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La última audiencia oficial del papa Francisco y la batalla política que libró contra Trump hasta el final

WASHINGTON.- En su viaje a Estados Unidos, durante seis días en septiembre de 2015, que incluyó fuertes discursos en el Congreso y en la sede de Naciones Unidas, el papa Francisco incluyó una parada en la catedral de San Patricio de Nueva York, donde hizo una defensa de los migrantes y las minorías. A 500 metros de allí, y solo tres meses antes, el 16 de junio Donald Trump había hecho su irrupción en la política norteamericana, al lanzarse como candidato presidencial desde las escalinatas doradas de su icónica Trump Tower, en la Quinta Avenida. Esa coincidencia temporal sería el preludio de una década de tensa relación entre los dos líderes.

“¡Descanse en paz, papa Francisco! ¡Que Dios lo bendiga a él y a todos sus seres queridos!”, fue el escueto mensaje del presidente norteamericano en sus redes sociales, varias horas después de que el Vaticano anunciara este lunes –durante la madrugada de Estados Unidos- la muerte de Francisco, a los 88 años. Aunque más tarde ordenó que las banderas ondeen a media asta en su honor.

Luego, en un acto por Pascua celebrado en la Casa Blanca, dijo que “la religión regresa a Estados Unidos” y recordó a Francisco. “Era un buen hombre. Trabajó duro”, dijo, sin confirmar si asistirá al funeral del pontífice, previsto para finales de esta semana.

Paradójicamente, la última audiencia de Francisco con un líder internacional fue este domingo, en medio de las celebraciones de la Pascua, cuando recibió en Santa Marta al vicepresidente de Trump, JD Vance, convertido al catolicismo en 2019. El encuentro se produjo después de que Francisco criticara las políticas de deportación del gobierno republicano e instara a los católicos a rechazar las narrativas antiinmigrantes.

Trump con el Papa, en 2017

Tras la breve reunión con Vance, en un mensaje leído a la multitud por un ayudante en la Plaza de San Pedro, Francisco reiteró su condena de las posturas contrarias a la migración. “¡Cuánto desprecio se suscita a veces hacia los vulnerables, los marginados y los migrantes!”, escribió. Antes, el sábado, Vance había sido recibido por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, con quien tuvo un “intercambio de opiniones sobre situaciones humanitarias difíciles, con especial atención a los migrantes, refugiados, prisioneros“.

Aunque el Papa recibió en el Vaticano a Trump en 2017, durante la primera presidencia del líder republicano, la cuestión migratoria –uno de los ejes centrales de las gestiones del magnate en la Casa Blanca- fue una barrera infranqueable en su vínculo, muy distinto al que mantuvo Francisco con los otros mandatarios estadounidenses con los que coincidió: Barack Obama, en el inicio de su pontificado, y Joe Biden, entre enero de 2021 y 2025.

El presidente Joe Biden se reúne con el papa Francisco en Savelletri, Puglia, Italia, el 14 de junio de 2024. (Kevin Lamarque/Pool Foto vía AP, Archivo)

En febrero de 2016 se produjo la primera ruptura pública entre ambos, cuando Francisco se pronunció en contra de la promesa electoral de Trump de construir un muro entre Estados Unidos y México. “Una persona que solo piensa en construir muros, estén donde estén, y no en construir puentes, no es cristiana”, advirtió en aquel momento el Pontífice, un comentario que provocaría una fulgurante réplica del magnate. “Si y cuando el Vaticano sea atacado por Estado Islámico, que como todo el mundo sabe es el último trofeo de ISIS, puedo prometerles que el Papa solo desearía y oraría para que Donald Trump hubiera sido presidente”, respondió.

Pese a aquel cruce dialéctico, el Papa recibió a Trump durante 30 minutos y a puertas cerradas en la biblioteca el Palacio Apostólico, el 24 de mayo de 2017. Con Obama, con quien Jorge Bergoglio tuvo gran sintonía, la audiencia había durado 52 minutos. En ese encuentro Francisco le pidió que fuera un “instrumento de paz”.

El papa Francisco, al recibir al presidente de EE.UU., Donald Trump, su esposa, Melania, y su hija Ivanka, en el Vaticano.

“No me olvidaré lo que usted me dijo”, aseguró Trump al final de una reunión que empezó muy tensa y terminó con señales de distensión, con la presencia de la esposa del presidente, Melania, y su hija Ivanka.

Sin embargo, como una línea temporal inalterable tras los cuatro años de Biden al frente de la Casa Blanca -el segundo católico en ocupar la presidencia de Estados Unidos después de John F. Kennedy- la segunda administración Trump y Francisco retomaron ese vínculo tirante por los planes de deportaciones masivas de migrantes, una de las principales promesas de campaña del gobierno republicano.

En una carta que le envió más de 280 obispos de Estados Unidos “en estos delicados momentos”, Francisco criticó esos procedimientos e instó a los pastores a defender a los migrantes. “Seguí con atención la importante crisis que tiene lugar en Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas. La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”, señaló Jorge Bergoglio en la misiva, antes de ser hospitalizado en el Policlínico Gemelli de Roma. “Jesús fue un migrante que debió exiliarse junto a su familia a Egipto”, recordó.

Migrantes caminan hacia México después de ser deportados de Estados Unidos, en el cruce peatonal fronterizo de El Chaparral, el 21 de enero de 2025, en Tijuana, México. (AP Foto/Félix Márquez)

El Papa afirmó que deportar a personas que proceden de situaciones difíciles viola la “dignidad de muchos hombres y mujeres, y de familias enteras”. Pareció una suerte de réplica al propio Vance, que ha defendido los planes de deportación al usar el concepto medieval cristiano de ordo amoris, que definió como una jerarquía de deberes que da prioridad a las obligaciones inmediatas con la familia o la comunidad por encima de necesidades más lejanas.

“Amas a tu familia, y luego amas a tu prójimo, a tu comunidad, y a tus conciudadanos en tu propio país. Y después de eso, puedes centrarte y dar prioridad al resto del mundo”, explicó Vance. “El verdadero ordo amoris que debe promoverse es el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”, escribió Francisco en su carta.

El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en la Casa Blanca.

En febrero, en el Desayuno Nacional Católico de Oración, Vance reconoció los comentarios críticos del papa, pero expresó que seguiría expresando sus opiniones.

Poco después de que se conociera la carta papal, fue el zar fronterizo de Trump, Tom Homan, quien salió a responderle con dureza a Francisco. “Quiero que se centre en la Iglesia católica y arregle eso y nos deje a nosotros la vigilancia fronteriza”, afirmó en la Casa Blanca.

Este lunes, tras la muerte de Francisco, Trump dijo que el pontífice argentino “amaba especialmente a la gente que está pasándolo mal y para mí eso está bien”. Consultado directamente por su opinión sobre el mensaje de tolerancia con los migrantes, el presidente republicano respondió: “Sí. Estoy de acuerdo. De verdad que estoy de acuerdo”.

Otros focos de tensión

“En medio de las amenazas de deportaciones masivas, los obispos estadounidenses ya han demandado a la administración actual [de Trump] por recortar el apoyo a su programa de reasentamiento de refugiados”, indicó David Lantigua, profesor asociado de teología en la Universidad de Notre Dame, en Indiana), que añadió que la Iglesia católica ve la segunda campaña contra la migración ilegal de Trump como “aún más atroz” que la primera.

También la decisión de Trump de cortar fondos a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que distribuye ayuda en países en crisis, generó otro foco de tensión con la Iglesia. “Tendrá un impacto catastrófico y amenaza la vida de millones de personas. Pondrá en peligro servicios esenciales para cientos de millones de personas, socavará décadas de progreso en asistencia humanitaria y de desarrollo, desestabilizará regiones que dependen de este apoyo crítico y condenará a millones a una pobreza deshumanizante o incluso a la muerte”, alertó Caritas Internacional semanas atrás.

Los recortes fueron defendidos a principios de mes por el nominado de Trump para embajador en el Vaticano, Brian Burch, en una audiencia en el Senado en la que incluso dijo que los grupos de caridad católicos están bien equipados para entregar esa ayuda de manera eficiente.

Burch, cuya organización con sede en Chicago, CatholicVote, respaldó a Trump en las elecciones de noviembre pasado y ayudó a liderar el esfuerzo para impulsar el apoyo católico al republicano, se hizo eco de algunas de las críticas a Francisco expresadas por otros conservadores católicos estadounidenses en los últimos años.

WASHINGTON.- En su viaje a Estados Unidos, durante seis días en septiembre de 2015, que incluyó fuertes discursos en el Congreso y en la sede de Naciones Unidas, el papa Francisco incluyó una parada en la catedral de San Patricio de Nueva York, donde hizo una defensa de los migrantes y las minorías. A 500 metros de allí, y solo tres meses antes, el 16 de junio Donald Trump había hecho su irrupción en la política norteamericana, al lanzarse como candidato presidencial desde las escalinatas doradas de su icónica Trump Tower, en la Quinta Avenida. Esa coincidencia temporal sería el preludio de una década de tensa relación entre los dos líderes.

“¡Descanse en paz, papa Francisco! ¡Que Dios lo bendiga a él y a todos sus seres queridos!”, fue el escueto mensaje del presidente norteamericano en sus redes sociales, varias horas después de que el Vaticano anunciara este lunes –durante la madrugada de Estados Unidos- la muerte de Francisco, a los 88 años. Aunque más tarde ordenó que las banderas ondeen a media asta en su honor.

Luego, en un acto por Pascua celebrado en la Casa Blanca, dijo que “la religión regresa a Estados Unidos” y recordó a Francisco. “Era un buen hombre. Trabajó duro”, dijo, sin confirmar si asistirá al funeral del pontífice, previsto para finales de esta semana.

Paradójicamente, la última audiencia de Francisco con un líder internacional fue este domingo, en medio de las celebraciones de la Pascua, cuando recibió en Santa Marta al vicepresidente de Trump, JD Vance, convertido al catolicismo en 2019. El encuentro se produjo después de que Francisco criticara las políticas de deportación del gobierno republicano e instara a los católicos a rechazar las narrativas antiinmigrantes.

Trump con el Papa, en 2017

Tras la breve reunión con Vance, en un mensaje leído a la multitud por un ayudante en la Plaza de San Pedro, Francisco reiteró su condena de las posturas contrarias a la migración. “¡Cuánto desprecio se suscita a veces hacia los vulnerables, los marginados y los migrantes!”, escribió. Antes, el sábado, Vance había sido recibido por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, con quien tuvo un “intercambio de opiniones sobre situaciones humanitarias difíciles, con especial atención a los migrantes, refugiados, prisioneros“.

Aunque el Papa recibió en el Vaticano a Trump en 2017, durante la primera presidencia del líder republicano, la cuestión migratoria –uno de los ejes centrales de las gestiones del magnate en la Casa Blanca- fue una barrera infranqueable en su vínculo, muy distinto al que mantuvo Francisco con los otros mandatarios estadounidenses con los que coincidió: Barack Obama, en el inicio de su pontificado, y Joe Biden, entre enero de 2021 y 2025.

El presidente Joe Biden se reúne con el papa Francisco en Savelletri, Puglia, Italia, el 14 de junio de 2024. (Kevin Lamarque/Pool Foto vía AP, Archivo)

En febrero de 2016 se produjo la primera ruptura pública entre ambos, cuando Francisco se pronunció en contra de la promesa electoral de Trump de construir un muro entre Estados Unidos y México. “Una persona que solo piensa en construir muros, estén donde estén, y no en construir puentes, no es cristiana”, advirtió en aquel momento el Pontífice, un comentario que provocaría una fulgurante réplica del magnate. “Si y cuando el Vaticano sea atacado por Estado Islámico, que como todo el mundo sabe es el último trofeo de ISIS, puedo prometerles que el Papa solo desearía y oraría para que Donald Trump hubiera sido presidente”, respondió.

Pese a aquel cruce dialéctico, el Papa recibió a Trump durante 30 minutos y a puertas cerradas en la biblioteca el Palacio Apostólico, el 24 de mayo de 2017. Con Obama, con quien Jorge Bergoglio tuvo gran sintonía, la audiencia había durado 52 minutos. En ese encuentro Francisco le pidió que fuera un “instrumento de paz”.

El papa Francisco, al recibir al presidente de EE.UU., Donald Trump, su esposa, Melania, y su hija Ivanka, en el Vaticano.

“No me olvidaré lo que usted me dijo”, aseguró Trump al final de una reunión que empezó muy tensa y terminó con señales de distensión, con la presencia de la esposa del presidente, Melania, y su hija Ivanka.

Sin embargo, como una línea temporal inalterable tras los cuatro años de Biden al frente de la Casa Blanca -el segundo católico en ocupar la presidencia de Estados Unidos después de John F. Kennedy- la segunda administración Trump y Francisco retomaron ese vínculo tirante por los planes de deportaciones masivas de migrantes, una de las principales promesas de campaña del gobierno republicano.

En una carta que le envió más de 280 obispos de Estados Unidos “en estos delicados momentos”, Francisco criticó esos procedimientos e instó a los pastores a defender a los migrantes. “Seguí con atención la importante crisis que tiene lugar en Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas. La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”, señaló Jorge Bergoglio en la misiva, antes de ser hospitalizado en el Policlínico Gemelli de Roma. “Jesús fue un migrante que debió exiliarse junto a su familia a Egipto”, recordó.

Migrantes caminan hacia México después de ser deportados de Estados Unidos, en el cruce peatonal fronterizo de El Chaparral, el 21 de enero de 2025, en Tijuana, México. (AP Foto/Félix Márquez)

El Papa afirmó que deportar a personas que proceden de situaciones difíciles viola la “dignidad de muchos hombres y mujeres, y de familias enteras”. Pareció una suerte de réplica al propio Vance, que ha defendido los planes de deportación al usar el concepto medieval cristiano de ordo amoris, que definió como una jerarquía de deberes que da prioridad a las obligaciones inmediatas con la familia o la comunidad por encima de necesidades más lejanas.

“Amas a tu familia, y luego amas a tu prójimo, a tu comunidad, y a tus conciudadanos en tu propio país. Y después de eso, puedes centrarte y dar prioridad al resto del mundo”, explicó Vance. “El verdadero ordo amoris que debe promoverse es el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”, escribió Francisco en su carta.

El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en la Casa Blanca.

En febrero, en el Desayuno Nacional Católico de Oración, Vance reconoció los comentarios críticos del papa, pero expresó que seguiría expresando sus opiniones.

Poco después de que se conociera la carta papal, fue el zar fronterizo de Trump, Tom Homan, quien salió a responderle con dureza a Francisco. “Quiero que se centre en la Iglesia católica y arregle eso y nos deje a nosotros la vigilancia fronteriza”, afirmó en la Casa Blanca.

Este lunes, tras la muerte de Francisco, Trump dijo que el pontífice argentino “amaba especialmente a la gente que está pasándolo mal y para mí eso está bien”. Consultado directamente por su opinión sobre el mensaje de tolerancia con los migrantes, el presidente republicano respondió: “Sí. Estoy de acuerdo. De verdad que estoy de acuerdo”.

Otros focos de tensión

“En medio de las amenazas de deportaciones masivas, los obispos estadounidenses ya han demandado a la administración actual [de Trump] por recortar el apoyo a su programa de reasentamiento de refugiados”, indicó David Lantigua, profesor asociado de teología en la Universidad de Notre Dame, en Indiana), que añadió que la Iglesia católica ve la segunda campaña contra la migración ilegal de Trump como “aún más atroz” que la primera.

También la decisión de Trump de cortar fondos a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que distribuye ayuda en países en crisis, generó otro foco de tensión con la Iglesia. “Tendrá un impacto catastrófico y amenaza la vida de millones de personas. Pondrá en peligro servicios esenciales para cientos de millones de personas, socavará décadas de progreso en asistencia humanitaria y de desarrollo, desestabilizará regiones que dependen de este apoyo crítico y condenará a millones a una pobreza deshumanizante o incluso a la muerte”, alertó Caritas Internacional semanas atrás.

Los recortes fueron defendidos a principios de mes por el nominado de Trump para embajador en el Vaticano, Brian Burch, en una audiencia en el Senado en la que incluso dijo que los grupos de caridad católicos están bien equipados para entregar esa ayuda de manera eficiente.

Burch, cuya organización con sede en Chicago, CatholicVote, respaldó a Trump en las elecciones de noviembre pasado y ayudó a liderar el esfuerzo para impulsar el apoyo católico al republicano, se hizo eco de algunas de las críticas a Francisco expresadas por otros conservadores católicos estadounidenses en los últimos años.

 El vicepresidente JD Vance visitó el Vaticano durante la Pascua y debatió con Parolin sobre la cuestión migratoria  LA NACION

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