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“Sueño con dar clases a la Selección”: su trabajo la ahogaba, viajó, hizo un clic y encontró una pasión que da sentido a su vida

A los 17 años Cristal Scaloni no tenía claro a qué quería dedicarse y como nada la apasionaba, cuenta, tomó una decisión estratégica: eligió la carrera más por lo cotidiano que por vocación.

En ese momento se le vinieron recuerdos de sus padres estudiando artículos del código penal, ya de adultos, mientras ella jugaba con su hermana. Sentía que ese lenguaje ya le era familiar y hasta pensó que estudiar Derecho le resultaría “fácil”.

“Mi decisión fue más pragmática que vocacional o profesional. Con el tiempo, confirmé que la estrategia no fue errada: la carrera me resultó interesante y llevadera, aunque no fue lo mismo con el ejercicio profesional”, expresa Cristal, que se recibió en la Universidad de Morón, provincia de Buenos Aires.

El día que se recibió de abogada

Como abogada trabajó de manera independiente en un estudio con su mamá y su hermana. También se desempeñó en la Administración Pública Nacional como Asesora Legal, en la Policía de Seguridad Aeroportuaria y en el Ministerio de Economía de la Nación.

“Mis días laborales eran como los de cualquiera, pero a los 21, al salir de la oficina como asesora legal, sentía que había mucho más allá afuera por descubrir, por ser. Me ahogaba la idea de quedarme ahí, repitiendo lo mismo cada día durante horas, sin dejar huella, sin sembrar nada. Sentía una necesidad profunda de algo más, algo con verdadero sentido, algo trascendental”.

Durante el viaje relámpago con su mamá por el sur

Un viaje relámpago lleno de inspiración

“Si tuviera que señalar un momento en el que mi forma de pensar empezó a cambiar, fue en unas vacaciones al sur con mi mamá. Ese día, ella volvió de la oficina y me dijo: ´Tengo 15 días libres. ¿A dónde vamos?´ No lo sabíamos. Solo cargamos lo básico en el auto y salimos”.

La idea, cuenta Cristal, era simple: parar en una estación de servicio, tomar un mapa al azar del mostrador y dejarse llevar. Entonces, sin planificación irían buscando alojamiento en el camino, marcando el mapa a medida que avanzaban.

El mapa que eligieron, al azar, tenía como destino La Patagonia. “Y así, con nada más, ni nada menos que la compañía, unos mates, Joaquín Sabina sonando, lapicera y mapa en mano, salimos con una Crossfox negra a conocer la ruta 40. Y transitamos sin un solo plan, desde Buenos Aires hasta Ushuaia. Ese viaje improvisado sembró una semilla que no solo nunca se fue, sino que fue creciendo con el tiempo”.

Luego de pasar esos inolvidables días con su mamá, Cristal vivió varios años en México y Brasil, donde, entre otros trabajos, tuvo su propio bar en Playa del Carmen

Un encuentro que marcó un antes y un después

Ese viaje a Cristal la marcó en muchos aspectos. Desde la improvisación, hacer camino al andar, dormir en el lugar que encontraran sin planificación previa y dejando que el destino las llevara al lugar que tenía que ser.

Sin embargo, resalta una anécdota muy especial que caló hondo en su corazón. “Conocimos a una familia que estaba en una plaza, con un auto del año 1928 en el que habían viajado 22 años recorriendo 362.000 kilómetros a lo largo de cinco continentes. Tuvieron cuatro hijos durante ese periplo y el auto les sirvió de hogar”, dice. Y agrega: “Vendían un libro sobre su historia, Atrapa tus sueños, y al leerlo en voz alta algo hizo clic en mí. Ahí empezó a crecer la semilla de sentir que el mundo es enorme, que hay mucho por descubrir y que es posible hacerlo”.

Luego de pasar esos inolvidables días con su mamá, Cristal vivió varios años en México y Brasil, donde, entre otros trabajos, tuvo su propio bar en Playa del Carmen, cerca del mar, lo que significó para ella haber cumplido un sueño. Fueron años de mucho contacto con la naturaleza, el surf, los viajes y nuevas personas.

Tras ejercer algunos años como abogada, Cristal hizo un clic y fue tras su sueño

“Lo que más valoro de esa etapa es haber estado siempre consciente y agradecida por lo que vivía, sin naturalizar las rutinas, los entornos ni las personas. Aunque mucha gente piensa que es una vida de ensueño, la realidad es que, incluso allí, la vida tiene sus problemas e imprevistos, que se sienten más lejos de casa. Sin embargo, siempre terminaba el día con sensación de plenitud y gratitud y eso es, definitivamente, lo que le dio mucho sentido durante esos años a mi vida”.

“El yoga es una elección y una forma de vida”

Cuando Cristal decidió volver a Buenos Aires, lo hizo con un propósito claro: recargar energías, estar con su familia y amigos, ordenar asuntos administrativos y burocráticos, para luego salir nuevamente, pero aquella vez con más experiencia, organizada y con nuevas herramientas para lo que se venía. Sin embargo, todo lo que había vivido durante los últimos años inclinó la balanza hacia un nuevo renacer. Era el momento de volver a empezar y de reinventarse dando, tal vez, un giro de 180 grados.

“La semilla del yoga vino de mi abuela, que me lo recomendaba mucho y me animaba a probar la disciplina

“La semilla del yoga vino de mi abuela, que me lo recomendaba mucho y me animaba a probar la disciplina. Pero en ese momento, por edad y prejuicios, lo veía solo como un deporte aburrido o para gente mayor. Con el tiempo y varios procesos, logré conectarme de otra manera y descubrí que el yoga es mucho más que un deporte o una disciplina: es una elección y una forma de vida que abarca mucho más que lo físico”.

Cristal sintió que no debía pasar ni un segundo más para poder dedicarse a esa pasión que estaba emergiendo. Entonces, comenzó a formarse en esta disciplina. Realizó un instructorado de 200 horas de Yoga Integral en la Escuela Argentina-Bonaerense de Yoga y otro de 300 horas en India-Rishikesh.

Además, hizo varios cursos de formación específicos para diferentes ramas del yoga: Ajustes y Alineaciones, Prenatal, PostParto, Yoga con elementos, Yoga Terapeutico y Gestión en Coaching Deportivo.

La familia siempre estuvo a su lado

“Lo que más me cautivó fue descubrir poco a poco todo lo que el yoga tenía para ofrecerme y verme disfrutar un proceso de transformación y aprendizaje, sin apego a resultados. Tras un tiempo experimentando el enorme mundo detrás de la disciplina y lo bien que me hacía, pensé: ´No puedo guardarme esto para mí, tengo que compartirlo´. Fue entonces cuando decidí hacer el instructorado para poder transmitirlo y dejar esa semilla en otros”.

Yodar, su propio método

Mientras realizaba su formación, Cristal se dio cuenta que no existía ningún tipo de yoga orientado a deportistas de alto rendimiento. Por esa razón, decidió formarse en esa área y con el apoyo de psicólogos deportivos, coaches, preparadores físicos y especialistas en salud, creó el método de Yoga Especializado en Deportistas de Alto Rendimiento (Yodar).

A nivel físico, explica Cristal, el yoga para deportistas mejora la flexibilidad y elasticidad muscular, previene lesiones corrigiendo posturas y mejorando la higiene postural, libera tensiones, tonifica y fortalece músculos e incrementa la capacidad pulmonar y resistencia, entre otros beneficios. “A nivel mental, ayuda a gestionar el estrés y la presión antes y después de las competencias, mantiene la mente calmada, mejora el clima grupal y el trabajo en equipo, aumenta la concentración y el enfoque, disminuye miedos y frustraciones, eleva la autoestima y mejora la comunicación y las relaciones dentro del equipo”.

Desde hace un tiempo, Cristal brinda clases de YODAR a equipos de futbol, de hockey sobre césped, a personas que hacen triatlones y Ironman, entre otros deportistas

Desde hace un tiempo, Cristal brinda clases de YODAR a equipos de futbol, de hockey sobre césped, a personas que hacen triatlones y Ironman, entre otros deportistas.

¿Cómo influye el YODAR en los partidos?

–La práctica constante y sostenida del yoga influye tanto dentro como fuera de la cancha, mejorando el foco, la concentración, la toma rápida y serena de decisiones, la comunicación no verbal entre los integrantes del equipo, y la gestión de la respiración y el estrés a través de ella.

¿Qué es lo que más te apasiona de tu trabajo?

–Siempre pienso que todo es temporal, excepto la forma en que hacemos sentir a los demás, eso permanece para siempre. Ver que aunque sea una de cada 10 personas que pasa por mis clases se va transformada, agradecida o simplemente un poco mejor, hace que todo mi esfuerzo, formación y elecciones valgan la pena. Me apasiona plantar esas semillitas y dejar herramientas de cuidado y valoración personal.

¿Cómo ve tu mamá Familia este gran cambio?

–Tengo la suerte de contar con el apoyo incondicional de mi familia, sin importar las diferencias. Para nosotros, lo que importa es la felicidad de cada uno y respetar sus decisiones. Y con eso nos acompañamos siempre en el camino que elijamos. Nada sería igual sin el sostén de mis vínculos familiares y de mis amistades, algo que valoro y agradezco todos los días.

“Lo que más me cautivó fue descubrir poco a poco todo lo que el yoga tenía para ofrecerme y verme disfrutar un proceso de transformación y aprendizaje, sin apego a resultados

¿Con qué cosas soñás?

–Hoy en día, mis mayores sueños son dejar la semilla del yoga en la mayor cantidad de espacios y personas posibles, darle clases a la Selección Argentina de Fútbol y escribir un libro.

Un mensaje para quienes no se animan a dejar todo para cumplir sus sueños

–Que el único miedo que deberíamos tener es llegar a viejos arrepentidos por lo que no dimos, hicimos o intentamos.

A los 17 años Cristal Scaloni no tenía claro a qué quería dedicarse y como nada la apasionaba, cuenta, tomó una decisión estratégica: eligió la carrera más por lo cotidiano que por vocación.

En ese momento se le vinieron recuerdos de sus padres estudiando artículos del código penal, ya de adultos, mientras ella jugaba con su hermana. Sentía que ese lenguaje ya le era familiar y hasta pensó que estudiar Derecho le resultaría “fácil”.

“Mi decisión fue más pragmática que vocacional o profesional. Con el tiempo, confirmé que la estrategia no fue errada: la carrera me resultó interesante y llevadera, aunque no fue lo mismo con el ejercicio profesional”, expresa Cristal, que se recibió en la Universidad de Morón, provincia de Buenos Aires.

El día que se recibió de abogada

Como abogada trabajó de manera independiente en un estudio con su mamá y su hermana. También se desempeñó en la Administración Pública Nacional como Asesora Legal, en la Policía de Seguridad Aeroportuaria y en el Ministerio de Economía de la Nación.

“Mis días laborales eran como los de cualquiera, pero a los 21, al salir de la oficina como asesora legal, sentía que había mucho más allá afuera por descubrir, por ser. Me ahogaba la idea de quedarme ahí, repitiendo lo mismo cada día durante horas, sin dejar huella, sin sembrar nada. Sentía una necesidad profunda de algo más, algo con verdadero sentido, algo trascendental”.

Durante el viaje relámpago con su mamá por el sur

Un viaje relámpago lleno de inspiración

“Si tuviera que señalar un momento en el que mi forma de pensar empezó a cambiar, fue en unas vacaciones al sur con mi mamá. Ese día, ella volvió de la oficina y me dijo: ´Tengo 15 días libres. ¿A dónde vamos?´ No lo sabíamos. Solo cargamos lo básico en el auto y salimos”.

La idea, cuenta Cristal, era simple: parar en una estación de servicio, tomar un mapa al azar del mostrador y dejarse llevar. Entonces, sin planificación irían buscando alojamiento en el camino, marcando el mapa a medida que avanzaban.

El mapa que eligieron, al azar, tenía como destino La Patagonia. “Y así, con nada más, ni nada menos que la compañía, unos mates, Joaquín Sabina sonando, lapicera y mapa en mano, salimos con una Crossfox negra a conocer la ruta 40. Y transitamos sin un solo plan, desde Buenos Aires hasta Ushuaia. Ese viaje improvisado sembró una semilla que no solo nunca se fue, sino que fue creciendo con el tiempo”.

Luego de pasar esos inolvidables días con su mamá, Cristal vivió varios años en México y Brasil, donde, entre otros trabajos, tuvo su propio bar en Playa del Carmen

Un encuentro que marcó un antes y un después

Ese viaje a Cristal la marcó en muchos aspectos. Desde la improvisación, hacer camino al andar, dormir en el lugar que encontraran sin planificación previa y dejando que el destino las llevara al lugar que tenía que ser.

Sin embargo, resalta una anécdota muy especial que caló hondo en su corazón. “Conocimos a una familia que estaba en una plaza, con un auto del año 1928 en el que habían viajado 22 años recorriendo 362.000 kilómetros a lo largo de cinco continentes. Tuvieron cuatro hijos durante ese periplo y el auto les sirvió de hogar”, dice. Y agrega: “Vendían un libro sobre su historia, Atrapa tus sueños, y al leerlo en voz alta algo hizo clic en mí. Ahí empezó a crecer la semilla de sentir que el mundo es enorme, que hay mucho por descubrir y que es posible hacerlo”.

Luego de pasar esos inolvidables días con su mamá, Cristal vivió varios años en México y Brasil, donde, entre otros trabajos, tuvo su propio bar en Playa del Carmen, cerca del mar, lo que significó para ella haber cumplido un sueño. Fueron años de mucho contacto con la naturaleza, el surf, los viajes y nuevas personas.

Tras ejercer algunos años como abogada, Cristal hizo un clic y fue tras su sueño

“Lo que más valoro de esa etapa es haber estado siempre consciente y agradecida por lo que vivía, sin naturalizar las rutinas, los entornos ni las personas. Aunque mucha gente piensa que es una vida de ensueño, la realidad es que, incluso allí, la vida tiene sus problemas e imprevistos, que se sienten más lejos de casa. Sin embargo, siempre terminaba el día con sensación de plenitud y gratitud y eso es, definitivamente, lo que le dio mucho sentido durante esos años a mi vida”.

“El yoga es una elección y una forma de vida”

Cuando Cristal decidió volver a Buenos Aires, lo hizo con un propósito claro: recargar energías, estar con su familia y amigos, ordenar asuntos administrativos y burocráticos, para luego salir nuevamente, pero aquella vez con más experiencia, organizada y con nuevas herramientas para lo que se venía. Sin embargo, todo lo que había vivido durante los últimos años inclinó la balanza hacia un nuevo renacer. Era el momento de volver a empezar y de reinventarse dando, tal vez, un giro de 180 grados.

“La semilla del yoga vino de mi abuela, que me lo recomendaba mucho y me animaba a probar la disciplina

“La semilla del yoga vino de mi abuela, que me lo recomendaba mucho y me animaba a probar la disciplina. Pero en ese momento, por edad y prejuicios, lo veía solo como un deporte aburrido o para gente mayor. Con el tiempo y varios procesos, logré conectarme de otra manera y descubrí que el yoga es mucho más que un deporte o una disciplina: es una elección y una forma de vida que abarca mucho más que lo físico”.

Cristal sintió que no debía pasar ni un segundo más para poder dedicarse a esa pasión que estaba emergiendo. Entonces, comenzó a formarse en esta disciplina. Realizó un instructorado de 200 horas de Yoga Integral en la Escuela Argentina-Bonaerense de Yoga y otro de 300 horas en India-Rishikesh.

Además, hizo varios cursos de formación específicos para diferentes ramas del yoga: Ajustes y Alineaciones, Prenatal, PostParto, Yoga con elementos, Yoga Terapeutico y Gestión en Coaching Deportivo.

La familia siempre estuvo a su lado

“Lo que más me cautivó fue descubrir poco a poco todo lo que el yoga tenía para ofrecerme y verme disfrutar un proceso de transformación y aprendizaje, sin apego a resultados. Tras un tiempo experimentando el enorme mundo detrás de la disciplina y lo bien que me hacía, pensé: ´No puedo guardarme esto para mí, tengo que compartirlo´. Fue entonces cuando decidí hacer el instructorado para poder transmitirlo y dejar esa semilla en otros”.

Yodar, su propio método

Mientras realizaba su formación, Cristal se dio cuenta que no existía ningún tipo de yoga orientado a deportistas de alto rendimiento. Por esa razón, decidió formarse en esa área y con el apoyo de psicólogos deportivos, coaches, preparadores físicos y especialistas en salud, creó el método de Yoga Especializado en Deportistas de Alto Rendimiento (Yodar).

A nivel físico, explica Cristal, el yoga para deportistas mejora la flexibilidad y elasticidad muscular, previene lesiones corrigiendo posturas y mejorando la higiene postural, libera tensiones, tonifica y fortalece músculos e incrementa la capacidad pulmonar y resistencia, entre otros beneficios. “A nivel mental, ayuda a gestionar el estrés y la presión antes y después de las competencias, mantiene la mente calmada, mejora el clima grupal y el trabajo en equipo, aumenta la concentración y el enfoque, disminuye miedos y frustraciones, eleva la autoestima y mejora la comunicación y las relaciones dentro del equipo”.

Desde hace un tiempo, Cristal brinda clases de YODAR a equipos de futbol, de hockey sobre césped, a personas que hacen triatlones y Ironman, entre otros deportistas

Desde hace un tiempo, Cristal brinda clases de YODAR a equipos de futbol, de hockey sobre césped, a personas que hacen triatlones y Ironman, entre otros deportistas.

¿Cómo influye el YODAR en los partidos?

–La práctica constante y sostenida del yoga influye tanto dentro como fuera de la cancha, mejorando el foco, la concentración, la toma rápida y serena de decisiones, la comunicación no verbal entre los integrantes del equipo, y la gestión de la respiración y el estrés a través de ella.

¿Qué es lo que más te apasiona de tu trabajo?

–Siempre pienso que todo es temporal, excepto la forma en que hacemos sentir a los demás, eso permanece para siempre. Ver que aunque sea una de cada 10 personas que pasa por mis clases se va transformada, agradecida o simplemente un poco mejor, hace que todo mi esfuerzo, formación y elecciones valgan la pena. Me apasiona plantar esas semillitas y dejar herramientas de cuidado y valoración personal.

¿Cómo ve tu mamá Familia este gran cambio?

–Tengo la suerte de contar con el apoyo incondicional de mi familia, sin importar las diferencias. Para nosotros, lo que importa es la felicidad de cada uno y respetar sus decisiones. Y con eso nos acompañamos siempre en el camino que elijamos. Nada sería igual sin el sostén de mis vínculos familiares y de mis amistades, algo que valoro y agradezco todos los días.

“Lo que más me cautivó fue descubrir poco a poco todo lo que el yoga tenía para ofrecerme y verme disfrutar un proceso de transformación y aprendizaje, sin apego a resultados

¿Con qué cosas soñás?

–Hoy en día, mis mayores sueños son dejar la semilla del yoga en la mayor cantidad de espacios y personas posibles, darle clases a la Selección Argentina de Fútbol y escribir un libro.

Un mensaje para quienes no se animan a dejar todo para cumplir sus sueños

–Que el único miedo que deberíamos tener es llegar a viejos arrepentidos por lo que no dimos, hicimos o intentamos.

 Cristal Scaloni ejerció varios años como abogada hasta que sintió que afuera había un mundo por descubrir; un encuentro fortuito la impulsó a dedicarse a su gran vocación  LA NACION

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