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Boca vs. Bayern: Delgado, Clemente, recuerdos, “espinas” y polémicas de la Intercontinental de 2001

MIAMI (enviado especial).– La oportunidad de revancha tardó 23 años y medio. Y aunque esta vez no habrá una copa en juego, el clima en Miami huele a final. El frío cortante de Tokio quedó lejos; aquí se siente fuerte el calor, y también la humedad. Boca se enfrenta con Bayern, de Múnich, como en aquella noche lejana en Tokio, y no hace falta mirar el calendario para saber que algo importante está en juego. No es solo un partido. Es una historia que vuelve a abrirse, un recuerdo que sigue presente.

La segunda fecha del Mundial de Clubes repetirá el cruce de la Copa Europeo-Sudamericana de 2001, el año en que un gol en el segundo tiempo suplementario dejó a Boca con las manos vacías, sin la chance del bicampeonato intercontinental y con heridas que, todavía hoy, no se cicatrizaron. Dos de los que jugaron esa final, Marcelo Delgado y Clemente Rodríguez, la recuerdan con intensidad. Hoy, desde lugares distintos, vivirán ese episodio con sensaciones encontradas.

La alineación titular de Boca en aquella definición; arriba, Nicolás Burdisso, Rolando Schiavi, Oscar Córdoba, Román Riquelme, Cristian Traverso y Jorge Martínez, y abajo, Guillermo Barros Schelotto, Javier Villarreal, Mauricio Serna, Marcelo Delgado y Clemente Rodríguez.

Aquella noche en Japón enfrentó al campeón de la Copa Libertadores con el de la Champions League de aquel año tan difícil para Argentina. Boca venía de coronarse frente a Cruz Azul, de México, en un torneo en el que Delgado y Guillermo Barros Schelotto habían sido los mayores goleadores del equipo con cinco tantos cada uno, y en el que Chelo había marcado en suelo mexicano el gol del triunfo en la ida de la final americana. Bayern, en tanto, se había impuesto por penales al Valencia de Héctor Cúper. en la definición en el Viejo Continente.

El de Tokio fue el tercer duelo entre ambos clubes, tras un 1 a 1 en 1925, durante la famosa gira de Boca por Europa, y un 1 a 0 para Bayern en 1967. Pero esta vez se enfrentaban dos potencias, con conquistas recientes y planteles repletos de nombres fuertes. De un lado, Óscar Córdoba, Clemente, Mauricio Serna, Juan Román Riquelme, Guillermo y Delgado. Del otro, Oliver Kahn, Bixente Lizarazu, Giovane Élber y Claudio Pizarro.

Chelo, por entonces uno de los delanteros más filosos de Boca, vivió una noche amarga. A los 18 minutos vio la tarjeta amarilla por haber seguido una jugada cuando el árbitro había pitado por una posición adelantada. La amonestación, en medio del bullicio del estadio, pareció apresurada. A los 45, en la última jugada de esa mitad, el delantero recibió un pase cortado de Riquelme y, apenas vio salir a Kahn, se zambulló. El árbitro danés Kim Milton Nielsen –el mismo de Argentina 2 (4) vs. Inglaterra 2 (3) en el Mundial Francia ’98– no dudó: segunda tarjeta y expulsión. Boca, aun con diez futbolistas, se mantuvo en partido. Pero no consiguió desarrollar su juego y terminó perdiendo sobre el final.

Delgado se deja caer ante la salida del arquero Oliver Kahn, que no lo derriba; la acción desembocará en la segunda amonestación al delantero, en la última jugada del primer tiempo.

“Obviamente, a uno le queda la espina, porque estuvimos a un pasito de conseguir otra copa. La primera amarilla fue porque no escuché el silbato del árbitro, y la segunda… Bueno, uno quiso sacar ventaja o ser pícaro, pero me salió mal. Me costó la expulsión y la verdad es que la pasé mal, sobre todo por haber dejado a mis compañeros con diez en una final de esa magnitud. Al día de hoy me lo reprocho un poco”, admite Delgado, ya en otro rol: forma parte del Consejo de Fútbol del club y mirará el partido de este viernes desde un palco del Hard Rock Stadium.

Con los años, Chelo repasó esa jugada en cámara lenta: “En el momento no pensé en que tenía amarilla, pero cuando me tiré y Oliver Kahn se me quedó parado, ya sabía lo que venía. Me expulsaron. Ya está. Son decisiones que uno toma en el momento, y la verdad es que fue una decisión errónea”, reconoce hoy.

Delgado es expulsado por el danés Kim Milton Nielsen, el mismo árbitro de Argentina 2 (4) vs. Inglaterra 2 (3) en el Mundial Francia ’98;

El gol que definió la historia llegó a los cuatro minutos del segundo período extra, tras una jugada que todavía genera polémica. Luego de una mala salida de Córdoba, la pelota quedó suelta en el área chica. Clemente Rodríguez fue a despejar, pero Élber se arrojó con vehemencia y cayó encima del defensor y, en medio del desorden, Samuel Kuffour cabeceó al gol. El árbitro no cobró falta del brasileño contra Rodríguez y Bayern ganó con ese tanto y se quedó con la copa intercontinental.

Clemente, que en ese partido fue titular con apenas 20 años de edad, todavía guarda la escena en la memoria. “Me quedó un sabor amargo por esa jugada en la que me hicieron falta debajo del arco y después vino el gol. Sé que el árbitro estaba tapado y no la vio. En ese momento no había VAR. No sé qué habría pasado si la hubieran revisado. Fue una lástima. Pero, igual, es un recuerdo lindo, fue una experiencia única. Después, la vida me dio revancha, porque en 2003 fui campeón de la Intercontinental contra Milan. Pero esa me dolió”, cuenta ahora aquel rápido defensor tan ofensivo.

Compacto de Bayern 1 vs. Boca 0

La jugada fue tan discutida que, con el paso del tiempo, hasta el propio delantero brasileño terminó dándole la razón. “No era gol. Para mí no era gol. Intenté ir con el pie y cuando me caí vi que tenía un adversario y le agarré sus piernas. Así Sami Kuffour hizo el gol de cabeza. Hoy en día creo que no habría sido gol”, reconoció Giovane Élber este jueves en una entrevista con ESPN.

Luego de aquel doloroso partido en el Lejano Oriente, Delgado continuó en Boca hasta mediados de 2003. Había sido campeón y máximo goleador de la Copa Libertadores, y luego fue refuerzo de Cruz Azul, aquel club al que le había hecho el tanto en la ida de la definición de 2001. Por seis meses no disputó la intercontinental de 2003, pero resultó clave para que sus compañeros llegaran a ese encuentro definitorio, el de Yokohama contra Milan. Volvió a Boca en 2005 y siguió sumando trofeos: el Apertura, la Copa Sudamericana y la Recopa en 2005, y el Clausura 2006. En total, tiene nueve títulos de campeón en el club azul y oro, en el que dejó una huella imborrable.

Por su parte, a lo largo de los años Clemente se convirtió en un símbolo del Boca de Carlos Bianchi, con 278 partidos y ocho estrellas. Tuvo tres etapas: de 2000 a 2004, en 2007, y de 2010 a 2013. Actualmente es ayudante del DT Walter Pico en la quinta división de Boca.

Casi un cuarto de siglo después, aquel enfrentamiento con Bayern sigue presente en el recuerdo de ambos. Delgado ya no juega pero está acá, y Clemente no pudo venir a Miami pero el cariño por Boca lo hace vivir el partido como si estuviera en el estadio. Esta vez no se juega un campeonato, pero sí algo que también importa: cerrar un círculo, dar vuelta la página y construir otra historia. Porque en el fútbol, como en la vida, a veces la revancha es solo cuestión de tiempo.

MIAMI (enviado especial).– La oportunidad de revancha tardó 23 años y medio. Y aunque esta vez no habrá una copa en juego, el clima en Miami huele a final. El frío cortante de Tokio quedó lejos; aquí se siente fuerte el calor, y también la humedad. Boca se enfrenta con Bayern, de Múnich, como en aquella noche lejana en Tokio, y no hace falta mirar el calendario para saber que algo importante está en juego. No es solo un partido. Es una historia que vuelve a abrirse, un recuerdo que sigue presente.

La segunda fecha del Mundial de Clubes repetirá el cruce de la Copa Europeo-Sudamericana de 2001, el año en que un gol en el segundo tiempo suplementario dejó a Boca con las manos vacías, sin la chance del bicampeonato intercontinental y con heridas que, todavía hoy, no se cicatrizaron. Dos de los que jugaron esa final, Marcelo Delgado y Clemente Rodríguez, la recuerdan con intensidad. Hoy, desde lugares distintos, vivirán ese episodio con sensaciones encontradas.

La alineación titular de Boca en aquella definición; arriba, Nicolás Burdisso, Rolando Schiavi, Oscar Córdoba, Román Riquelme, Cristian Traverso y Jorge Martínez, y abajo, Guillermo Barros Schelotto, Javier Villarreal, Mauricio Serna, Marcelo Delgado y Clemente Rodríguez.

Aquella noche en Japón enfrentó al campeón de la Copa Libertadores con el de la Champions League de aquel año tan difícil para Argentina. Boca venía de coronarse frente a Cruz Azul, de México, en un torneo en el que Delgado y Guillermo Barros Schelotto habían sido los mayores goleadores del equipo con cinco tantos cada uno, y en el que Chelo había marcado en suelo mexicano el gol del triunfo en la ida de la final americana. Bayern, en tanto, se había impuesto por penales al Valencia de Héctor Cúper. en la definición en el Viejo Continente.

El de Tokio fue el tercer duelo entre ambos clubes, tras un 1 a 1 en 1925, durante la famosa gira de Boca por Europa, y un 1 a 0 para Bayern en 1967. Pero esta vez se enfrentaban dos potencias, con conquistas recientes y planteles repletos de nombres fuertes. De un lado, Óscar Córdoba, Clemente, Mauricio Serna, Juan Román Riquelme, Guillermo y Delgado. Del otro, Oliver Kahn, Bixente Lizarazu, Giovane Élber y Claudio Pizarro.

Chelo, por entonces uno de los delanteros más filosos de Boca, vivió una noche amarga. A los 18 minutos vio la tarjeta amarilla por haber seguido una jugada cuando el árbitro había pitado por una posición adelantada. La amonestación, en medio del bullicio del estadio, pareció apresurada. A los 45, en la última jugada de esa mitad, el delantero recibió un pase cortado de Riquelme y, apenas vio salir a Kahn, se zambulló. El árbitro danés Kim Milton Nielsen –el mismo de Argentina 2 (4) vs. Inglaterra 2 (3) en el Mundial Francia ’98– no dudó: segunda tarjeta y expulsión. Boca, aun con diez futbolistas, se mantuvo en partido. Pero no consiguió desarrollar su juego y terminó perdiendo sobre el final.

Delgado se deja caer ante la salida del arquero Oliver Kahn, que no lo derriba; la acción desembocará en la segunda amonestación al delantero, en la última jugada del primer tiempo.

“Obviamente, a uno le queda la espina, porque estuvimos a un pasito de conseguir otra copa. La primera amarilla fue porque no escuché el silbato del árbitro, y la segunda… Bueno, uno quiso sacar ventaja o ser pícaro, pero me salió mal. Me costó la expulsión y la verdad es que la pasé mal, sobre todo por haber dejado a mis compañeros con diez en una final de esa magnitud. Al día de hoy me lo reprocho un poco”, admite Delgado, ya en otro rol: forma parte del Consejo de Fútbol del club y mirará el partido de este viernes desde un palco del Hard Rock Stadium.

Con los años, Chelo repasó esa jugada en cámara lenta: “En el momento no pensé en que tenía amarilla, pero cuando me tiré y Oliver Kahn se me quedó parado, ya sabía lo que venía. Me expulsaron. Ya está. Son decisiones que uno toma en el momento, y la verdad es que fue una decisión errónea”, reconoce hoy.

Delgado es expulsado por el danés Kim Milton Nielsen, el mismo árbitro de Argentina 2 (4) vs. Inglaterra 2 (3) en el Mundial Francia ’98;

El gol que definió la historia llegó a los cuatro minutos del segundo período extra, tras una jugada que todavía genera polémica. Luego de una mala salida de Córdoba, la pelota quedó suelta en el área chica. Clemente Rodríguez fue a despejar, pero Élber se arrojó con vehemencia y cayó encima del defensor y, en medio del desorden, Samuel Kuffour cabeceó al gol. El árbitro no cobró falta del brasileño contra Rodríguez y Bayern ganó con ese tanto y se quedó con la copa intercontinental.

Clemente, que en ese partido fue titular con apenas 20 años de edad, todavía guarda la escena en la memoria. “Me quedó un sabor amargo por esa jugada en la que me hicieron falta debajo del arco y después vino el gol. Sé que el árbitro estaba tapado y no la vio. En ese momento no había VAR. No sé qué habría pasado si la hubieran revisado. Fue una lástima. Pero, igual, es un recuerdo lindo, fue una experiencia única. Después, la vida me dio revancha, porque en 2003 fui campeón de la Intercontinental contra Milan. Pero esa me dolió”, cuenta ahora aquel rápido defensor tan ofensivo.

Compacto de Bayern 1 vs. Boca 0

La jugada fue tan discutida que, con el paso del tiempo, hasta el propio delantero brasileño terminó dándole la razón. “No era gol. Para mí no era gol. Intenté ir con el pie y cuando me caí vi que tenía un adversario y le agarré sus piernas. Así Sami Kuffour hizo el gol de cabeza. Hoy en día creo que no habría sido gol”, reconoció Giovane Élber este jueves en una entrevista con ESPN.

Luego de aquel doloroso partido en el Lejano Oriente, Delgado continuó en Boca hasta mediados de 2003. Había sido campeón y máximo goleador de la Copa Libertadores, y luego fue refuerzo de Cruz Azul, aquel club al que le había hecho el tanto en la ida de la definición de 2001. Por seis meses no disputó la intercontinental de 2003, pero resultó clave para que sus compañeros llegaran a ese encuentro definitorio, el de Yokohama contra Milan. Volvió a Boca en 2005 y siguió sumando trofeos: el Apertura, la Copa Sudamericana y la Recopa en 2005, y el Clausura 2006. En total, tiene nueve títulos de campeón en el club azul y oro, en el que dejó una huella imborrable.

Por su parte, a lo largo de los años Clemente se convirtió en un símbolo del Boca de Carlos Bianchi, con 278 partidos y ocho estrellas. Tuvo tres etapas: de 2000 a 2004, en 2007, y de 2010 a 2013. Actualmente es ayudante del DT Walter Pico en la quinta división de Boca.

Casi un cuarto de siglo después, aquel enfrentamiento con Bayern sigue presente en el recuerdo de ambos. Delgado ya no juega pero está acá, y Clemente no pudo venir a Miami pero el cariño por Boca lo hace vivir el partido como si estuviera en el estadio. Esta vez no se juega un campeonato, pero sí algo que también importa: cerrar un círculo, dar vuelta la página y construir otra historia. Porque en el fútbol, como en la vida, a veces la revancha es solo cuestión de tiempo.

 En conversación para LA NACION, ambos reviven el recordado duelo en Tokio: la expulsión a Chelo y la falta contra el defensor no cobrada  LA NACION

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