Movieron una casa de casi 100 años para construir una torre y esto fue lo que pasó

La Ciudad de México se caracteriza por su diversidad cultural, presente en aspectos que van desde la comida hasta la escena musical. La arquitectura no se queda atrás y luce tanto rascacielos como residencias antiguas, pero sobre el Paseo de la Reforma destaca un lugar donde coexisten uno de los edificios más altos y modernos del país y una antigua casona gótica.
Lo denunciaron por levantar un muro de 5 metros con alambre de púas sin saber de quien se trataba
Algunos la conocen como la Casa O’Hea, por el empresario que la mandó construir; otros la llaman Casa Austin, por la difunta esposa de dicho hombre. En cualquier caso, lo cierto es que la casona sobre Reforma 483, en la esquina con Río Elba, es de los pocos inmuebles que pueden presumir de haberse movido de su lugar sin sufrir daños.
Cómo movieron “la casona rosa” de Reforma
A mediados de los años 2000, la Casa O’Hea no era famosa como inmueble de valor patrimonial y tampoco se sabía mucho de su historia. Lo que es más, era un punto de referencia de la zona pero sin nombre: se le identificaba como “la casona de cantera rosa” a secas.
Sin embargo, sí era un sitio conocido, tanto para locales como para no tan locales, gracias a que en los últimos diez años había sido la sede de un elegante restaurante y una famosa disco.
Fue para 2008 que este edificio comenzó a atraer la atención de sectores interesados en la protección del patrimonio histórico. Ese año, la casona pasó a manos de Fondo Hexa, constructora detrás de la Torre Chapultepec en Reforma, y se reportó que en el mismo predio se levantaría un nuevo rascacielos, la Torre Reforma.
El valor histórico de la casa no había sido un tema de conversación frecuente, pero tampoco era desconocido, de modo que la reacción del público y de las autoridades fue de preocupación.
El proyecto de la torre seguía en pie, pero hacia 2010 ya era evidente que la ubicación de la Casa O’Hea, que data de los años 20, era un obstáculo para colocar los cimientos y construir los sótanos.
Un inesperado desenlace fue la respuesta del arquitecto Benjamín Romano del despacho LBR, quien estaba a cargo del proyecto y presentó la idea de “mover la casa”.
Según la entrevista de EL UNIVERSAL con Romano en 2016 (cuando concluyeron las obras) la propuesta que priorizó evitar la destrucción de esta casa gótica se inspiró en las charolas de los meseros.
“La casa estaba rentada a una discoteca y los dueños nos prestaban la casa en las mañanas para ver qué hacíamos. En aquel entonces nos reunimos con el doctor Roberto Meli, Enrique Santoyo y yo, y nos sentamos allá atrás y del lado del bar había charolas con botellas y copas de la noche anterior y fue cuando se me ocurrió hacer una charola, y así como el mesero carga una charola, pues la charola se va a llevar la casa”, relató.
Cuando le dieron “luz verde” a la propuesta, se dedicaron seis meses a fabricar la “charola” que sostendría la casona. Antes de poner en marcha la titánica tarea de mover toda la casa, dejaron protegidos elementos frágiles como vidrios, lozas y estatuas.
Cuánto cuesta hoy construir una casa “barata” de 72 a 80 metros cuadrados
Una vez que los obreros excavaron hasta hallar los cimientos originales, los perforaron para insertar una retícula de varillas y soportes. Para completar esta primera fase, insertaron “muros de Milán” -muy socorridos en construcciones subterráneas- y reforzaron las paredes de la Casa O’Hea para colocar los gatos hidráulicos.
Fue el 13 de febrero del 2010 por la mañana, durante la segunda fase, que inició la maniobra para mover la casa y alejarla de la banqueta de Paseo de la Reforma. En total, la desplazaron 18 metros hacia el norte, todo a lo largo de una jornada de once horas.
Durante nueve semanas, el edificio de piedra rosa permaneció reubicado, mientras se hacían los trabajos necesarios para iniciar los cimientos y niveles subterráneos para el rascacielos.
En la última fase de la operación, regresaron la casona a su lugar original en la esquina con la calle Río Elba. La estrategia para salvar el antiguo inmueble concluyó y la construcción de los estacionamientos bajo tierra de la Torre Reforma encontró vía libre.
Gracias a ello, el número 483 de Reforma puede presumir de ser el domicilio de uno de los rascacielos más innovadores de la década pasada y, a la vez, tener al lado una casona gótica de casi cien años de antigüedad.
Los diferentes usos que tuvo la casona
Sobre el Paseo de la Reforma, a dos calles de la fuente de la Diana Cazadora, se encuentra una tienda de la firma de la manzana desde diciembre 2016. La fachada de 96 años también favorece al lobby de la Torre Reforma, que entre 2016 y 2022 ostentó el récord de mayor altura en la CDMX, hoy superada por Torre Mitikah, en Coyoacán.
Celulares, tabletas y accesorios están a la venta al interior de muros de piedra rosa, tras ventanas góticas y decoraciones de heráldica británica.
La arquitectura del revival gótico inglés y el minimalismo se cruzan al interior de esta tienda. Tomado de Facebook.
Antes de dársele estos usos, el pasado reciente de la casona fue muy distinto. Se construyó a fines de los años 20, pero desde inicios de los años 30 sus dueños originales la desocuparon.
A partir de entonces, esta casa cambió de dueños y habitantes un par de veces hasta que quedó intestada en 1969, es decir, su última dueña falleció sin incluirla en un testamento. Como resultado, el inmueble entró en una época de deterioro, de acuerdo con el blog Grandes Casas de México del arquitecto Rafael Fierro Gossman.
Así está la tabla de precios de la construcción en mayo 2025
En 1993 la compró el banquero Ángel Isidoro Rodríguez Sáez, quien le encargó una remodelación al despacho Pascal Arquitectos, de Gerard y Carlos Pascal Wolf.
Los Pascal Wolf orquestaron una transformación que para 1995 reveló un restaurante de lujo y centro de reunión con ambiente al estilo medieval, que se conoció como “El Divino”.
Los geógrafos Martín Checa-Artasu y Francisco Navarro Jiménez comentaron que esto ayudó a que la antigua casona llegara en buen estado al siglo XXI, rejuvenecida tras 25 años de abandono, según se lee en el número 18 de la revista Gremium, de 2022.
Dos restaurantes similares y de la época, apuntan, eran el “Sir Winston Churchill” en Lomas de Chapultepec y el “Saks” en Insurgentes.
Un nuevo giro inesperado tuvo lugar en 1998, cuando el banquero Rodríguez Sáez enfrentó una serie de problemas legales, envuelto en escándalos de estafas millonarias.
La Casa O’Hea no cayó en el abandono ni fue embargada, pero sí cambió de uso. Primero se convirtió en un antro llamado Palace y más tarde pasó a ser “Living”, un icónico antro gay que llegó a ser considerado de los mejores 10 del mundo en su ramo.
En ambos casos, la decoración con toques medievales fue un distintivo popular que se mantuvo sin cambios. Sin embargo, el antro gay se trasladó a nuevos domicilios y la casa gótica pasó a manos de la constructora Fondo Hexa.
Conocida como “la Casa Austin”
Antes de ser el escenario de fiestas, reuniones y comidas, esta era la residencia que mandó a construir Patrick O’Hea, un empresario inglés que trabajó en el sector agropecuario de México desde 1905.
En 1920 se casó con Eilleen Austin, nacida en Texas, y para 1926 la pareja se mudó de Coahuila al entonces Distrito Federal. La construcción de la que sería su residencia tuvo lugar entre 1928 y 1929, a cargo de los arquitectos Teodoro Kunhardt Urrea y Joaquín Capilla.
Según el recuento de Rafael Fierro Gossman, el diseño original incluía 16 habitaciones en dos pisos, con la planta en forma de L y exteriores hechos con cantera rosa de Querétaro.
Patrick O’Hea y Eilleen Austin tuvieron ahí su domicilio sólo entre 1930 y 1931, según señalaron Checa-Artasu y Navarro Jiménez.
Agregan que la situación dio un giro radical en el 31, con la muerte prematura de Austin. A pesar de que O’Hea se casó de nuevo ocho meses después, en esta ocasión con una mexicana, decidió vender la residencia que había levantado en Reforma.
La ciudad de la Patagonia que abandona las cabañas de madera
Aunque el dueño original de “la casona rosa de Reforma” jamás volvió a la hoy colonia Cuauhtémoc, los nombres de “Casa O’Hea” y “Casa Austin” se quedaron en la memoria colectiva de la CDMX.
La Ciudad de México se caracteriza por su diversidad cultural, presente en aspectos que van desde la comida hasta la escena musical. La arquitectura no se queda atrás y luce tanto rascacielos como residencias antiguas, pero sobre el Paseo de la Reforma destaca un lugar donde coexisten uno de los edificios más altos y modernos del país y una antigua casona gótica.
Lo denunciaron por levantar un muro de 5 metros con alambre de púas sin saber de quien se trataba
Algunos la conocen como la Casa O’Hea, por el empresario que la mandó construir; otros la llaman Casa Austin, por la difunta esposa de dicho hombre. En cualquier caso, lo cierto es que la casona sobre Reforma 483, en la esquina con Río Elba, es de los pocos inmuebles que pueden presumir de haberse movido de su lugar sin sufrir daños.
Cómo movieron “la casona rosa” de Reforma
A mediados de los años 2000, la Casa O’Hea no era famosa como inmueble de valor patrimonial y tampoco se sabía mucho de su historia. Lo que es más, era un punto de referencia de la zona pero sin nombre: se le identificaba como “la casona de cantera rosa” a secas.
Sin embargo, sí era un sitio conocido, tanto para locales como para no tan locales, gracias a que en los últimos diez años había sido la sede de un elegante restaurante y una famosa disco.
Fue para 2008 que este edificio comenzó a atraer la atención de sectores interesados en la protección del patrimonio histórico. Ese año, la casona pasó a manos de Fondo Hexa, constructora detrás de la Torre Chapultepec en Reforma, y se reportó que en el mismo predio se levantaría un nuevo rascacielos, la Torre Reforma.
El valor histórico de la casa no había sido un tema de conversación frecuente, pero tampoco era desconocido, de modo que la reacción del público y de las autoridades fue de preocupación.
El proyecto de la torre seguía en pie, pero hacia 2010 ya era evidente que la ubicación de la Casa O’Hea, que data de los años 20, era un obstáculo para colocar los cimientos y construir los sótanos.
Un inesperado desenlace fue la respuesta del arquitecto Benjamín Romano del despacho LBR, quien estaba a cargo del proyecto y presentó la idea de “mover la casa”.
Según la entrevista de EL UNIVERSAL con Romano en 2016 (cuando concluyeron las obras) la propuesta que priorizó evitar la destrucción de esta casa gótica se inspiró en las charolas de los meseros.
“La casa estaba rentada a una discoteca y los dueños nos prestaban la casa en las mañanas para ver qué hacíamos. En aquel entonces nos reunimos con el doctor Roberto Meli, Enrique Santoyo y yo, y nos sentamos allá atrás y del lado del bar había charolas con botellas y copas de la noche anterior y fue cuando se me ocurrió hacer una charola, y así como el mesero carga una charola, pues la charola se va a llevar la casa”, relató.
Cuando le dieron “luz verde” a la propuesta, se dedicaron seis meses a fabricar la “charola” que sostendría la casona. Antes de poner en marcha la titánica tarea de mover toda la casa, dejaron protegidos elementos frágiles como vidrios, lozas y estatuas.
Cuánto cuesta hoy construir una casa “barata” de 72 a 80 metros cuadrados
Una vez que los obreros excavaron hasta hallar los cimientos originales, los perforaron para insertar una retícula de varillas y soportes. Para completar esta primera fase, insertaron “muros de Milán” -muy socorridos en construcciones subterráneas- y reforzaron las paredes de la Casa O’Hea para colocar los gatos hidráulicos.
Fue el 13 de febrero del 2010 por la mañana, durante la segunda fase, que inició la maniobra para mover la casa y alejarla de la banqueta de Paseo de la Reforma. En total, la desplazaron 18 metros hacia el norte, todo a lo largo de una jornada de once horas.
Durante nueve semanas, el edificio de piedra rosa permaneció reubicado, mientras se hacían los trabajos necesarios para iniciar los cimientos y niveles subterráneos para el rascacielos.
En la última fase de la operación, regresaron la casona a su lugar original en la esquina con la calle Río Elba. La estrategia para salvar el antiguo inmueble concluyó y la construcción de los estacionamientos bajo tierra de la Torre Reforma encontró vía libre.
Gracias a ello, el número 483 de Reforma puede presumir de ser el domicilio de uno de los rascacielos más innovadores de la década pasada y, a la vez, tener al lado una casona gótica de casi cien años de antigüedad.
Los diferentes usos que tuvo la casona
Sobre el Paseo de la Reforma, a dos calles de la fuente de la Diana Cazadora, se encuentra una tienda de la firma de la manzana desde diciembre 2016. La fachada de 96 años también favorece al lobby de la Torre Reforma, que entre 2016 y 2022 ostentó el récord de mayor altura en la CDMX, hoy superada por Torre Mitikah, en Coyoacán.
Celulares, tabletas y accesorios están a la venta al interior de muros de piedra rosa, tras ventanas góticas y decoraciones de heráldica británica.
La arquitectura del revival gótico inglés y el minimalismo se cruzan al interior de esta tienda. Tomado de Facebook.
Antes de dársele estos usos, el pasado reciente de la casona fue muy distinto. Se construyó a fines de los años 20, pero desde inicios de los años 30 sus dueños originales la desocuparon.
A partir de entonces, esta casa cambió de dueños y habitantes un par de veces hasta que quedó intestada en 1969, es decir, su última dueña falleció sin incluirla en un testamento. Como resultado, el inmueble entró en una época de deterioro, de acuerdo con el blog Grandes Casas de México del arquitecto Rafael Fierro Gossman.
Así está la tabla de precios de la construcción en mayo 2025
En 1993 la compró el banquero Ángel Isidoro Rodríguez Sáez, quien le encargó una remodelación al despacho Pascal Arquitectos, de Gerard y Carlos Pascal Wolf.
Los Pascal Wolf orquestaron una transformación que para 1995 reveló un restaurante de lujo y centro de reunión con ambiente al estilo medieval, que se conoció como “El Divino”.
Los geógrafos Martín Checa-Artasu y Francisco Navarro Jiménez comentaron que esto ayudó a que la antigua casona llegara en buen estado al siglo XXI, rejuvenecida tras 25 años de abandono, según se lee en el número 18 de la revista Gremium, de 2022.
Dos restaurantes similares y de la época, apuntan, eran el “Sir Winston Churchill” en Lomas de Chapultepec y el “Saks” en Insurgentes.
Un nuevo giro inesperado tuvo lugar en 1998, cuando el banquero Rodríguez Sáez enfrentó una serie de problemas legales, envuelto en escándalos de estafas millonarias.
La Casa O’Hea no cayó en el abandono ni fue embargada, pero sí cambió de uso. Primero se convirtió en un antro llamado Palace y más tarde pasó a ser “Living”, un icónico antro gay que llegó a ser considerado de los mejores 10 del mundo en su ramo.
En ambos casos, la decoración con toques medievales fue un distintivo popular que se mantuvo sin cambios. Sin embargo, el antro gay se trasladó a nuevos domicilios y la casa gótica pasó a manos de la constructora Fondo Hexa.
Conocida como “la Casa Austin”
Antes de ser el escenario de fiestas, reuniones y comidas, esta era la residencia que mandó a construir Patrick O’Hea, un empresario inglés que trabajó en el sector agropecuario de México desde 1905.
En 1920 se casó con Eilleen Austin, nacida en Texas, y para 1926 la pareja se mudó de Coahuila al entonces Distrito Federal. La construcción de la que sería su residencia tuvo lugar entre 1928 y 1929, a cargo de los arquitectos Teodoro Kunhardt Urrea y Joaquín Capilla.
Según el recuento de Rafael Fierro Gossman, el diseño original incluía 16 habitaciones en dos pisos, con la planta en forma de L y exteriores hechos con cantera rosa de Querétaro.
Patrick O’Hea y Eilleen Austin tuvieron ahí su domicilio sólo entre 1930 y 1931, según señalaron Checa-Artasu y Navarro Jiménez.
Agregan que la situación dio un giro radical en el 31, con la muerte prematura de Austin. A pesar de que O’Hea se casó de nuevo ocho meses después, en esta ocasión con una mexicana, decidió vender la residencia que había levantado en Reforma.
La ciudad de la Patagonia que abandona las cabañas de madera
Aunque el dueño original de “la casona rosa de Reforma” jamás volvió a la hoy colonia Cuauhtémoc, los nombres de “Casa O’Hea” y “Casa Austin” se quedaron en la memoria colectiva de la CDMX.
La historia de cómo lograron mover la casa sin destruirla sorprende a todos LA NACION