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La fugaz despedida de Biden en la fiesta de Harris expone la herida que dejó la interna demócrata

CHICAGO.- Primero, lo sacaron a la fuerza de la carrera por la Casa Blanca. Después, lo ovacionaron. Los demócratas despidieron al presidente Joe Biden en la primera noche de su convención en Chicago, una fiesta que un mes atrás estaba diseñada para abrirle el camino a su reelección, y que se transformó en la coronación de Kamala Harris. El discurso y la fugaz aparición de Biden –apenas terminó, se fue de vacaciones con su familia a California– fueron un testimonio del histórico giro político que vivió Estados Unidos, la herida que dejó la brutal campaña interna para presionarlo a dar un paso al costado, y una paradoja de esta elección: Biden es un presidente elogiado, y un candidato desairado.

La atmósfera en el United Center, sede de la convención partidaria esta semana, anidó esa dualidad emocional de los demócratas, en la cual pocos o nadie parece ver una contradicción. Los elogios a Biden se entrelazan con francas demostraciones de alivio por su retiro forzado, y una esperanza palpable de que el entusiasmo que ha despertado Harris –mítines multitudinarios, millones en donaciones, un repunte en las encuestas– abra el camino a la derrota definitiva de Donald Trump.

“Fue un gran presidente, pero no un gran candidato”, sintetiza a LA NACION Russel Ashton, un delegado de Massachusets de 81 años, la misma edad de Biden.

“Fue el abuelo de todas las personas”, definió.

Los delegados con los que conversó LA NACION en el piso de la convención mostraron, a grandes rasgos, esa misma postura. Todos fueron elegidos en las elecciones primarias en las que Biden cosechó 14 millones de votos, y todos elegirán a Harris como candidata presidencial. Una situación “desafortunada”, dijeron algunos, pero que en definitiva dejó al partido en una posición mucho más sólida para intentar retener la Casa Blanca, algo que incluso el propio Biden reconoció al anunciar su decisión. La unidad partidaria, una condición necesaria para lograr una victoria en las elecciones presidenciales en un país profundamente polarizado como Estados Unidos, se escurría con Biden al frente de la fórmula, incapaz de despejar las dudas por su vejez.

“Fue una lástima que todo sucediera así”, dijo Andrea Ramberg, delegada transgénero de Minnesota, la tierra del nuevo candidato a vicepresidente, Tim Walz. “Pero creo que Biden se dio cuenta de que esto era lo mejor para el país, y creo que fue la decisión correcta, y creo que Kamala va a ser fantástica”, agregó.

Sofia Rodriguez, una delegada de Ohio hija de mexicanos, no oculta su entusiasmo por el cambio en la fórmula presidencial. Biden, dijo, creía en la democracia, y era un presidente que luchaba por la gente. Pero no era el candidato “más excitante”, reconoce.

“Cuando se retiró, me entristeció, pero lo hizo por la razón correcta para este país, por una cuestión personal, ya sabes, por sus creencias personales, su ambición personal, porque quería hacer lo correcto, y eso era lo correcto. Y luego, cuando Kamala dijo, ‘estoy en esto’, me embalé. Porque para mí, ver a Kamala, una mujer, de color, educada, para el pueblo, luchando por el pueblo, ¡estaba extasiada!”, exclama.

Un microcosmos dentro del Partido Demócrata que ha hecho un esfuerzo nulo por ocultar su inagotable algarabía por el ascenso de Kamala Harris al tope de la fórmula presidencial es el círculo de asesores y funcionarios que trabajaron en la presidencia de Barack Obama, que nunca terminó de ver a Biden como un político disciplinado o lo suficientemente talentoso. El “bromance” entre Obama y Biden, una de las amistades más celebradas de la política norteamericana, fue una de las víctimas de la campaña para sacar a Biden: Obama nunca frenó la ola de furia contra su antiguo vicepresidente.

“Algo se ha sentido fundamentalmente diferente en la política durante el último mes”, escribió en su newsletter Dan Pfeiffer, que fue director de Comunicaciones de Obama, y participa en un podcast, Pod Save America, que defenestró a Biden. “Por primera vez en casi una década, la política no gira solo en torno a Trump. Esto es mérito de Harris, Walz y su campaña. La carrera ahora gira en torno al futuro, la esperanza y la alegría, en contraposición al miedo que dominó la política desde que Trump llegó a la escena”, amplió, un dardo a la campaña de Biden de 2020.

“Fue desafortunado”, sintetiza Ed Cranston, 78 años, delegado de Iowa. Pero al igual que otros, Cranston se muestra en paz con toda la movida orquestada por la cúpula del partido, una maniobra ciertamente atípica para la política moderna de Estados Unidos, donde todos los candidatos pasan por el tamiz de una elección interna. Harris tomará la bandera de los demócratas sin haber ganado una sola primaria.

“Creo que Joe está de acuerdo con la campaña tal como está y, como se puede ver, solo por las cifras, es una decisión muy inteligente para el partido y realmente para el país, porque realmente queremos un futuro positivo y seguro que no lo conseguiríamos con Joe”, dice Cranston. Cuando se le pregunta qué piensa de la presidencia de Biden, responde sin dudar: “Es absolutamente uno de los mejores”.

CHICAGO.- Primero, lo sacaron a la fuerza de la carrera por la Casa Blanca. Después, lo ovacionaron. Los demócratas despidieron al presidente Joe Biden en la primera noche de su convención en Chicago, una fiesta que un mes atrás estaba diseñada para abrirle el camino a su reelección, y que se transformó en la coronación de Kamala Harris. El discurso y la fugaz aparición de Biden –apenas terminó, se fue de vacaciones con su familia a California– fueron un testimonio del histórico giro político que vivió Estados Unidos, la herida que dejó la brutal campaña interna para presionarlo a dar un paso al costado, y una paradoja de esta elección: Biden es un presidente elogiado, y un candidato desairado.

La atmósfera en el United Center, sede de la convención partidaria esta semana, anidó esa dualidad emocional de los demócratas, en la cual pocos o nadie parece ver una contradicción. Los elogios a Biden se entrelazan con francas demostraciones de alivio por su retiro forzado, y una esperanza palpable de que el entusiasmo que ha despertado Harris –mítines multitudinarios, millones en donaciones, un repunte en las encuestas– abra el camino a la derrota definitiva de Donald Trump.

“Fue un gran presidente, pero no un gran candidato”, sintetiza a LA NACION Russel Ashton, un delegado de Massachusets de 81 años, la misma edad de Biden.

“Fue el abuelo de todas las personas”, definió.

Los delegados con los que conversó LA NACION en el piso de la convención mostraron, a grandes rasgos, esa misma postura. Todos fueron elegidos en las elecciones primarias en las que Biden cosechó 14 millones de votos, y todos elegirán a Harris como candidata presidencial. Una situación “desafortunada”, dijeron algunos, pero que en definitiva dejó al partido en una posición mucho más sólida para intentar retener la Casa Blanca, algo que incluso el propio Biden reconoció al anunciar su decisión. La unidad partidaria, una condición necesaria para lograr una victoria en las elecciones presidenciales en un país profundamente polarizado como Estados Unidos, se escurría con Biden al frente de la fórmula, incapaz de despejar las dudas por su vejez.

“Fue una lástima que todo sucediera así”, dijo Andrea Ramberg, delegada transgénero de Minnesota, la tierra del nuevo candidato a vicepresidente, Tim Walz. “Pero creo que Biden se dio cuenta de que esto era lo mejor para el país, y creo que fue la decisión correcta, y creo que Kamala va a ser fantástica”, agregó.

Sofia Rodriguez, una delegada de Ohio hija de mexicanos, no oculta su entusiasmo por el cambio en la fórmula presidencial. Biden, dijo, creía en la democracia, y era un presidente que luchaba por la gente. Pero no era el candidato “más excitante”, reconoce.

“Cuando se retiró, me entristeció, pero lo hizo por la razón correcta para este país, por una cuestión personal, ya sabes, por sus creencias personales, su ambición personal, porque quería hacer lo correcto, y eso era lo correcto. Y luego, cuando Kamala dijo, ‘estoy en esto’, me embalé. Porque para mí, ver a Kamala, una mujer, de color, educada, para el pueblo, luchando por el pueblo, ¡estaba extasiada!”, exclama.

Un microcosmos dentro del Partido Demócrata que ha hecho un esfuerzo nulo por ocultar su inagotable algarabía por el ascenso de Kamala Harris al tope de la fórmula presidencial es el círculo de asesores y funcionarios que trabajaron en la presidencia de Barack Obama, que nunca terminó de ver a Biden como un político disciplinado o lo suficientemente talentoso. El “bromance” entre Obama y Biden, una de las amistades más celebradas de la política norteamericana, fue una de las víctimas de la campaña para sacar a Biden: Obama nunca frenó la ola de furia contra su antiguo vicepresidente.

“Algo se ha sentido fundamentalmente diferente en la política durante el último mes”, escribió en su newsletter Dan Pfeiffer, que fue director de Comunicaciones de Obama, y participa en un podcast, Pod Save America, que defenestró a Biden. “Por primera vez en casi una década, la política no gira solo en torno a Trump. Esto es mérito de Harris, Walz y su campaña. La carrera ahora gira en torno al futuro, la esperanza y la alegría, en contraposición al miedo que dominó la política desde que Trump llegó a la escena”, amplió, un dardo a la campaña de Biden de 2020.

“Fue desafortunado”, sintetiza Ed Cranston, 78 años, delegado de Iowa. Pero al igual que otros, Cranston se muestra en paz con toda la movida orquestada por la cúpula del partido, una maniobra ciertamente atípica para la política moderna de Estados Unidos, donde todos los candidatos pasan por el tamiz de una elección interna. Harris tomará la bandera de los demócratas sin haber ganado una sola primaria.

“Creo que Joe está de acuerdo con la campaña tal como está y, como se puede ver, solo por las cifras, es una decisión muy inteligente para el partido y realmente para el país, porque realmente queremos un futuro positivo y seguro que no lo conseguiríamos con Joe”, dice Cranston. Cuando se le pregunta qué piensa de la presidencia de Biden, responde sin dudar: “Es absolutamente uno de los mejores”.

 Biden dio su discurso en Chicago y luego se fue de vacaciones a California, esquivando el resto de la convención  LA NACION

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