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Gustavo Costas: la queja por el día del clásico con Boca, la herida por Salas y la obsesión de la Copa

Gustavo Costas es un DT pasional. Así como se lo ve en la línea de cal dirigiendo de manera enérgica vive el día a día. Una de sus mayores virtudes como entrenador, además de tener muy buen ojo para los refuerzos y armar equipos protagonistas y ofensivos, es que cuida el vestuario (y sobre todo el de ahora de Racing) como si fuera su familia. Lo hace propio. No es casualidad que haya incorporado hace un tiempo ya a sus hijos Gonzalo y Federico como parte del cuerpo técnico. Él siente que así se empiezan a ganar los partidos. “Siendo familia”, en el cuerpo técnico y el vestuario. Generando sentido de pertenencia. Está claro que no incorporó a sus hijos por ser de la misma sangre, sino por cómo se capacitaron (cada uno en lo suyo, desde las ideas tácticas y la preparación física) para ganarse la chance de ser parte del proyecto.

Por eso cada situación que surge y siente que puede “dividir” al grupo (la familia) no le gusta, la combate, desde la acción y las palabras. A veces él mismo se enoja y no declara del todo bien, pero hacia allí lo empuja el sentimiento que tiene por Racing.

Costas se sintió traicionado por Maximiliano Salas cuando el delantero le notificó que se iba a River, pero nunca va a reconocerlo eso públicamente. Lo que le tuvo que decir al delantero, se lo dijo entre cuatro paredes. Pero la frustración fue tan grande que, en la previa de un clásico ante Boca y los cruces con Peñarol, por los octavos de final de la Copa Libertadores, volvió a mostrar la “guardia alta”.

“Lo de Salas dividió todo: yo no digo las cosas por boludez, hay que estar juntos. Eso es algo que nos pasó, que nos hicieron: nos dividieron a la gente y a los jugadores”, dijo luego del triunfo ante Riestra por 3-0, por la Copa Argentina. La consulta no había apuntado a ningún nombre propio, sólo a cómo sentía que estaba Racing. Y ahí dejó en claro que la herida sigue abierta, por más que ahora está enfocado y le da importancia a los que siguen con él puertas para adentro. Por eso agregó: “La prioridad hoy es el armado del grupo. Y, pensando en esto, haberle ganado a Riestra fue clave. Lo bueno es que tenemos un plantel de buena gente y buenos pibes, eso nos va a facilitar a que se comprometan”.

Costas siempre confió que, luego de ganar la Copa Sudamericana en 2024 y la Recopa en 2025, tenía plantel para ir por la Copa Libertadores. Todo venía bien hasta la venta de Salas. Le sacaron un titular, un jugador que él quería como un hijo (de nuevo la figura de la familia), que fue a buscar a Chile y le dio la chance grande cuando pocos creían en él y ahora el ataque, el principal potencial del equipo, lo tiene que rearmar con las llegadas de Duvan Vergara, Tomás Conechny y Elías Torres.

De hecho, el delantero colombiano reconoció hace unas semanas, cuando estaban definiendo el pase: “¡El profe Costas está loco! Me llamaba todos los días para convencerme de venir diciéndome que tenía que venir para ganar la Copa, para ser campeones de la Copa…” Vergara trata de hacer un curso acelerado del fútbol argentino, en ritmo, roce y competencia. Por más que Maravilla Martínez mantiene su cuota goleadora, no es lo mismo. A la mesa le sacaron dos patas.

Santiago Sosa, una de las piezas claves de Costas para que Racing intente ganar la Copa Libertadores

Y a partir de ahí quedó susceptible. Analiza cada decisión, cada día que le programan un partido, cada árbitro que le designan, cada condición a la hora de viajar y el hospedaje, si le dan cabida o no con los refuerzos bajo la nueva conducción de Diego Milito como presidente. La almohada con la que suele consultar los cambios de un partido a otro cuando duda entre dos futbolistas para un puesto o rol determinado lo encuentra más tenso de lo habitual. El libro de pases en Europa cierra el 31 de agosto y el DT no quiere que nadie se acerque ni a pedirle un autógrafo a Juan Nardoni, Santiago Sosa o Marcos Di Césare… por citar algunos nombres. Con las renovaciones de Gabriel Rojas y Maravilla Martínez está más tranquilo, pero hasta Agustín Almendra en un momento lo había puesto en jaque con sus ganas de emigrar a Vélez.

En el Racing familiar los dirigentes encabezados por Diego Milito y Sebastián Saja también tienen su rol clave. Costas se enojó porque el clásico con Boca lo pautaron para el sábado cuando él quería jugar el viernes: “Me hubiera gustado un día más de descanso antes de jugar por la Copa. Me hubiera gustado jugar el viernes, pero Boca no quiso”. En su interior, también quedará la duda sobre si Racing pidió oficialmente jugar el viernes o si hubo tanteos extraoficiales y entre la AFA y la TV no le dieron el OK, pero para mantener unida a la “familia”, para que nadie empuje en una dirección contraria en medio de los compromisos más importantes que se vienen, le conviene más creer que empezar una investigación interna.

Facundo Mura festeja su golazo ante Riestra, en la cancha de Lanús, por la Copa Argentina; el lateral derecho reemplazó bien al lesionado Martirena

El Racing de Costas campeón se hizo fuerte con la capacidad goleadora de Maravilla Martínez, el entendimiento de la sociedad con Salas, el aporte ofensivo de los laterales Martirena y Gabriel Rojas, el juego de Nardoni, las atajadas de Arias y Santiago Sosa como bandera defensiva. Salas se fue y otros nombres están en boxes por lesiones, pero llegaron refuerzos que están buscando su lugar rápidamente como para potenciar el equipo, como fue el debut de Franco Pardo ante Riestra. Y Mura ofrece una cuota ofensiva y goleadora para no extrañar a Martirena. Pero cada detalle cuenta y Costas no quiere tener a todos a disposición.

“Vamos a ir a atacar”, repite Costas, fiel a su estilo. Le apunta a Boca y Peñarol, por la Libertadores, sin dejar de mirar un posible cruce con River (y Salas) en la Copa Argentina: la Academia se medirá en cuartos de final con el vencedor del Millonario y Unión. Pero para eso todavía falta. Lo urgente es mantener “unida a la familia”, al plantel, los dirigentes y los hinchas en la antesala de cruces que dejarán su huella.

Gustavo Costas es un DT pasional. Así como se lo ve en la línea de cal dirigiendo de manera enérgica vive el día a día. Una de sus mayores virtudes como entrenador, además de tener muy buen ojo para los refuerzos y armar equipos protagonistas y ofensivos, es que cuida el vestuario (y sobre todo el de ahora de Racing) como si fuera su familia. Lo hace propio. No es casualidad que haya incorporado hace un tiempo ya a sus hijos Gonzalo y Federico como parte del cuerpo técnico. Él siente que así se empiezan a ganar los partidos. “Siendo familia”, en el cuerpo técnico y el vestuario. Generando sentido de pertenencia. Está claro que no incorporó a sus hijos por ser de la misma sangre, sino por cómo se capacitaron (cada uno en lo suyo, desde las ideas tácticas y la preparación física) para ganarse la chance de ser parte del proyecto.

Por eso cada situación que surge y siente que puede “dividir” al grupo (la familia) no le gusta, la combate, desde la acción y las palabras. A veces él mismo se enoja y no declara del todo bien, pero hacia allí lo empuja el sentimiento que tiene por Racing.

Costas se sintió traicionado por Maximiliano Salas cuando el delantero le notificó que se iba a River, pero nunca va a reconocerlo eso públicamente. Lo que le tuvo que decir al delantero, se lo dijo entre cuatro paredes. Pero la frustración fue tan grande que, en la previa de un clásico ante Boca y los cruces con Peñarol, por los octavos de final de la Copa Libertadores, volvió a mostrar la “guardia alta”.

“Lo de Salas dividió todo: yo no digo las cosas por boludez, hay que estar juntos. Eso es algo que nos pasó, que nos hicieron: nos dividieron a la gente y a los jugadores”, dijo luego del triunfo ante Riestra por 3-0, por la Copa Argentina. La consulta no había apuntado a ningún nombre propio, sólo a cómo sentía que estaba Racing. Y ahí dejó en claro que la herida sigue abierta, por más que ahora está enfocado y le da importancia a los que siguen con él puertas para adentro. Por eso agregó: “La prioridad hoy es el armado del grupo. Y, pensando en esto, haberle ganado a Riestra fue clave. Lo bueno es que tenemos un plantel de buena gente y buenos pibes, eso nos va a facilitar a que se comprometan”.

Costas siempre confió que, luego de ganar la Copa Sudamericana en 2024 y la Recopa en 2025, tenía plantel para ir por la Copa Libertadores. Todo venía bien hasta la venta de Salas. Le sacaron un titular, un jugador que él quería como un hijo (de nuevo la figura de la familia), que fue a buscar a Chile y le dio la chance grande cuando pocos creían en él y ahora el ataque, el principal potencial del equipo, lo tiene que rearmar con las llegadas de Duvan Vergara, Tomás Conechny y Elías Torres.

De hecho, el delantero colombiano reconoció hace unas semanas, cuando estaban definiendo el pase: “¡El profe Costas está loco! Me llamaba todos los días para convencerme de venir diciéndome que tenía que venir para ganar la Copa, para ser campeones de la Copa…” Vergara trata de hacer un curso acelerado del fútbol argentino, en ritmo, roce y competencia. Por más que Maravilla Martínez mantiene su cuota goleadora, no es lo mismo. A la mesa le sacaron dos patas.

Santiago Sosa, una de las piezas claves de Costas para que Racing intente ganar la Copa Libertadores

Y a partir de ahí quedó susceptible. Analiza cada decisión, cada día que le programan un partido, cada árbitro que le designan, cada condición a la hora de viajar y el hospedaje, si le dan cabida o no con los refuerzos bajo la nueva conducción de Diego Milito como presidente. La almohada con la que suele consultar los cambios de un partido a otro cuando duda entre dos futbolistas para un puesto o rol determinado lo encuentra más tenso de lo habitual. El libro de pases en Europa cierra el 31 de agosto y el DT no quiere que nadie se acerque ni a pedirle un autógrafo a Juan Nardoni, Santiago Sosa o Marcos Di Césare… por citar algunos nombres. Con las renovaciones de Gabriel Rojas y Maravilla Martínez está más tranquilo, pero hasta Agustín Almendra en un momento lo había puesto en jaque con sus ganas de emigrar a Vélez.

En el Racing familiar los dirigentes encabezados por Diego Milito y Sebastián Saja también tienen su rol clave. Costas se enojó porque el clásico con Boca lo pautaron para el sábado cuando él quería jugar el viernes: “Me hubiera gustado un día más de descanso antes de jugar por la Copa. Me hubiera gustado jugar el viernes, pero Boca no quiso”. En su interior, también quedará la duda sobre si Racing pidió oficialmente jugar el viernes o si hubo tanteos extraoficiales y entre la AFA y la TV no le dieron el OK, pero para mantener unida a la “familia”, para que nadie empuje en una dirección contraria en medio de los compromisos más importantes que se vienen, le conviene más creer que empezar una investigación interna.

Facundo Mura festeja su golazo ante Riestra, en la cancha de Lanús, por la Copa Argentina; el lateral derecho reemplazó bien al lesionado Martirena

El Racing de Costas campeón se hizo fuerte con la capacidad goleadora de Maravilla Martínez, el entendimiento de la sociedad con Salas, el aporte ofensivo de los laterales Martirena y Gabriel Rojas, el juego de Nardoni, las atajadas de Arias y Santiago Sosa como bandera defensiva. Salas se fue y otros nombres están en boxes por lesiones, pero llegaron refuerzos que están buscando su lugar rápidamente como para potenciar el equipo, como fue el debut de Franco Pardo ante Riestra. Y Mura ofrece una cuota ofensiva y goleadora para no extrañar a Martirena. Pero cada detalle cuenta y Costas no quiere tener a todos a disposición.

“Vamos a ir a atacar”, repite Costas, fiel a su estilo. Le apunta a Boca y Peñarol, por la Libertadores, sin dejar de mirar un posible cruce con River (y Salas) en la Copa Argentina: la Academia se medirá en cuartos de final con el vencedor del Millonario y Unión. Pero para eso todavía falta. Lo urgente es mantener “unida a la familia”, al plantel, los dirigentes y los hinchas en la antesala de cruces que dejarán su huella.

 El entrenador de Racing rearma su tropa frente a choques cruciales en el Clausura y la Libertadores que van a marcar el pulso del semestre  LA NACION

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