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La Vaquita de Santa Mónica: el restaurante de los platos abundantes que nació hace 25 años y se convirtió en un clásico

El romance entre Sergio Arcuri y el valle de Calamuchita se fue dando de a poco. “Empecé a venir a esta zona en los años 90, durante los veranos y con mi familia. Nos gustaba mucho cómo se vive en las sierras”, comenta Sergio, mientras convida, de arranque, una empanada de mozarela y provolone en La Vaquita de Santa Mónica, su restaurante a 6 kilómetros de Santa Rosa de Calamuchita, en Córdoba.

“La crisis de los 90 apuró las cosas y se nos ocurrió que por ahí acá nos podía ir mejor que en Quilmes, donde vivíamos. Cocinábamos bastante, pero en casa. No teníamos experiencia en el mundo gastronómico. Yo trabajaba en una empresa que no tenía nada que ver con esto. Pero todo fue de a poco…”, anticipa Arcuri, que tiene 25 años en Santa Mónica y entre sus comensales de siempre tiene muchos locales, pero sobre todo turistas que llegan al valle en moto o en familia, alertados por lo abundante y bien ejecutados que están los platos.

“Al principio vendíamos comida para llevar. Pronto notamos que nos iba bien y nos animamos al cambio. Vendimos nuestra casa de Quilmes y nos instalamos acá, que era una localidad minúscula. Nosotros levantamos el restaurante con nuestras manos, lo abrimos y desde entonces no dejamos de trabajar mucho”, señala Arcuri, que recibe a los comensales con su hijo Federico, en el salón, y con Belén en la cocina. Hasta hace algún tiempo Vilma, la madre del clan, estaba todos los días en el restaurante, pero ahora disfruta más de cuidar la casa y a los nietos.

Sobre la RP 228, con un jardín delantero muy lindo, hay un sector para sentarse al sol, entre los árboles. Tienen además mesas grandes en el salón principal –decorado con dibujos de Quino, porque los Arcuri son fanáticos del dibujante–. Y hay estantes de venta de productos de la zona, de aceites de oliva a quesos y conservas de Córdoba.

“Ofrecemos ‘cocina de la abuela’. Todo es casero, pero la clave es que nada sale premarcado; hacemos en el momento para que qeude bien fresco. Por eso a veces hay que esperar un rato”, apunta Federico Arcuri, mientras sirve un guiso de mondongo a la española de primerísimo nivel, con el picor justo y muy bien presentado. Se destacan además por la tortilla de papas rellena, que según Federico sale “como la hacía la abuela Checha”. Cuenta que no lleva cebolla, sí ajo y perejil. Y entre risas agrega que alguien le pidió si le podía poner chorizo y no solo le pusieron, sino que además la llamaron “tortilla Matías”, en honor al comensal. Además, les sale muy bien el bife de lomo a la pimienta con papas al horno y la cazuela de mariscos. Y tienen también un tallarín party que se volvió famoso, por la pasta casera en cantidad y bien variada.

¿Por qué La Vaquita? “Medio de casualidad. Ocurre que, en los ‘90, en Santa Mónica –que es parte del departamento de Santa Rosa de Calamuchita– todavía quedaban muchos paisanos que tenía vacas sueltas. Eso generaba muchos problemas y confrontación con los nuevos habitantes del valle, veraneantes que se hacían sus casas y disfrutaban del río. El día que le pusimos el nombre al restaurante, yo acababa de llegar de una reunión comunal en la que se había discutido mucho entorno a las vacas y los alambrados. Mi hija me preguntó qué haríamos en el logo del restaurante y le contesté casi sin pensar: ‘Dibujate una vaquita de culo’. Y así quedó el logo y el nombre”, relata Sergio Arcuri, con humor.

Datos útiles

La Vaquita de Santa Mónica. Hace 25 años que ofrecen platos caseros y abundantes. Si hay que esperar, vale la pena. Jueves a domingo, de 11 a 15 y de 20 a 23. RP 228 s/n. T: (3571) 50-1774/ (351) 240-1509. IG: @lavaquitadesantamonica

El romance entre Sergio Arcuri y el valle de Calamuchita se fue dando de a poco. “Empecé a venir a esta zona en los años 90, durante los veranos y con mi familia. Nos gustaba mucho cómo se vive en las sierras”, comenta Sergio, mientras convida, de arranque, una empanada de mozarela y provolone en La Vaquita de Santa Mónica, su restaurante a 6 kilómetros de Santa Rosa de Calamuchita, en Córdoba.

“La crisis de los 90 apuró las cosas y se nos ocurrió que por ahí acá nos podía ir mejor que en Quilmes, donde vivíamos. Cocinábamos bastante, pero en casa. No teníamos experiencia en el mundo gastronómico. Yo trabajaba en una empresa que no tenía nada que ver con esto. Pero todo fue de a poco…”, anticipa Arcuri, que tiene 25 años en Santa Mónica y entre sus comensales de siempre tiene muchos locales, pero sobre todo turistas que llegan al valle en moto o en familia, alertados por lo abundante y bien ejecutados que están los platos.

“Al principio vendíamos comida para llevar. Pronto notamos que nos iba bien y nos animamos al cambio. Vendimos nuestra casa de Quilmes y nos instalamos acá, que era una localidad minúscula. Nosotros levantamos el restaurante con nuestras manos, lo abrimos y desde entonces no dejamos de trabajar mucho”, señala Arcuri, que recibe a los comensales con su hijo Federico, en el salón, y con Belén en la cocina. Hasta hace algún tiempo Vilma, la madre del clan, estaba todos los días en el restaurante, pero ahora disfruta más de cuidar la casa y a los nietos.

Sobre la RP 228, con un jardín delantero muy lindo, hay un sector para sentarse al sol, entre los árboles. Tienen además mesas grandes en el salón principal –decorado con dibujos de Quino, porque los Arcuri son fanáticos del dibujante–. Y hay estantes de venta de productos de la zona, de aceites de oliva a quesos y conservas de Córdoba.

“Ofrecemos ‘cocina de la abuela’. Todo es casero, pero la clave es que nada sale premarcado; hacemos en el momento para que qeude bien fresco. Por eso a veces hay que esperar un rato”, apunta Federico Arcuri, mientras sirve un guiso de mondongo a la española de primerísimo nivel, con el picor justo y muy bien presentado. Se destacan además por la tortilla de papas rellena, que según Federico sale “como la hacía la abuela Checha”. Cuenta que no lleva cebolla, sí ajo y perejil. Y entre risas agrega que alguien le pidió si le podía poner chorizo y no solo le pusieron, sino que además la llamaron “tortilla Matías”, en honor al comensal. Además, les sale muy bien el bife de lomo a la pimienta con papas al horno y la cazuela de mariscos. Y tienen también un tallarín party que se volvió famoso, por la pasta casera en cantidad y bien variada.

¿Por qué La Vaquita? “Medio de casualidad. Ocurre que, en los ‘90, en Santa Mónica –que es parte del departamento de Santa Rosa de Calamuchita– todavía quedaban muchos paisanos que tenía vacas sueltas. Eso generaba muchos problemas y confrontación con los nuevos habitantes del valle, veraneantes que se hacían sus casas y disfrutaban del río. El día que le pusimos el nombre al restaurante, yo acababa de llegar de una reunión comunal en la que se había discutido mucho entorno a las vacas y los alambrados. Mi hija me preguntó qué haríamos en el logo del restaurante y le contesté casi sin pensar: ‘Dibujate una vaquita de culo’. Y así quedó el logo y el nombre”, relata Sergio Arcuri, con humor.

Datos útiles

La Vaquita de Santa Mónica. Hace 25 años que ofrecen platos caseros y abundantes. Si hay que esperar, vale la pena. Jueves a domingo, de 11 a 15 y de 20 a 23. RP 228 s/n. T: (3571) 50-1774/ (351) 240-1509. IG: @lavaquitadesantamonica

 En el valle de Calamuchita, la familia Arcuri recibe vecinos de la localidad y turistas todo el año.  LA NACION

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