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La megapopular empresa automotriz de Estados Unidos que se declaró en bancarrota tapada por las deudas

La reciente ola de quiebras en la industria automotriz en Estados Unidos puso de manifiesto las dificultades financieras que enfrentan muchas empresas. A medida que el panorama económico cambia, algunas marcas icónicas fueron incapaces de adaptarse, lo que las llevó a solicitar protección bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras.

Según consignó el medio The Street, Fisker Group, conocido por su enfoque en vehículos eléctricos, se declaró en quiebra el 18 de junio de 2024. Esta decisión fue el resultado de múltiples factores macroeconómicos que afectaron a la industria automotriz en general. El fabricante de Manhattan Beach, California, mencionó al portal citado que la presión en el mercado y las complicaciones en la cadena de suministro habían contribuido a su declive financiero.

A pesar de ser un pionero en el sector de vehículos eléctricos, la falta de adaptabilidad y la intensa competencia llevaron a la empresa a un punto crítico. Además, la situación de Fisker no es única. Wheel Pros, un distribuidor y minorista de autopartes conocido por su marca Hoonigan, presentó su propia solicitud de quiebra el 9 de septiembre. Con la intención de eliminar millones de dólares en deudas, esta reestructuración busca proporcionar capital nuevo. La compañía enfrenta un mercado altamente competitivo y, como muchas otras, se vio atrapada en un ciclo de deudas crecientes.

El rubro automotor en alerta por la ola de cierres de empresas

Por otro lado, Stanley Oil & Lubricants se declaró en bancarrota el 17 de septiembre, después de enfrentar problemas legales. Un juez había emitido una orden judicial preliminar que congelaba sus activos y detenía ciertas operaciones comerciales, tras una demanda de General Petroleum GmbH, un competidor alemán. Esta medida legal no solo obstaculiza las actividades comerciales de Stanley, sino que también complicó su ya precaria situación financiera.

La disputa entre Stanley Oil y General Petroleum se remonta a un acuerdo de 2019, que culminó en una serie de alegaciones de infracción de marca registrada y competencia desleal, detalla el medio mencionado. La sentencia del tribunal a favor de General Petroleum dejó a Stanley en una posición vulnerable, que impidió que la empresa mantuviera su operatividad normal.

La reciente ola de quiebras en la industria automotriz en Estados Unidos puso de manifiesto las dificultades financieras que enfrentan muchas empresas. A medida que el panorama económico cambia, algunas marcas icónicas fueron incapaces de adaptarse, lo que las llevó a solicitar protección bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras.

Según consignó el medio The Street, Fisker Group, conocido por su enfoque en vehículos eléctricos, se declaró en quiebra el 18 de junio de 2024. Esta decisión fue el resultado de múltiples factores macroeconómicos que afectaron a la industria automotriz en general. El fabricante de Manhattan Beach, California, mencionó al portal citado que la presión en el mercado y las complicaciones en la cadena de suministro habían contribuido a su declive financiero.

A pesar de ser un pionero en el sector de vehículos eléctricos, la falta de adaptabilidad y la intensa competencia llevaron a la empresa a un punto crítico. Además, la situación de Fisker no es única. Wheel Pros, un distribuidor y minorista de autopartes conocido por su marca Hoonigan, presentó su propia solicitud de quiebra el 9 de septiembre. Con la intención de eliminar millones de dólares en deudas, esta reestructuración busca proporcionar capital nuevo. La compañía enfrenta un mercado altamente competitivo y, como muchas otras, se vio atrapada en un ciclo de deudas crecientes.

El rubro automotor en alerta por la ola de cierres de empresas

Por otro lado, Stanley Oil & Lubricants se declaró en bancarrota el 17 de septiembre, después de enfrentar problemas legales. Un juez había emitido una orden judicial preliminar que congelaba sus activos y detenía ciertas operaciones comerciales, tras una demanda de General Petroleum GmbH, un competidor alemán. Esta medida legal no solo obstaculiza las actividades comerciales de Stanley, sino que también complicó su ya precaria situación financiera.

La disputa entre Stanley Oil y General Petroleum se remonta a un acuerdo de 2019, que culminó en una serie de alegaciones de infracción de marca registrada y competencia desleal, detalla el medio mencionado. La sentencia del tribunal a favor de General Petroleum dejó a Stanley en una posición vulnerable, que impidió que la empresa mantuviera su operatividad normal.

 La falta de adaptabilidad y la intensa competencia llevaron a la empresa a un punto crítico  LA NACION

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