Complicaciones a largo plazo. Por qué controlar el azúcar en la sangre es crucial para la salud
NUEVA YORK.– Más de uno de cada tres adultos en Estados Unidos tiene prediabetes, niveles de azúcar en sangre superiores a los normales que pueden desembocar en diabetes de tipo 2. Y más de uno de cada 10 padece diabetes, caracterizada por niveles de azúcar en sangre aún más elevados que, con el tiempo, pueden provocar problemas oculares, cardiopatías, derrames cerebrales, lesiones nerviosas y otros problemas graves de salud.
Es posible evitar estas complicaciones manteniendo bajo control tu nivel de azúcar en la sangre. Lo que comes, cuándo comes, tus hábitos de ejercicio e incluso cuán estresado estés pueden afectar cuánto sube (o baja) tu nivel de azúcar.
“No quieres esperar a tener prediabetes o diabetes para empezar a pensar en eso”, dijo Elizabeth Halprin, jefa de diabetes en adultos del Centro Joslin para la Diabetes de Boston. “Quieres pensar en eso para prevenirla”, argumentó.
¿Qué es la glucosa en sangre?
Tu cuerpo descompone los carbohidratos que comes y los convierte en glucosa, que luego se absorbe en el torrente sanguíneo. Esta es la principal fuente de energía del cuerpo.
Tu páncreas detecta cuánta glucosa, o azúcar, hay en la sangre y produce una cantidad correspondiente de la hormona insulina. La insulina actúa como una llave para que el azúcar entre en tus células, que la utilizan como combustible.
Normalmente, parte del azúcar permanece en la sangre y se une a proteínas como la hemoglobina. Esto no es un problema en sí mismo, pero en exceso puede ser algo malo.
“Piensa en cuando derramas leche o algo dulce en el suelo y lo pegajoso que queda”, dijo Susan Spratt, profesora de medicina en la división de endocrinología, metabolismo y nutrición de la Universidad de Duke. “Eso es lo que ocurre dentro de tu cuerpo. Se adhiere a todos tus vasos sanguíneos y lo engoma todo”, ejemplifica.
Cuando el nivel de azúcar en sangre es constantemente alto, algunas personas desarrollan resistencia a la insulina: el cuerpo deja de responder bien a la insulina y las células no absorben suficiente glucosa de la sangre. El páncreas produce más insulina, pero al final no da abasto, lo que provoca niveles elevados de glucosa en sangre y, a la larga, prediabetes o diabetes.
Con el tiempo, el exceso de azúcar en la sangre puede dañar los vasos sanguíneos, provocando las complicaciones a largo plazo de la diabetes.
¿Cómo se mide el azúcar en sangre?
Una prueba de hemoglobina A1c mide qué porcentaje de tus glóbulos rojos tienen glucosa adherida a su hemoglobina. La prueba ayuda a los médicos a calcular tu nivel promedio de azúcar en sangre durante los últimos tres meses. Una prueba de glucosa en sangre mide directamente cuánto azúcar hay en tu sangre en un momento dado.
Los médicos suelen medir la glucosa y la A1c con sangre extraída de una vena. (También pueden pincharte un dedo). Suelen medir la glucosa en ayunas, es decir, sin ingerir alimentos durante al menos ocho horas, para obtener una línea base precisa. Si tu glucosa en ayunas y tus niveles de A1c superan determinados umbrales —o si uno de ellos lo supera, en dos pruebas distintas—, los médicos pueden diagnosticarte diabetes.
Una glucosa en ayunas inferior a 100 mg/dL se considera saludable y normal. Entre 100 y 125 mg/dL es consistente con prediabetes y 126 mg/dL o más indica diabetes. Un valor de hemoglobina A1c igual o inferior al 5,6% se considera normal. Un valor entre el 5,7% y el 6,4% indica prediabetes. Un valor igual o superior al 6,5% es consistente con diabetes.
El objetivo de los médicos es mantener los niveles de A1c por debajo del 7% en los pacientes con diabetes para reducir el riesgo de desarrollar complicaciones, evitando al mismo tiempo la hipoglucemia, es decir, niveles bajos de azúcar en sangre que pueden provocar mareos, temblores o latidos irregulares del corazón y, en casos graves, pueden afectar al funcionamiento del cerebro.
Los sensores que se colocan en la piel y miden el azúcar en sangre en tiempo real, llamados monitores continuos de glucosa, pueden ser especialmente útiles para los pacientes con riesgo de hipoglucemia, dijeron los médicos.
¿Con qué frecuencia debo hacerme la prueba? La respuesta depende de tu salud y de tus factores de riesgo. La Asociación Estadounidense de Diabetes recomienda que los médicos inicien la medición de la glucemia en cualquier adulto con sobrepeso u obesidad que presente algún factor de riesgo adicional de diabetes. Entre ellos está tener un familiar de primer grado con diabetes, o padecer una enfermedad cardiaca, hipertensión arterial o síndrome de ovario poliquístico. Ser de ascendencia afroamericana, asiáticoamericana, latina, nativoamericana o de las islas del Pacífico también se considera un factor de riesgo, porque la diabetes es más frecuente en estos grupos que en los pacientes blancos debido a factores biológicos y socioeconómicos.
Si los resultados muestran que eres prediabético, debes hacerte análisis de sangre anuales. Si tus resultados son normales, debes hacerte análisis cada tres años. Las personas que no tienen factores de riesgo deben empezar a hacerse la prueba a los 35 años.
¿Cómo afectan los alimentos al azúcar en sangre? Los alimentos ricos en almidón o carbohidratos —como la pasta, el arroz, el pan y las papas—, o azucarados, como las galletas y los refrescos, aumentan la glucemia.
“En quien tiene diabetes, la relación entre la insulina y la glucosa está trastornada”, dijo Halprin. Los picos de azúcar hacen que el páncreas libere mucha insulina. Tras lo cual el azúcar en sangre puede bajar estrepitósamente, lo que puede producir antojos y hacerte sentir mal.
Comer proteínas y grasas junto con carbohidratos puede ralentizar su absorción y mantener el azúcar en sangre más estable. “La subida no es tan alta y la bajada no es tan rápida”, explicó Halprin.
Saltarse o retrasar las comidas y beber alcohol en exceso o con el estómago vacío puede provocar azúcar en sangre baja, sobre todo en personas con diabetes.
¿Qué más puede provocar picos o niveles bajos de azúcar en sangre?
El ejercicio ayuda a reducir la glucemia al utilizar la glucosa como fuente de energía, aumentar la masa muscular que absorbe fácilmente la glucosa y reducir la grasa corporal que hace que las células sean resistentes a la insulina.
El estrés hace que aumente una hormona llamada cortisol, que indica al hígado que libere más glucosa en la sangre, indicó Spratt.
La falta de sueño también puede hacer que aumenten tus niveles de cortisol, advirtió. Y no dormir bien puede afectar indirectamente a la glucemia, al dificultar comer bien, perder peso, hacer ejercicio y afrontar el estrés, añadió Halprin.
¿Cómo mantener bajo control la glucemia? Los médicos recomiendan que los pacientes con diabetes o prediabetes coman un plato que contenga la mitad de verduras de hoja verde, una cuarta parte de proteínas magras, como pescado o lentejas, y una cuarta parte de almidón. Pensar en tus comidas de este modo también puede ayudar a las personas sin diabetes a mantenerse sanas.
A menudo, los médicos trabajan con los pacientes para identificar cambios realistas y culturalmente apropiados.
“No querrás decirle a quien es hispano, por ejemplo, que deje de comer arroz y plátanos y coma ensalada”, argumentó Halprin. “Eso no va a funcionar”, sumó.
En su lugar, podría recomendar comer porciones más pequeñas de arroz y más legumbres, que tienen un alto contenido en proteínas y son ricas en fibra que hace que te sientas saciado durante más tiempo. Los cereales integrales también pueden ser más saludables: cambiar el arroz blanco por el integral, por ejemplo, puede reducir los picos de azúcar en sangre. Y añadir verduras, que también son ricas en fibra y no aumentan el azúcar en sangre, ayuda, al igual que evitar las bebidas azucaradas como los refrescos y los zumos.
“A veces se trata de una cosa que pueden suprimir, y quizá no la echen mucho de menos”, dijo Elizabeth Vaughan, profesora asociada de medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas.
El ejercicio –incluso caminar 10 minutos después de comer– puede ayudar a reducir el azúcar en sangre. También puede ayudar a perder peso, que según los médicos es una parte esencial del control de la diabetes, en parte porque reduce la resistencia a la insulina.
¿Qué fármacos reducen la glucemia? Cuando estas intervenciones no son suficientes, los médicos pueden recetar medicamentos. La metformina es un fármaco de primera línea, barato y muy utilizado, que ayuda al hígado a producir menos glucosa. Las sulfonilureas son otra clase de fármacos más antiguos y baratos que estimulan al páncreas para que libere más insulina, pero pueden hacer que el azúcar en sangre baje demasiado y provocar un aumento de peso.
Los fármacos para la diabetes como Ozempic y Jardiance son más caros, pero pueden ayudar a perder peso y a reducir la glucemia. La insulina, que también puede ser cara y debe inyectarse, suele ser eficaz cuando otros medicamentos no lo son, dijeron los médicos. “Si tienes un problema de glucosa y no eres capaz de controlarlo con dieta, ejercicio, durmiendo mejor y controlando tu estrés, no digas no a los medicamentos”, concluyó Spratt.
Nina Agrawal
NUEVA YORK.– Más de uno de cada tres adultos en Estados Unidos tiene prediabetes, niveles de azúcar en sangre superiores a los normales que pueden desembocar en diabetes de tipo 2. Y más de uno de cada 10 padece diabetes, caracterizada por niveles de azúcar en sangre aún más elevados que, con el tiempo, pueden provocar problemas oculares, cardiopatías, derrames cerebrales, lesiones nerviosas y otros problemas graves de salud.
Es posible evitar estas complicaciones manteniendo bajo control tu nivel de azúcar en la sangre. Lo que comes, cuándo comes, tus hábitos de ejercicio e incluso cuán estresado estés pueden afectar cuánto sube (o baja) tu nivel de azúcar.
“No quieres esperar a tener prediabetes o diabetes para empezar a pensar en eso”, dijo Elizabeth Halprin, jefa de diabetes en adultos del Centro Joslin para la Diabetes de Boston. “Quieres pensar en eso para prevenirla”, argumentó.
¿Qué es la glucosa en sangre?
Tu cuerpo descompone los carbohidratos que comes y los convierte en glucosa, que luego se absorbe en el torrente sanguíneo. Esta es la principal fuente de energía del cuerpo.
Tu páncreas detecta cuánta glucosa, o azúcar, hay en la sangre y produce una cantidad correspondiente de la hormona insulina. La insulina actúa como una llave para que el azúcar entre en tus células, que la utilizan como combustible.
Normalmente, parte del azúcar permanece en la sangre y se une a proteínas como la hemoglobina. Esto no es un problema en sí mismo, pero en exceso puede ser algo malo.
“Piensa en cuando derramas leche o algo dulce en el suelo y lo pegajoso que queda”, dijo Susan Spratt, profesora de medicina en la división de endocrinología, metabolismo y nutrición de la Universidad de Duke. “Eso es lo que ocurre dentro de tu cuerpo. Se adhiere a todos tus vasos sanguíneos y lo engoma todo”, ejemplifica.
Cuando el nivel de azúcar en sangre es constantemente alto, algunas personas desarrollan resistencia a la insulina: el cuerpo deja de responder bien a la insulina y las células no absorben suficiente glucosa de la sangre. El páncreas produce más insulina, pero al final no da abasto, lo que provoca niveles elevados de glucosa en sangre y, a la larga, prediabetes o diabetes.
Con el tiempo, el exceso de azúcar en la sangre puede dañar los vasos sanguíneos, provocando las complicaciones a largo plazo de la diabetes.
¿Cómo se mide el azúcar en sangre?
Una prueba de hemoglobina A1c mide qué porcentaje de tus glóbulos rojos tienen glucosa adherida a su hemoglobina. La prueba ayuda a los médicos a calcular tu nivel promedio de azúcar en sangre durante los últimos tres meses. Una prueba de glucosa en sangre mide directamente cuánto azúcar hay en tu sangre en un momento dado.
Los médicos suelen medir la glucosa y la A1c con sangre extraída de una vena. (También pueden pincharte un dedo). Suelen medir la glucosa en ayunas, es decir, sin ingerir alimentos durante al menos ocho horas, para obtener una línea base precisa. Si tu glucosa en ayunas y tus niveles de A1c superan determinados umbrales —o si uno de ellos lo supera, en dos pruebas distintas—, los médicos pueden diagnosticarte diabetes.
Una glucosa en ayunas inferior a 100 mg/dL se considera saludable y normal. Entre 100 y 125 mg/dL es consistente con prediabetes y 126 mg/dL o más indica diabetes. Un valor de hemoglobina A1c igual o inferior al 5,6% se considera normal. Un valor entre el 5,7% y el 6,4% indica prediabetes. Un valor igual o superior al 6,5% es consistente con diabetes.
El objetivo de los médicos es mantener los niveles de A1c por debajo del 7% en los pacientes con diabetes para reducir el riesgo de desarrollar complicaciones, evitando al mismo tiempo la hipoglucemia, es decir, niveles bajos de azúcar en sangre que pueden provocar mareos, temblores o latidos irregulares del corazón y, en casos graves, pueden afectar al funcionamiento del cerebro.
Los sensores que se colocan en la piel y miden el azúcar en sangre en tiempo real, llamados monitores continuos de glucosa, pueden ser especialmente útiles para los pacientes con riesgo de hipoglucemia, dijeron los médicos.
¿Con qué frecuencia debo hacerme la prueba? La respuesta depende de tu salud y de tus factores de riesgo. La Asociación Estadounidense de Diabetes recomienda que los médicos inicien la medición de la glucemia en cualquier adulto con sobrepeso u obesidad que presente algún factor de riesgo adicional de diabetes. Entre ellos está tener un familiar de primer grado con diabetes, o padecer una enfermedad cardiaca, hipertensión arterial o síndrome de ovario poliquístico. Ser de ascendencia afroamericana, asiáticoamericana, latina, nativoamericana o de las islas del Pacífico también se considera un factor de riesgo, porque la diabetes es más frecuente en estos grupos que en los pacientes blancos debido a factores biológicos y socioeconómicos.
Si los resultados muestran que eres prediabético, debes hacerte análisis de sangre anuales. Si tus resultados son normales, debes hacerte análisis cada tres años. Las personas que no tienen factores de riesgo deben empezar a hacerse la prueba a los 35 años.
¿Cómo afectan los alimentos al azúcar en sangre? Los alimentos ricos en almidón o carbohidratos —como la pasta, el arroz, el pan y las papas—, o azucarados, como las galletas y los refrescos, aumentan la glucemia.
“En quien tiene diabetes, la relación entre la insulina y la glucosa está trastornada”, dijo Halprin. Los picos de azúcar hacen que el páncreas libere mucha insulina. Tras lo cual el azúcar en sangre puede bajar estrepitósamente, lo que puede producir antojos y hacerte sentir mal.
Comer proteínas y grasas junto con carbohidratos puede ralentizar su absorción y mantener el azúcar en sangre más estable. “La subida no es tan alta y la bajada no es tan rápida”, explicó Halprin.
Saltarse o retrasar las comidas y beber alcohol en exceso o con el estómago vacío puede provocar azúcar en sangre baja, sobre todo en personas con diabetes.
¿Qué más puede provocar picos o niveles bajos de azúcar en sangre?
El ejercicio ayuda a reducir la glucemia al utilizar la glucosa como fuente de energía, aumentar la masa muscular que absorbe fácilmente la glucosa y reducir la grasa corporal que hace que las células sean resistentes a la insulina.
El estrés hace que aumente una hormona llamada cortisol, que indica al hígado que libere más glucosa en la sangre, indicó Spratt.
La falta de sueño también puede hacer que aumenten tus niveles de cortisol, advirtió. Y no dormir bien puede afectar indirectamente a la glucemia, al dificultar comer bien, perder peso, hacer ejercicio y afrontar el estrés, añadió Halprin.
¿Cómo mantener bajo control la glucemia? Los médicos recomiendan que los pacientes con diabetes o prediabetes coman un plato que contenga la mitad de verduras de hoja verde, una cuarta parte de proteínas magras, como pescado o lentejas, y una cuarta parte de almidón. Pensar en tus comidas de este modo también puede ayudar a las personas sin diabetes a mantenerse sanas.
A menudo, los médicos trabajan con los pacientes para identificar cambios realistas y culturalmente apropiados.
“No querrás decirle a quien es hispano, por ejemplo, que deje de comer arroz y plátanos y coma ensalada”, argumentó Halprin. “Eso no va a funcionar”, sumó.
En su lugar, podría recomendar comer porciones más pequeñas de arroz y más legumbres, que tienen un alto contenido en proteínas y son ricas en fibra que hace que te sientas saciado durante más tiempo. Los cereales integrales también pueden ser más saludables: cambiar el arroz blanco por el integral, por ejemplo, puede reducir los picos de azúcar en sangre. Y añadir verduras, que también son ricas en fibra y no aumentan el azúcar en sangre, ayuda, al igual que evitar las bebidas azucaradas como los refrescos y los zumos.
“A veces se trata de una cosa que pueden suprimir, y quizá no la echen mucho de menos”, dijo Elizabeth Vaughan, profesora asociada de medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas.
El ejercicio –incluso caminar 10 minutos después de comer– puede ayudar a reducir el azúcar en sangre. También puede ayudar a perder peso, que según los médicos es una parte esencial del control de la diabetes, en parte porque reduce la resistencia a la insulina.
¿Qué fármacos reducen la glucemia? Cuando estas intervenciones no son suficientes, los médicos pueden recetar medicamentos. La metformina es un fármaco de primera línea, barato y muy utilizado, que ayuda al hígado a producir menos glucosa. Las sulfonilureas son otra clase de fármacos más antiguos y baratos que estimulan al páncreas para que libere más insulina, pero pueden hacer que el azúcar en sangre baje demasiado y provocar un aumento de peso.
Los fármacos para la diabetes como Ozempic y Jardiance son más caros, pero pueden ayudar a perder peso y a reducir la glucemia. La insulina, que también puede ser cara y debe inyectarse, suele ser eficaz cuando otros medicamentos no lo son, dijeron los médicos. “Si tienes un problema de glucosa y no eres capaz de controlarlo con dieta, ejercicio, durmiendo mejor y controlando tu estrés, no digas no a los medicamentos”, concluyó Spratt.
Nina Agrawal
Los expertos advierten cómo los alimentos, el sueño y el ejercicio pueden contribuir a mejorar el estado general; guía práctica y consejos LA NACION