Arqueólogos descubrieron la tumba perdida de la condesa prusiana Julie von Voss

Arqueólogos de la Oficina Estatal para la Preservación de Monumentos Históricos en Berlín descubrieron la tumba perdida de la condesa prusiana Julie von Voss, quien fue la segunda esposa del rey Federico Guillermo II. Ocurrió durante las renovaciones en la Schlosskirche Buch (Iglesia del castillo de Buch).
El ataúd de madera estaba bien conservado con molduras doradas y medallones neoclásicos, que en aquella época lo utilizaban solamente las personas de alta posición social. Sin embargo, no estaba marcado ni contaba con una lápida.
De acuerdo con información brindada por la Oficina Estatal de Monumentos de Berlín, Sebastián Heber, Jefe del Departamento de Arqueología y Preservación de Monumentos, aseguró: “Fue hallado en la cripta rectangular, revestida de ladrillo y rellena de tierra. El hallazgo es extraordinario, el yacimiento nos proporciona información valiosa sobre un entierro femenino excepcional de finales del siglo XVIII”.
La tumba de la condesa fue descubierta el 8 de julio en medio de obras de remodelación del lugar. Mide 2,60 metros de largo y 1,30 metros de ancho. El análisis de ADN pudo verificar la identidad de la mujer.
El ataúd permanece intacto para proteger la santidad de la tumba y preservar los delicados restos. La ubicación del entierro coincide con los registros históricos sobre los últimos deseos de Julie. La mujer quería ser enterrada allí, pero nunca antes habían podido identificarla.
Julie von Voss nació el 24 de julio de 1766 en el castillo de Buch. En 1783, a sus 17 años, se convirtió en dama de compañía de la reina Federica Luisa de Hesse-Darmstadt. Fue en la Corte que conoció al rey de Prusia, Federico Guillermo II. En un acuerdo poco común para su tiempo, se casó con el monarca en una unión morganática —lo que significa que no compartían el mismo rango ni derechos de sucesión— el 7 de abril de 1787.
La ceremonia tuvo lugar en la capilla del palacio de Charlottenburg, y tuvo el visto bueno de la reina. En noviembre de ese mismo año, fue nombrada condesa de Ingenheim. Dos años después dio a luz a un niño, al que llamaron Gustavo Adolfo. Falleció el 25 de marzo de 1789 a causa de una tuberculosis pulmonar y el 1 de abril fue enterrada en una cripta solitaria de la iglesia del castillo de Buch. Sin embargo, no se sabía la ubicación exacta de su sepultura hasta que se redescubrió la tumba.
Fue enterrada con adornos y joyas, a pesar de no haber tenido el título de reina. Su ataúd, que estaba ornamentado con distintos detalles en dorado, refleja el alto estatus que alcanzó como esposa morganática del rey.
Cabe destacar que este hallazgo revela las prácticas funerarias reservadas a miembros de la nobleza en el siglo XVIII. Además, los elementos decorativos, junto con la ubicación privilegiada del entierro, ofrecen una visión sobre cómo se honraba a figuras cercanas al poder real, incluso cuando no se les reconocía oficialmente como parte de la familia reinante, como fue el caso de Julie von Voss.
Arqueólogos de la Oficina Estatal para la Preservación de Monumentos Históricos en Berlín descubrieron la tumba perdida de la condesa prusiana Julie von Voss, quien fue la segunda esposa del rey Federico Guillermo II. Ocurrió durante las renovaciones en la Schlosskirche Buch (Iglesia del castillo de Buch).
El ataúd de madera estaba bien conservado con molduras doradas y medallones neoclásicos, que en aquella época lo utilizaban solamente las personas de alta posición social. Sin embargo, no estaba marcado ni contaba con una lápida.
De acuerdo con información brindada por la Oficina Estatal de Monumentos de Berlín, Sebastián Heber, Jefe del Departamento de Arqueología y Preservación de Monumentos, aseguró: “Fue hallado en la cripta rectangular, revestida de ladrillo y rellena de tierra. El hallazgo es extraordinario, el yacimiento nos proporciona información valiosa sobre un entierro femenino excepcional de finales del siglo XVIII”.
La tumba de la condesa fue descubierta el 8 de julio en medio de obras de remodelación del lugar. Mide 2,60 metros de largo y 1,30 metros de ancho. El análisis de ADN pudo verificar la identidad de la mujer.
El ataúd permanece intacto para proteger la santidad de la tumba y preservar los delicados restos. La ubicación del entierro coincide con los registros históricos sobre los últimos deseos de Julie. La mujer quería ser enterrada allí, pero nunca antes habían podido identificarla.
Julie von Voss nació el 24 de julio de 1766 en el castillo de Buch. En 1783, a sus 17 años, se convirtió en dama de compañía de la reina Federica Luisa de Hesse-Darmstadt. Fue en la Corte que conoció al rey de Prusia, Federico Guillermo II. En un acuerdo poco común para su tiempo, se casó con el monarca en una unión morganática —lo que significa que no compartían el mismo rango ni derechos de sucesión— el 7 de abril de 1787.
La ceremonia tuvo lugar en la capilla del palacio de Charlottenburg, y tuvo el visto bueno de la reina. En noviembre de ese mismo año, fue nombrada condesa de Ingenheim. Dos años después dio a luz a un niño, al que llamaron Gustavo Adolfo. Falleció el 25 de marzo de 1789 a causa de una tuberculosis pulmonar y el 1 de abril fue enterrada en una cripta solitaria de la iglesia del castillo de Buch. Sin embargo, no se sabía la ubicación exacta de su sepultura hasta que se redescubrió la tumba.
Fue enterrada con adornos y joyas, a pesar de no haber tenido el título de reina. Su ataúd, que estaba ornamentado con distintos detalles en dorado, refleja el alto estatus que alcanzó como esposa morganática del rey.
Cabe destacar que este hallazgo revela las prácticas funerarias reservadas a miembros de la nobleza en el siglo XVIII. Además, los elementos decorativos, junto con la ubicación privilegiada del entierro, ofrecen una visión sobre cómo se honraba a figuras cercanas al poder real, incluso cuando no se les reconocía oficialmente como parte de la familia reinante, como fue el caso de Julie von Voss.
Se trata de la segunda esposa del rey Federico Guillermo II de Prusia; ocurrió durante las obras de renovación de la iglesia del castillo de Buch LA NACION