comparación, en Francia, el crecimiento del número de estudiantes extranjeros continúa a un ritmo más moderado, con un aumento del 3 % anual. Según Campus France, los estudiantes internacionales provienen principalmente de cinco países: Marruecos, Argelia, China, Italia y Senegal.

Frente a este aumento de estudiantes internacionales, varios países han implementado recientemente políticas restrictivas.

Rectorado de la Universidad de Málaga

En 2024, Canadá estableció un límite por dos años de 364.000 visas de estudio otorgadas, es decir, un 35 % menos que el año anterior. El gobierno explicó que quería reducir la presión que estos estudiantes ejercen “sobre la vivienda y la atención sanitaria”. Ese mismo año, el gobierno laborista del Reino Unido, comprometido en la lucha contra la inmigración, también implementó restricciones en las visas de estudiantes.

Por su parte, Holanda ha introducido un numerus clausus para los programas de licenciatura impartidos en inglés. En otros lugares, los estudiantes que no pertenecen a la Unión Europea (UE) a veces se ven directamente afectados por un aumento de las tasas de inscripción: es el caso de Noruega, Finlandia o Australia.

En Francia, en diciembre de 2023, la votación de la ley de inmigración había preocupado al mundo universitario con disposiciones que endurecían la acogida de estudiantes internacionales, especialmente extracomunitarios. Un mes después, el Consejo Constitucional censuró todas esas medidas, considerando “la ausencia de vínculo directo o indirecto con el proyecto de ley inicial”.

Ahora, en el marco de la estrategia “Choose France”, el gobierno francés muestra, por el contrario, la ambición de abrir más sus campus, fijándose un objetivo de 500.000 estudiantes acogidos para el horizonte 2027 (70.000 más que hoy).

Y no es el único. Otros países europeos se inscriben en esa tendencia, buscando reforzar el atractivo de sus universidades. Irlanda ha mostrado así su ambición de aumentar en 10 % el número de estudiantes extranjeros y Alemania desea ver duplicado el número de graduados extranjeros en su territorio.

Frente a las nuevas restricciones impuestas en Estados Unidos, las universidades asiáticas también se presentan como alternativas. Hong Kong y Japón ya han dicho que quieren abrir las puertas de sus campus a los estudiantes extranjeros que se verían obligados a renunciar a Harvard u otras instituciones estadounidenses.

 Países europeos y de otras partes están listos para capitalizar el volátil contexto académico norteamericano  LA NACION

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