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Le sobran dólares y convence a los inversores: la receta del “milagro paraguayo”, según uno de sus protagonistas

“Esta no es una carrera de 100 metros, es una maratón de 42 kilómetros”, dice el ministro de Economía de Paraguay, Carlos Fernández Valdovinos, al resumir la política económica de ese país de los últimos 30 años. Debido a la sostenibilidad de las medidas adoptadas en 2003, Paraguay tiene hoy una inflación de 4,4% anual, reservas en su banco central equivalentes al 25% de su PBI y un riesgo país de 178 puntos básicos. La tasa de pobreza cayó en los últimos años de 54% de la población a 24%. En febrero pasado, además, emitió en Nueva York un bono a siete años expresado en guaraníes, la monda local, a una tasa de interés de 7,9%, y recibió ofertas por el equivalente a US$3500 millones.

La situación económica de Paraguay contrasta con la de la Argentina, que ayer anunció una inflación mensual de 4% (263% interanual), tiene un riesgo país arriba de 1550 puntos y reservas brutas por US$27.571 millones, equivalentes a menos del 5% del PBI argentino (sin tener en cuenta que las netas son negativas).

¿Cómo hizo Paraguay? “Tan importante como aquel que inicia algo son todas las personas que dieron continuidad a esas políticas. Hay demasiados casos en la región en donde se inició un buen programa de estabilidad macroeconómica, pero no hubo continuidad. Paraguay fue capaz de tener esa continuidad y a nosotros no tocó meter el gol, pero mucha gente trabajó anteriormente haciendo la jugada hasta llegar a tirar el centro, que nosotros cabeceamos”, dice el ministro Fernández Valdovinos, haciendo referencia a que la calificadora de riesgo Moody’s les otorgó el tan anhelado grado de inversión.

El comienzo de esta historia económica fue en 2002, cuando se implementó una rigurosa política de responsabilidad fiscal que resultó en siete años consecutivos de superávit de las cuentas del Estado. “Era necesario en ese momento dar una señal de responsabilidad fiscal y eso permitió incluso disminuir el nivel de endeudamiento con respecto al producto, de por encima de 50% a apenas 8% del PBI”, cuenta Fernández Valdovinos, en una entrevista con LA NACION.

El ajuste en las cuentas fiscales implicó incluso destinar nulo presupuesto a la inversión de obra pública en el momento inicial. “El superávit fiscal muchas veces se hizo a costa de tener niveles de inversión muy bajos, especialmente para un país como Paraguay que tiene muchas necesidades de infraestructura. Eso cambió a partir de 2013, cuando decidimos que, con responsabilidad fiscal, también teníamos que tener responsabilidad económica y, respetando el límite máximo de déficit de 1,5% del PBI que podemos tener por año, empezamos a destinar alrededor del 3% del PBI a la obra pública. De ese total, solamente el 1,5% era financiado con endeudamiento y la otra mitad era financiado con el exceso de impuestos sobre los gastos corrientes”, dice.

Paraguay tiene además otra regla: toda deuda nueva que se emite solo puede tener como destino cubrir un vencimiento de capital o hacer un gasto en infraestructura. “Paraguay no emite deuda para el financiamiento de gastos corrientes. Es muy fácil emitir para pagar salarios, pero no es el mejor uso de este mecanismo de endeudamiento. Lo hacemos de manera responsable y creo que todo ese marco fiscal es lo que nos estuvo ayudando a conseguir este grado de inversión”, aclara el ministro.

La rigurosa medida de cuidar las cuentas del Estado se irrumpió en 2020, cuando comenzó la pandemia, pero la ley fiscal tiene una cláusula especial que permite salirse del déficit máximo de 1,5% del PBI en situaciones especiales. El año pasado cerraron todavía las cuentas fiscales con un déficit de 4,1% y esperan llegar al 1,5% de meta en 2026. “Existen algunos atrasos derivados justamente de la pandemia, cuando tuvimos que hacer obras de manera contracíclica y se construyeron numerosos hospitales”, dice.

Aun así, Paraguay logró la credibilidad en la década anterior, lo que le permitió endeudarse en el mercado internacional con tasas de interés de 6%. Actualmente, el nivel de endeudamiento de este país es de 39,5% del PBI.

“En enero, emitimos un bono a 10 años al 6%. Como ese bono cotiza sobre la par, actualmente la tasa de interés implícita está por debajo del 6%, a 5,1% en dólares”, dice el ministro. Entre el bono emitido en dólares y el otro en guaraníes, Paraguay captó del mercado US$1000 millones a principio de año.

Una economía diversificada

Hace 20 años, Paraguay tenía una economía muy dependiente de la soja, la carne y la energía eléctrica. Sin embargo, en la última década, el país comenzó a diversificar su matriz productiva y hoy ganó pesó en la actividad el sector de servicios.

“La economía paraguaya es muy distinta de aquella que se conocía en 2012, que era muy volátil y dependía mucho de si llovía, de los precios internacionales de las commodities y de Brasil. Ahora tenemos una economía mucho más resiliente y apoyada en otros motores”, dice Fernández Valdovinos.

De hecho, durante la sequía de 2022, la producción de soja de Paraguay cayó 60%. Pese a este shock en el principal producto de exportación, la economía no entró en recesión y logró mantener el PBI con un crecimiento de 0,2%. “Esto es algo que nosotros enfatizamos justamente con las calificadoras. Lo mismo nos pasó con Brasil, que es nuestro principal socio comercial: cuando ellos entraron en recesión durante el gobierno de Dilma Rousseff, nosotros crecimos alrededor del 4% cada año. Tenemos un mercado doméstico relativamente pequeño, pero con buena capacidad adquisitiva, que nos permite a veces contener un poco los efectos negativos de un mercado externo que es muy volátil”, señala el ministro.

Para diversificar la economía, Paraguay lanzó el “régimen de Maquila”, que favoreció que se produzcan productos en ese país e inmediatamente se exporten sin ningún tipo de impuestos a Brasil. Eso permitió desarrollar una industria en plásticos, tejidos, zapatos, farmacéuticas y cableado para autos.

“A Paraguay se la conoce por su régimen tributario, que es bastante competitivo. Es el famoso 10-10-10: es decir, 10% de impuesto a la renta, 10% de impuesto corporativo y 10% de IVA. Adicionalmente, existen regímenes especiales que incluyen incluso mayores beneficios para seguir atrayendo inversiones. El “régimen de Maquila” permite importar maquinaria para la producción interna con menores impuestos, bajo el esquema de que tienen que tener todos los empleados asegurados en la seguridad social”, explica Fernández Valdovinos.

Actualmente, la presión fiscal en Paraguay está en torno al 11% del PBI, menor al 29% que tiene la Argentina.

Finalmente, con relación a la deuda por US$120 millones que la Argentina acumuló con Paraguay durante la gestión económica de Sergio Massa por la compra de energía eléctrica, el gobierno de Santiago Peña dice que el país ya pagó US$100 millones. “Queda un remanente con el tesoro paraguayo de alrededor de US$20 millones, que el ministro Luis Caputo nos dijo que se estaría amortizando en lo que resta del mes de agosto”, dice Fernández Valdovinos.

“Esta no es una carrera de 100 metros, es una maratón de 42 kilómetros”, dice el ministro de Economía de Paraguay, Carlos Fernández Valdovinos, al resumir la política económica de ese país de los últimos 30 años. Debido a la sostenibilidad de las medidas adoptadas en 2003, Paraguay tiene hoy una inflación de 4,4% anual, reservas en su banco central equivalentes al 25% de su PBI y un riesgo país de 178 puntos básicos. La tasa de pobreza cayó en los últimos años de 54% de la población a 24%. En febrero pasado, además, emitió en Nueva York un bono a siete años expresado en guaraníes, la monda local, a una tasa de interés de 7,9%, y recibió ofertas por el equivalente a US$3500 millones.

La situación económica de Paraguay contrasta con la de la Argentina, que ayer anunció una inflación mensual de 4% (263% interanual), tiene un riesgo país arriba de 1550 puntos y reservas brutas por US$27.571 millones, equivalentes a menos del 5% del PBI argentino (sin tener en cuenta que las netas son negativas).

¿Cómo hizo Paraguay? “Tan importante como aquel que inicia algo son todas las personas que dieron continuidad a esas políticas. Hay demasiados casos en la región en donde se inició un buen programa de estabilidad macroeconómica, pero no hubo continuidad. Paraguay fue capaz de tener esa continuidad y a nosotros no tocó meter el gol, pero mucha gente trabajó anteriormente haciendo la jugada hasta llegar a tirar el centro, que nosotros cabeceamos”, dice el ministro Fernández Valdovinos, haciendo referencia a que la calificadora de riesgo Moody’s les otorgó el tan anhelado grado de inversión.

El comienzo de esta historia económica fue en 2002, cuando se implementó una rigurosa política de responsabilidad fiscal que resultó en siete años consecutivos de superávit de las cuentas del Estado. “Era necesario en ese momento dar una señal de responsabilidad fiscal y eso permitió incluso disminuir el nivel de endeudamiento con respecto al producto, de por encima de 50% a apenas 8% del PBI”, cuenta Fernández Valdovinos, en una entrevista con LA NACION.

El ajuste en las cuentas fiscales implicó incluso destinar nulo presupuesto a la inversión de obra pública en el momento inicial. “El superávit fiscal muchas veces se hizo a costa de tener niveles de inversión muy bajos, especialmente para un país como Paraguay que tiene muchas necesidades de infraestructura. Eso cambió a partir de 2013, cuando decidimos que, con responsabilidad fiscal, también teníamos que tener responsabilidad económica y, respetando el límite máximo de déficit de 1,5% del PBI que podemos tener por año, empezamos a destinar alrededor del 3% del PBI a la obra pública. De ese total, solamente el 1,5% era financiado con endeudamiento y la otra mitad era financiado con el exceso de impuestos sobre los gastos corrientes”, dice.

Paraguay tiene además otra regla: toda deuda nueva que se emite solo puede tener como destino cubrir un vencimiento de capital o hacer un gasto en infraestructura. “Paraguay no emite deuda para el financiamiento de gastos corrientes. Es muy fácil emitir para pagar salarios, pero no es el mejor uso de este mecanismo de endeudamiento. Lo hacemos de manera responsable y creo que todo ese marco fiscal es lo que nos estuvo ayudando a conseguir este grado de inversión”, aclara el ministro.

La rigurosa medida de cuidar las cuentas del Estado se irrumpió en 2020, cuando comenzó la pandemia, pero la ley fiscal tiene una cláusula especial que permite salirse del déficit máximo de 1,5% del PBI en situaciones especiales. El año pasado cerraron todavía las cuentas fiscales con un déficit de 4,1% y esperan llegar al 1,5% de meta en 2026. “Existen algunos atrasos derivados justamente de la pandemia, cuando tuvimos que hacer obras de manera contracíclica y se construyeron numerosos hospitales”, dice.

Aun así, Paraguay logró la credibilidad en la década anterior, lo que le permitió endeudarse en el mercado internacional con tasas de interés de 6%. Actualmente, el nivel de endeudamiento de este país es de 39,5% del PBI.

“En enero, emitimos un bono a 10 años al 6%. Como ese bono cotiza sobre la par, actualmente la tasa de interés implícita está por debajo del 6%, a 5,1% en dólares”, dice el ministro. Entre el bono emitido en dólares y el otro en guaraníes, Paraguay captó del mercado US$1000 millones a principio de año.

Una economía diversificada

Hace 20 años, Paraguay tenía una economía muy dependiente de la soja, la carne y la energía eléctrica. Sin embargo, en la última década, el país comenzó a diversificar su matriz productiva y hoy ganó pesó en la actividad el sector de servicios.

“La economía paraguaya es muy distinta de aquella que se conocía en 2012, que era muy volátil y dependía mucho de si llovía, de los precios internacionales de las commodities y de Brasil. Ahora tenemos una economía mucho más resiliente y apoyada en otros motores”, dice Fernández Valdovinos.

De hecho, durante la sequía de 2022, la producción de soja de Paraguay cayó 60%. Pese a este shock en el principal producto de exportación, la economía no entró en recesión y logró mantener el PBI con un crecimiento de 0,2%. “Esto es algo que nosotros enfatizamos justamente con las calificadoras. Lo mismo nos pasó con Brasil, que es nuestro principal socio comercial: cuando ellos entraron en recesión durante el gobierno de Dilma Rousseff, nosotros crecimos alrededor del 4% cada año. Tenemos un mercado doméstico relativamente pequeño, pero con buena capacidad adquisitiva, que nos permite a veces contener un poco los efectos negativos de un mercado externo que es muy volátil”, señala el ministro.

Para diversificar la economía, Paraguay lanzó el “régimen de Maquila”, que favoreció que se produzcan productos en ese país e inmediatamente se exporten sin ningún tipo de impuestos a Brasil. Eso permitió desarrollar una industria en plásticos, tejidos, zapatos, farmacéuticas y cableado para autos.

“A Paraguay se la conoce por su régimen tributario, que es bastante competitivo. Es el famoso 10-10-10: es decir, 10% de impuesto a la renta, 10% de impuesto corporativo y 10% de IVA. Adicionalmente, existen regímenes especiales que incluyen incluso mayores beneficios para seguir atrayendo inversiones. El “régimen de Maquila” permite importar maquinaria para la producción interna con menores impuestos, bajo el esquema de que tienen que tener todos los empleados asegurados en la seguridad social”, explica Fernández Valdovinos.

Actualmente, la presión fiscal en Paraguay está en torno al 11% del PBI, menor al 29% que tiene la Argentina.

Finalmente, con relación a la deuda por US$120 millones que la Argentina acumuló con Paraguay durante la gestión económica de Sergio Massa por la compra de energía eléctrica, el gobierno de Santiago Peña dice que el país ya pagó US$100 millones. “Queda un remanente con el tesoro paraguayo de alrededor de US$20 millones, que el ministro Luis Caputo nos dijo que se estaría amortizando en lo que resta del mes de agosto”, dice Fernández Valdovinos.

 La economía de Paraguay obtuvo el grado de inversión por parte de Moody’s recientemente, lo que significa que hay poca probabilidad de que haga default de su deuda  LA NACION

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