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Hoja de ruta agronómica para alcanzar altos rindes con el trigo

Muchos productores van a hacer trigo para reponerse de los disparos de bazuca que el clima efectuó sobre los granos gruesos 2024/25, y que los dejó tambaleando. Los márgenes del cereal no son máximos, pero los ingresos que se podrían generar a fin de año son estratégicos. En el plano micro, los cálculos muestran que habrá que hacerlo bien, porque el trigo se ha convertido en un cultivo caro y requiere sólidos cimientos para dar rentabilidad.

“Papel importante”: en Brasil destacan que un trigo argentino revolucionario podría ayudar a duplicar la siembra

Para no encontrarse con sorpresas desagradables durante la cosecha, la primera precaución, para quien esté por sembrar, es verificar el agua disponible en el suelo. Llovió mucho en el otoño, pero no en todos lados igual. Entonces, hay que ver cuánto quedó en el suelo, sobre todo en los que tienen pendiente. En muchos campos de la zona núcleo el primer metro de profundidad está saturado de agua, pero más abajo está seco y las napas están muy por debajo, a los tres o cuatro metros. Frente a ese escenario habrá que recurrir a una herramienta agronómica ancestral: un barreno que llegue hasta los dos metros por lo menos. Con los resultados que se obtengan se pueden seleccionar los lotes por sembrar.

En otros casos se ve la situación contraria: debajo de la cobertura de residuos hay barro y habrá que esperar que se seque. El siguiente mojón en la hoja de ruta del trigo rentable es el análisis del nivel de nitratos del suelo. Hay muchas muestras que están dando niveles muy bajos respecto de los históricos: 40-50 kilos de nitrógeno por hectárea, que exigirán importante dosis de urea para llegar a los 140-150 necesarios para apuntar a 50-60 quintales de trigo por hectárea.

Cumplidos los pasos anteriores, no habrá que olvidarse de los fungicidas en la semilla para ayudar al nacimiento de las plántulas. Los técnicos que hilan más fino con el cultivo sugieren agregar promotores de crecimiento. Por ejemplo, con Azospirillum, una bacteria promotora del crecimiento vegetal, que favorecería la absorción de nitrógeno, y con Pseudomonas que puede combatir microorganismos patógenos y facilitar la disolución del fósforo del suelo. También sugieren la utilización de Trichoderma, un hongo utilizado para el control biológico de enfermedades. La idea que hay detrás de estas recomendaciones es que las raíces dispongan de abundante cantidad de los nutrientes básicos para un buen arranque.

Muchos productores van a hacer trigo para reponerse de los disparos de bazuca que el clima efectuó sobre los granos gruesos 2024/25, y que los dejó tambaleando. Los márgenes del cereal no son máximos, pero los ingresos que se podrían generar a fin de año son estratégicos. En el plano micro, los cálculos muestran que habrá que hacerlo bien, porque el trigo se ha convertido en un cultivo caro y requiere sólidos cimientos para dar rentabilidad.

“Papel importante”: en Brasil destacan que un trigo argentino revolucionario podría ayudar a duplicar la siembra

Para no encontrarse con sorpresas desagradables durante la cosecha, la primera precaución, para quien esté por sembrar, es verificar el agua disponible en el suelo. Llovió mucho en el otoño, pero no en todos lados igual. Entonces, hay que ver cuánto quedó en el suelo, sobre todo en los que tienen pendiente. En muchos campos de la zona núcleo el primer metro de profundidad está saturado de agua, pero más abajo está seco y las napas están muy por debajo, a los tres o cuatro metros. Frente a ese escenario habrá que recurrir a una herramienta agronómica ancestral: un barreno que llegue hasta los dos metros por lo menos. Con los resultados que se obtengan se pueden seleccionar los lotes por sembrar.

En otros casos se ve la situación contraria: debajo de la cobertura de residuos hay barro y habrá que esperar que se seque. El siguiente mojón en la hoja de ruta del trigo rentable es el análisis del nivel de nitratos del suelo. Hay muchas muestras que están dando niveles muy bajos respecto de los históricos: 40-50 kilos de nitrógeno por hectárea, que exigirán importante dosis de urea para llegar a los 140-150 necesarios para apuntar a 50-60 quintales de trigo por hectárea.

Cumplidos los pasos anteriores, no habrá que olvidarse de los fungicidas en la semilla para ayudar al nacimiento de las plántulas. Los técnicos que hilan más fino con el cultivo sugieren agregar promotores de crecimiento. Por ejemplo, con Azospirillum, una bacteria promotora del crecimiento vegetal, que favorecería la absorción de nitrógeno, y con Pseudomonas que puede combatir microorganismos patógenos y facilitar la disolución del fósforo del suelo. También sugieren la utilización de Trichoderma, un hongo utilizado para el control biológico de enfermedades. La idea que hay detrás de estas recomendaciones es que las raíces dispongan de abundante cantidad de los nutrientes básicos para un buen arranque.

 El agua disponible en el suelo, los nutrientes y los fungicidas son claves  LA NACION

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