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Independiente le ganó a Lanús con dos estiletazos: Vaccari iba a sacar a Mancuello y Tarzia y ambos fueron claves para el gol que destrabó el triunfo

Independiente va. Con vergüenza, con lo puesto, pero va. Y se aferra con uñas a dientes al único objetivo que todavía le queda en pie: la clasificación a la próxima edición de la Copa Sudamericana. Con una pálida actuación colectiva, superado en gran parte del juego y con apenas un 38% de posesión de la pelota, el Rojo logró su segunda victoria consecutiva ante un rival directo como Lanús, que lleva nueve sin ganar, y dio un nuevo paso al frente en busca del pasaje a un nuevo torneo internacional.

Independiente es un equipo ciclotímico, que puede alterar grandes producciones, como en la fecha anterior ante Riestra o aquel triunfo 2-0 ante Estudiantes en La Plata, con actuaciones desconcertantes como en los primeros 45 minutos en la Fortaleza. El conjunto de Julio Vaccari pareció sentir el parate por eliminatorias y llegó con vida al complemento producto de las buenas intervenciones del arquero Rey y de la falta de resolución de los delanteros del Granate.

Con un Marcelino Moreno incisivo y un Eduardo Salvio picante en el mano a mano con Adrián Spörle, Lanús se hizo dueño de las acciones y generó las chances más claras frente a un Independiente estático que no alcanzaba a cubrir el ancho y sufría con cada embate. Así se fueron sucediendo las oportunidades para el local, que llegaba a este partido con nueve fechas sin ganar en el torneo local (seis empates, dos derrotas) y que apunta todos los cañones a la semifinal con Cruzeiro en la Copa Sudamericana (este miércoles visita Belo Horizonte): un cabezazo de Peña, un disparo de Carrera, dos remates de Salvio… Y algunas otras aproximaciones bien resueltas por el exarquero de Gimnasia.

El Rojo precisaba este golpe de suerte. El 1-0, de hecho, participaron dos jugadores que estaban a punto de dejar la cancha en el segundo tiempo. Federico Mancuello, uno de los de peor rendimiento en la primera mitad y Diego Tarzia, quien hizo la jugada y metió el centro que bajó Gabriel Ávalos para el estiletazo de Mancuello. El zurdo pareció mirar al banco en el festejo y haciendo con el dedo, con buena onda, dijo: “¡No me saqués!”. El 9, que venía de marcar frente a Tigre y ante Riestra, la bajó bárbaro para la volea de sobrepique del volante y definió a lo Caniggia contra Taffarel para liquidar el pleito sobre el final, cuando Lanús ya jugaba con diez por la justa expulsión de Luciano Boggio.

Lo mejor del partido

El Rojo se acomodó mucho mejor en la cancha después del primer gol y casi no pasó sobresaltos a pesar del dominio de pelota de Lanús. Con el ovacionado Iván Marcone manejando los hilos del mediocampo (fue tres veces campeón con el Granate en la era de Jorge Almirón, Independiente planchó el trámite y llevó el partido al terreno que más le convenía: lejos de Rey y dejando que los minutos corran.

Las preocupaciones, ahora, quedaron todas del lado del Granate, que utilizó a sus mejores hombres a pesar de la cercanía del viaje a Brasil y sumó su décimo encuentro sin victorias. Al igual que en 2017, cuando fue finalista de la Copa Libertadores, el equipo de Zielinski desatendió el torneo local y empezó a complicarse seriamente en la tabla de los promedios. Aunque la AFA aprobó la suspensión de los descensos, en el sur empiezan a mirar de reojo la decisión de la Justicia: está 25° sobre 28 equipos, a nueve puntos de la zona roja. “En la Copa cueste lo que cueste”, cantaron los más de 35.000 hinchas que acompañaron al equipo en la previa del viaje a Brasil. Su DT sigue cuestionado y su futuro dependerá del desenlace de la historia en la Sudamericana.

Independiente fue de punto a un estadio donde no ganaba desde 2016 y se tomó la revancha de la eliminación ante Vélez por la Copa Argentina, en la que el equipo no había dado la talla. Tras una semana marcada por la exclusión de un referente como Joaquín Laso por problemas entre su representante y la cúpula dirigencial, el Rojo hizo pata ancha en la Fortaleza y sumó un triunfo clave para soñar con las copas. Porque tuvo hombría y coraje para jugar. Porque pasó el sofocón. Por la jerarquía de Mancuello. Por el momento de Ávalos. Porque la taba, esta vez, volvió a caer de su lado.

Independiente va. Con vergüenza, con lo puesto, pero va. Y se aferra con uñas a dientes al único objetivo que todavía le queda en pie: la clasificación a la próxima edición de la Copa Sudamericana. Con una pálida actuación colectiva, superado en gran parte del juego y con apenas un 38% de posesión de la pelota, el Rojo logró su segunda victoria consecutiva ante un rival directo como Lanús, que lleva nueve sin ganar, y dio un nuevo paso al frente en busca del pasaje a un nuevo torneo internacional.

Independiente es un equipo ciclotímico, que puede alterar grandes producciones, como en la fecha anterior ante Riestra o aquel triunfo 2-0 ante Estudiantes en La Plata, con actuaciones desconcertantes como en los primeros 45 minutos en la Fortaleza. El conjunto de Julio Vaccari pareció sentir el parate por eliminatorias y llegó con vida al complemento producto de las buenas intervenciones del arquero Rey y de la falta de resolución de los delanteros del Granate.

Con un Marcelino Moreno incisivo y un Eduardo Salvio picante en el mano a mano con Adrián Spörle, Lanús se hizo dueño de las acciones y generó las chances más claras frente a un Independiente estático que no alcanzaba a cubrir el ancho y sufría con cada embate. Así se fueron sucediendo las oportunidades para el local, que llegaba a este partido con nueve fechas sin ganar en el torneo local (seis empates, dos derrotas) y que apunta todos los cañones a la semifinal con Cruzeiro en la Copa Sudamericana (este miércoles visita Belo Horizonte): un cabezazo de Peña, un disparo de Carrera, dos remates de Salvio… Y algunas otras aproximaciones bien resueltas por el exarquero de Gimnasia.

El Rojo precisaba este golpe de suerte. El 1-0, de hecho, participaron dos jugadores que estaban a punto de dejar la cancha en el segundo tiempo. Federico Mancuello, uno de los de peor rendimiento en la primera mitad y Diego Tarzia, quien hizo la jugada y metió el centro que bajó Gabriel Ávalos para el estiletazo de Mancuello. El zurdo pareció mirar al banco en el festejo y haciendo con el dedo, con buena onda, dijo: “¡No me saqués!”. El 9, que venía de marcar frente a Tigre y ante Riestra, la bajó bárbaro para la volea de sobrepique del volante y definió a lo Caniggia contra Taffarel para liquidar el pleito sobre el final, cuando Lanús ya jugaba con diez por la justa expulsión de Luciano Boggio.

Lo mejor del partido

El Rojo se acomodó mucho mejor en la cancha después del primer gol y casi no pasó sobresaltos a pesar del dominio de pelota de Lanús. Con el ovacionado Iván Marcone manejando los hilos del mediocampo (fue tres veces campeón con el Granate en la era de Jorge Almirón, Independiente planchó el trámite y llevó el partido al terreno que más le convenía: lejos de Rey y dejando que los minutos corran.

Las preocupaciones, ahora, quedaron todas del lado del Granate, que utilizó a sus mejores hombres a pesar de la cercanía del viaje a Brasil y sumó su décimo encuentro sin victorias. Al igual que en 2017, cuando fue finalista de la Copa Libertadores, el equipo de Zielinski desatendió el torneo local y empezó a complicarse seriamente en la tabla de los promedios. Aunque la AFA aprobó la suspensión de los descensos, en el sur empiezan a mirar de reojo la decisión de la Justicia: está 25° sobre 28 equipos, a nueve puntos de la zona roja. “En la Copa cueste lo que cueste”, cantaron los más de 35.000 hinchas que acompañaron al equipo en la previa del viaje a Brasil. Su DT sigue cuestionado y su futuro dependerá del desenlace de la historia en la Sudamericana.

Independiente fue de punto a un estadio donde no ganaba desde 2016 y se tomó la revancha de la eliminación ante Vélez por la Copa Argentina, en la que el equipo no había dado la talla. Tras una semana marcada por la exclusión de un referente como Joaquín Laso por problemas entre su representante y la cúpula dirigencial, el Rojo hizo pata ancha en la Fortaleza y sumó un triunfo clave para soñar con las copas. Porque tuvo hombría y coraje para jugar. Porque pasó el sofocón. Por la jerarquía de Mancuello. Por el momento de Ávalos. Porque la taba, esta vez, volvió a caer de su lado.

 El Rojo no jugó bien, pero se impuso por 2-0 en la cancha del Granate, que sufrió la expulsión de Boggio  LA NACION

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