A los 41 años, Carlos Tevez marcó cuatro goles en 14 minutos y fue la gran figura de un partido benéfico en Old Trafford

Pudo ser una noche cualquiera en Old Trafford, pero no lo fue. Porque mientras los flashes del planeta fútbol apuntan al presente, el Mundial de Clubes, grandes leyendas se lucieron a beneficio para alegría del público inglés.
Y en el suelo británico brilló Carlos Tevez. El Apache volvió a calzarse los botines y ofreció un show tan inesperado como inolvidable. Con 41 años y una sonrisa intacta, el argentino fue la gran figura del Soccer Aid 2025, un partido benéfico destinado a recaudar fondos para UNICEF. Y lo hizo a su manera: con fútbol del bueno, con goles de todos los colores y con ese fuego competitivo que ni la distancia del retiro logró apagar.
El marco era perfecto. El mítico Old Trafford, una vez más, como escenario. Las tribunas llenas, mezcla de estrellas de cine, exfutbolistas de elite y fanáticos de todas las edades.
En el césped, leyendas como Wayne Rooney, Paul Scholes, Jermain Defoe, Joe Hart, Gary Neville y Edwin van der Sar. También, glorias sudamericanas como Rivaldo, David Trezeguet y el rugbier Bryan Habana. Pero fue Carlitos quien acaparó todas las miradas.
El equipo de Inglaterra se imponía con comodidad por 3 a 0. Rooney, Duggan y Defoe hacían delirar a los locales, que celebraban como si el partido fuera algo más que una exhibición. En el banco, Tevez esperaba. Ni se inmutaba. Hasta que le llegó el turno. Y entonces, como tantas veces en su carrera, hizo lo que mejor sabe hacer: cambiarlo todo.
En apenas 14 minutos, el Apache metió un póquer de goles que desató la locura en el banco del World XI y sembró la incomodidad en los hinchas del United. Esos mismos que lo vieron brillar con la camiseta roja y que, desde su polémico pase al City en 2009, no lo perdonaron jamás.
Cada tanto que metía Tevez llegaba con una oleada de abucheos. Él, lejos de achicarse, respondía con lo que más duele: calidad. Festejaba señalándose el nombre en la espalda, mirando hacia las plateas. Imposible no aplaudirlo.
El primer gol fue puro oportunismo. Una definición certera en el área. El segundo, de potrero: arrancó desde el mediocampo, se sacó de encima a dos rivales con esa potencia que aún conserva y definió con clase. El tercero, un tiro libre ejecutado con una precisión quirúrgica. Y el cuarto, con su marca registrada: esa gambeta cortita, casi en un metro cuadrado, que desairó a un defensor inglés antes de clavar el empate.
“Tevez”:
Por sus cuatro goles en Old Trafford durante el partido a beneficio #SoccerAid pic.twitter.com/34PJOv11tG— ¿Por qué es tendencia? (@porquetendencia) June 15, 2025
Todo eso, en menos de un cuarto de hora. Todo eso, con 41 años y después de haberse retirado del fútbol profesional hace casi cuatro temporadas. Lo suyo fue más que un aporte para la causa. Fue una reivindicación de su vigencia, una caricia al alma del hincha nostálgico, una clase magistral de lo que significa jugar con el corazón y la pelota atada al pie. Y todo eso a pocas horas del debut de Boca en el Mundial de Clubes…
El gol del triunfo lo metió el rapero Big Zuu, ya sobre el final. Pero nadie se acordó demasiado. Porque la función había tenido un protagonista excluyente: Carlitos Tevez. El mismo que brilló en Boca, que fue campeón con el United, que hizo historia en el City, que triunfó en la Juventus. El mismo que se crió en Fuerte Apache y que nunca renegó de sus raíces. El que entendió el fútbol como una extensión del barrio. El que jugaba con el alma.
En Inglaterra todavía se lo discute por haber cruzado de vereda. Por haber cambiado al United por el City. Por haber desafiado al poder establecido. Pero este domingo, en Manchester, volvió a ganarse el respeto a puro talento.
Después del partido, levantó el trofeo con sus compañeros y se fue entre abrazos. Sin dar declaraciones. Sin hablar de su futuro. Algunos especulan con una gira por Estados Unidos para seguir de cerca el Mundial de Clubes. Otros creen que lo suyo fue una despedida con estilo. Como ese último asado con amigos, con música de fondo y la cancha de tierra de fondo.
And they’ve got their hands on the trophy again! 🏆 pic.twitter.com/xB0EiWLPpi
— Soccer Aid (@socceraid) June 15, 2025
Lo cierto es que volvió. Jugó. Se divirtió. Y recordó, una vez más, por qué tantos lo aman y lo extrañan. Porque Carlitos Tevez no es solo un futbolista. Es emoción. Una historia. Es esa sonrisa marca registrada. Es carisma. Es una leyenda viva que, de vez en cuando, regresa para estremecer a los hinchas con su calidad inigualable, aunque sea por un puñado de minutos.
Pudo ser una noche cualquiera en Old Trafford, pero no lo fue. Porque mientras los flashes del planeta fútbol apuntan al presente, el Mundial de Clubes, grandes leyendas se lucieron a beneficio para alegría del público inglés.
Y en el suelo británico brilló Carlos Tevez. El Apache volvió a calzarse los botines y ofreció un show tan inesperado como inolvidable. Con 41 años y una sonrisa intacta, el argentino fue la gran figura del Soccer Aid 2025, un partido benéfico destinado a recaudar fondos para UNICEF. Y lo hizo a su manera: con fútbol del bueno, con goles de todos los colores y con ese fuego competitivo que ni la distancia del retiro logró apagar.
El marco era perfecto. El mítico Old Trafford, una vez más, como escenario. Las tribunas llenas, mezcla de estrellas de cine, exfutbolistas de elite y fanáticos de todas las edades.
En el césped, leyendas como Wayne Rooney, Paul Scholes, Jermain Defoe, Joe Hart, Gary Neville y Edwin van der Sar. También, glorias sudamericanas como Rivaldo, David Trezeguet y el rugbier Bryan Habana. Pero fue Carlitos quien acaparó todas las miradas.
El equipo de Inglaterra se imponía con comodidad por 3 a 0. Rooney, Duggan y Defoe hacían delirar a los locales, que celebraban como si el partido fuera algo más que una exhibición. En el banco, Tevez esperaba. Ni se inmutaba. Hasta que le llegó el turno. Y entonces, como tantas veces en su carrera, hizo lo que mejor sabe hacer: cambiarlo todo.
En apenas 14 minutos, el Apache metió un póquer de goles que desató la locura en el banco del World XI y sembró la incomodidad en los hinchas del United. Esos mismos que lo vieron brillar con la camiseta roja y que, desde su polémico pase al City en 2009, no lo perdonaron jamás.
Cada tanto que metía Tevez llegaba con una oleada de abucheos. Él, lejos de achicarse, respondía con lo que más duele: calidad. Festejaba señalándose el nombre en la espalda, mirando hacia las plateas. Imposible no aplaudirlo.
El primer gol fue puro oportunismo. Una definición certera en el área. El segundo, de potrero: arrancó desde el mediocampo, se sacó de encima a dos rivales con esa potencia que aún conserva y definió con clase. El tercero, un tiro libre ejecutado con una precisión quirúrgica. Y el cuarto, con su marca registrada: esa gambeta cortita, casi en un metro cuadrado, que desairó a un defensor inglés antes de clavar el empate.
“Tevez”:
Por sus cuatro goles en Old Trafford durante el partido a beneficio #SoccerAid pic.twitter.com/34PJOv11tG— ¿Por qué es tendencia? (@porquetendencia) June 15, 2025
Todo eso, en menos de un cuarto de hora. Todo eso, con 41 años y después de haberse retirado del fútbol profesional hace casi cuatro temporadas. Lo suyo fue más que un aporte para la causa. Fue una reivindicación de su vigencia, una caricia al alma del hincha nostálgico, una clase magistral de lo que significa jugar con el corazón y la pelota atada al pie. Y todo eso a pocas horas del debut de Boca en el Mundial de Clubes…
El gol del triunfo lo metió el rapero Big Zuu, ya sobre el final. Pero nadie se acordó demasiado. Porque la función había tenido un protagonista excluyente: Carlitos Tevez. El mismo que brilló en Boca, que fue campeón con el United, que hizo historia en el City, que triunfó en la Juventus. El mismo que se crió en Fuerte Apache y que nunca renegó de sus raíces. El que entendió el fútbol como una extensión del barrio. El que jugaba con el alma.
En Inglaterra todavía se lo discute por haber cruzado de vereda. Por haber cambiado al United por el City. Por haber desafiado al poder establecido. Pero este domingo, en Manchester, volvió a ganarse el respeto a puro talento.
Después del partido, levantó el trofeo con sus compañeros y se fue entre abrazos. Sin dar declaraciones. Sin hablar de su futuro. Algunos especulan con una gira por Estados Unidos para seguir de cerca el Mundial de Clubes. Otros creen que lo suyo fue una despedida con estilo. Como ese último asado con amigos, con música de fondo y la cancha de tierra de fondo.
And they’ve got their hands on the trophy again! 🏆 pic.twitter.com/xB0EiWLPpi
— Soccer Aid (@socceraid) June 15, 2025
Lo cierto es que volvió. Jugó. Se divirtió. Y recordó, una vez más, por qué tantos lo aman y lo extrañan. Porque Carlitos Tevez no es solo un futbolista. Es emoción. Una historia. Es esa sonrisa marca registrada. Es carisma. Es una leyenda viva que, de vez en cuando, regresa para estremecer a los hinchas con su calidad inigualable, aunque sea por un puñado de minutos.
El Apache se lució en la victoria de World XI sobre la selección de Inglaterra por 5 a 4 LA NACION