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Donald: de la caída que lo llevó al hospital a la experiencia mística que vivió y los tres deseos que quiere cumplir

El cantante Donald ya está mucho mejor, después de haber sufrido una caída que le quebró tres vértebras. Internado en el Sanatorio la Trinidad de San Isidro desde hace poco más de dos semanas, el lunes fue operado y posiblemente reciba el alta el próximo viernes. Está ansioso y emocionado.

Durante una charla con LA NACION, el artista de 78 años contó que ya lo pasaron a una habitación común y confió que tuvo una experiencia única. Con la voz quebrada por la emoción, aseguró que tuvo un encuentro místico y que aún duda si fue un sueño o fue real. “Ahora sé que Dios existe”, dice. Y habla también de los tres deseos que piensa cumplir en los próximos meses.

-¿Recordás qué te pasó exactamente?

-Sí, claro. En casa saltaron los tapones, nos quedamos sin luz, me paré en la oscuridad, caminé unos pasos y cuando quise sentarme, me desorienté; creí que la cama estaba detrás de mí y no. Me caí al suelo, de cola, y me quebré tres vértebras. Una se me soldó sola y me operaron para soldarme las otras dos, que eran las más dolorosas. Usaron un pegamento especial.

-¿Cómo te sentís?

-Bien, porque hoy [por ayer] comí solo por primera vez después de mucho tiempo. Hace más de dos semanas que estoy internado. Además, me paré también por primera vez en mucho tiempo. Tengo Parkinson y cáncer de colon, me operaron, tuve muchas sesiones de quimio y muchas más de rayos y el medico me dijo que estoy curado. De esta voy a salir mucho mejor porque se me fueron los miedos… Y tuve una experiencia increíble. Lo cuento y me emociono [hace una pausa y se enjuaga unas lágrimas]. Fue un sueño, pero tan real que no sabía qué pensar…

-Hay Donald para rato, entonces…

-Sí, porque el sueño me dio mucha fuerza. Ya no le tengo miedo a nada. Lamento que perdí la vista en el ojo derecho; hace dos años me operaron de cataratas en ese ojo, y el año pasado me operaron del izquierdo. Y ahora quedé casi ciego por el Parkinson que generó rechazo a la lente. En estos días vi un recital de Andrea Bocelli -que es ciego- y lo disfruté mucho. ¡Es una maravilla!

-Hablás de una experiencia única que te quitó el miedo, ¿de qué se trata?

-Tuve un encuentro con Jesús y en el sueño también estaba con un señor que no conozco y resultó ser Víctor, que era el marido de una de las enfermeras del sanatorio, un militar ucraniano que murió hace muchos años. También vi a mi papá, que es la persona que más admiré en mi vida. Los vi a los tres. Mi desconcierto era porque no sabía si estaba pasando o era un sueño.

-¿Y qué pasó?

-Me paré y justo vino la enfermera y se enojó. Me dijo de todo y lo acepté porque tenía razón. ¿Y si me caía? Entiendo que es mucha responsabilidad. Le dije que había estado con su marido, Víctor, y no me creyó… Pero fue algo increíble, hermoso, una sensación de paz, de tranquilidad. Además, recordé algo de mi vida que no estuvo bien.

¿Y qué es?

-En mi vida maté a muchos bichos, chimangos, jabalíes, liebres hasta un guanaco. Y me arrepiento. Cuando vi al bicho muerto me angustié tanto… Ahora no mato ni a una mosca. Yo creía que me gustaba cazar, pero no, me gustaba matar y llegué a esa conclusión cuando escribí mi libro Donald, un artista sin fecha de vencimiento. Me gustó mucho escribirlo y parece que se está vendiendo muy bien. A pesar de las dificultades, estoy en el mejor momento de mi vida, a los 78 años, porque perdí los miedos con esta experiencia que viví.

Donald junto a su esposa, Verónica, el gran amor de su vida y su incansable cuidadora.

-¿Qué miedos?

-Sobre todo el miedo a la muerte, y además reconozco las bendiciones que tengo. Estoy contento. De acá en más, van a venir todas cosas buenas. Sé que hay cadenas de oración en todo el país, las siento y las agradezco. Y estoy fantástico porque me probé a mí mismo que Dios existe y es verdadero. En estos días me propuse tres cosas que voy a cumplir ahora cuando salga del sanatorio.

-¿Y cuáles son esos deseos a cumplir?

-Primero voy a visitar a mis hijos que viven en Hawai. Y a la vuelta, voy a ir de San Isidro a Luján, pero no en procesión, sino con mi mujer Verónica, que amo desde hace 52 años y que es una gran cuidadora porque se ocupó de sus hijos, de sus padres, de su hermano que estaba enfermo, y ahora de mí. Me siento orgulloso de lo bien que elegí a la mujer que amo.

-¿Cuál es el último deseo?

Quiero hacer con ella también el Camino de Santiago, aunque me lleve dos o tres meses, pero hacerlo completo. En diez días voy a estar caminado. Vienen dos kinesiólogas todos los días y vamos muy bien con la recuperación.

El cantante Donald ya está mucho mejor, después de haber sufrido una caída que le quebró tres vértebras. Internado en el Sanatorio la Trinidad de San Isidro desde hace poco más de dos semanas, el lunes fue operado y posiblemente reciba el alta el próximo viernes. Está ansioso y emocionado.

Durante una charla con LA NACION, el artista de 78 años contó que ya lo pasaron a una habitación común y confió que tuvo una experiencia única. Con la voz quebrada por la emoción, aseguró que tuvo un encuentro místico y que aún duda si fue un sueño o fue real. “Ahora sé que Dios existe”, dice. Y habla también de los tres deseos que piensa cumplir en los próximos meses.

-¿Recordás qué te pasó exactamente?

-Sí, claro. En casa saltaron los tapones, nos quedamos sin luz, me paré en la oscuridad, caminé unos pasos y cuando quise sentarme, me desorienté; creí que la cama estaba detrás de mí y no. Me caí al suelo, de cola, y me quebré tres vértebras. Una se me soldó sola y me operaron para soldarme las otras dos, que eran las más dolorosas. Usaron un pegamento especial.

-¿Cómo te sentís?

-Bien, porque hoy [por ayer] comí solo por primera vez después de mucho tiempo. Hace más de dos semanas que estoy internado. Además, me paré también por primera vez en mucho tiempo. Tengo Parkinson y cáncer de colon, me operaron, tuve muchas sesiones de quimio y muchas más de rayos y el medico me dijo que estoy curado. De esta voy a salir mucho mejor porque se me fueron los miedos… Y tuve una experiencia increíble. Lo cuento y me emociono [hace una pausa y se enjuaga unas lágrimas]. Fue un sueño, pero tan real que no sabía qué pensar…

-Hay Donald para rato, entonces…

-Sí, porque el sueño me dio mucha fuerza. Ya no le tengo miedo a nada. Lamento que perdí la vista en el ojo derecho; hace dos años me operaron de cataratas en ese ojo, y el año pasado me operaron del izquierdo. Y ahora quedé casi ciego por el Parkinson que generó rechazo a la lente. En estos días vi un recital de Andrea Bocelli -que es ciego- y lo disfruté mucho. ¡Es una maravilla!

-Hablás de una experiencia única que te quitó el miedo, ¿de qué se trata?

-Tuve un encuentro con Jesús y en el sueño también estaba con un señor que no conozco y resultó ser Víctor, que era el marido de una de las enfermeras del sanatorio, un militar ucraniano que murió hace muchos años. También vi a mi papá, que es la persona que más admiré en mi vida. Los vi a los tres. Mi desconcierto era porque no sabía si estaba pasando o era un sueño.

-¿Y qué pasó?

-Me paré y justo vino la enfermera y se enojó. Me dijo de todo y lo acepté porque tenía razón. ¿Y si me caía? Entiendo que es mucha responsabilidad. Le dije que había estado con su marido, Víctor, y no me creyó… Pero fue algo increíble, hermoso, una sensación de paz, de tranquilidad. Además, recordé algo de mi vida que no estuvo bien.

¿Y qué es?

-En mi vida maté a muchos bichos, chimangos, jabalíes, liebres hasta un guanaco. Y me arrepiento. Cuando vi al bicho muerto me angustié tanto… Ahora no mato ni a una mosca. Yo creía que me gustaba cazar, pero no, me gustaba matar y llegué a esa conclusión cuando escribí mi libro Donald, un artista sin fecha de vencimiento. Me gustó mucho escribirlo y parece que se está vendiendo muy bien. A pesar de las dificultades, estoy en el mejor momento de mi vida, a los 78 años, porque perdí los miedos con esta experiencia que viví.

Donald junto a su esposa, Verónica, el gran amor de su vida y su incansable cuidadora.

-¿Qué miedos?

-Sobre todo el miedo a la muerte, y además reconozco las bendiciones que tengo. Estoy contento. De acá en más, van a venir todas cosas buenas. Sé que hay cadenas de oración en todo el país, las siento y las agradezco. Y estoy fantástico porque me probé a mí mismo que Dios existe y es verdadero. En estos días me propuse tres cosas que voy a cumplir ahora cuando salga del sanatorio.

-¿Y cuáles son esos deseos a cumplir?

-Primero voy a visitar a mis hijos que viven en Hawai. Y a la vuelta, voy a ir de San Isidro a Luján, pero no en procesión, sino con mi mujer Verónica, que amo desde hace 52 años y que es una gran cuidadora porque se ocupó de sus hijos, de sus padres, de su hermano que estaba enfermo, y ahora de mí. Me siento orgulloso de lo bien que elegí a la mujer que amo.

-¿Cuál es el último deseo?

Quiero hacer con ella también el Camino de Santiago, aunque me lleve dos o tres meses, pero hacerlo completo. En diez días voy a estar caminado. Vienen dos kinesiólogas todos los días y vamos muy bien con la recuperación.

 El popular cantante, que sigue recuperándose en el sanatorio, habló con LA NACION sobre lo que le pasó y el especial sueño que tuvo  LA NACION

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