Rosario Central fue noticia por los hinchas visitantes llevados a Lanús y por otro penal muy polémico

Solo su presencia podía opacar algo tan significativo como esta nueva prueba piloto para el regreso del público visitante. Pero Ángel Di María le dio tanto al hincha argentino que ya no hay cancha en la que su figura pase inadvertida, ni siquiera cuando se trata de un partido con su club o cuando los arbitrajes parecen jugar a su favor. Cosas del destino: en la Fortaleza había jugado uno de sus primeros partidos como profesional y había tenido su debut como titular, en una derrota 2 a 0 frente a Lanús, por el Clausura 2006. De los 36 futbolistas citados aquella tarde, solo él sigue en actividad. Y en qué nivel. Después de ser uno de los máximos artilleros del Mundial de Clubes con Benfica, y de debutar con gol en el empate con Godoy Cruz, el ídolo de la selección aprovechó otro penal polémico para darle a Central su primera alegría en el torneo.
Aunque el Granate ya había albergado público visitante desde la prohibición impuesta en 2013, lo de este sábado tuvo otro sabor. Esta vez el contexto fue distinto: el color, el entusiasmo de los hinchas de Rosario Central, que agotaron las 6.500 entradas, el aliento de los 20.000 de Lanús y la presencia de Ángel Di María le dieron al partido un aura diferente.
No estaban permitidas las banderas en los alambrados, pero la barra de Lanús colgó la suya detrás de un arco y sumó otra con la imagen de Di María levantando la copa en Qatar, junto a la leyenda: “Bienvenido al club de barrio más grande del mundo”. En el alambrado del otro arco, la barra de Central también dijo presente con una bandera que marcaba su lugar desde temprano. El reconocimiento a Fideo siguió cuando Central salió a hacer la entrada en calor: la hinchada de Lanús lo recibió con un aplauso cerrado y empezó a corear su apodo. Él respondió con una sonrisa, agradeció el gesto y se llevó la mano al corazón.
Di María siguió siendo protagonista en el partido. Volcado sobre la derecha, la misma banda en la que jugó tanto en el último Benfica como en su regreso ante Godoy Cruz, dejó algunos destellos de zurda en el arranque, aunque le costó asumir el control de un Central errático, por el vértigo que intentaba darle a sus ataques, a veces corría más rápido que la pelota.
Como ocurrió con Leandro Paredes en Boca, sus compañeros lo buscaron de forma constante. Y eso, en parte, le quitó fluidez a los avances del equipo: no siempre Fideo era la mejor opción para descargar o buscarlo al vacío. Aun así, mostró las típicas pinceladas de su zurda, sobre todo cuando se cerró al medio para recibir de frente, a la altura del círculo central, lejos de la banda donde Marcich lo marcaba con firmeza, sin importarte su currículum. Sin embargo, la más clara de ese primer tiempo la tuvo Lanús: un mano a mano de Bou que Broun tapó de manera brillante.
Lo mejor de Di María se vio en el segundo tiempo. Apenas comenzó, exigió a Losada con un tiro libre desde 30 metros que estuvo cerca de colarse en el ángulo. Lanús respondió rápidamente con un disparo similar de Carreras, pero fue Central quien se adueñó del control del juego: más ordenado, más apegado a su libreto y más punzante en los metros finales.
Lo mejor del partido
El partido se rompió con una jugada polémica: al igual que en el encuentro contra Godoy Cruz, Central recibió otro penal muy cuestionado y, en la misma jugada, sufrió la expulsión de un jugador rival. Tras una supuesta falta de Losada sobre Duarte, el árbitro sancionó penal y, en la misma acción, expulsó a Izquierdoz por protestar. Di María definió con sutileza, cruzado, para marcar el 1 a 0.
En la cancha no pareció infracción, y la repetición sembró más dudas: Duarte parece arrojarse antes de sentir el eventual contacto con el arquero, que en ninguna toma resulta evidente. Lo llamativo fue que, como en la fecha anterior, el VAR -esta vez a cargo de Silvio Trucco- no llamó al árbitro para que revisara la jugada.
Losada salió de manera apresurada, pero la falta no quedó clara y pareció más un choque generado por el futbolista de Central con el arquero. La bronca de los hinchas de Lanús se potenció por el antecedente inmediato: el equipo venía de ser perjudicado ante Riestra, con un claro penal no cobrado, y tiene a Lautaro Acosta suspendido de manera provisoria por su queja contra el juez. Tras el gol, la indignación estalló en las tribunas, con insultos dirigidos a Claudio Tapia. Di María, que celebró el tanto cerca de la popular local, fue silbado por parte del estadio cuando fue reemplazado sobre el cierre.
Con el hombre de más, Central controló los tiempos mientras Lanús perdió la brújula entre los reclamos y los cambios de Pellegrino, que no mejoraron al equipo sino que lo empeoraron. Preso de los nervios, Lanús se desdibujó, y Central, con Di María y los arbitrajes nuevamente en el centro de la escena, sumó los primeros tres puntos de un torneo en el que seguirá dando que hablar.
Solo su presencia podía opacar algo tan significativo como esta nueva prueba piloto para el regreso del público visitante. Pero Ángel Di María le dio tanto al hincha argentino que ya no hay cancha en la que su figura pase inadvertida, ni siquiera cuando se trata de un partido con su club o cuando los arbitrajes parecen jugar a su favor. Cosas del destino: en la Fortaleza había jugado uno de sus primeros partidos como profesional y había tenido su debut como titular, en una derrota 2 a 0 frente a Lanús, por el Clausura 2006. De los 36 futbolistas citados aquella tarde, solo él sigue en actividad. Y en qué nivel. Después de ser uno de los máximos artilleros del Mundial de Clubes con Benfica, y de debutar con gol en el empate con Godoy Cruz, el ídolo de la selección aprovechó otro penal polémico para darle a Central su primera alegría en el torneo.
Aunque el Granate ya había albergado público visitante desde la prohibición impuesta en 2013, lo de este sábado tuvo otro sabor. Esta vez el contexto fue distinto: el color, el entusiasmo de los hinchas de Rosario Central, que agotaron las 6.500 entradas, el aliento de los 20.000 de Lanús y la presencia de Ángel Di María le dieron al partido un aura diferente.
No estaban permitidas las banderas en los alambrados, pero la barra de Lanús colgó la suya detrás de un arco y sumó otra con la imagen de Di María levantando la copa en Qatar, junto a la leyenda: “Bienvenido al club de barrio más grande del mundo”. En el alambrado del otro arco, la barra de Central también dijo presente con una bandera que marcaba su lugar desde temprano. El reconocimiento a Fideo siguió cuando Central salió a hacer la entrada en calor: la hinchada de Lanús lo recibió con un aplauso cerrado y empezó a corear su apodo. Él respondió con una sonrisa, agradeció el gesto y se llevó la mano al corazón.
Di María siguió siendo protagonista en el partido. Volcado sobre la derecha, la misma banda en la que jugó tanto en el último Benfica como en su regreso ante Godoy Cruz, dejó algunos destellos de zurda en el arranque, aunque le costó asumir el control de un Central errático, por el vértigo que intentaba darle a sus ataques, a veces corría más rápido que la pelota.
Como ocurrió con Leandro Paredes en Boca, sus compañeros lo buscaron de forma constante. Y eso, en parte, le quitó fluidez a los avances del equipo: no siempre Fideo era la mejor opción para descargar o buscarlo al vacío. Aun así, mostró las típicas pinceladas de su zurda, sobre todo cuando se cerró al medio para recibir de frente, a la altura del círculo central, lejos de la banda donde Marcich lo marcaba con firmeza, sin importarte su currículum. Sin embargo, la más clara de ese primer tiempo la tuvo Lanús: un mano a mano de Bou que Broun tapó de manera brillante.
Lo mejor de Di María se vio en el segundo tiempo. Apenas comenzó, exigió a Losada con un tiro libre desde 30 metros que estuvo cerca de colarse en el ángulo. Lanús respondió rápidamente con un disparo similar de Carreras, pero fue Central quien se adueñó del control del juego: más ordenado, más apegado a su libreto y más punzante en los metros finales.
Lo mejor del partido
El partido se rompió con una jugada polémica: al igual que en el encuentro contra Godoy Cruz, Central recibió otro penal muy cuestionado y, en la misma jugada, sufrió la expulsión de un jugador rival. Tras una supuesta falta de Losada sobre Duarte, el árbitro sancionó penal y, en la misma acción, expulsó a Izquierdoz por protestar. Di María definió con sutileza, cruzado, para marcar el 1 a 0.
En la cancha no pareció infracción, y la repetición sembró más dudas: Duarte parece arrojarse antes de sentir el eventual contacto con el arquero, que en ninguna toma resulta evidente. Lo llamativo fue que, como en la fecha anterior, el VAR -esta vez a cargo de Silvio Trucco- no llamó al árbitro para que revisara la jugada.
Losada salió de manera apresurada, pero la falta no quedó clara y pareció más un choque generado por el futbolista de Central con el arquero. La bronca de los hinchas de Lanús se potenció por el antecedente inmediato: el equipo venía de ser perjudicado ante Riestra, con un claro penal no cobrado, y tiene a Lautaro Acosta suspendido de manera provisoria por su queja contra el juez. Tras el gol, la indignación estalló en las tribunas, con insultos dirigidos a Claudio Tapia. Di María, que celebró el tanto cerca de la popular local, fue silbado por parte del estadio cuando fue reemplazado sobre el cierre.
Con el hombre de más, Central controló los tiempos mientras Lanús perdió la brújula entre los reclamos y los cambios de Pellegrino, que no mejoraron al equipo sino que lo empeoraron. Preso de los nervios, Lanús se desdibujó, y Central, con Di María y los arbitrajes nuevamente en el centro de la escena, sumó los primeros tres puntos de un torneo en el que seguirá dando que hablar.
Hubo 6500 simpatizantes del Canalla en el Sur, pero el protagonismo se lo llevó Andrés Merlos, sancionando una falta inexistente que Di María transformó en gol LA NACION