Flavio Mendoza: del abuso y los golpes recibidos en su infancia a los dolores que padece hoy y cómo vive la paternidad

Un mundo propio y no se trata solamente del circense. Flavio Mendoza también se refugia en su casa ubicada en el corazón de Palermo Soho, rodeada de tiendas de ropa, bares, restó y librerías. Puertas adentro, en el predio que se ahonda noventa metros hacia el pulmón de manzana todo es silencio. Allí mismo vivió hace años Julio Bocca, pero el artista y coreógrafo remodeló hasta el último rincón. Todo lleva su impronta.
“Con Julio nos debemos una cena, quiero que vea cómo quedó su casa”, explica Mendoza, mientras acciona el control remoto que permite la apertura del portón de calle para que haga su ingreso Dionisio, su hijo de siete años, que llega de la doble escolaridad antes de sumergirse en la clase de inglés. Saluda con mucha educación y sube a su cuarto junto a su niñera. Un pequeño dandy.
Mendoza es alto, erguido, platinado hasta la médula. El artista enarbola una gran presencia física. “Pasé los cincuenta, pero la edad indagala vos”, se planta firme con presunción. Esa misma coquetería es la que lo lleva a decirle a la fotógrafa de LA NACION, “cuidame”. Esa misma coquetería que deja entrever alguna base sutil de maquillaje en su rostro y el delineado de sus ojos. En él no desentona. Forma parte de su estilo. Tan propio como la identidad que les imprimió a sus espectáculos de gran factura artística como la saga Stravaganza o el Circo del Ánima, que, este viernes 20 de junio, debutará con el show Abre tus alas en un predio de Puerto Madero.
“No van a poder creer lo que van a ver”, se ufana. Pero uno le cree. Dio muestras sobradas de su capacidad para montar espectáculos de envergadura y despliegue, que nada tienen que envidiarles a los shows internacionales. Al punto tal que ya viajó cuatro veces a China para dirigir segmentos de Chimelong, un gran espectáculo circense de ese país.
Entre nervios y un infortunio
Detrás de ese “artista orquesta” que todo lo puede, se camufla el hombre de carne y hueso que esconde debilidades, dolores físicos y de los otros, y más de una tragedia de esas que no se borran jamás y dejan su huella indeleble.
Vida nómade de acuerdo a las paradas que imponía la ruta del circo familiar; golpes, violencia doméstica y hasta un abuso en su infancia; el cansancio por ser el proveedor de sus parejas; la duda sobre si llegará el amor definitivo, una pelea con Nito Artaza cuando el capocómico lo dejó sin trabajo y, por, sobre todo, la felicidad de la paternidad.
-Luego de tantos, ante un nuevo estreno, ¿se mantiene el vértigo del debut o ya es un hábito naturalizado?
-Si no tenés nervios es porque estás muerto. Hacer este tipo de espectáculos implica una gran responsabilidad, así que no solo aparecen los nervios, sino una gran carga de ansiedad.
Rápidamente, el bailarín, coreógrafo y director explica que acaba de terminar una temporada exitosa en Santa Fe, pero que estuvo atravesada por un infortunio mayor, una tormenta rompió parte de la carpa de su circo, a pesar que se trata de una infraestructura importada muy costosa. “Los vientos hicieron estragos, pero fue por culpa nuestra, porque se trata de un circo de última generación”.
-¿Por qué te atribuís la responsabilidad?
-Es el circo más seguro que existe, pero tuvimos que volver a empezar, sin caernos.
-¿Cómo se precipitó la destrucción de la carpa?
-El temporal sucedió un sábado a la madrugada, luego de dos funciones llenas de gente, por lo tanto, no había nadie dentro de la carpa y no hubo que lamentar heridos. Me había ido a cenar con amigos y, cuando llegué al circo, no podía creer cómo se iba rompiendo todo. El domingo amaneció a pleno sol y, mientras continuaba levantando los destrozos, veía cómo la gente se acercaba para la función.
-El público se habrá sorprendido mucho…
-Ese domingo teníamos tres funciones y la gente no quería devolver sus entradas, sentían el deseo de donarlas. Tengo que agradecer a todo mi país, a cada lugar que voy me demuestran ese afecto, no sé si les pasa a todos los artistas.
-Perdiste mucho dinero.
-Muchísimo. Gracias a Dios nos está yendo muy bien y lo pudimos afrontar.
-Finalmente, mudaste el espectáculo a otro espacio.
-Comencé a molestar a todo Santa Fe, desde el intendente hasta mis amigos, llamé a todo el mundo.
El Circo del Ánima pudo terminar su temporada en la vieja estación ferroviaria, un predio de eventos donde Mendoza ya había ofrecido Stravaganza.
“Cuando estrenemos en Buenos Aires será una gran emoción, porque volveremos a pisar el circo, luego de aquel temporal”. Previsor, él y sus tíos, sus socios en la empresa artística, ya compraron una nueva carpa -de origen italiano como la que actualmente cobija al espectáculo Abre tus alas– y la actual infraestructura fue reparada por técnicos mexicanos. La carpa está hecha de una lona especial que contiene una malla metálica y su costo es de varios millones de euros, siendo la más sofisticada que hoy existe en el mercado. “Mi familia y yo somos de reinvertir en nuestro país”.
Mendoza ya adquirió una estructura que denomina “La Cápsula” para ofrecer otro tipo de propuestas: “No será para el circo, sino para shows, obras de teatro, musicales y recitales. A veces, los teatros no me permiten hacer lo que yo quiero hacer; el año pasado, para el show de Navidad, no me dejaron largar nieve en el escenario, entonces, con esta nueva infraestructura que compré voy a poder expresar mi arte como deseo expresarlo”.
Aparece Aarón en escena. Un perro tan desmesuradamente grande como bonachón que solo pide mimos y aparecer en todas las fotografías junto a su dueño. El living de Mendoza cuenta con un estilo ecléctico, donde se destacan objetos múltiples con historia, lámparas y obras de un artista plástico que hasta intervino un antiguo piano familiar.
-¿Cómo será Abre tus alas en Buenos Aires?
-Mis propuestas siempre tienen que ver con lo que me pasó a mí, me gusta dar un mensaje, me cuesta hacer espectáculos pochocleros. En este caso, se trata de un pequeño cuento, por momentos muy onírico, donde se pueden ver a tres “caza tormentas” que van atravesando diversas situaciones, por eso se puede ver fuego, agua, nieve, frío, viento. La gente va a sentir los efectos de manera muy heavy. Pero, además, el espectáculo también tiene que ver con las tormentas personales que atravesamos todos. A mí me ha pasado tanto que, de alguna manera, este show es una manera de cerrar ciertos sucesos de mi propia vida.
Cada espectáculo requiere una inversión superior al anterior. “Cuando terminamos Mahatma, el show anterior, no sabía cómo iba a poder superarlo, era un desafío muy grande, pero lo logramos”. También reconoce que, luego de tantos años de trabajo, ha desarrollado no solo un estilo propio, sino que se convirtió en un semillero de talentos: “Hay gente que descubrí y que hoy trabaja en grandes espectáculos del mundo; es una satisfacción muy grande, soy de los que dejan ser al otro”.
-Con los integrantes de tu compañía intuyo que sos severo.
-Soy muy exigente, pero también doy oportunidades, aunque no siempre me lo agradecen, eso es algo que se perdió. Con Nito Artaza me pasaron un montón de cosas, buenas y malas, pero jamás dejaré de reconocer que, gracias a lo que él me dejó hacer dentro de sus espectáculos, hoy estoy donde estoy.
-¿Qué te sucedió de malo trabajando con Artaza?
-De un día para otro me dejó sin trabajo, se lo recriminé toda la vida.
-¿Por qué?
-Luego de muchos años de hacer revista, decidió, de golpe, hacer una comedia, para no tener tantos gastos.
-¿No te convocó?
-No. Me sugirió que hiciera el vestuario, pero no me ofreció hacer un papel en la obra.
Dolores
Una de sus tías, integrante del circo familiar, le recuerda cada tanto que no es habitual que un artista de su edad continúe en escena realizando las destrezas físicas que Mendoza realiza. “En mi familia, los acróbatas y equilibristas, se retiraron a los 35 o 40 años, pero yo ya pasé el número cinco. Tampoco en el mundo debe haber artistas de mi edad que continúen con semejante exigencia física, aunque, obviamente, no hago lo mismo que hacía diez años atrás”.
-No es poco lo que hacés en escena.
-Tengo que estar muy entrenado, en línea y en mi peso.
Tiene montado un gimnasio en su casa, pero elige, de lunes a viernes, desandar las veinticinco cuadras de ida y otras tantas de vuelta para asistir al gimnasio de un amigo y realizar allí su rutina de una hora y media. “Voy a la mañana para sacármelo de encima porque no me gusta, detesto entrenar, es como tomar un remedio”.
-¿Es cierto que convivís con dolores físicos permanentes?
-Sí, lamentablemente tuve muchas lesiones.
-Tu trabajo artístico tiene un perfil muy similar al de un deportista.
-Hay dolores que me acompañan permanentemente.
-¿Por ejemplo?
-Tengo un clavo en el empeine de un pie. Hace más de veinte años me caí junto con mi hermana y me tuvieron que operar. Cuando me intervinieron, el médico me dijo “¿tenés otra profesión? No sé si vas a volver a bailar”. Me angustié mucho. Me costó bastante tiempo dejar de renguear, pero, dentro de todo, zafé durante muchos años.
-Sin embargo…
-Hace unos cinco años, el clavo me comenzó a molestar. No había analgésico, masaje o forma de poner el pie para que se me pasase el dolor. Incluso, me dolía horrores estando acostado, sin moverlo.
-¿Por qué habían reaparecido los dolores?
-Cuando consulté a un médico me dijo que se me había quebrado el clavo, algo que no es habitual que suceda. Decidí volver a operarme, con tan mala suerte, que lo hicieron mal. Mientras tanto, usaba plantillas, buscaba todo tipo de solución para que pasase el dolor, pero no había caso.
-¿Cómo lo resolviste?
-Visité a otro médico, quien me explicó que no debieron haberme operado ya que el clavo estaba soldado en el hueso y que mi pie estaba muy afectado. Había una solución que era poner una planchuela, pero eso hubiese implicado la pérdida de movilidad. En síntesis, me dijo que no había solución y que me tendría que acostumbrar a convivir con el dolor. Como salí del consultorio tan amargado, me fui a una hamburguesería a comerme todo.
-Nunca dejaste de trabajar.
-Pero siempre con mucho dolor. Luego de la segunda operación, me subí rápido a la pista y se me terminó infectando la herida. Me veía muy mal. En este momento, hablando con vos, me duele el pie.
Se quita la media de su pie izquierdo y muestra la cicatriz. Impacta la costura. Y duele con solo imaginar el trabajo quirúrgico que esconde esa marca indeleble. “Sigo con dolor constante”.
-Por tu actividad, también el resto de tu cuerpo debe pasarte alguna factura.
-Tengo ocho hernias de disco, convivo también con ese dolor. Tengo que dormir boca arriba, no puedo ponerme de costado, se me duermen los brazos. Soy una muñeca de trapo.
-La vocación es más fuerte.
-Sí, pero, además, cuando paro me duele todo mucho más.
-¿Vislumbrás un retiro de los escenarios y dedicarte solo a la dirección y producción?
-No me gustaría verme mal o que la gente no me viera en mis mejores condiciones; siempre les digo a mis colaboradores que me digan todo, que sean honestos. No soportaría la decadencia del papelón.
-Tu dinero, lo administra una de tus hermanas.
-No me da nada y eso es lo mejor. Invierto un montón en mis shows, pero, sino estuviese mi hermana, sería un delirado.
Vida mía
Casino de Sevilla, Copacabana, Circo de las Estrellas fueron algunas de las carpas que tuvo su familia. Flavio Mendoza se crio entre picaderos de arena, parantes y trapecios.
-¿Fue linda la vida nómade?
-Sí, fue muy linda, pero atravesé algunas tormentas.
-¿A qué te referís?
-Llegábamos a las ciudades y pueblos y parábamos en lugares céntricos o en terrenos desolados, podíamos tener vecinos o no. Los más chicos estábamos medio a la deriva, por eso, de nene, me pasaron cosas que no me tendrían que haber pasado.
-¿Te referís al abuso que sufriste?
-Sí. Era otra época, no sé si nos cuidaban tanto. Yo, en cambio, estoy muy atento a “Dio” [Dionisio].
-Tu hijo, indudablemente, vive una infancia muy diferente a la tuya.
-No recuerdo que alguien me haya empujado en la hamaca, es una tontera, pero me parece fundamental. Hoy, como papá entiendo lo importante que es acompañar a un hijo, ir a la plaza, llevarlo a fútbol, jugar con él; es lo que me faltó, pero no me victimizo, me repuse a todo eso.
-¿A qué edad padeciste el abuso?
-A la misma edad que tiene mi hijo ahora.
-Quien lo cometió, ¿fue alguien conocido tuyo o de tu familia?
-Sí, fue horrible. No era familiar, pero sí una persona de confianza de mi familia.
-¿Trabajaba en el circo?
-Sí, luego fue muy exitoso en lo que hizo.
-¿Era artista?
-No, empresario. Nunca pude decirlo. Es más, me lo he cruzado, he estado cerca de él.
-¿Te saludó?
-Me ha enviado saludos, pero nunca me enfrentó ni yo me animé a mirarlo a la cara.
“Nos pusimos a llorar”
Luego del último verano, se tomó vacaciones junto a sus tres hermanas, la primera que compartían los cuatro juntos. Fue un momento catártico. “Recién ahí pude contarles lo que me había sucedido. En la playa les conté todo y quién había sido la persona que había abusado de mí. Nos pusimos a llorar, pero les aclaré que estaba bien, sanado”.
-¿Es cierto que, siendo niño, también sufriste golpes?
-Sí, mi mamá nos pegaba mucho, era una persona muy violenta. En esa charla en la playa con mis hermanas, ellas me contaron cosas que yo no sabía de mis padres y también me enteré que una de ellas había sido abusada por alguien cercano. Tampoco sabía que mi papá había engañado a mamá y eso la hizo sufrir mucho. Además, mi mamá, creo que fue castigada y abusada por su propio padre. Soy el más chico y no estaba al tanto de todo.
-Una historia muy dura, un encadenado de violencia y abusos.
-Mi mamá y mi abuela fueron abusadas y violentadas.
-¿Eran muy frecuentes los golpes de tu madre hacia vos?
-Sí, me pegaba mucho. Era muy nerviosa, violenta.
-Trabajaba en el circo.
-Sí, era equilibrista, hermosa. Nunca pudo perdonar a su familia, murió con rencor. Yo, en cambio, trato de evolucionar. No olvido, pero trasmuté lo malo a bueno. Jamás le pegaría a mi hijo.
-¿Cómo es ser papá?
-Me hizo ser mejor persona, entender aquello que no entendía. Siento que todo lo que me hizo mal a mí, lo tengo que hacer bien con él. Es un nene re bueno.
Dionisio Mendoza, luego de cursar el colegio doble escolaridad, dedica sus tardes a practicar fútbol, tomar clases de inglés, ir al curso de acrobacia y jugar, nada menos. “Se está criando sano, en un lindo ambiente, haciendo deporte. Le marco la disciplina y, cuando sale de la escuela y no sabe qué actividad le toca, ahí estoy para recordarle qué tiene que hacer. Fútbol es lo que más le gusta. Le doy poca tecnología, prefiero que sea un niño más deportivo, que sepa cómo utilizar su cuerpo”.
-Su papá es el dueño del circo, el sueño del pibe.
-“En casa de herrero, cuchillo de palo”, no le da bola. Cuando va al circo, se encuentra con los nenes de los otros artistas y hace la suya. Se parece a mí.
-A vos te gustaba el circo.
-Me “ensayaban” para ser acróbata y no quería.
-¿No?
-Yo quería jugar, estar trepado a los árboles. Dio se cría con el circo muy cerca, creo que algo de artista tiene, pero me interesa que sea muy libre, que elija lo que quiera ser, mi responsabilidad es darle las herramientas. En mi caso, quería ser bailarín y nunca me mandaron a estudiar danza.
-Sin embargo, comenzaste como bailarín.
-Lo logré una vez que apareció Michael Jackson y me demostró que había algo que era cantar y bailar, sentí que quería ser como él. Íconos así también me formaron.
“Al amor lo busqué mucho“
-¿Y el amor?
-¿Dónde está?
-Vos sabrás.
-No soy un tipo cerrado, no digo “nunca más”, pero, me di cuenta que quiero vivir como vivo, tranquilo. La prioridad hoy es mi hijo. Al amor lo busqué mucho y no sé si apareció. Por momentos, sentí que me había enamorado, pero nunca sentí que se hayan enamorado de mí.
-¿Por qué percibís eso?
-No lo sé. Cada vez que me enamoré sentí que era para toda la vida, pero, siempre faltaban cosas en las parejas y por eso se terminaron.
-¿Cuál era esa carencia?
-Siempre fui líder y ayudaba al otro. Hoy me siento más egoísta, necesito que me ayuden a mí. Quiero tener a alguien que se pare al lado mío, que caminemos a la par, como se dice en danza, que seamos partenaire y que los egos no se suban a la cabeza de nadie. Cuando me hice famoso, mi entorno me decía “fulano se te acerca por algo”. Llegué a pensar que no tenía el poder de enamorar a nadie y que siempre se iban a acercar a mí por la plata o por quién soy y no por lo que puedo dar. Me pregunto si no me merezco a nadie.
-¿Qué sucede con el sexo?
-El sexo es importante, pero, con un hijo, es más complicado. Hace siete años que duermo con él. Hay que encontrar el lugar y el momento. Estoy en una época donde, si tengo sexo, lo que busco es solo eso. Te saludo, sexo y te vas, ni siquiera te bañes en casa. Sin romanticismo, es sacarse las ganas y listo, salvo que aparezca alguien especial. Estoy en un momento de tranquilidad, ni siquiera salgo con amigos, llega la noche y lo único que quiero es hacerme un té, meterme en la cama y mirar una película.
-¿Cómo ves a la Argentina?
-Después de haber metido cien mil espectadores en Santa Fe, qué te puedo decir, solo palabras de agradecimiento, siento que estoy en el mejor país del mundo. Creo que la gente me ve honesto y eso vende entradas. No se trata solo de ofrecer un buen espectáculo, sino que los espectadores sientan que comparten algo con vos. No tengo partido político, apoyo al que hace las cosas bien, y eso se replica en la boletería.
-El año pasado, te criticaron por haber hecho tu espectáculo en Tecnópolis.
-Pagué un montón de alquiler para poder estar ahí, este año va Cris Morena. ¿Sabés por qué me critican?
-Decime.
-Porque no tengo el culo sucio; pero no son todos, son unos pocos los que buscan la mugre donde no hay.
-¿Te desconectás en algún momento?
-Me cuesta. Mi parte creativa está activa permanentemente, no soporto estar tirado en un sillón.
Para agendar
Circo del Ánima, Abre tus alas. Miércoles a viernes a las 20; sábado y domingo a las 17 y 20. En vacaciones de invierno, diariamente a las 17 y 20. Av. Elvira Rawson de Dellepiane 1, Puerto Madero.
Un mundo propio y no se trata solamente del circense. Flavio Mendoza también se refugia en su casa ubicada en el corazón de Palermo Soho, rodeada de tiendas de ropa, bares, restó y librerías. Puertas adentro, en el predio que se ahonda noventa metros hacia el pulmón de manzana todo es silencio. Allí mismo vivió hace años Julio Bocca, pero el artista y coreógrafo remodeló hasta el último rincón. Todo lleva su impronta.
“Con Julio nos debemos una cena, quiero que vea cómo quedó su casa”, explica Mendoza, mientras acciona el control remoto que permite la apertura del portón de calle para que haga su ingreso Dionisio, su hijo de siete años, que llega de la doble escolaridad antes de sumergirse en la clase de inglés. Saluda con mucha educación y sube a su cuarto junto a su niñera. Un pequeño dandy.
Mendoza es alto, erguido, platinado hasta la médula. El artista enarbola una gran presencia física. “Pasé los cincuenta, pero la edad indagala vos”, se planta firme con presunción. Esa misma coquetería es la que lo lleva a decirle a la fotógrafa de LA NACION, “cuidame”. Esa misma coquetería que deja entrever alguna base sutil de maquillaje en su rostro y el delineado de sus ojos. En él no desentona. Forma parte de su estilo. Tan propio como la identidad que les imprimió a sus espectáculos de gran factura artística como la saga Stravaganza o el Circo del Ánima, que, este viernes 20 de junio, debutará con el show Abre tus alas en un predio de Puerto Madero.
“No van a poder creer lo que van a ver”, se ufana. Pero uno le cree. Dio muestras sobradas de su capacidad para montar espectáculos de envergadura y despliegue, que nada tienen que envidiarles a los shows internacionales. Al punto tal que ya viajó cuatro veces a China para dirigir segmentos de Chimelong, un gran espectáculo circense de ese país.
Entre nervios y un infortunio
Detrás de ese “artista orquesta” que todo lo puede, se camufla el hombre de carne y hueso que esconde debilidades, dolores físicos y de los otros, y más de una tragedia de esas que no se borran jamás y dejan su huella indeleble.
Vida nómade de acuerdo a las paradas que imponía la ruta del circo familiar; golpes, violencia doméstica y hasta un abuso en su infancia; el cansancio por ser el proveedor de sus parejas; la duda sobre si llegará el amor definitivo, una pelea con Nito Artaza cuando el capocómico lo dejó sin trabajo y, por, sobre todo, la felicidad de la paternidad.
-Luego de tantos, ante un nuevo estreno, ¿se mantiene el vértigo del debut o ya es un hábito naturalizado?
-Si no tenés nervios es porque estás muerto. Hacer este tipo de espectáculos implica una gran responsabilidad, así que no solo aparecen los nervios, sino una gran carga de ansiedad.
Rápidamente, el bailarín, coreógrafo y director explica que acaba de terminar una temporada exitosa en Santa Fe, pero que estuvo atravesada por un infortunio mayor, una tormenta rompió parte de la carpa de su circo, a pesar que se trata de una infraestructura importada muy costosa. “Los vientos hicieron estragos, pero fue por culpa nuestra, porque se trata de un circo de última generación”.
-¿Por qué te atribuís la responsabilidad?
-Es el circo más seguro que existe, pero tuvimos que volver a empezar, sin caernos.
-¿Cómo se precipitó la destrucción de la carpa?
-El temporal sucedió un sábado a la madrugada, luego de dos funciones llenas de gente, por lo tanto, no había nadie dentro de la carpa y no hubo que lamentar heridos. Me había ido a cenar con amigos y, cuando llegué al circo, no podía creer cómo se iba rompiendo todo. El domingo amaneció a pleno sol y, mientras continuaba levantando los destrozos, veía cómo la gente se acercaba para la función.
-El público se habrá sorprendido mucho…
-Ese domingo teníamos tres funciones y la gente no quería devolver sus entradas, sentían el deseo de donarlas. Tengo que agradecer a todo mi país, a cada lugar que voy me demuestran ese afecto, no sé si les pasa a todos los artistas.
-Perdiste mucho dinero.
-Muchísimo. Gracias a Dios nos está yendo muy bien y lo pudimos afrontar.
-Finalmente, mudaste el espectáculo a otro espacio.
-Comencé a molestar a todo Santa Fe, desde el intendente hasta mis amigos, llamé a todo el mundo.
El Circo del Ánima pudo terminar su temporada en la vieja estación ferroviaria, un predio de eventos donde Mendoza ya había ofrecido Stravaganza.
“Cuando estrenemos en Buenos Aires será una gran emoción, porque volveremos a pisar el circo, luego de aquel temporal”. Previsor, él y sus tíos, sus socios en la empresa artística, ya compraron una nueva carpa -de origen italiano como la que actualmente cobija al espectáculo Abre tus alas– y la actual infraestructura fue reparada por técnicos mexicanos. La carpa está hecha de una lona especial que contiene una malla metálica y su costo es de varios millones de euros, siendo la más sofisticada que hoy existe en el mercado. “Mi familia y yo somos de reinvertir en nuestro país”.
Mendoza ya adquirió una estructura que denomina “La Cápsula” para ofrecer otro tipo de propuestas: “No será para el circo, sino para shows, obras de teatro, musicales y recitales. A veces, los teatros no me permiten hacer lo que yo quiero hacer; el año pasado, para el show de Navidad, no me dejaron largar nieve en el escenario, entonces, con esta nueva infraestructura que compré voy a poder expresar mi arte como deseo expresarlo”.
Aparece Aarón en escena. Un perro tan desmesuradamente grande como bonachón que solo pide mimos y aparecer en todas las fotografías junto a su dueño. El living de Mendoza cuenta con un estilo ecléctico, donde se destacan objetos múltiples con historia, lámparas y obras de un artista plástico que hasta intervino un antiguo piano familiar.
-¿Cómo será Abre tus alas en Buenos Aires?
-Mis propuestas siempre tienen que ver con lo que me pasó a mí, me gusta dar un mensaje, me cuesta hacer espectáculos pochocleros. En este caso, se trata de un pequeño cuento, por momentos muy onírico, donde se pueden ver a tres “caza tormentas” que van atravesando diversas situaciones, por eso se puede ver fuego, agua, nieve, frío, viento. La gente va a sentir los efectos de manera muy heavy. Pero, además, el espectáculo también tiene que ver con las tormentas personales que atravesamos todos. A mí me ha pasado tanto que, de alguna manera, este show es una manera de cerrar ciertos sucesos de mi propia vida.
Cada espectáculo requiere una inversión superior al anterior. “Cuando terminamos Mahatma, el show anterior, no sabía cómo iba a poder superarlo, era un desafío muy grande, pero lo logramos”. También reconoce que, luego de tantos años de trabajo, ha desarrollado no solo un estilo propio, sino que se convirtió en un semillero de talentos: “Hay gente que descubrí y que hoy trabaja en grandes espectáculos del mundo; es una satisfacción muy grande, soy de los que dejan ser al otro”.
-Con los integrantes de tu compañía intuyo que sos severo.
-Soy muy exigente, pero también doy oportunidades, aunque no siempre me lo agradecen, eso es algo que se perdió. Con Nito Artaza me pasaron un montón de cosas, buenas y malas, pero jamás dejaré de reconocer que, gracias a lo que él me dejó hacer dentro de sus espectáculos, hoy estoy donde estoy.
-¿Qué te sucedió de malo trabajando con Artaza?
-De un día para otro me dejó sin trabajo, se lo recriminé toda la vida.
-¿Por qué?
-Luego de muchos años de hacer revista, decidió, de golpe, hacer una comedia, para no tener tantos gastos.
-¿No te convocó?
-No. Me sugirió que hiciera el vestuario, pero no me ofreció hacer un papel en la obra.
Dolores
Una de sus tías, integrante del circo familiar, le recuerda cada tanto que no es habitual que un artista de su edad continúe en escena realizando las destrezas físicas que Mendoza realiza. “En mi familia, los acróbatas y equilibristas, se retiraron a los 35 o 40 años, pero yo ya pasé el número cinco. Tampoco en el mundo debe haber artistas de mi edad que continúen con semejante exigencia física, aunque, obviamente, no hago lo mismo que hacía diez años atrás”.
-No es poco lo que hacés en escena.
-Tengo que estar muy entrenado, en línea y en mi peso.
Tiene montado un gimnasio en su casa, pero elige, de lunes a viernes, desandar las veinticinco cuadras de ida y otras tantas de vuelta para asistir al gimnasio de un amigo y realizar allí su rutina de una hora y media. “Voy a la mañana para sacármelo de encima porque no me gusta, detesto entrenar, es como tomar un remedio”.
-¿Es cierto que convivís con dolores físicos permanentes?
-Sí, lamentablemente tuve muchas lesiones.
-Tu trabajo artístico tiene un perfil muy similar al de un deportista.
-Hay dolores que me acompañan permanentemente.
-¿Por ejemplo?
-Tengo un clavo en el empeine de un pie. Hace más de veinte años me caí junto con mi hermana y me tuvieron que operar. Cuando me intervinieron, el médico me dijo “¿tenés otra profesión? No sé si vas a volver a bailar”. Me angustié mucho. Me costó bastante tiempo dejar de renguear, pero, dentro de todo, zafé durante muchos años.
-Sin embargo…
-Hace unos cinco años, el clavo me comenzó a molestar. No había analgésico, masaje o forma de poner el pie para que se me pasase el dolor. Incluso, me dolía horrores estando acostado, sin moverlo.
-¿Por qué habían reaparecido los dolores?
-Cuando consulté a un médico me dijo que se me había quebrado el clavo, algo que no es habitual que suceda. Decidí volver a operarme, con tan mala suerte, que lo hicieron mal. Mientras tanto, usaba plantillas, buscaba todo tipo de solución para que pasase el dolor, pero no había caso.
-¿Cómo lo resolviste?
-Visité a otro médico, quien me explicó que no debieron haberme operado ya que el clavo estaba soldado en el hueso y que mi pie estaba muy afectado. Había una solución que era poner una planchuela, pero eso hubiese implicado la pérdida de movilidad. En síntesis, me dijo que no había solución y que me tendría que acostumbrar a convivir con el dolor. Como salí del consultorio tan amargado, me fui a una hamburguesería a comerme todo.
-Nunca dejaste de trabajar.
-Pero siempre con mucho dolor. Luego de la segunda operación, me subí rápido a la pista y se me terminó infectando la herida. Me veía muy mal. En este momento, hablando con vos, me duele el pie.
Se quita la media de su pie izquierdo y muestra la cicatriz. Impacta la costura. Y duele con solo imaginar el trabajo quirúrgico que esconde esa marca indeleble. “Sigo con dolor constante”.
-Por tu actividad, también el resto de tu cuerpo debe pasarte alguna factura.
-Tengo ocho hernias de disco, convivo también con ese dolor. Tengo que dormir boca arriba, no puedo ponerme de costado, se me duermen los brazos. Soy una muñeca de trapo.
-La vocación es más fuerte.
-Sí, pero, además, cuando paro me duele todo mucho más.
-¿Vislumbrás un retiro de los escenarios y dedicarte solo a la dirección y producción?
-No me gustaría verme mal o que la gente no me viera en mis mejores condiciones; siempre les digo a mis colaboradores que me digan todo, que sean honestos. No soportaría la decadencia del papelón.
-Tu dinero, lo administra una de tus hermanas.
-No me da nada y eso es lo mejor. Invierto un montón en mis shows, pero, sino estuviese mi hermana, sería un delirado.
Vida mía
Casino de Sevilla, Copacabana, Circo de las Estrellas fueron algunas de las carpas que tuvo su familia. Flavio Mendoza se crio entre picaderos de arena, parantes y trapecios.
-¿Fue linda la vida nómade?
-Sí, fue muy linda, pero atravesé algunas tormentas.
-¿A qué te referís?
-Llegábamos a las ciudades y pueblos y parábamos en lugares céntricos o en terrenos desolados, podíamos tener vecinos o no. Los más chicos estábamos medio a la deriva, por eso, de nene, me pasaron cosas que no me tendrían que haber pasado.
-¿Te referís al abuso que sufriste?
-Sí. Era otra época, no sé si nos cuidaban tanto. Yo, en cambio, estoy muy atento a “Dio” [Dionisio].
-Tu hijo, indudablemente, vive una infancia muy diferente a la tuya.
-No recuerdo que alguien me haya empujado en la hamaca, es una tontera, pero me parece fundamental. Hoy, como papá entiendo lo importante que es acompañar a un hijo, ir a la plaza, llevarlo a fútbol, jugar con él; es lo que me faltó, pero no me victimizo, me repuse a todo eso.
-¿A qué edad padeciste el abuso?
-A la misma edad que tiene mi hijo ahora.
-Quien lo cometió, ¿fue alguien conocido tuyo o de tu familia?
-Sí, fue horrible. No era familiar, pero sí una persona de confianza de mi familia.
-¿Trabajaba en el circo?
-Sí, luego fue muy exitoso en lo que hizo.
-¿Era artista?
-No, empresario. Nunca pude decirlo. Es más, me lo he cruzado, he estado cerca de él.
-¿Te saludó?
-Me ha enviado saludos, pero nunca me enfrentó ni yo me animé a mirarlo a la cara.
“Nos pusimos a llorar”
Luego del último verano, se tomó vacaciones junto a sus tres hermanas, la primera que compartían los cuatro juntos. Fue un momento catártico. “Recién ahí pude contarles lo que me había sucedido. En la playa les conté todo y quién había sido la persona que había abusado de mí. Nos pusimos a llorar, pero les aclaré que estaba bien, sanado”.
-¿Es cierto que, siendo niño, también sufriste golpes?
-Sí, mi mamá nos pegaba mucho, era una persona muy violenta. En esa charla en la playa con mis hermanas, ellas me contaron cosas que yo no sabía de mis padres y también me enteré que una de ellas había sido abusada por alguien cercano. Tampoco sabía que mi papá había engañado a mamá y eso la hizo sufrir mucho. Además, mi mamá, creo que fue castigada y abusada por su propio padre. Soy el más chico y no estaba al tanto de todo.
-Una historia muy dura, un encadenado de violencia y abusos.
-Mi mamá y mi abuela fueron abusadas y violentadas.
-¿Eran muy frecuentes los golpes de tu madre hacia vos?
-Sí, me pegaba mucho. Era muy nerviosa, violenta.
-Trabajaba en el circo.
-Sí, era equilibrista, hermosa. Nunca pudo perdonar a su familia, murió con rencor. Yo, en cambio, trato de evolucionar. No olvido, pero trasmuté lo malo a bueno. Jamás le pegaría a mi hijo.
-¿Cómo es ser papá?
-Me hizo ser mejor persona, entender aquello que no entendía. Siento que todo lo que me hizo mal a mí, lo tengo que hacer bien con él. Es un nene re bueno.
Dionisio Mendoza, luego de cursar el colegio doble escolaridad, dedica sus tardes a practicar fútbol, tomar clases de inglés, ir al curso de acrobacia y jugar, nada menos. “Se está criando sano, en un lindo ambiente, haciendo deporte. Le marco la disciplina y, cuando sale de la escuela y no sabe qué actividad le toca, ahí estoy para recordarle qué tiene que hacer. Fútbol es lo que más le gusta. Le doy poca tecnología, prefiero que sea un niño más deportivo, que sepa cómo utilizar su cuerpo”.
-Su papá es el dueño del circo, el sueño del pibe.
-“En casa de herrero, cuchillo de palo”, no le da bola. Cuando va al circo, se encuentra con los nenes de los otros artistas y hace la suya. Se parece a mí.
-A vos te gustaba el circo.
-Me “ensayaban” para ser acróbata y no quería.
-¿No?
-Yo quería jugar, estar trepado a los árboles. Dio se cría con el circo muy cerca, creo que algo de artista tiene, pero me interesa que sea muy libre, que elija lo que quiera ser, mi responsabilidad es darle las herramientas. En mi caso, quería ser bailarín y nunca me mandaron a estudiar danza.
-Sin embargo, comenzaste como bailarín.
-Lo logré una vez que apareció Michael Jackson y me demostró que había algo que era cantar y bailar, sentí que quería ser como él. Íconos así también me formaron.
“Al amor lo busqué mucho“
-¿Y el amor?
-¿Dónde está?
-Vos sabrás.
-No soy un tipo cerrado, no digo “nunca más”, pero, me di cuenta que quiero vivir como vivo, tranquilo. La prioridad hoy es mi hijo. Al amor lo busqué mucho y no sé si apareció. Por momentos, sentí que me había enamorado, pero nunca sentí que se hayan enamorado de mí.
-¿Por qué percibís eso?
-No lo sé. Cada vez que me enamoré sentí que era para toda la vida, pero, siempre faltaban cosas en las parejas y por eso se terminaron.
-¿Cuál era esa carencia?
-Siempre fui líder y ayudaba al otro. Hoy me siento más egoísta, necesito que me ayuden a mí. Quiero tener a alguien que se pare al lado mío, que caminemos a la par, como se dice en danza, que seamos partenaire y que los egos no se suban a la cabeza de nadie. Cuando me hice famoso, mi entorno me decía “fulano se te acerca por algo”. Llegué a pensar que no tenía el poder de enamorar a nadie y que siempre se iban a acercar a mí por la plata o por quién soy y no por lo que puedo dar. Me pregunto si no me merezco a nadie.
-¿Qué sucede con el sexo?
-El sexo es importante, pero, con un hijo, es más complicado. Hace siete años que duermo con él. Hay que encontrar el lugar y el momento. Estoy en una época donde, si tengo sexo, lo que busco es solo eso. Te saludo, sexo y te vas, ni siquiera te bañes en casa. Sin romanticismo, es sacarse las ganas y listo, salvo que aparezca alguien especial. Estoy en un momento de tranquilidad, ni siquiera salgo con amigos, llega la noche y lo único que quiero es hacerme un té, meterme en la cama y mirar una película.
-¿Cómo ves a la Argentina?
-Después de haber metido cien mil espectadores en Santa Fe, qué te puedo decir, solo palabras de agradecimiento, siento que estoy en el mejor país del mundo. Creo que la gente me ve honesto y eso vende entradas. No se trata solo de ofrecer un buen espectáculo, sino que los espectadores sientan que comparten algo con vos. No tengo partido político, apoyo al que hace las cosas bien, y eso se replica en la boletería.
-El año pasado, te criticaron por haber hecho tu espectáculo en Tecnópolis.
-Pagué un montón de alquiler para poder estar ahí, este año va Cris Morena. ¿Sabés por qué me critican?
-Decime.
-Porque no tengo el culo sucio; pero no son todos, son unos pocos los que buscan la mugre donde no hay.
-¿Te desconectás en algún momento?
-Me cuesta. Mi parte creativa está activa permanentemente, no soporto estar tirado en un sillón.
Para agendar
Circo del Ánima, Abre tus alas. Miércoles a viernes a las 20; sábado y domingo a las 17 y 20. En vacaciones de invierno, diariamente a las 17 y 20. Av. Elvira Rawson de Dellepiane 1, Puerto Madero.
El talentoso artista recibió a LA NACION en su casa de Palermo, horas antes del estreno de Abre tus alas, el nuevo espectáculo que presentará con el Circo del Ánima en un predio de Puerto Madero LA NACION