El Gobierno evalúa fechas y escenarios para un próximo encuentro de Milei y Xi Jinping
No será, con certeza, en enero, como lo deslizó el propio presidente Javier Milei en su promocionada conversación televisiva con Susana Giménez. Pero la predisposición “realista” del gobierno de Javier Milei por acercarse a China, conducida por el Partido Comunista desde hace décadas, está intacta, y evalúa tres fechas posibles: la cumbre del G20, a mediados de noviembre en Brasil; la cumbre Celac-China, en abril próximo, probablemente en Beijing, o una bilateral, antes de junio de 2025.
El cambio de tendencia de Milei hacia China, que se venía gestando meses atrás, tuvo un claro ejemplo en el discurso presidencial ante la Asamblea General de la ONU, cuando –a pesar de las advertencias previas surgidas desde su propio entorno– el Presidente no mencionó al gobierno de Xi Jinping en el contexto de sus duras críticas a las Naciones Unidas. Luego llegó su aparición televisiva, en la que calificó de “socio muy interesante” a China, agradeció la renovación del swap de monedas con ese país, reconoció encuentros privados con el embajador en Buenos Aires, Wang Wei, y pronosticó un próximo viaje al gigante asiático. Lejos, muy lejos, de su sentencia de “no comerciar con comunistas”, sostenida en la campaña electoral que lo llevó a la Casa Rosada.
Intentando no contradecir al Presidente, desde la Cancillería confirman que en enero “no está previsto” un encuentro entre China y los 33 países del continente que componen la Celac, el foro fundado en 2011 por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, donde la denominada “Patria Grande” siempre tuvo preeminencia, y al que el gobierno chino otorga importancia estratégica.
“Le dicen tantas cosas al Presidente, pudo haberse confundido de fecha”, lo disculpan distintas fuentes de la diplomacia, cerca de la canciller Diana Mondino, quien en una apartado de la asamblea de la ONU se reunió con su par chino, Wang Yi, un cónclave del que también participaron la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Allí, según la cancillería china (el gobierno libertario informó a cuentagotas sobre lo conversado), Mondino sostuvo que “la Argentina está dispuesta a participar activamente en la cooperación latinoamericano-china, que conduzca a un mayor desarrollo de los países de la Celac”. Una cooperación que, desde Washington, se mira con una mezcla de atención y recelo por el avance chino en la región.
Hoy presidida por Honduras, la Celac cambiará de timón en marzo, cuando Colombia asuma ese rol. Según la Cancillería, China preferiría realizar la reunión conjunta luego de ese recambio, con fecha estimada en abril. “Argentina debe dar un gesto concreto antes de junio, cuando vuelve a vencerse otro tramo del swap”, evaluó una fuente diplomática que conoce bien el vínculo bilateral. Si el escenario de la Celac le pareciera al Presidente como demasiado hostil como para asistir (el venezolano Nicolás Maduro y el nicaragüense Daniel Ortega podrían participar, entre otros “dictadores” de la región), quedaría en pie la apuesta por una cumbre bilateral con el presidente chino Xi Jinping, en una fecha posterior.
Mucho antes de eso, en la reunión del G20 prevista para mediados del mes próximo, Xi Jinping y Milei tendrán agendas coincidentes. “Conversamos con el gobierno chino y los presidentes se van a ver seguramente. Pero la decisión sobre si llevan a cabo o no una bilateral la toman ambos gobiernos”, precisó a LA NACION Federico Pinedo, exsenador, dirigente de Pro y actual sherpa argentino en la reunión de los veinte países más poderosos del planeta.
Encuentro en Brasil
La reunión del G20 servirá, además, como sede para el varias veces postergado encuentro, al menos en lo formal, entre Milei y el anfitrión, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Un saludo distante y formal, en el G7 de junio pasado, fue todo lo que pudieron generar en conjunto ambos mandatarios, separados por un océano ideológico, y con idas y vueltas verbales que complicaron, tal vez de modo definitivo, ese vínculo personal, aunque la cooperación económica y política continúan. En el G20 estará también la premier italiana y socia ideológica de Milei, Giorgia Meloni, que según altas fuentes diplomáticas estará en Buenos Aires para una visita oficial una vez finalizada esa cumbre de mandatarios.
De todos modos, la decisión pragmática de acercarse a China (socio de Brasil en los Brics) está tomada. Necesitado de la renovación del swap de monedas –que incluso le solicitó por carta al presidente Xi Jinping días después de asumir el cargo–, el Presidente festejó en junio pasado la decisión de Beijing, que prorrogó el acuerdo y evitó al país devolver, de un golpe, unos US$5000 millones de ese intercambio de monedas. El viaje previo de la canciller Mondino –hoy fortalecida en la consideración de la Casa Rosada– a China había intentado acercar posiciones, aunque sus propias declaraciones, afirmando que “los chinos son todos iguales” sumó ruidos innecesarios. Satisfecho por aquel gesto del gobierno de Xi Jinping, el Gobierno hizo correr por primera vez el rumor de un viaje de Milei a China.
Se trata, de todos modos, de un vínculo con un camino por recorrer. Las mayores inversiones chinas, más allá del aumento en la compra de soja, continuaron paradas a la espera de una mejora en la relación bilateral. Las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner en Santa Cruz, las dos obras civiles más grandes que China tiene fuera de su territorio, siguen frenadas. Según conocedores de la negociación política –desde la embajada china evitaron hacer comentarios– el acercamiento de Milei, sea en noviembre, sea en abril, contribuirá a destrabar esa y otras inversiones.
No será, con certeza, en enero, como lo deslizó el propio presidente Javier Milei en su promocionada conversación televisiva con Susana Giménez. Pero la predisposición “realista” del gobierno de Javier Milei por acercarse a China, conducida por el Partido Comunista desde hace décadas, está intacta, y evalúa tres fechas posibles: la cumbre del G20, a mediados de noviembre en Brasil; la cumbre Celac-China, en abril próximo, probablemente en Beijing, o una bilateral, antes de junio de 2025.
El cambio de tendencia de Milei hacia China, que se venía gestando meses atrás, tuvo un claro ejemplo en el discurso presidencial ante la Asamblea General de la ONU, cuando –a pesar de las advertencias previas surgidas desde su propio entorno– el Presidente no mencionó al gobierno de Xi Jinping en el contexto de sus duras críticas a las Naciones Unidas. Luego llegó su aparición televisiva, en la que calificó de “socio muy interesante” a China, agradeció la renovación del swap de monedas con ese país, reconoció encuentros privados con el embajador en Buenos Aires, Wang Wei, y pronosticó un próximo viaje al gigante asiático. Lejos, muy lejos, de su sentencia de “no comerciar con comunistas”, sostenida en la campaña electoral que lo llevó a la Casa Rosada.
Intentando no contradecir al Presidente, desde la Cancillería confirman que en enero “no está previsto” un encuentro entre China y los 33 países del continente que componen la Celac, el foro fundado en 2011 por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, donde la denominada “Patria Grande” siempre tuvo preeminencia, y al que el gobierno chino otorga importancia estratégica.
“Le dicen tantas cosas al Presidente, pudo haberse confundido de fecha”, lo disculpan distintas fuentes de la diplomacia, cerca de la canciller Diana Mondino, quien en una apartado de la asamblea de la ONU se reunió con su par chino, Wang Yi, un cónclave del que también participaron la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Allí, según la cancillería china (el gobierno libertario informó a cuentagotas sobre lo conversado), Mondino sostuvo que “la Argentina está dispuesta a participar activamente en la cooperación latinoamericano-china, que conduzca a un mayor desarrollo de los países de la Celac”. Una cooperación que, desde Washington, se mira con una mezcla de atención y recelo por el avance chino en la región.
Hoy presidida por Honduras, la Celac cambiará de timón en marzo, cuando Colombia asuma ese rol. Según la Cancillería, China preferiría realizar la reunión conjunta luego de ese recambio, con fecha estimada en abril. “Argentina debe dar un gesto concreto antes de junio, cuando vuelve a vencerse otro tramo del swap”, evaluó una fuente diplomática que conoce bien el vínculo bilateral. Si el escenario de la Celac le pareciera al Presidente como demasiado hostil como para asistir (el venezolano Nicolás Maduro y el nicaragüense Daniel Ortega podrían participar, entre otros “dictadores” de la región), quedaría en pie la apuesta por una cumbre bilateral con el presidente chino Xi Jinping, en una fecha posterior.
Mucho antes de eso, en la reunión del G20 prevista para mediados del mes próximo, Xi Jinping y Milei tendrán agendas coincidentes. “Conversamos con el gobierno chino y los presidentes se van a ver seguramente. Pero la decisión sobre si llevan a cabo o no una bilateral la toman ambos gobiernos”, precisó a LA NACION Federico Pinedo, exsenador, dirigente de Pro y actual sherpa argentino en la reunión de los veinte países más poderosos del planeta.
Encuentro en Brasil
La reunión del G20 servirá, además, como sede para el varias veces postergado encuentro, al menos en lo formal, entre Milei y el anfitrión, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Un saludo distante y formal, en el G7 de junio pasado, fue todo lo que pudieron generar en conjunto ambos mandatarios, separados por un océano ideológico, y con idas y vueltas verbales que complicaron, tal vez de modo definitivo, ese vínculo personal, aunque la cooperación económica y política continúan. En el G20 estará también la premier italiana y socia ideológica de Milei, Giorgia Meloni, que según altas fuentes diplomáticas estará en Buenos Aires para una visita oficial una vez finalizada esa cumbre de mandatarios.
De todos modos, la decisión pragmática de acercarse a China (socio de Brasil en los Brics) está tomada. Necesitado de la renovación del swap de monedas –que incluso le solicitó por carta al presidente Xi Jinping días después de asumir el cargo–, el Presidente festejó en junio pasado la decisión de Beijing, que prorrogó el acuerdo y evitó al país devolver, de un golpe, unos US$5000 millones de ese intercambio de monedas. El viaje previo de la canciller Mondino –hoy fortalecida en la consideración de la Casa Rosada– a China había intentado acercar posiciones, aunque sus propias declaraciones, afirmando que “los chinos son todos iguales” sumó ruidos innecesarios. Satisfecho por aquel gesto del gobierno de Xi Jinping, el Gobierno hizo correr por primera vez el rumor de un viaje de Milei a China.
Se trata, de todos modos, de un vínculo con un camino por recorrer. Las mayores inversiones chinas, más allá del aumento en la compra de soja, continuaron paradas a la espera de una mejora en la relación bilateral. Las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner en Santa Cruz, las dos obras civiles más grandes que China tiene fuera de su territorio, siguen frenadas. Según conocedores de la negociación política –desde la embajada china evitaron hacer comentarios– el acercamiento de Milei, sea en noviembre, sea en abril, contribuirá a destrabar esa y otras inversiones.
La cumbre del G20 en Brasil y un encuentro en Beijing en el marco de la Celac están en la agenda del mandatario argentino; defienden el “giro realista” en relación al gigante asiático LA NACION