Leandro Romagnoli, un DT que reactivó a San Lorenzo con chicos que él conoce, aunque al equipo le sigue costando ganar
Si sólo se analizan las frías estadísticas, pareciera que todo está mal. San Lorenzo hizo un gran partido ante el Atlético Mineiro de Gabriel Milito (y sus millones de dólares para incorporar) pero una falla individual le privó de ganar el partido. Si Facundo Altamirano hubiera ofrecido una resistencia mayor en el remate de Fausto Vera, el Ciclón ganaba 1-0 y hubiera proyectado la revancha para los octavos de final de la Copa Libertadores de otra manera. Eso no implica que la aventura en Brasil está sentenciada, pero la dificultad aumentará, obviamente. Antes de eso, el Ciclón había perdido de manera inmerecida ante Atlético Tucumán por 1-0, en el Nuevo Gasómetro. Renzo Tesuri, hincha azulgrana, pateó para convertir el gol a los 49 minutos y 30 segundos de los 50 que se iban a disputar. Pero ¡si hasta un fotógrafo le acomodó la pelota a Mateo Coronel para que ejecute rápido ese córner fatídico…!
Leandro Romagnoli reemplazó a un ídolo como Rubén Darío Insua y cada partido fue una final. Desde que debutó aquella vez con otra derrota sobre la hora ante Liverpool (0-1), por la etapa de grupos de la Copa Libertadores, el 23 de abril pasado. Ya arrancaba con el pie izquierdo desde la suerte. Porque ese día tampoco mereció perder, pero una falla de Agustín Giay (lateral derecho que luego el Ciclón vendió a Palmeiras por 7,5 millones de dólares por el 75% del pase) en una cobertura defensiva finalizó en el gol de Franco Nicola y le hacía ver que las cosas podrían ser más complejas todavía de las que había imaginado.
En el medio, debió hacer equilibrio en la guerra interna entre el presidente Marcelo Moretti y el manager Néstor Ortigoza, que hace unos días fue desplazado. Tuvo que hacerles frente a los partidos sin refuerzos por las inhibiciones que el club de Boedo debía levantar para habilitar los refuerzos (algunas de ellas con escándalo, como la de Matías Reali, a quien utilizó en un amistoso en Uruguay pero luego le dijeron que no podía contar con él… “hasta nuevo aviso”).
Pero dio pelea, no se quedó lamentando en los rincones del Nuevo Gasómetro. Y aparecieron varias soluciones desde lo futbolístico, aunque ellas todavía no se vean reflejadas de manera nítida en los resultados. En el medio de la búsqueda, hasta lo positivo tenía alguna connotación que no completaba la ecuación de manera plena: el primer triunfo en la Liga Profesional 2024 llegó ante Gimnasia, en La Plata, con un gol Cristian Tarragona. Fue el último partido del 9, que pasó a ser refuerzo de Talleres de Córdoba. Hasta eso parecía una broma planificada para un viejo programa de humor del expresidente Marcelo Tinelli.
Si se toma como referencia lo último hecho ante Atlético Mineiro, el equipo tuvo actitud y fútbol para atacar y defender con presencia, para irse vencedor. Y lo hizo con una decisión del DT, de ubicar como centrodelantero a Alexis Cuello porque ninguno de los refuerzos los vio bien todavía desde lo físico (como Vombergar y Nahuel Bustos). Se ajustó a un esquema táctico 4-2-3-1 (a diferencia de la línea de 5 que usaba Insua) y empezó a encontrar una buena base en Romaña, Campi, Irala y Remedi (salió lesionado pero es un futbolista que le aportó cosas al equipo tras no ser tenido en cuenta por el anterior DT). Y los laterales Oscar Arias (19) y Elías Baez (19) están cumpliendo muy bien, sobre todo porque les tocó reemplazar a dos futbolistas que estaban afianzados allí como Giay y Braida. Nicolás Tripichio es un muy buen refuerzo que puede ser lateral, central, 5 o volante interno, con garra y visión táctica. Iván Leguizamón volvió a convertir bajo su gestión, pero le cuesta mucho aportar asistencias y goles, es un eslabón a seguir puliendo. Y en medio del combate por la Copa, apareció también Santiago Sosa, un volante central de 19 años con movimientos interesantes que en un momento controló una pelota con el pecho e hizo un cambio de frente de 40 metros para ponerle la pelota en el pie al Perrito Barrios. La Libertadores no lo apichonó y es otro de los juveniles que Romagnoli conocía de su paso por la Reserva.
“Me voy contento. Ese sabor amargo… creo que hicimos un buen partido y se termina empatando y después lo fuimos a buscar. No nos olvidemos con que jugadores estamos jugando. Con Arias de cuarto, su primer partido en Copa Libertadores, con Báez de lateral izquierdo, su primer partido en Copa Libertadores, todos son categoría 2004. Jugó Sosa el segundo tiempo, un chico 2005, su primer partido de Copa Libertadores. Puedo seguir nombrando, Cuello hace seis meses estaba jugando en el ascenso y no sé cuántos partidos tiene en el fútbol argentino y cuántos partidos tiene Copa Libertadores, imagino que es el primero. Reali, le pasa lo mismo. Leguizamón es un chico al que le pasa lo mismo, que salió acá de las juveniles. Los más experimentados, Gastón (Campi), que habrá jugado bastante Copa Libertadores. Luján no creo. Estoy nombrando uno por uno. Entonces hay que entender también la situación, jugamos con un equipo que juega muy bien y hay que ver el presupuesto del rival también, y que tiene jugadores de selección también”, defendió su trabajo Romagnoli.
Se vio superado ante Vélez, por la Copa Argentina, cometió errores puntuales y perdió bien, pero ni siquiera esa noche el San Lorenzo de Romagnoli dejó de luchar. Así consiguió el empate transitorio y pudo haber hecho algún gol más. Así logró la clasificación ante Palmeiras. Después, la continuidad de un equipo del Fortín que sale de memoria y futbolistas de experiencia que están en un muy buen momento de su carrera (Pizzini, Braian Romero y Aquino, más la juventud de Thiago Fernández) modificaron la ecuación en favor del equipo de Gustavo Quinteros.
San Lorenzo está en el puesto 25 de 28 en la Liga Profesional. Gastón Gómez, arquero suplente, no ofreció mejores respuestas cuando le tocó jugar con respecto a la última etapa de Altamirano. Y justo ahora se le viene Boca, en la Bombonera, un par de días antes del desquite ante Atlético Mineiro. El dilema en el armado de los equipos, otra jugada de riesgo para Romagnoli. ¿Con lo mejor para el clásico y el desquite? ¿Es necesario equilibrar cargas pensando en lo que corrieron los jugadores del Ciclón el martes (y lo que van a esforzarse todavía más el otro martes)?
El buen nivel de San Lorenzo ante Mineiro
Doble desafío para Romagnoli, que encima ya había amenazado con irse después de perder ante el Decano y se había instalado el nombre de Pipo Gorosito como reemplazante. “No venimos ligando, es nuestra realidad”, reconoció el DT tras Mineiro. En cualquier otro contexto, sonaría a excusa. En lo que estuvo viviendo Romagnoli, en su particular contexto, no. Los números (y la suerte) no lo están ayudando, pero se ven cosas buenas –desde lo futbolístico- en el equipo del Pipi. Los jugadores no lo dejan solo y juegan con el cuchillo entre los dientes. Ese, quizás, sea el primer motivo para seguir confiando en que puede empezar a ganar.
Si sólo se analizan las frías estadísticas, pareciera que todo está mal. San Lorenzo hizo un gran partido ante el Atlético Mineiro de Gabriel Milito (y sus millones de dólares para incorporar) pero una falla individual le privó de ganar el partido. Si Facundo Altamirano hubiera ofrecido una resistencia mayor en el remate de Fausto Vera, el Ciclón ganaba 1-0 y hubiera proyectado la revancha para los octavos de final de la Copa Libertadores de otra manera. Eso no implica que la aventura en Brasil está sentenciada, pero la dificultad aumentará, obviamente. Antes de eso, el Ciclón había perdido de manera inmerecida ante Atlético Tucumán por 1-0, en el Nuevo Gasómetro. Renzo Tesuri, hincha azulgrana, pateó para convertir el gol a los 49 minutos y 30 segundos de los 50 que se iban a disputar. Pero ¡si hasta un fotógrafo le acomodó la pelota a Mateo Coronel para que ejecute rápido ese córner fatídico…!
Leandro Romagnoli reemplazó a un ídolo como Rubén Darío Insua y cada partido fue una final. Desde que debutó aquella vez con otra derrota sobre la hora ante Liverpool (0-1), por la etapa de grupos de la Copa Libertadores, el 23 de abril pasado. Ya arrancaba con el pie izquierdo desde la suerte. Porque ese día tampoco mereció perder, pero una falla de Agustín Giay (lateral derecho que luego el Ciclón vendió a Palmeiras por 7,5 millones de dólares por el 75% del pase) en una cobertura defensiva finalizó en el gol de Franco Nicola y le hacía ver que las cosas podrían ser más complejas todavía de las que había imaginado.
En el medio, debió hacer equilibrio en la guerra interna entre el presidente Marcelo Moretti y el manager Néstor Ortigoza, que hace unos días fue desplazado. Tuvo que hacerles frente a los partidos sin refuerzos por las inhibiciones que el club de Boedo debía levantar para habilitar los refuerzos (algunas de ellas con escándalo, como la de Matías Reali, a quien utilizó en un amistoso en Uruguay pero luego le dijeron que no podía contar con él… “hasta nuevo aviso”).
Pero dio pelea, no se quedó lamentando en los rincones del Nuevo Gasómetro. Y aparecieron varias soluciones desde lo futbolístico, aunque ellas todavía no se vean reflejadas de manera nítida en los resultados. En el medio de la búsqueda, hasta lo positivo tenía alguna connotación que no completaba la ecuación de manera plena: el primer triunfo en la Liga Profesional 2024 llegó ante Gimnasia, en La Plata, con un gol Cristian Tarragona. Fue el último partido del 9, que pasó a ser refuerzo de Talleres de Córdoba. Hasta eso parecía una broma planificada para un viejo programa de humor del expresidente Marcelo Tinelli.
Si se toma como referencia lo último hecho ante Atlético Mineiro, el equipo tuvo actitud y fútbol para atacar y defender con presencia, para irse vencedor. Y lo hizo con una decisión del DT, de ubicar como centrodelantero a Alexis Cuello porque ninguno de los refuerzos los vio bien todavía desde lo físico (como Vombergar y Nahuel Bustos). Se ajustó a un esquema táctico 4-2-3-1 (a diferencia de la línea de 5 que usaba Insua) y empezó a encontrar una buena base en Romaña, Campi, Irala y Remedi (salió lesionado pero es un futbolista que le aportó cosas al equipo tras no ser tenido en cuenta por el anterior DT). Y los laterales Oscar Arias (19) y Elías Baez (19) están cumpliendo muy bien, sobre todo porque les tocó reemplazar a dos futbolistas que estaban afianzados allí como Giay y Braida. Nicolás Tripichio es un muy buen refuerzo que puede ser lateral, central, 5 o volante interno, con garra y visión táctica. Iván Leguizamón volvió a convertir bajo su gestión, pero le cuesta mucho aportar asistencias y goles, es un eslabón a seguir puliendo. Y en medio del combate por la Copa, apareció también Santiago Sosa, un volante central de 19 años con movimientos interesantes que en un momento controló una pelota con el pecho e hizo un cambio de frente de 40 metros para ponerle la pelota en el pie al Perrito Barrios. La Libertadores no lo apichonó y es otro de los juveniles que Romagnoli conocía de su paso por la Reserva.
“Me voy contento. Ese sabor amargo… creo que hicimos un buen partido y se termina empatando y después lo fuimos a buscar. No nos olvidemos con que jugadores estamos jugando. Con Arias de cuarto, su primer partido en Copa Libertadores, con Báez de lateral izquierdo, su primer partido en Copa Libertadores, todos son categoría 2004. Jugó Sosa el segundo tiempo, un chico 2005, su primer partido de Copa Libertadores. Puedo seguir nombrando, Cuello hace seis meses estaba jugando en el ascenso y no sé cuántos partidos tiene en el fútbol argentino y cuántos partidos tiene Copa Libertadores, imagino que es el primero. Reali, le pasa lo mismo. Leguizamón es un chico al que le pasa lo mismo, que salió acá de las juveniles. Los más experimentados, Gastón (Campi), que habrá jugado bastante Copa Libertadores. Luján no creo. Estoy nombrando uno por uno. Entonces hay que entender también la situación, jugamos con un equipo que juega muy bien y hay que ver el presupuesto del rival también, y que tiene jugadores de selección también”, defendió su trabajo Romagnoli.
Se vio superado ante Vélez, por la Copa Argentina, cometió errores puntuales y perdió bien, pero ni siquiera esa noche el San Lorenzo de Romagnoli dejó de luchar. Así consiguió el empate transitorio y pudo haber hecho algún gol más. Así logró la clasificación ante Palmeiras. Después, la continuidad de un equipo del Fortín que sale de memoria y futbolistas de experiencia que están en un muy buen momento de su carrera (Pizzini, Braian Romero y Aquino, más la juventud de Thiago Fernández) modificaron la ecuación en favor del equipo de Gustavo Quinteros.
San Lorenzo está en el puesto 25 de 28 en la Liga Profesional. Gastón Gómez, arquero suplente, no ofreció mejores respuestas cuando le tocó jugar con respecto a la última etapa de Altamirano. Y justo ahora se le viene Boca, en la Bombonera, un par de días antes del desquite ante Atlético Mineiro. El dilema en el armado de los equipos, otra jugada de riesgo para Romagnoli. ¿Con lo mejor para el clásico y el desquite? ¿Es necesario equilibrar cargas pensando en lo que corrieron los jugadores del Ciclón el martes (y lo que van a esforzarse todavía más el otro martes)?
El buen nivel de San Lorenzo ante Mineiro
Doble desafío para Romagnoli, que encima ya había amenazado con irse después de perder ante el Decano y se había instalado el nombre de Pipo Gorosito como reemplazante. “No venimos ligando, es nuestra realidad”, reconoció el DT tras Mineiro. En cualquier otro contexto, sonaría a excusa. En lo que estuvo viviendo Romagnoli, en su particular contexto, no. Los números (y la suerte) no lo están ayudando, pero se ven cosas buenas –desde lo futbolístico- en el equipo del Pipi. Los jugadores no lo dejan solo y juegan con el cuchillo entre los dientes. Ese, quizás, sea el primer motivo para seguir confiando en que puede empezar a ganar.
Las decisiones del técnico mejoraron el juego pero en los números sigue lejos: Boca el domingo y la revancha con Atlético Mineiro el próximo martes, en el horizonte LA NACION