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La Comisión de Libertad de Expresión está paralizada hace nueve meses y su titular acusa a los periodistas de “exagerar”

“Nunca hubo tanta libertad de expresión como durante este gobierno”. Con esa frase, la diputada salteña Emilia Orozco defendió al presidente Javier Milei frente a los cuestionamientos por su trato hostil hacia el periodismo. La legisladora de La Libertad Avanza (LLA) también avaló la parálisis de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados, que preside y que no se reúne desde septiembre pasado.

A contramano de los reclamos de la oposición y de las advertencias de organismos internacionales, Orozco respaldó la estrategia del oficialismo y justificó el prolongado silencio legislativo: “La verdadera libertad de expresión se da cuando el Estado no decide a quién darle dinero y a quién no. Esta fue una de las primeras medidas que tomó el Gobierno: ningún medio recibe ni un peso del Estado. Se terminó la pauta para hacer política”.

Las declaraciones fueron realizadas ante LA NACION poco después de que la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la OEA alertara sobre la “baja tolerancia a las críticas” y el “uso reiterado de calificativos estigmatizantes” por parte del Ejecutivo nacional. Orozco rechazó ese diagnóstico: “Muchos periodistas e instituciones exageran cuando dicen que Milei daña la institucionalidad, cuando nunca actuó por fuera del límite de ninguna ley”. Y añadió: “Confunden, muchas veces maliciosamente, las formas con la institucionalidad. A diferencia de lo que ocurrió durante décadas en la Argentina, ya no existe la coacción económica del Estado sobre la libertad de expresión”.

El presidente Javier Milei junto a periodistas en la Casa Rosada

Frente a los cuestionamientos, Orozco también reivindicó su gestión al frente de la comisión. Aseguró que durante 2023 se celebraron cuatro reuniones “con participación amplia, plural y diversa” y destacó que, por primera vez, se incorporaron voces del interior del país, rompiendo con lo que calificó como un “centralismo porteño”. Mencionó a más de 30 periodistas, empresarios y referentes del sector invitados a participar y apuntó contra los legisladores que hoy reclaman la reactivación del cuerpo: “Los mismos que durante años la mantuvieron paralizada, hoy solo buscan hacer de la comisión un show mediático”.

Pese a su defensa, la comisión acumula decenas de proyectos sin tratar y enfrenta un reclamo creciente para que retome su funcionamiento. La semana pasada, los diputados Esteban Paulón y Oscar Agost Carreño (Encuentro Federal), Carolina Gaillard (Unión por la Patria) y Mónica Frade (Coalición Cívica) presentaron una nota formal exigiendo la convocatoria urgente del cuerpo. En el escrito advirtieron sobre “el ataque sistemático a los trabajadores de prensa por parte del gobierno de Javier Milei” y señalaron una escalada de “hostigamiento y estigmatización”, “persecución judicial a periodistas críticos” y “represión policial a reporteros gráficos”.

El reclamo opositor coincidió con la denuncia del periodista de LA NACION, Hugo Alconada Mon, quien reveló que el nuevo plan de inteligencia nacional podría habilitar el espionaje interno a periodistas y economistas. Días después, denunció intentos de hackeo contra su teléfono y sus cuentas personales, en lo que interpretó como una maniobra de amedrentamiento.

La oposición insiste en que la parálisis de la comisión no solo impide canalizar institucionalmente estas preocupaciones, sino que consolida un cerrojo político para proteger al oficialismo de sus propias contradicciones con la libertad de expresión.

Pero el malestar con Orozco no es nuevo. Hace quince días, el presidente de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro, reclamó públicamente su renuncia a la presidencia de la comisión. Lo hizo a través de su cuenta en X, tras los disturbios frente al Congreso que incluyeron represión a jubilados y periodistas. “La libertad de expresión no se negocia. El Congreso no puede ser una zona liberada para la represión”, escribió. Y fue aún más enfático: “Exijo la renuncia inmediata de la diputada María Emilia Orozco a la presidencia de la Comisión de Libertad de Expresión”. Con ese mensaje, Ferraro dejó expuesta la incomodidad creciente de legisladores que hasta hace poco respaldaron al Gobierno para aprobar leyes clave, pero que hoy se rehúsan a convalidar su pasividad frente a hechos que, advierten, “ponen en jaque el sistema democrático”.

El ascenso de Orozco

En el ecosistema libertario, la fidelidad se debe probar. Y ella lo hizo. Orozco llegó a LLA de la mano de Alfredo Olmedo, el exdiputado nacional por el frente Salta Somos Todos -la versión provincial de Juntos por el Cambio-, característico por usar, en toda ocasión, una campera color amarillo rabioso.

Orozco encabezó en 2023 la lista violeta de diputados nacionales por Salta, seguida por Julio Moreno Ovalle y Eliana Bruno. Ya en el Congreso, se hizo su propio camino. Con una voz punzante, se hizo escuchar y dejó señales de su perfil combativo. Durante el debate por la Ley Bases, le respondió a Máximo Kirchner luego de que se retirara del recinto tras su exposición. “Tiene alergia a trabajar”, chicaneó la salteña desde su banca. Y agregó: “Les pido disculpas a todos los argentinos porque tuvieron que aguantar un discurso paupérrimo del heredero de la máxima corrupción de este país”.

Pero la prueba de amor no se limitó a un discurso encendido. Se ausentó cuando los libertarios se negaron a tratar la ley de “ficha limpia” impulsada por el Pro, de la mano de Silvia Lospennato. Lo hizo junto a otros siete diputados de su bloque, lo que terminó por frustrar el quorum. Orozco alegó sentirse mal de salud.

El premio llegó este año. Orozco ocupó un lugar predominante en las elecciones de su provincia. No fue candidata, pero sí la cara visible de la pelea local contra el gobernador Gustavo Sáenz. En su territorio fue acompañada por referentes de “Las Fuerzas del Cielo” -la agrupación del asesor Santiago Caputo-, como Agustín Romo o Daniel Parisini, alias “Gordo Dan”.

También cuenta con el aval de Martín Menem, aliado de Karina Milei, el otro vértice del triángulo de hierro del poder libertario.

Orozco es una de las pocas autorizadas para recorrer los canales de televisión. No todos tienen esa prerrogativa en el oficialismo. Una paradoja dentro del espacio que se jacta, precisamente, de garantizar la libertad de expresión.

“Nunca hubo tanta libertad de expresión como durante este gobierno”. Con esa frase, la diputada salteña Emilia Orozco defendió al presidente Javier Milei frente a los cuestionamientos por su trato hostil hacia el periodismo. La legisladora de La Libertad Avanza (LLA) también avaló la parálisis de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados, que preside y que no se reúne desde septiembre pasado.

A contramano de los reclamos de la oposición y de las advertencias de organismos internacionales, Orozco respaldó la estrategia del oficialismo y justificó el prolongado silencio legislativo: “La verdadera libertad de expresión se da cuando el Estado no decide a quién darle dinero y a quién no. Esta fue una de las primeras medidas que tomó el Gobierno: ningún medio recibe ni un peso del Estado. Se terminó la pauta para hacer política”.

Las declaraciones fueron realizadas ante LA NACION poco después de que la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la OEA alertara sobre la “baja tolerancia a las críticas” y el “uso reiterado de calificativos estigmatizantes” por parte del Ejecutivo nacional. Orozco rechazó ese diagnóstico: “Muchos periodistas e instituciones exageran cuando dicen que Milei daña la institucionalidad, cuando nunca actuó por fuera del límite de ninguna ley”. Y añadió: “Confunden, muchas veces maliciosamente, las formas con la institucionalidad. A diferencia de lo que ocurrió durante décadas en la Argentina, ya no existe la coacción económica del Estado sobre la libertad de expresión”.

El presidente Javier Milei junto a periodistas en la Casa Rosada

Frente a los cuestionamientos, Orozco también reivindicó su gestión al frente de la comisión. Aseguró que durante 2023 se celebraron cuatro reuniones “con participación amplia, plural y diversa” y destacó que, por primera vez, se incorporaron voces del interior del país, rompiendo con lo que calificó como un “centralismo porteño”. Mencionó a más de 30 periodistas, empresarios y referentes del sector invitados a participar y apuntó contra los legisladores que hoy reclaman la reactivación del cuerpo: “Los mismos que durante años la mantuvieron paralizada, hoy solo buscan hacer de la comisión un show mediático”.

Pese a su defensa, la comisión acumula decenas de proyectos sin tratar y enfrenta un reclamo creciente para que retome su funcionamiento. La semana pasada, los diputados Esteban Paulón y Oscar Agost Carreño (Encuentro Federal), Carolina Gaillard (Unión por la Patria) y Mónica Frade (Coalición Cívica) presentaron una nota formal exigiendo la convocatoria urgente del cuerpo. En el escrito advirtieron sobre “el ataque sistemático a los trabajadores de prensa por parte del gobierno de Javier Milei” y señalaron una escalada de “hostigamiento y estigmatización”, “persecución judicial a periodistas críticos” y “represión policial a reporteros gráficos”.

El reclamo opositor coincidió con la denuncia del periodista de LA NACION, Hugo Alconada Mon, quien reveló que el nuevo plan de inteligencia nacional podría habilitar el espionaje interno a periodistas y economistas. Días después, denunció intentos de hackeo contra su teléfono y sus cuentas personales, en lo que interpretó como una maniobra de amedrentamiento.

La oposición insiste en que la parálisis de la comisión no solo impide canalizar institucionalmente estas preocupaciones, sino que consolida un cerrojo político para proteger al oficialismo de sus propias contradicciones con la libertad de expresión.

Pero el malestar con Orozco no es nuevo. Hace quince días, el presidente de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro, reclamó públicamente su renuncia a la presidencia de la comisión. Lo hizo a través de su cuenta en X, tras los disturbios frente al Congreso que incluyeron represión a jubilados y periodistas. “La libertad de expresión no se negocia. El Congreso no puede ser una zona liberada para la represión”, escribió. Y fue aún más enfático: “Exijo la renuncia inmediata de la diputada María Emilia Orozco a la presidencia de la Comisión de Libertad de Expresión”. Con ese mensaje, Ferraro dejó expuesta la incomodidad creciente de legisladores que hasta hace poco respaldaron al Gobierno para aprobar leyes clave, pero que hoy se rehúsan a convalidar su pasividad frente a hechos que, advierten, “ponen en jaque el sistema democrático”.

El ascenso de Orozco

En el ecosistema libertario, la fidelidad se debe probar. Y ella lo hizo. Orozco llegó a LLA de la mano de Alfredo Olmedo, el exdiputado nacional por el frente Salta Somos Todos -la versión provincial de Juntos por el Cambio-, característico por usar, en toda ocasión, una campera color amarillo rabioso.

Orozco encabezó en 2023 la lista violeta de diputados nacionales por Salta, seguida por Julio Moreno Ovalle y Eliana Bruno. Ya en el Congreso, se hizo su propio camino. Con una voz punzante, se hizo escuchar y dejó señales de su perfil combativo. Durante el debate por la Ley Bases, le respondió a Máximo Kirchner luego de que se retirara del recinto tras su exposición. “Tiene alergia a trabajar”, chicaneó la salteña desde su banca. Y agregó: “Les pido disculpas a todos los argentinos porque tuvieron que aguantar un discurso paupérrimo del heredero de la máxima corrupción de este país”.

Pero la prueba de amor no se limitó a un discurso encendido. Se ausentó cuando los libertarios se negaron a tratar la ley de “ficha limpia” impulsada por el Pro, de la mano de Silvia Lospennato. Lo hizo junto a otros siete diputados de su bloque, lo que terminó por frustrar el quorum. Orozco alegó sentirse mal de salud.

El premio llegó este año. Orozco ocupó un lugar predominante en las elecciones de su provincia. No fue candidata, pero sí la cara visible de la pelea local contra el gobernador Gustavo Sáenz. En su territorio fue acompañada por referentes de “Las Fuerzas del Cielo” -la agrupación del asesor Santiago Caputo-, como Agustín Romo o Daniel Parisini, alias “Gordo Dan”.

También cuenta con el aval de Martín Menem, aliado de Karina Milei, el otro vértice del triángulo de hierro del poder libertario.

Orozco es una de las pocas autorizadas para recorrer los canales de televisión. No todos tienen esa prerrogativa en el oficialismo. Una paradoja dentro del espacio que se jacta, precisamente, de garantizar la libertad de expresión.

 La libertaria Emilia Orozco rechaza las denuncias por hostigamiento a la prensa y el informe crítico de la OEA; opositores piden su renuncia  LA NACION

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