Autóctonos o foráneos, los árboles son inseparables de la tradición

A la llegada de los conquistadores, los vastos territorios que se extienden desde las costas del mar y el Río de la Plata hasta las estribaciones de la cordillera, eran más bien yermos, ventosos, con pasturas y casi sin árboles, mientras que el norte y sur de nuestro país sí estaban bien poblados de variadas especies.
Algunos de los árboles autóctonos son:
●En las pampas y centro: caldén, tala, ombú, pindó, algarrobo, sauce, molle, chañar, timbó.
●En las selvas y montes del centro/norte: lapacho, ceibo, jacaranda, tipa, quebracho, palo borracho, curupay, guatambú, pindó, petiribí, nogal criollo, ibirá pitá
●En los bosques el sur y la Patagonia: alerce, ciprés, araucaria, coihue, lenga.
Vacunos: cierre de semana en positivo en el Mercado Agroganadero de Cañuelas
Así como en ganadería se dio la introducción de razas extranjeras (vacunos de las razas Hereford, Aberdeen Angus, Shorthorn y caballos sangre pura de carrera, árabes, cuarto de milla, etc.) algo similar ocurrió con las especies vegetales. Los primeros pioneros, hacendados y agricultores, y posteriormente, la generación del 80, (siglos XVIII y XIX) con Domingo Faustino Sarmiento a la cabeza, quisieron forestar y/o parquizar sus propiedades y el país. Hubo razones económicas como aprovechar nuevas especies en explotación de celulosa de papel, frutos, maderas, y por otro lado una gran necesidad de copiar lo mejor del mundo. Optaron por incorporar árboles foráneos que supieran adaptarse muy bien a estos climas y geografías, como por ejemplo:
El aromo y el eucalipto que proceden de Australia. El cedro y el paraíso de Asia. El álamo, la Magnolia, el pino insigne y el pino eliotis, todos de Estados Unidos. La palmera, de Israel y del norte de áfrica. El nogal, el tilo, el álamo plateado y el roble, de Europa. El olmo de Rusia.
El 29 de agosto se celebra el día del Árbol. El árbol “forestal” nacional es el quebracho colorado, (decreto 15190/56), al no haber pasado el nombramiento por el Congreso Nacional, no es el “árbol nacional”, sino el “árbol forestal nacional”. Elegido por ser promotor de la industria forestal, esta especie nativa de Formosa y Chaco es muy apreciada por su madera dura.
Flor nacional
El ceibo es originario de Misiones, Entre Ríos y Corrientes. En 1942, por decreto del Poder Ejecutivo, la flor del Ceibo (vistosa, grande y de intenso color rojo) es nombrada la flor nacional de la Argentina. Cada 22 de noviembre se conmemora el día de la flor Nacional.
El “pino de San Lorenzo”, histórico árbol bajo el cual el general San Martin redactó el parte de la victoria del combate de San Lorenzo en 1813, es en realidad un pino piñonero, conífera foránea originaria de las costas del Mediterráneo. Fue introducido por los frailes franciscanos en el huerto del convento a fines del siglo XVIII. Es uno de los arboles más venerados de nuestro país, pero no es autóctono.
Cuando se habla de árboles, y sobre todo de los originarios, hay uno emblemático que suele prestar a confusión: el ombú.
Este “árbol” símbolo-patrio de los argentinos, no procede de la pampa como se cree, es una especie originaria del nordeste argentino, Brasil, Uruguay y Perú, desde donde se fue multiplicando. De gran porte, puede sobrepasar los 10 metros de alto. Es de tronco hueco, carece de madera y técnicamente (si bien lo parece) no es catalogado habitualmente como un árbol y se lo suele considerar un gran arbusto o matorral. Su nombre significa “sombra” en guaraní. Dice Tito Saubidet que no da leña, los pájaros no anidan nunca en él y el gaucho jamás dormía a su sombra como tampoco lo hacía debajo de una higuera. Su tamaño, corpulencia, ramas caedizas y madera fofa e inútil lo hacen poco seguro. No es raro que se desgaje con tormentas. Se lo consideraba a la vez de buena y mala suerte y como dice el dicho: “Casa con ombú termina en tapera”…
A pesar de todo ha sido cantado y nombrado por poetas y escritores como Esteban Echeverría, Hilario Ascasubi, Leopoldo Lugones, Atahualpa Yupanqui, Bartolomé Mitre y Pablo Neruda, entre otros. También representado por artistas como Prilidiano Pueyrredón, Francisco Madero Marenco, Nicolas Garcia Uriburu, Carlos Montefusco y Florencio Molina Campos.
Más allá de estas singulares características fue y sigue siendo un gran símbolo de nuestro campo.
A la llegada de los conquistadores, los vastos territorios que se extienden desde las costas del mar y el Río de la Plata hasta las estribaciones de la cordillera, eran más bien yermos, ventosos, con pasturas y casi sin árboles, mientras que el norte y sur de nuestro país sí estaban bien poblados de variadas especies.
Algunos de los árboles autóctonos son:
●En las pampas y centro: caldén, tala, ombú, pindó, algarrobo, sauce, molle, chañar, timbó.
●En las selvas y montes del centro/norte: lapacho, ceibo, jacaranda, tipa, quebracho, palo borracho, curupay, guatambú, pindó, petiribí, nogal criollo, ibirá pitá
●En los bosques el sur y la Patagonia: alerce, ciprés, araucaria, coihue, lenga.
Vacunos: cierre de semana en positivo en el Mercado Agroganadero de Cañuelas
Así como en ganadería se dio la introducción de razas extranjeras (vacunos de las razas Hereford, Aberdeen Angus, Shorthorn y caballos sangre pura de carrera, árabes, cuarto de milla, etc.) algo similar ocurrió con las especies vegetales. Los primeros pioneros, hacendados y agricultores, y posteriormente, la generación del 80, (siglos XVIII y XIX) con Domingo Faustino Sarmiento a la cabeza, quisieron forestar y/o parquizar sus propiedades y el país. Hubo razones económicas como aprovechar nuevas especies en explotación de celulosa de papel, frutos, maderas, y por otro lado una gran necesidad de copiar lo mejor del mundo. Optaron por incorporar árboles foráneos que supieran adaptarse muy bien a estos climas y geografías, como por ejemplo:
El aromo y el eucalipto que proceden de Australia. El cedro y el paraíso de Asia. El álamo, la Magnolia, el pino insigne y el pino eliotis, todos de Estados Unidos. La palmera, de Israel y del norte de áfrica. El nogal, el tilo, el álamo plateado y el roble, de Europa. El olmo de Rusia.
El 29 de agosto se celebra el día del Árbol. El árbol “forestal” nacional es el quebracho colorado, (decreto 15190/56), al no haber pasado el nombramiento por el Congreso Nacional, no es el “árbol nacional”, sino el “árbol forestal nacional”. Elegido por ser promotor de la industria forestal, esta especie nativa de Formosa y Chaco es muy apreciada por su madera dura.
Flor nacional
El ceibo es originario de Misiones, Entre Ríos y Corrientes. En 1942, por decreto del Poder Ejecutivo, la flor del Ceibo (vistosa, grande y de intenso color rojo) es nombrada la flor nacional de la Argentina. Cada 22 de noviembre se conmemora el día de la flor Nacional.
El “pino de San Lorenzo”, histórico árbol bajo el cual el general San Martin redactó el parte de la victoria del combate de San Lorenzo en 1813, es en realidad un pino piñonero, conífera foránea originaria de las costas del Mediterráneo. Fue introducido por los frailes franciscanos en el huerto del convento a fines del siglo XVIII. Es uno de los arboles más venerados de nuestro país, pero no es autóctono.
Cuando se habla de árboles, y sobre todo de los originarios, hay uno emblemático que suele prestar a confusión: el ombú.
Este “árbol” símbolo-patrio de los argentinos, no procede de la pampa como se cree, es una especie originaria del nordeste argentino, Brasil, Uruguay y Perú, desde donde se fue multiplicando. De gran porte, puede sobrepasar los 10 metros de alto. Es de tronco hueco, carece de madera y técnicamente (si bien lo parece) no es catalogado habitualmente como un árbol y se lo suele considerar un gran arbusto o matorral. Su nombre significa “sombra” en guaraní. Dice Tito Saubidet que no da leña, los pájaros no anidan nunca en él y el gaucho jamás dormía a su sombra como tampoco lo hacía debajo de una higuera. Su tamaño, corpulencia, ramas caedizas y madera fofa e inútil lo hacen poco seguro. No es raro que se desgaje con tormentas. Se lo consideraba a la vez de buena y mala suerte y como dice el dicho: “Casa con ombú termina en tapera”…
A pesar de todo ha sido cantado y nombrado por poetas y escritores como Esteban Echeverría, Hilario Ascasubi, Leopoldo Lugones, Atahualpa Yupanqui, Bartolomé Mitre y Pablo Neruda, entre otros. También representado por artistas como Prilidiano Pueyrredón, Francisco Madero Marenco, Nicolas Garcia Uriburu, Carlos Montefusco y Florencio Molina Campos.
Más allá de estas singulares características fue y sigue siendo un gran símbolo de nuestro campo.
En todas las regiones del país se pueden observar diferentes especies que tienen un vínculo con la historia argentina LA NACION