Alan Sutton: va a contramano de la industria musical, sus letras apuntan a la reflexión y generó una comunidad

Con cada nuevo proyecto, Alan Sutton y las Criaturas de la Ansiedad saltan al vacío, seguros de que la música salva, de que la música sana. Y ella no solo cumple e invariablemente los rescata, sino que los coloca cada vez más alto. El viaje no comenzó hace tanto sino en 2016. Hubo un EP, luego tres discos tan originales como diferentes entre sí (uno en tríptico obligado por la pandemia), canciones sueltas que volaron tanto como las otras, y el año pasado el sueño de un Estadio Obras con lleno completo. También una comunidad, inesperada en un principio, donde comulgan nenes de diez u once años, con adolescentes y hasta treintañeros rockeros que ya son parte del mar. Un compromiso a la hora de componer, que le agrega a la propuesta artística una responsabilidad extra en más de un sentido.
Estas “criaturitas de la ansiedad” (así se hacen llamar, y así también llaman a sus fans) se comunican mediante la poesía de Alan Sutton y la producción y acordes de Jerónimo “Jero” Romero; dos artistas que, junto al resto de la banda, se preparan para otro salto sin red. El 9 de agosto la plataforma de lanzamiento será la presentación de su nuevo material, Berrinche, y la ambiciosa pista de aterrizaje será el escenario del teatro Gran Rex.
Alan y Jero se entienden con la mirada, se completan las frases, “juegan de memoria”. En sus cabezas repiquetean los Beatles con Charly García, Phil Collins con Arctic Monkeys, Fito con Spinetta, y Charly otra vez. Esa caja de resonancia, inquietudes y búsquedas se le planta a la chatura musical reinante con un sonido nuevo, que a la vez carga reminiscencias de lo mejor del pasado. Un estilo a contracorriente donde vuelven a ser protagonistas la melodía, la armonía, el ritmo. Y que además tiene mucho para decir.
-Después del éxito de Algo tiene que cambiar, un disco muy rockero, Berrinche es un retorno a lo simple, a lo emocional. ¿Fue una decisión buscada?
Alan Sutton: –Berrinche es un retorno a algo más inicial, a volver a hacer las cosas como las hacíamos en el principio.
Jerónimo Romero: -Vivimos una viralidad muy extraña, muy fuerte. Tenemos un millón de seguidores en YouTube, un montón de gente nos conoce, nos escribe, nos pone un montón de expectativas. Es una respuesta a la sobreexposición y la sobredimensión que vivimos con el disco anterior. Fue como rescatar la cabeza.
Sutton: -Fue la experiencia de irnos 13 días a Calafate, a una cabaña, y grabar un disco ahí, con canciones que también se escribieron en un momento bastante difícil. El trabajo del cantautor es siempre conversar con el tiempo, ¿no? La mayoría de los temas del disco están escritos en el medio del ojo del huracán. Son profundamente íntimas y emocionales, pero al mismo tiempo es el disco de aprender a estar mejor. Además de lo inspiracional del espacio, para mí los géneros musicales surgen a partir de los entornos físicos. Y los tiempos que nos demandaba estar en El Calafate, en esa cabaña: poner el hogar, alimentar la cocina económica con leña. De alguna manera eso se trasladó a la música.
Romero: -Es un disco que no vestimos de efusividad, con ese carácter más rock y pop de la banda, más moderno, y con el que nos fue tan bien. Fue bajar un cambio. Berrinche nos vino a rescatar la cabeza.
-Una decisión que va en contra de lo que aconseja el mercado, que es la repetición de una fórmula hasta que se agote.
Sutton: -Para mí lanzar este disco fue intenso. Me sentí un poquito desnudo, de pronto, en una industria que está premiando otras cosas. Estamos viviendo un tiempo complicado. Una época en la que el mundo está hablando de “hacer contenido” todo el tiempo. Y ese “contenido” dura dos días, como mucho. Nos pasa con nuestros colegas: ¿Tenés que transformarte en un mamífero que habla todo el tiempo de ponerla? Es un poco agotador: “Mueve el culito, mueve el culito”. A mí me cansa. Quiero que el alma vaya un poco más allá. Entiendo que estamos inmersos en una industria que premia otras cosas, y uno tiene que habitar en esa contradicción. Pero hoy me digo: “Me siguen jóvenes, me siguen adolescentes, me siguen niños”. Entonces me pongo a leer filosofía de nuevo, me pongo a investigar, me pongo a leer a Foucault, a Nietzsche, y veo cómo puedo accesibilizar eso. La fama es un medio.
-¿Un medio para qué?
Sutton: -Para decir, para transmitir un mensaje. Y ahí lo profesional se conecta con el plano individual, donde lo que más quiero es ser feliz con mis amigos, con mi novia, con mi perra, con mi familia. Pero también me hago responsable, casi de una forma paternal, de esa gente que me sigue, y siento que tengo que ofrecerles un mensaje de compromiso. Estamos en un mundo raro, excesivamente individualista, consumiendo algoritmos como si fuese agua salada, cada vez más insatisfechos todo el tiempo. Tenemos adolescentes que están cada vez más deprimidos.
–Y ustedes le hablan a ellos, también.
Sutton: –Nosotros les queremos hablar a esos adolescentes, decirles algo. No creo en esta cosa de ser “famosito” y que lo único que me importe es aparecer en streamings y ganar Grammys. El fin no justifica los medios. Por suerte tenemos una comunidad que se quiere, que se cuida, eso es muy importante. Es una comunidad sana. Y a mí lo que me entusiasma es verlos crecer. Por eso también quiero cambiarles los estímulos. Que nos siga tanta gente joven y este año sentarlos un ratito a escuchar las letras, en lugar de estar saltando todo el tiempo, es un gran desafío.
Romero: -Y también hay que decir que hay comunicación que va por fuera del arte en sí. Tenemos un montón de gente que conecta con la música, pero también están los que nos siguen por las caras, por cómo somos como personajes. Berrinche se puede promocionar y no por eso desarma el mensaje que trae. Claro que si ‘sobrepromocionás’ las cosas, empezás a hacer cosas por la promoción en sí. Hacer del arte un producto está bien, lo hemos hecho, porque también es accesibilizar. Pero si pensás todo como un producto pareciera que hacer un disco como Berrinche está mal cuando en realidad es lo que necesitamos en este momento.
Sutton: -¿A muchos chicos les gustamos porque hacemos colores y caritas? Bueno, salgamos de ahí a ver qué pasa, ahora queremos ir por otro lado, aunque sea un ratito. Lo importante es que estas juventudes van a crecer, ya la trascendencia que buscábamos está lograda en individualidades. Pueden ser tus hijos, pueden ser distintos adolescentes o niños que nos siguen desde hace un montón de tiempo. Sabemos el impacto que tiene, y creo que va más allá de los colores o las expresiones.
-Alan, antes hablaste de lo personales que son tus letras, y la frase me lleva a tu canción “Pensamientos intrusivos”, la historia de alguien que toca fondo. ¿Llegaste a tener una sensación parecida?
Sutton: -De mi parte hubo mucho de sublimación, utilicé el oficio, el arte para hablar de cosas que me venían pasando, porque me fueron intolerables los últimos años. Profesionalmente, estuvo todo bien, incluso te diría que desde las amistades y las contenciones también. Creo que fue más personal, un período de depresión, de lograr todo lo que uno desea y aun así no encontrarse ahí. Repensar cuáles son las prioridades y rever un poco dónde están el corazón, las razones y el propósito. Rever un poco una búsqueda de trascendencia o una búsqueda de fama. Escribo desde un lugar íntimo, y la gente se vincula con nosotros desde ese lugar. Pero por ahí también fue un tiempo de aprender a poner límites propios, que no es lo mismo que distancia, porque cada persona es un mundo, y es un mundo valioso. Fue todo mucho, desde lo emocional, desde lo familiar. Berrinche es nuestro abrazo para estar saludables por muchos años más.
-Abrazo que se volverá masivo el 9 de agosto en el Gran Rex, justo un año después de llenar el Estadio Obras…
Sutton: -Aclaro que no es un tema de cábala sino de nuestro manager, Manu Etchegaray, que es muy prolijo con las fechas (risas).
Romero: -Como Berrinche es un disco folk queríamos hacer gira de teatros. Y el Gran Rex es un emblema en ese sentido. Si todo sale como queremos, vamos a hacer el disco entero, con una estética linda. Y también tocar reversiones de todos nuestros temas.
Sutton: -Claro, la primera parte del show es un Berrinche en el mismo orden del disco, con una apuesta más teatral. Nos gustaría recrear lo que fue el espacio de la cabaña, ambientar el escenario como una casa, donde solo estamos nosotros. Y luego, en la segunda parte, romper ese código, y que venga la fiesta y el baile con todas nuestras otras canciones: “No tengo hambre, tengo ansiedad”, “Tutank’món”, “Nicolás Cage”, y el resto. También vamos a tocar en Chile, Montevideo, Rosario, Córdoba, y posiblemente después nos vayamos a México, España, Costa Rica. Hay muchos lugares dando vueltas.
-¿Por qué recalcan que Berrinche es “un recreo”?
Sutton: -Porque así lo sentimos. El próximo disco seguramente sea totalmente diferente. ¿Por qué Cirque du Soleil de repente hace un show en un lugar y después hace otro totalmente distinto? ¿Por qué los músicos tienen que hacer siempre lo mismo, parecido o ir siempre por el mismo lugar?
Romero: -Estamos viendo qué se viene, cómo seguimos. Hay una línea que empezamos en Algo tiene que cambiar con “El monstruo del sofá”, que después no seguimos. A lo mejor podemos probar por ahí.
Sutton: -Tenemos muchas opciones desde lo musical, pero lo que sí está claro es que yo quiero que nuestras canciones sean un abrazo apretado en un momento triste, pero también un cachetazo de cinismo. En la facultad tuve grandes profesores que me ayudaron a pensar. También la música que escuchaba de chico me despertó, me abrió la cabeza a un montón de estímulos. Yo quiero colaborar en eso. Me parece que es momento también de plantarse y de tener una postura humana, no individualista. No hay felicidad si no es de todo el pueblo. Y en ese plano, tener mucho cuidado con los símbolos.
–¿Por qué?
Sutton: – Porque los símbolos hacen que la mitad de la gente te diga “sos todo lo que está bien”, y la otra mitad: “sos todo lo que está mal”. Conmover a la juventud ante la no violencia, ante la importancia del otro. Estamos en un momento muy violento, habilitado por la política y habilitado por todos lados. La gente se está tratando de una manera jodida, entonces yo creo que el mensaje que hay que dar es el de pensar y el del amor. Como nos enseñaron nuestros próceres musicales: Charly, Spinetta… Vos escuchás sus canciones y ves al hombre estirando los dedos hacia el sol, un anhelo que es divino. A mí me gusta escribir desde ese lugar, con la idea de intentar tocar el infinito.
Con cada nuevo proyecto, Alan Sutton y las Criaturas de la Ansiedad saltan al vacío, seguros de que la música salva, de que la música sana. Y ella no solo cumple e invariablemente los rescata, sino que los coloca cada vez más alto. El viaje no comenzó hace tanto sino en 2016. Hubo un EP, luego tres discos tan originales como diferentes entre sí (uno en tríptico obligado por la pandemia), canciones sueltas que volaron tanto como las otras, y el año pasado el sueño de un Estadio Obras con lleno completo. También una comunidad, inesperada en un principio, donde comulgan nenes de diez u once años, con adolescentes y hasta treintañeros rockeros que ya son parte del mar. Un compromiso a la hora de componer, que le agrega a la propuesta artística una responsabilidad extra en más de un sentido.
Estas “criaturitas de la ansiedad” (así se hacen llamar, y así también llaman a sus fans) se comunican mediante la poesía de Alan Sutton y la producción y acordes de Jerónimo “Jero” Romero; dos artistas que, junto al resto de la banda, se preparan para otro salto sin red. El 9 de agosto la plataforma de lanzamiento será la presentación de su nuevo material, Berrinche, y la ambiciosa pista de aterrizaje será el escenario del teatro Gran Rex.
Alan y Jero se entienden con la mirada, se completan las frases, “juegan de memoria”. En sus cabezas repiquetean los Beatles con Charly García, Phil Collins con Arctic Monkeys, Fito con Spinetta, y Charly otra vez. Esa caja de resonancia, inquietudes y búsquedas se le planta a la chatura musical reinante con un sonido nuevo, que a la vez carga reminiscencias de lo mejor del pasado. Un estilo a contracorriente donde vuelven a ser protagonistas la melodía, la armonía, el ritmo. Y que además tiene mucho para decir.
-Después del éxito de Algo tiene que cambiar, un disco muy rockero, Berrinche es un retorno a lo simple, a lo emocional. ¿Fue una decisión buscada?
Alan Sutton: –Berrinche es un retorno a algo más inicial, a volver a hacer las cosas como las hacíamos en el principio.
Jerónimo Romero: -Vivimos una viralidad muy extraña, muy fuerte. Tenemos un millón de seguidores en YouTube, un montón de gente nos conoce, nos escribe, nos pone un montón de expectativas. Es una respuesta a la sobreexposición y la sobredimensión que vivimos con el disco anterior. Fue como rescatar la cabeza.
Sutton: -Fue la experiencia de irnos 13 días a Calafate, a una cabaña, y grabar un disco ahí, con canciones que también se escribieron en un momento bastante difícil. El trabajo del cantautor es siempre conversar con el tiempo, ¿no? La mayoría de los temas del disco están escritos en el medio del ojo del huracán. Son profundamente íntimas y emocionales, pero al mismo tiempo es el disco de aprender a estar mejor. Además de lo inspiracional del espacio, para mí los géneros musicales surgen a partir de los entornos físicos. Y los tiempos que nos demandaba estar en El Calafate, en esa cabaña: poner el hogar, alimentar la cocina económica con leña. De alguna manera eso se trasladó a la música.
Romero: -Es un disco que no vestimos de efusividad, con ese carácter más rock y pop de la banda, más moderno, y con el que nos fue tan bien. Fue bajar un cambio. Berrinche nos vino a rescatar la cabeza.
-Una decisión que va en contra de lo que aconseja el mercado, que es la repetición de una fórmula hasta que se agote.
Sutton: -Para mí lanzar este disco fue intenso. Me sentí un poquito desnudo, de pronto, en una industria que está premiando otras cosas. Estamos viviendo un tiempo complicado. Una época en la que el mundo está hablando de “hacer contenido” todo el tiempo. Y ese “contenido” dura dos días, como mucho. Nos pasa con nuestros colegas: ¿Tenés que transformarte en un mamífero que habla todo el tiempo de ponerla? Es un poco agotador: “Mueve el culito, mueve el culito”. A mí me cansa. Quiero que el alma vaya un poco más allá. Entiendo que estamos inmersos en una industria que premia otras cosas, y uno tiene que habitar en esa contradicción. Pero hoy me digo: “Me siguen jóvenes, me siguen adolescentes, me siguen niños”. Entonces me pongo a leer filosofía de nuevo, me pongo a investigar, me pongo a leer a Foucault, a Nietzsche, y veo cómo puedo accesibilizar eso. La fama es un medio.
-¿Un medio para qué?
Sutton: -Para decir, para transmitir un mensaje. Y ahí lo profesional se conecta con el plano individual, donde lo que más quiero es ser feliz con mis amigos, con mi novia, con mi perra, con mi familia. Pero también me hago responsable, casi de una forma paternal, de esa gente que me sigue, y siento que tengo que ofrecerles un mensaje de compromiso. Estamos en un mundo raro, excesivamente individualista, consumiendo algoritmos como si fuese agua salada, cada vez más insatisfechos todo el tiempo. Tenemos adolescentes que están cada vez más deprimidos.
–Y ustedes le hablan a ellos, también.
Sutton: –Nosotros les queremos hablar a esos adolescentes, decirles algo. No creo en esta cosa de ser “famosito” y que lo único que me importe es aparecer en streamings y ganar Grammys. El fin no justifica los medios. Por suerte tenemos una comunidad que se quiere, que se cuida, eso es muy importante. Es una comunidad sana. Y a mí lo que me entusiasma es verlos crecer. Por eso también quiero cambiarles los estímulos. Que nos siga tanta gente joven y este año sentarlos un ratito a escuchar las letras, en lugar de estar saltando todo el tiempo, es un gran desafío.
Romero: -Y también hay que decir que hay comunicación que va por fuera del arte en sí. Tenemos un montón de gente que conecta con la música, pero también están los que nos siguen por las caras, por cómo somos como personajes. Berrinche se puede promocionar y no por eso desarma el mensaje que trae. Claro que si ‘sobrepromocionás’ las cosas, empezás a hacer cosas por la promoción en sí. Hacer del arte un producto está bien, lo hemos hecho, porque también es accesibilizar. Pero si pensás todo como un producto pareciera que hacer un disco como Berrinche está mal cuando en realidad es lo que necesitamos en este momento.
Sutton: -¿A muchos chicos les gustamos porque hacemos colores y caritas? Bueno, salgamos de ahí a ver qué pasa, ahora queremos ir por otro lado, aunque sea un ratito. Lo importante es que estas juventudes van a crecer, ya la trascendencia que buscábamos está lograda en individualidades. Pueden ser tus hijos, pueden ser distintos adolescentes o niños que nos siguen desde hace un montón de tiempo. Sabemos el impacto que tiene, y creo que va más allá de los colores o las expresiones.
-Alan, antes hablaste de lo personales que son tus letras, y la frase me lleva a tu canción “Pensamientos intrusivos”, la historia de alguien que toca fondo. ¿Llegaste a tener una sensación parecida?
Sutton: -De mi parte hubo mucho de sublimación, utilicé el oficio, el arte para hablar de cosas que me venían pasando, porque me fueron intolerables los últimos años. Profesionalmente, estuvo todo bien, incluso te diría que desde las amistades y las contenciones también. Creo que fue más personal, un período de depresión, de lograr todo lo que uno desea y aun así no encontrarse ahí. Repensar cuáles son las prioridades y rever un poco dónde están el corazón, las razones y el propósito. Rever un poco una búsqueda de trascendencia o una búsqueda de fama. Escribo desde un lugar íntimo, y la gente se vincula con nosotros desde ese lugar. Pero por ahí también fue un tiempo de aprender a poner límites propios, que no es lo mismo que distancia, porque cada persona es un mundo, y es un mundo valioso. Fue todo mucho, desde lo emocional, desde lo familiar. Berrinche es nuestro abrazo para estar saludables por muchos años más.
-Abrazo que se volverá masivo el 9 de agosto en el Gran Rex, justo un año después de llenar el Estadio Obras…
Sutton: -Aclaro que no es un tema de cábala sino de nuestro manager, Manu Etchegaray, que es muy prolijo con las fechas (risas).
Romero: -Como Berrinche es un disco folk queríamos hacer gira de teatros. Y el Gran Rex es un emblema en ese sentido. Si todo sale como queremos, vamos a hacer el disco entero, con una estética linda. Y también tocar reversiones de todos nuestros temas.
Sutton: -Claro, la primera parte del show es un Berrinche en el mismo orden del disco, con una apuesta más teatral. Nos gustaría recrear lo que fue el espacio de la cabaña, ambientar el escenario como una casa, donde solo estamos nosotros. Y luego, en la segunda parte, romper ese código, y que venga la fiesta y el baile con todas nuestras otras canciones: “No tengo hambre, tengo ansiedad”, “Tutank’món”, “Nicolás Cage”, y el resto. También vamos a tocar en Chile, Montevideo, Rosario, Córdoba, y posiblemente después nos vayamos a México, España, Costa Rica. Hay muchos lugares dando vueltas.
-¿Por qué recalcan que Berrinche es “un recreo”?
Sutton: -Porque así lo sentimos. El próximo disco seguramente sea totalmente diferente. ¿Por qué Cirque du Soleil de repente hace un show en un lugar y después hace otro totalmente distinto? ¿Por qué los músicos tienen que hacer siempre lo mismo, parecido o ir siempre por el mismo lugar?
Romero: -Estamos viendo qué se viene, cómo seguimos. Hay una línea que empezamos en Algo tiene que cambiar con “El monstruo del sofá”, que después no seguimos. A lo mejor podemos probar por ahí.
Sutton: -Tenemos muchas opciones desde lo musical, pero lo que sí está claro es que yo quiero que nuestras canciones sean un abrazo apretado en un momento triste, pero también un cachetazo de cinismo. En la facultad tuve grandes profesores que me ayudaron a pensar. También la música que escuchaba de chico me despertó, me abrió la cabeza a un montón de estímulos. Yo quiero colaborar en eso. Me parece que es momento también de plantarse y de tener una postura humana, no individualista. No hay felicidad si no es de todo el pueblo. Y en ese plano, tener mucho cuidado con los símbolos.
–¿Por qué?
Sutton: – Porque los símbolos hacen que la mitad de la gente te diga “sos todo lo que está bien”, y la otra mitad: “sos todo lo que está mal”. Conmover a la juventud ante la no violencia, ante la importancia del otro. Estamos en un momento muy violento, habilitado por la política y habilitado por todos lados. La gente se está tratando de una manera jodida, entonces yo creo que el mensaje que hay que dar es el de pensar y el del amor. Como nos enseñaron nuestros próceres musicales: Charly, Spinetta… Vos escuchás sus canciones y ves al hombre estirando los dedos hacia el sol, un anhelo que es divino. A mí me gusta escribir desde ese lugar, con la idea de intentar tocar el infinito.
Al frente de Las Criaturas de la Ansiedad, Sutton y su socio, Jerónimo Romero, repasan este fénomeno que empezó de boca en boca, llegó a Obras y ahora desembarca con nuevo disco en el Gran Rex LA NACION