Así se ven los huracanes espaciales: los científicos acaban de confirmar el primero

Un equipo de científicos chinos confirmó la existencia de los huracanes espaciales. Se trata de enormes estructuras espirales que se dan en la atmósfera superior de la Tierra con los característicos vientos huracanados, pero de manera silenciosa y con los colores brillantes de una aurora.
La ciencia confirma la existencia de los huracanes espaciales
El 20 de agosto de 2014, el Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa (DMSP, por sus siglas en inglés) había captado una enorme estructura de espirales con un ojo luminoso en la atmosfera superior de la Tierra. Si bien se asemejaba a un huracán terrestre, un nuevo estudio de la Universidad de Shandong de China, publicado a mediados de julio de este año, confirmó que se trató de un huracán espacial y reveló cuál fue su impacto.
La gran diferencia con otros fenómenos meteorológicos espaciales, es que esta tormenta no provino de una llamarada solar o de un estallido magnético. “El huracán espacial se formó en condiciones de gran calma”, explicó el autor principal del estudio, Sheng Lu, quien confirmó que en el momento del hecho la actividad solar era baja.
Muchas investigaciones habían creído que el remolino masivo de partículas que apareció sobre el Polo Norte se trataba de un espectáculo auroral y lo habían pasado por al considerar que no provenía de una tormenta solar.
Sin embargo, desde la Universidad de Shandong descubrieron algo nuevo a través de los datos recolectados por el satélite DMSP F17, que sobrevoló el centro del huracán espacial, y diez minutos después, el SWARM B que cruzó el borde.
Los científicos confirmaron que el huracán era una tormenta electrodinámica activa: partículas cargadas giraban a velocidades superiores a 3580 km/h y canalizaban su energía hacia la atmósfera superior.
Así, el nuevo estudio definió que los huracanes espaciales son sigilosos, por lo que aparecen cuando las métricas tradicionales de predicción meteorológica espacial indican poco interés. La investigación determinó, entonces, que no todas las tormentas espaciales provienen del sol.
¿Cuál fue el impacto del huracán espacial?
A pesar de no haber tenido un detonante solar, la tormenta tuvo efectos considerables, similares a los de las tormentas geomagnéticas reales en satélites y estaciones terrestres.
La investigación concluyó en que los huracanes espaciales son tormentas, ocultas de las alertas tradicionales, que pueden alterar el campo magnético de la Tierra.
El estudio tomó datos GPS de la Red Ionosférica del Alto Ártico Canadiense y halló que las señales satelitales que pasaban por el borde del huracán experimentaban fuertes centelleos de fase capaces de reducir la precisión del GPS. Mientras que magnetómetros terrestres en Groenlandia registraron cambios bruscos en el campo magnético terrestre, comparables a los de una tormenta geomagnética de clase G1.
Además, la investigación remarcó que los huracanes espaciales aparecen cuando el campo magnético interplanetario (CMI) se inclina hacia el norte. Esto marca un antes y después para la ciencia, ya que las auroras boreales aparecen cuando CMI se inclina hacia el sur y se abre una brecha en la magnetosfera terrestre, permitiendo la entrada del viento solar. Al ubicarse del lado contrario se consideraba que estaba tranquilo y se solía ignorar, algo que cambia con el descubrimiento.
Un equipo de científicos chinos confirmó la existencia de los huracanes espaciales. Se trata de enormes estructuras espirales que se dan en la atmósfera superior de la Tierra con los característicos vientos huracanados, pero de manera silenciosa y con los colores brillantes de una aurora.
La ciencia confirma la existencia de los huracanes espaciales
El 20 de agosto de 2014, el Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa (DMSP, por sus siglas en inglés) había captado una enorme estructura de espirales con un ojo luminoso en la atmosfera superior de la Tierra. Si bien se asemejaba a un huracán terrestre, un nuevo estudio de la Universidad de Shandong de China, publicado a mediados de julio de este año, confirmó que se trató de un huracán espacial y reveló cuál fue su impacto.
La gran diferencia con otros fenómenos meteorológicos espaciales, es que esta tormenta no provino de una llamarada solar o de un estallido magnético. “El huracán espacial se formó en condiciones de gran calma”, explicó el autor principal del estudio, Sheng Lu, quien confirmó que en el momento del hecho la actividad solar era baja.
Muchas investigaciones habían creído que el remolino masivo de partículas que apareció sobre el Polo Norte se trataba de un espectáculo auroral y lo habían pasado por al considerar que no provenía de una tormenta solar.
Sin embargo, desde la Universidad de Shandong descubrieron algo nuevo a través de los datos recolectados por el satélite DMSP F17, que sobrevoló el centro del huracán espacial, y diez minutos después, el SWARM B que cruzó el borde.
Los científicos confirmaron que el huracán era una tormenta electrodinámica activa: partículas cargadas giraban a velocidades superiores a 3580 km/h y canalizaban su energía hacia la atmósfera superior.
Así, el nuevo estudio definió que los huracanes espaciales son sigilosos, por lo que aparecen cuando las métricas tradicionales de predicción meteorológica espacial indican poco interés. La investigación determinó, entonces, que no todas las tormentas espaciales provienen del sol.
¿Cuál fue el impacto del huracán espacial?
A pesar de no haber tenido un detonante solar, la tormenta tuvo efectos considerables, similares a los de las tormentas geomagnéticas reales en satélites y estaciones terrestres.
La investigación concluyó en que los huracanes espaciales son tormentas, ocultas de las alertas tradicionales, que pueden alterar el campo magnético de la Tierra.
El estudio tomó datos GPS de la Red Ionosférica del Alto Ártico Canadiense y halló que las señales satelitales que pasaban por el borde del huracán experimentaban fuertes centelleos de fase capaces de reducir la precisión del GPS. Mientras que magnetómetros terrestres en Groenlandia registraron cambios bruscos en el campo magnético terrestre, comparables a los de una tormenta geomagnética de clase G1.
Además, la investigación remarcó que los huracanes espaciales aparecen cuando el campo magnético interplanetario (CMI) se inclina hacia el norte. Esto marca un antes y después para la ciencia, ya que las auroras boreales aparecen cuando CMI se inclina hacia el sur y se abre una brecha en la magnetosfera terrestre, permitiendo la entrada del viento solar. Al ubicarse del lado contrario se consideraba que estaba tranquilo y se solía ignorar, algo que cambia con el descubrimiento.
Científicos confirman el primer huracán espacial, un fenómeno antes confundido con auroras, que causó una tormenta activa con efectos significativos en la Tierra. Descubre los detalles de este estudio revolucionario. LA NACION