The Outer Limits: la serie que se adelantó a Terminator y la denuncia por plagio que desató la ira de James Cameron

El 2 de octubre de 1959 debutó La dimensión desconocida, una serie antológica que presentaba episodios autoconclusivos, que giraban alrededor de algún tipo de hecho fantástico. En su rol de carismático anfitrión, Rod Serling daba pie a historias de pesadilla, que transportaban al público durante varios minutos a escenarios donde lo imposible no conocía límites.
Al galope de ese éxito, durante los años posteriores hubo otras producciones similares, que intentaron capitalizar la fascinación de los televidentes por los relatos sobrenaturales. Y The Outer Limits fue una de esas alumnas aventajadas.
Más allá del límite
The Outer Limits (conocida brevemente en Latinoamérica como Más allá del límite) se emitió a partir de septiembre de 1963, y se prolongó a lo largo de dos temporadas que tuvieron un total de 49 episodios. Su creador fue Leslie Stevens, un veterano de la Segunda Guerra Mundial cuyo amor por la escritura lo llevó a convertirse en guionista primero en el off de Broadway (llegó a venderle un libreto al mismísimo Orson Welles), y luego en la televisión y el cine.
Stevens parecía atado a su máquina de escribir, y su imaginación lo llevaba a esbozar tramas dedicadas a distintos géneros, del western al drama, pasando por la aventura o el relato de época. A comienzos de los sesenta, luego del éxito de la ya mencionada La dimensión desconocida, y a varios años de distancia de otra producción similar titulada Science Fiction Theatre (emitida entre 1955 y 1957), Stevens le presentó a la señal ABC una nueva ficción antológica, centrada en temáticas fantásticas, de terror y ciencia ficción. El canal rápidamente aprobó el proyecto y el guionista, que también se convirtió en productor ejecutivo, comenzó a supervisar libretos y a coordinar a un equipo integrado por talentos consagrados (como Joseph Stefano, responsable de Psicosis), y jóvenes promesas del medio como Robert Towne (futuro guionista de Chinatown).
Inicialmente The Outer Limits presentaba relatos de ciencia ficción y terror, y la presencia de algún tipo de monstruo en todos los capítulos era una constante (aun cuando la inclusión sorpresiva de esas amenazas resultaba algo forzada). Pero a medida que el show avanzó, Stevens comenzó a interesarse más por la ciencia ficción dura, y el monstruo de la semana quedó parcialmente olvidado. De ese modo, los episodios respiraron otra libertad y aunque el rating no era muy elevado, sí nació un grupo de fans excepcionalmente leales que hicieron de The Outer Limits un producto de culto.
El verdadero Terminator
James Cameron tenía menos de 30 años cuando empezó a escribir Terminator. La película acerca de un robot que llegaba del futuro, dispuesto a asesinar a la futura madre de quien estaba destinado a convertirse en el líder de la rebelión contra las máquinas, fue un suceso durante 1984, el año de su estreno. El público iba a los cines a ver una y otra vez este film de ciencia ficción, a medida que el prestigio de Cameron iniciaba un ascenso meteórico. Sin embargo, una voz apareció en escena y exclamó que si bien “había amado a la película”, el concepto parecía un plagio de dos episodios de The Outer Limits. Esa voz era la del escritor Harlan Ellison, responsable de un par de capítulos, que según él, habían sido plagiados por Cameron. Por ese motivo, el escritor anunció que pensaba tomar medidas legales contra Orion, la productora responsable de Terminator.
Durante la emisión de The Outer Limits, Harlan Ellison escribió dos capítulos, “Soldier” y “Demon with a Glass Hand”. El primero de ellos gira alrededor de dos soldados enemigos que caen por un vórtice temporal, y uno de ellos aparece en un oscuro callejón, en el año 1964. El protagonista no tiene más remedio que adaptarse al tiempo en el que le tocó aparecer, logra formar una familia y cuando su vida es pura paz, reaparece su rival. En el clímax de la historia, ambos soldados se matan entre sí. El conflicto de “Soldier” termina siendo humanista, y plantea la posibilidad de que el protagonista matara a su enemigo no por odio, sino para salvar a su pareja. Por su parte, “Demon with a Glass Hand” trata sobre un hombre atrapado en el pasado, que termina por descubrir que en realidad es un robot.
Las similitudes entre ambos relatos y Terminator son escasas, pero según la óptica de quien lo mire, pueden que innegables: hay robots, viajes en el tiempo y un soldado que salva a la mujer que ama de la amenaza de otro soldado que llegó del futuro. Y por esos puntos en común es que Harlan Ellison consideró que el film protagonizado por Arnold Schwarzenegger no hubiera existido sin sus ideas para The Outer Limits.
Desde la productora Orion, no quisieron involucrarse en una disputa legal, y empezaron una negociación que culminó con un arreglo extrajudicial por el que Harlan Ellison recibió una suma de dinero que jamás trascendió. Como parte del convenio, también se agregó en los créditos de Terminator una leyenda que agradece “el reconocimiento a las obras de Harlan Ellison”. Dicha frase figura en las ediciones domésticas de Terminator, o sea en el VHS, DVD, LaserDisc, Blu-ray e incluso la edición en 4K lanzada en 2024.
Quien sí estuvo muy disconforme con ese arreglo, fue James Cameron. El director negó rotundamente cualquier tipo de plagio y presionó por llevar el caso a la Corte, confiando en que Ellison no tenía argumentos de peso que pudieran sostener su denuncia. Pero desde Orion no quisieron asumir dicho riesgo, preocupados por perder el caso. Debido a eso es que Cameron vio cómo la productora propuso un trato que él consideró absurdo. Y en una entrevista, el director no pudo evitar soltar su bronca cuando sentenció: “Harlan Ellison es un parásito que puede besarme el trasero”.
Una vuelta frustrada
Con el paso de las décadas y las repeticiones, The Outer Limits creció en fama y su culto se hizo aún mayor. Televidentes de todo el mundo recomendaban (y recomiendan) esta serie que fue más breve de lo esperado, pero que dejó episodios de ingeniosos argumentos.
Con el tiempo, ediciones en VHS y DVD mantuvieron intacto el amor del público por esta serie, mientras que nuevas generaciones se fascinaban por esta producción de mediados de los sesenta. Y si bien hubo varios intentos por realizar nuevas temporadas (la última de ellas fue en 2019), lamentablemente ninguna de esas iniciativas llegó a concretarse. Claro que eso no quita la huella imborrable que The Outer Limits dejó en la historia de la pantalla chica (y en la memoria de Cameron).
El 2 de octubre de 1959 debutó La dimensión desconocida, una serie antológica que presentaba episodios autoconclusivos, que giraban alrededor de algún tipo de hecho fantástico. En su rol de carismático anfitrión, Rod Serling daba pie a historias de pesadilla, que transportaban al público durante varios minutos a escenarios donde lo imposible no conocía límites.
Al galope de ese éxito, durante los años posteriores hubo otras producciones similares, que intentaron capitalizar la fascinación de los televidentes por los relatos sobrenaturales. Y The Outer Limits fue una de esas alumnas aventajadas.
Más allá del límite
The Outer Limits (conocida brevemente en Latinoamérica como Más allá del límite) se emitió a partir de septiembre de 1963, y se prolongó a lo largo de dos temporadas que tuvieron un total de 49 episodios. Su creador fue Leslie Stevens, un veterano de la Segunda Guerra Mundial cuyo amor por la escritura lo llevó a convertirse en guionista primero en el off de Broadway (llegó a venderle un libreto al mismísimo Orson Welles), y luego en la televisión y el cine.
Stevens parecía atado a su máquina de escribir, y su imaginación lo llevaba a esbozar tramas dedicadas a distintos géneros, del western al drama, pasando por la aventura o el relato de época. A comienzos de los sesenta, luego del éxito de la ya mencionada La dimensión desconocida, y a varios años de distancia de otra producción similar titulada Science Fiction Theatre (emitida entre 1955 y 1957), Stevens le presentó a la señal ABC una nueva ficción antológica, centrada en temáticas fantásticas, de terror y ciencia ficción. El canal rápidamente aprobó el proyecto y el guionista, que también se convirtió en productor ejecutivo, comenzó a supervisar libretos y a coordinar a un equipo integrado por talentos consagrados (como Joseph Stefano, responsable de Psicosis), y jóvenes promesas del medio como Robert Towne (futuro guionista de Chinatown).
Inicialmente The Outer Limits presentaba relatos de ciencia ficción y terror, y la presencia de algún tipo de monstruo en todos los capítulos era una constante (aun cuando la inclusión sorpresiva de esas amenazas resultaba algo forzada). Pero a medida que el show avanzó, Stevens comenzó a interesarse más por la ciencia ficción dura, y el monstruo de la semana quedó parcialmente olvidado. De ese modo, los episodios respiraron otra libertad y aunque el rating no era muy elevado, sí nació un grupo de fans excepcionalmente leales que hicieron de The Outer Limits un producto de culto.
El verdadero Terminator
James Cameron tenía menos de 30 años cuando empezó a escribir Terminator. La película acerca de un robot que llegaba del futuro, dispuesto a asesinar a la futura madre de quien estaba destinado a convertirse en el líder de la rebelión contra las máquinas, fue un suceso durante 1984, el año de su estreno. El público iba a los cines a ver una y otra vez este film de ciencia ficción, a medida que el prestigio de Cameron iniciaba un ascenso meteórico. Sin embargo, una voz apareció en escena y exclamó que si bien “había amado a la película”, el concepto parecía un plagio de dos episodios de The Outer Limits. Esa voz era la del escritor Harlan Ellison, responsable de un par de capítulos, que según él, habían sido plagiados por Cameron. Por ese motivo, el escritor anunció que pensaba tomar medidas legales contra Orion, la productora responsable de Terminator.
Durante la emisión de The Outer Limits, Harlan Ellison escribió dos capítulos, “Soldier” y “Demon with a Glass Hand”. El primero de ellos gira alrededor de dos soldados enemigos que caen por un vórtice temporal, y uno de ellos aparece en un oscuro callejón, en el año 1964. El protagonista no tiene más remedio que adaptarse al tiempo en el que le tocó aparecer, logra formar una familia y cuando su vida es pura paz, reaparece su rival. En el clímax de la historia, ambos soldados se matan entre sí. El conflicto de “Soldier” termina siendo humanista, y plantea la posibilidad de que el protagonista matara a su enemigo no por odio, sino para salvar a su pareja. Por su parte, “Demon with a Glass Hand” trata sobre un hombre atrapado en el pasado, que termina por descubrir que en realidad es un robot.
Las similitudes entre ambos relatos y Terminator son escasas, pero según la óptica de quien lo mire, pueden que innegables: hay robots, viajes en el tiempo y un soldado que salva a la mujer que ama de la amenaza de otro soldado que llegó del futuro. Y por esos puntos en común es que Harlan Ellison consideró que el film protagonizado por Arnold Schwarzenegger no hubiera existido sin sus ideas para The Outer Limits.
Desde la productora Orion, no quisieron involucrarse en una disputa legal, y empezaron una negociación que culminó con un arreglo extrajudicial por el que Harlan Ellison recibió una suma de dinero que jamás trascendió. Como parte del convenio, también se agregó en los créditos de Terminator una leyenda que agradece “el reconocimiento a las obras de Harlan Ellison”. Dicha frase figura en las ediciones domésticas de Terminator, o sea en el VHS, DVD, LaserDisc, Blu-ray e incluso la edición en 4K lanzada en 2024.
Quien sí estuvo muy disconforme con ese arreglo, fue James Cameron. El director negó rotundamente cualquier tipo de plagio y presionó por llevar el caso a la Corte, confiando en que Ellison no tenía argumentos de peso que pudieran sostener su denuncia. Pero desde Orion no quisieron asumir dicho riesgo, preocupados por perder el caso. Debido a eso es que Cameron vio cómo la productora propuso un trato que él consideró absurdo. Y en una entrevista, el director no pudo evitar soltar su bronca cuando sentenció: “Harlan Ellison es un parásito que puede besarme el trasero”.
Una vuelta frustrada
Con el paso de las décadas y las repeticiones, The Outer Limits creció en fama y su culto se hizo aún mayor. Televidentes de todo el mundo recomendaban (y recomiendan) esta serie que fue más breve de lo esperado, pero que dejó episodios de ingeniosos argumentos.
Con el tiempo, ediciones en VHS y DVD mantuvieron intacto el amor del público por esta serie, mientras que nuevas generaciones se fascinaban por esta producción de mediados de los sesenta. Y si bien hubo varios intentos por realizar nuevas temporadas (la última de ellas fue en 2019), lamentablemente ninguna de esas iniciativas llegó a concretarse. Claro que eso no quita la huella imborrable que The Outer Limits dejó en la historia de la pantalla chica (y en la memoria de Cameron).
Emitida en los años sesenta, esta antología de terror y ciencia ficción se subió al furor desatado por La dimensión desconocida y se convirtió en un fenómeno de culto LA NACION