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Dafne Cejas. La top model posa en “Las niñas”, la estancia de 1910 que perteneció al tatarabuelo de su marido, Andrés Cigorraga Castex

A través de la lente de la cámara, Andrés Cigorraga Castex (39) sigue paciente el recorrido que hace su mujer, Dafne Cejas (32), la cordobesa dueña de ese estilo único que conquistó a las grandes marcas internacionales, desde Givenchy y Hermès hasta Max Mara, Zac Posen y Louis Vuitton, entre muchísimas otras. Este fin de semana de finales de junio, la top model no está arriba de ninguna de las pasarelas de Nueva York o Milán: con su elegancia infinita (mide 1,83 m), galopa bordeando la orilla de las lagunas de esta estancia al sudoeste de la provincia de Santa Fe, propiedad de la familia de Andrés, quien ahora acaba de gatillar el obturador para conseguir la secuencia de fotos que estaba buscando.

Dafne es camaleónica, curiosa y audaz: en un segundo, puede pasar de un look infartante con stilettos abismales a andar de jeans con un look tomboy; de hacer un shooting para una marca top a preparar la tesis con la que obtendrá su título como historiadora del arte; de ser la anfitriona en la inauguración de una muestra de un artista emergente a esta versión wild que luce en este momento, en medio de la llanura santafesina. “Sacarle fotos a Dafne es un lujo. Como es una gran directora creativa, hace que mis fotos luzcan”, dice Andrés a ¡HOLA! Argentina cuando ya están de regreso en el casco de la estancia, una construcción con mucha historia y que, desde que se casaron en 2019, se ha convertido en el refugio que la pareja elige.

En el living de la casa, el lugar que Dafne y Andrés eligen para leer, escuchar jazz, tomar el té y pasar un buen rato con amigos (hay una mesa de juegos para ajedrez y cartas). Recientemente restaurados, la boiserie y el piso damero son los originales. [Dafne, con cazadora de lana con cuadros y camisa de seda, de Mènage à Trois; pantalón de jean tiro alto, de Saint Laurent; y botas largas de Chanel].

“A poco de casarnos, se decretó la cuarentena por el coronavirus y decidimos instalarnos acá. Fue un desafío: la casa estaba en plena remodelación, y estuvimos meses atrincherados en la única habitación que tenía calefacción, mientras un gran sector se demolía. Al final, resultó divertidísimo, pero fue toda una aventura”, dicen ellos.

–Inauguraron el matrimonio de manera hostil…

Dafne: La casa fue construida cerca de 1910 en el campo de la familia de Alejandro Estrugamou, el tatarabuelo de Andrés, quien fue el mismo que ordenó la construcción del edificio Estrugamou en Retiro y que, junto con Eduardo Casey, fundó la ciudad de Venado Tuerto en 1884. La mamá de Andrés había emprendido una gran reforma para volver al diseño original.

Andrés: En los años 40, el casco, que era de una planta, fue ampliado debido al nacimiento de los hijos de los descendientes de Estrugamou. Terminó siendo una casa de dos pisos demasiado grande y con un mix de estilos: colonial inglés y americano. La remodelación que inició mi mamá culminó en 2023 y llevó casi diez años. Pero, cuando la pandemia terminó, ninguno quería irse del campo. Ahora, siempre que podemos, venimos. Y desde el año pasado, sumamos a nuestro perro Egon: está feliz acá.

Con Egon, su boyero, en el hall de entrada, en cuyas paredes hay grabados ingleses con escenas ecuestres. [Suéter con rombos de lana de alpaca y pantalón de cuero, de Curatoria].

–Llevan seis años de casados, pero suman muchos más como amigos. ¿Qué admiran el uno del otro?

Dafne: Su amorosidad y su paciencia. Siempre fue así. Nos conocimos a través de un amigo en común, en un bar de Palermo. Después fuimos compartiendo viajes, años nuevos, navidades… Cada uno estaba en una relación aparte; nos encontramos más tarde, en otra situación, ya solteros. Andy es un gran compañero. El mejor. Y me encanta que en situaciones adversas se mantenga tranquilo. A veces, soy muy cabrona, y él está siempre tratando de poner paños fríos, de calmar las aguas. Hablamos mucho. En todo momento, busca la manera de alentarme. “Dale, vos podés, vos podés”, suele decirme. Es mi gran impulsor.

Andrés: Es supercariñosa, generosa y una amiga buenísima. Admiro que sea perseverante y disciplinada para alcanzar sus metas, que son muchísimas. Cuando se propone algo, da todo para lograrlo. Es inquieta, curiosa y mandada. Me encanta que se anime a hacer cosas nuevas, como incursionar en el arte.

La parjea, posando para ¡HOLA! Argentina. “El hall es como un museo familiar”, cuenta Dafne. Atrás, una pintura de la familia Estrugamou Turner Casey, los tatarabuelos de Andrés, y sus hijos. A ambos lados de Andrés, fotos de su madre, Angélica Prádère Castex, y de su abuelo, Juan Prádère Castex, durante un partido de polo en los Estados Unidos. A la izquierda 
de Dafne, un retrato de Enriqueta Prádère Castex de Gainza Paz, tía abuela de Andy; y una foto de Alejandro Estrugamou, creador del edificio Estrugamou. En el atril, su mujer, Rosa 
Isabel Turner Casey. [Dafne y Andrés hacen matching con suéteres de alpaca con diseño de rombos de Curatoria].

–Estaban en el campo, durante la pandemia, cuando Dafne se anotó en Historia del Arte. Sobre esa decisión, ¿objetaste algo, Andrés?

Andrés: ¡La alenté! Sabía que le iba a encantar. Si bien no la terminé, yo estudié la misma carrera tras recibirme de Administración de Empresas. Dentro de poco, Dafne rendirá sus últimos finales, y yo ya estoy organizando el operativo para tirarle harina y huevos. [Se ríe]. Dafne también cursó Curaduría de Arte [con Victoria Noorthoorn, la directora del Museo de Arte Moderno]. Su primer ejercicio curatorial lo hizo con Buenos Aires in the Flesh, el dossier fotográfico que realicé junto con Cristian Altamirano [el trabajo cuenta la historia de Buenos Aires a través de 15 producciones de moda]. Fue un lujo que ella curara mi trabajo, que fue presentado en el Consulado de Argentina en Nueva York ante 100 invitados.

Dafne: ¡Pasé muchos nervios curando la obra de mi marido y su socio! Pero todo estuvo muy bien: mis profesores me ayudaron muchísimo. En 2021, el libro fue declarado de interés cultural por la Legislatura porteña.

El escritorio es uno de los lugares favoritos de Dafne. Tiene una biblioteca con libros de todas las disciplinas, una colección de fósiles y premios de hacienda y caballos.

–¿Tampoco hubo reclamos de Andrés cuando te involucraste con Barrakesh? [Es el centro cultural que abrieron en Barracas con cinco socios –Javier Pita, Gabriela Yaceszen, Carlos Carabia Gómez y Sara “Kiwi” Stewart Brown– para apoyar a artistas emergentes; en 2025, se mudó al barrio de Retiro]. ¡Sumada a tu propia agenda como modelo, la agenda de Barrakesh no para!

Dafne: [Se ríe] Tengo muchas actividades y disfruto todo lo que hago… Y Andrés suele ir advirtiéndome: “Hasta dos o tres eventos o comidas a la semana te acompaño… más no”. En Punta del Este, por ejemplo, donde confluyen el modelaje y presentaciones de Barrakesh en festivales, él termina odiando un poco mi agenda. Muchas veces, con mi amiga Cecilia Méndez, también modelo, vamos juntas a planes que son con marido [Se ríe].

Andrés: No es que evite los planes sociales: los dosifico. [Se ríe]. En donde sea, Dafne está siempre haciendo cosas. Ahora, en este último viaje, se entusiasmó despintando unas sillas. Involucró a su hermano Gastón, a Anita [Galiano], su madre, y a unas amigas que vinieron. Cada vez que invitamos gente, lo primero que todos nos preguntan es qué tareas les va a asignar Dafne: ella los convence, les asegura que es laborterapia.

Dafne: Andrés tampoco zafa. Cuando la obra fue avanzando, nos pusimos a ordenar la biblioteca, que es completísima: tiene ejemplares de arte, filosofía, estética, fotografía, psicología… Le vivo proponiendo que cambiemos muebles de lugar, trasplantamos plantas y reprodujimos árboles. El parque de este campo fue diseñado por Carlos Thays hijo; nuestro plan es ir recuperándolo: tiene árboles espectaculares. De a poco, fuimos reviviendo algunas áreas: en la casa, se redujo la cantidad de habitaciones y les dimos un twist a muchos ambientes, pusimos nuestros toques encantadores. En el exterior, rescatamos el invernadero y el patio de invierno, que tiene pool y un fogón…

En el office, ubicado al lado de la cocina; allí suelen desayunar o almorzar cuando hay pocas personas. [Camisa oversized y pantalón de cuero con hebillas en los tobillos, de Curatoria; alpargatas de 1813 Argentina y collar vintage con perlas].

Ir al campo no parece un plan para el relax

Dafne: Hay descanso cero, pero como nos instalamos por muchos días, no se nota. La vida que elegimos es entretenida y muy activa. Pero así como nos gusta el bochinche, viajar a lugares raros y conocer todo lo que se pueda, también nos gusta estar tranquilos, armar un pícnic al lado de la laguna, cabalgar. Con el tiempo fui perfeccionando mi manera de andar a caballo: Andrés me decía que tenía que aprender a montar sin estribos, más al estilo gaucho, sólo con el recado. ¡Aprendí y me encanta! Acá podemos estar horas leyendo, intercambiándonos libros. Hoy, si necesito terminar un proyecto curatorial, lo hago acá, en medio del silencio y mirando al parque.

Con Egon, en el boulevard, ideal para hacer caminatas. El parque fue diseñado por Thays hijo. [Vestido largo de hilo tejido y cazadora de cuero, de Curatoria; botas de cuero, de Chanel; y 
sombrero, de Borsalino].

–¿Cocinar es plan cuando están en el campo?

Andrés: No cocino, pero a Dafne le gusta mucho. Durante la pandemia, buscaba recetas en internet y hacía de todo, incluso dulce de membrillo. Tenemos un grupo de amigos con el que, cuando viene, nos la pasamos en la cocina. Cada uno tiene un día asignado: hacemos risottos, pastas, pescados, carnes… Es como un viaje gourmet. Cuando nos vamos, nos llevamos varios kilos de más. Dafne: Pero en cuanto volvemos a casa, nos acomodamos. Comemos supersano los dos, y Andy entrena con una constancia que yo desearía. [Se ríe]. Porque si tengo el día cargado de cosas o si estoy con exámenes, lo primero que hago es cancelar mi entrenamiento. Tenemos, incluso, una rutina de skincare: con ese tema, logré evangelizar a todos los que me rodean. A él también.

Andrés: Hicimos un viaje a Corea, y ahí todo es skincare. Nos divertimos probando cremas, gadgets… Dafne alucinó con una maquinita de bolsillo que tiene muchísimas aplicaciones: limpia, tensa, te saca la cara de dormido en las mañanas.

–En algunos eventos, se los ve con outfits coordinados. ¿Se ponen de acuerdo?

Dafne: Siempre me gustó el look de Andy… desde cuando éramos amigos. Era el más canchero, el más roquero. No opino sobre sus outfits, pero cuando veo algo que me gusta, le digo “Che, esta chaqueta te quedaría bárbara”. Muchas veces, él me pregunta qué hacer con el pelo, porque se lo cambia cada dos por tres: a veces, lo tiene largo; y otras, se vuelve medio tano y superformal. Más de una vez, se lo corta él mismo y tengo que arrastrarlo para que mi peluquero arregle el desastre. [Se ríe].

Andrés: Muchas veces, compartimos ropa. Hace poco, estuve peleando como loco con los pantalones de un smoking: no me entraban. Eran de Dafne: se habían mezclado con mi saco.

Dafne: [Se ríe]. Hace poco, él vio una foto mía publicada y dijo “Che, ese es mi saco”. Es que Andy tiene unos sacos zarpados.

Con Andy, disfrutamos ir cabalgando por la estancia hacia una de las lagunas, que es extensa y tiene una isla en el centro: llevamos todo para hacer pícnic ahí y regresamos casi cuando el sol ya no está”, cuenta. [Pantalón de cuero y suéter color con trenzas en los brazos, de Curatoria; sombrero, de Borsalino; y un poncho que Dafne compró en Jujuy].

–¿Cómo compatibilizan los proyectos de cada uno?

Andrés: Juntos hemos ido armando un esquema híbrido: mitad del año en la Argentina y mitad del año afuera. En agosto, nos vamos a Italia, y allí cada uno tiene su agenda. Nuestro presente es muy dinámico. Creo que, a medida que vas creciendo, vas sabiendo con certeza lo que querés, cómo querés vivir. Con Dafne hablamos mucho todo, y desde el principio, la idea ha sido crecer juntos y lograr momentos de felicidad increíbles.

Dafne: Hemos ido cambiando nuestras carreras y los lugares en donde vivimos. Sentirte cómoda con los pasos que vas dando te da la pauta de que vas bien. ¡Y si con vos tenés un compañero increíble, el camino se hace más lindo! Lo nuestro, con Andy, es un work in progress: vamos acercándonos a la versión que queremos de cada uno. En Milán, mientras yo reconecto con la moda, que había pausado por mis estudios, Andy, que está en un impasse con la fotografía, se dedicará a las finanzas y a avanzar en proyectos vinculados a la literatura y al arte: por un lado, escribir una novela; y, por el otro, tokenizar arte físico y convertirlo en arte digital a través de la tecnología del blockchain.

Una vista del campo tomada por Andy en el tanque, que, al igual que el invernadero, la cancha de tenis y la de golf, fue realizado por fabricaciones Eiffel.

-¿El proyecto de ser padres sigue en stand by?

Andrés: Lo estamos hablando cada vez más. Mi hermano Nicolás ya tiene dos hijos, y la pregunta por nosotros ya anda dando vueltas…

Dafne: Tenemos muchas ganas de ser padres. Cada vez estamos más into [en inglés, la expresión indica que se avanza hacia una dirección determinada]. El año pasado, adoptamos a Egon [un boyero de Berna] que, en cierta manera, nos puso en situación de práctica: es grande como un dinosaurio, tiene hambre todo el tiempo y exige muchos cuidados. Por lo pronto, mi mamá muestra fotos de Egon y dice: “Este es mi nieto”. La presión ya existe. [Se ríe]. Tener un hijo, quizás, sea el gran proyecto del año que viene.

Acá, un plano más abierto de la foto de apertura de esta nota. “En el comedor, me encanta preparar la mesa para recibir amigos y familia, sobre todo en Navidad. Para poner los nombres de los comensales, uso las tarjetas antiguas –tienen los nombres de los abuelos de Andrés–. A la vajilla –inglesa Spode Copeland del siglo XIX– de la casa, voy agregándole piezas nuevas que vamos comprando de a poco”, dice Dafne. [Trench largo de lana y pantalón de corderoy, de Mènage à Trois, y polera de cashmere 
[Saint Laurent]. La araña pertenecía al comedor de la casa que los Estrugamou tenían en Retiro.Se casaron en 2019. La fiesta se realizó en la Casa Basavilbaso.

Fotos: Andrés Cigorraga Castex

Agradecemos a Curatoria @curatoriadesign, Ménage à Trois @menage_a_trois_boutique y a 1813 Argentina, de Romina Bonaparte @1813argentina.

La tapa de revista ¡Hola! de esta semana

A través de la lente de la cámara, Andrés Cigorraga Castex (39) sigue paciente el recorrido que hace su mujer, Dafne Cejas (32), la cordobesa dueña de ese estilo único que conquistó a las grandes marcas internacionales, desde Givenchy y Hermès hasta Max Mara, Zac Posen y Louis Vuitton, entre muchísimas otras. Este fin de semana de finales de junio, la top model no está arriba de ninguna de las pasarelas de Nueva York o Milán: con su elegancia infinita (mide 1,83 m), galopa bordeando la orilla de las lagunas de esta estancia al sudoeste de la provincia de Santa Fe, propiedad de la familia de Andrés, quien ahora acaba de gatillar el obturador para conseguir la secuencia de fotos que estaba buscando.

Dafne es camaleónica, curiosa y audaz: en un segundo, puede pasar de un look infartante con stilettos abismales a andar de jeans con un look tomboy; de hacer un shooting para una marca top a preparar la tesis con la que obtendrá su título como historiadora del arte; de ser la anfitriona en la inauguración de una muestra de un artista emergente a esta versión wild que luce en este momento, en medio de la llanura santafesina. “Sacarle fotos a Dafne es un lujo. Como es una gran directora creativa, hace que mis fotos luzcan”, dice Andrés a ¡HOLA! Argentina cuando ya están de regreso en el casco de la estancia, una construcción con mucha historia y que, desde que se casaron en 2019, se ha convertido en el refugio que la pareja elige.

En el living de la casa, el lugar que Dafne y Andrés eligen para leer, escuchar jazz, tomar el té y pasar un buen rato con amigos (hay una mesa de juegos para ajedrez y cartas). Recientemente restaurados, la boiserie y el piso damero son los originales. [Dafne, con cazadora de lana con cuadros y camisa de seda, de Mènage à Trois; pantalón de jean tiro alto, de Saint Laurent; y botas largas de Chanel].

“A poco de casarnos, se decretó la cuarentena por el coronavirus y decidimos instalarnos acá. Fue un desafío: la casa estaba en plena remodelación, y estuvimos meses atrincherados en la única habitación que tenía calefacción, mientras un gran sector se demolía. Al final, resultó divertidísimo, pero fue toda una aventura”, dicen ellos.

–Inauguraron el matrimonio de manera hostil…

Dafne: La casa fue construida cerca de 1910 en el campo de la familia de Alejandro Estrugamou, el tatarabuelo de Andrés, quien fue el mismo que ordenó la construcción del edificio Estrugamou en Retiro y que, junto con Eduardo Casey, fundó la ciudad de Venado Tuerto en 1884. La mamá de Andrés había emprendido una gran reforma para volver al diseño original.

Andrés: En los años 40, el casco, que era de una planta, fue ampliado debido al nacimiento de los hijos de los descendientes de Estrugamou. Terminó siendo una casa de dos pisos demasiado grande y con un mix de estilos: colonial inglés y americano. La remodelación que inició mi mamá culminó en 2023 y llevó casi diez años. Pero, cuando la pandemia terminó, ninguno quería irse del campo. Ahora, siempre que podemos, venimos. Y desde el año pasado, sumamos a nuestro perro Egon: está feliz acá.

Con Egon, su boyero, en el hall de entrada, en cuyas paredes hay grabados ingleses con escenas ecuestres. [Suéter con rombos de lana de alpaca y pantalón de cuero, de Curatoria].

–Llevan seis años de casados, pero suman muchos más como amigos. ¿Qué admiran el uno del otro?

Dafne: Su amorosidad y su paciencia. Siempre fue así. Nos conocimos a través de un amigo en común, en un bar de Palermo. Después fuimos compartiendo viajes, años nuevos, navidades… Cada uno estaba en una relación aparte; nos encontramos más tarde, en otra situación, ya solteros. Andy es un gran compañero. El mejor. Y me encanta que en situaciones adversas se mantenga tranquilo. A veces, soy muy cabrona, y él está siempre tratando de poner paños fríos, de calmar las aguas. Hablamos mucho. En todo momento, busca la manera de alentarme. “Dale, vos podés, vos podés”, suele decirme. Es mi gran impulsor.

Andrés: Es supercariñosa, generosa y una amiga buenísima. Admiro que sea perseverante y disciplinada para alcanzar sus metas, que son muchísimas. Cuando se propone algo, da todo para lograrlo. Es inquieta, curiosa y mandada. Me encanta que se anime a hacer cosas nuevas, como incursionar en el arte.

La parjea, posando para ¡HOLA! Argentina. “El hall es como un museo familiar”, cuenta Dafne. Atrás, una pintura de la familia Estrugamou Turner Casey, los tatarabuelos de Andrés, y sus hijos. A ambos lados de Andrés, fotos de su madre, Angélica Prádère Castex, y de su abuelo, Juan Prádère Castex, durante un partido de polo en los Estados Unidos. A la izquierda 
de Dafne, un retrato de Enriqueta Prádère Castex de Gainza Paz, tía abuela de Andy; y una foto de Alejandro Estrugamou, creador del edificio Estrugamou. En el atril, su mujer, Rosa 
Isabel Turner Casey. [Dafne y Andrés hacen matching con suéteres de alpaca con diseño de rombos de Curatoria].

–Estaban en el campo, durante la pandemia, cuando Dafne se anotó en Historia del Arte. Sobre esa decisión, ¿objetaste algo, Andrés?

Andrés: ¡La alenté! Sabía que le iba a encantar. Si bien no la terminé, yo estudié la misma carrera tras recibirme de Administración de Empresas. Dentro de poco, Dafne rendirá sus últimos finales, y yo ya estoy organizando el operativo para tirarle harina y huevos. [Se ríe]. Dafne también cursó Curaduría de Arte [con Victoria Noorthoorn, la directora del Museo de Arte Moderno]. Su primer ejercicio curatorial lo hizo con Buenos Aires in the Flesh, el dossier fotográfico que realicé junto con Cristian Altamirano [el trabajo cuenta la historia de Buenos Aires a través de 15 producciones de moda]. Fue un lujo que ella curara mi trabajo, que fue presentado en el Consulado de Argentina en Nueva York ante 100 invitados.

Dafne: ¡Pasé muchos nervios curando la obra de mi marido y su socio! Pero todo estuvo muy bien: mis profesores me ayudaron muchísimo. En 2021, el libro fue declarado de interés cultural por la Legislatura porteña.

El escritorio es uno de los lugares favoritos de Dafne. Tiene una biblioteca con libros de todas las disciplinas, una colección de fósiles y premios de hacienda y caballos.

–¿Tampoco hubo reclamos de Andrés cuando te involucraste con Barrakesh? [Es el centro cultural que abrieron en Barracas con cinco socios –Javier Pita, Gabriela Yaceszen, Carlos Carabia Gómez y Sara “Kiwi” Stewart Brown– para apoyar a artistas emergentes; en 2025, se mudó al barrio de Retiro]. ¡Sumada a tu propia agenda como modelo, la agenda de Barrakesh no para!

Dafne: [Se ríe] Tengo muchas actividades y disfruto todo lo que hago… Y Andrés suele ir advirtiéndome: “Hasta dos o tres eventos o comidas a la semana te acompaño… más no”. En Punta del Este, por ejemplo, donde confluyen el modelaje y presentaciones de Barrakesh en festivales, él termina odiando un poco mi agenda. Muchas veces, con mi amiga Cecilia Méndez, también modelo, vamos juntas a planes que son con marido [Se ríe].

Andrés: No es que evite los planes sociales: los dosifico. [Se ríe]. En donde sea, Dafne está siempre haciendo cosas. Ahora, en este último viaje, se entusiasmó despintando unas sillas. Involucró a su hermano Gastón, a Anita [Galiano], su madre, y a unas amigas que vinieron. Cada vez que invitamos gente, lo primero que todos nos preguntan es qué tareas les va a asignar Dafne: ella los convence, les asegura que es laborterapia.

Dafne: Andrés tampoco zafa. Cuando la obra fue avanzando, nos pusimos a ordenar la biblioteca, que es completísima: tiene ejemplares de arte, filosofía, estética, fotografía, psicología… Le vivo proponiendo que cambiemos muebles de lugar, trasplantamos plantas y reprodujimos árboles. El parque de este campo fue diseñado por Carlos Thays hijo; nuestro plan es ir recuperándolo: tiene árboles espectaculares. De a poco, fuimos reviviendo algunas áreas: en la casa, se redujo la cantidad de habitaciones y les dimos un twist a muchos ambientes, pusimos nuestros toques encantadores. En el exterior, rescatamos el invernadero y el patio de invierno, que tiene pool y un fogón…

En el office, ubicado al lado de la cocina; allí suelen desayunar o almorzar cuando hay pocas personas. [Camisa oversized y pantalón de cuero con hebillas en los tobillos, de Curatoria; alpargatas de 1813 Argentina y collar vintage con perlas].

Ir al campo no parece un plan para el relax

Dafne: Hay descanso cero, pero como nos instalamos por muchos días, no se nota. La vida que elegimos es entretenida y muy activa. Pero así como nos gusta el bochinche, viajar a lugares raros y conocer todo lo que se pueda, también nos gusta estar tranquilos, armar un pícnic al lado de la laguna, cabalgar. Con el tiempo fui perfeccionando mi manera de andar a caballo: Andrés me decía que tenía que aprender a montar sin estribos, más al estilo gaucho, sólo con el recado. ¡Aprendí y me encanta! Acá podemos estar horas leyendo, intercambiándonos libros. Hoy, si necesito terminar un proyecto curatorial, lo hago acá, en medio del silencio y mirando al parque.

Con Egon, en el boulevard, ideal para hacer caminatas. El parque fue diseñado por Thays hijo. [Vestido largo de hilo tejido y cazadora de cuero, de Curatoria; botas de cuero, de Chanel; y 
sombrero, de Borsalino].

–¿Cocinar es plan cuando están en el campo?

Andrés: No cocino, pero a Dafne le gusta mucho. Durante la pandemia, buscaba recetas en internet y hacía de todo, incluso dulce de membrillo. Tenemos un grupo de amigos con el que, cuando viene, nos la pasamos en la cocina. Cada uno tiene un día asignado: hacemos risottos, pastas, pescados, carnes… Es como un viaje gourmet. Cuando nos vamos, nos llevamos varios kilos de más. Dafne: Pero en cuanto volvemos a casa, nos acomodamos. Comemos supersano los dos, y Andy entrena con una constancia que yo desearía. [Se ríe]. Porque si tengo el día cargado de cosas o si estoy con exámenes, lo primero que hago es cancelar mi entrenamiento. Tenemos, incluso, una rutina de skincare: con ese tema, logré evangelizar a todos los que me rodean. A él también.

Andrés: Hicimos un viaje a Corea, y ahí todo es skincare. Nos divertimos probando cremas, gadgets… Dafne alucinó con una maquinita de bolsillo que tiene muchísimas aplicaciones: limpia, tensa, te saca la cara de dormido en las mañanas.

–En algunos eventos, se los ve con outfits coordinados. ¿Se ponen de acuerdo?

Dafne: Siempre me gustó el look de Andy… desde cuando éramos amigos. Era el más canchero, el más roquero. No opino sobre sus outfits, pero cuando veo algo que me gusta, le digo “Che, esta chaqueta te quedaría bárbara”. Muchas veces, él me pregunta qué hacer con el pelo, porque se lo cambia cada dos por tres: a veces, lo tiene largo; y otras, se vuelve medio tano y superformal. Más de una vez, se lo corta él mismo y tengo que arrastrarlo para que mi peluquero arregle el desastre. [Se ríe].

Andrés: Muchas veces, compartimos ropa. Hace poco, estuve peleando como loco con los pantalones de un smoking: no me entraban. Eran de Dafne: se habían mezclado con mi saco.

Dafne: [Se ríe]. Hace poco, él vio una foto mía publicada y dijo “Che, ese es mi saco”. Es que Andy tiene unos sacos zarpados.

Con Andy, disfrutamos ir cabalgando por la estancia hacia una de las lagunas, que es extensa y tiene una isla en el centro: llevamos todo para hacer pícnic ahí y regresamos casi cuando el sol ya no está”, cuenta. [Pantalón de cuero y suéter color con trenzas en los brazos, de Curatoria; sombrero, de Borsalino; y un poncho que Dafne compró en Jujuy].

–¿Cómo compatibilizan los proyectos de cada uno?

Andrés: Juntos hemos ido armando un esquema híbrido: mitad del año en la Argentina y mitad del año afuera. En agosto, nos vamos a Italia, y allí cada uno tiene su agenda. Nuestro presente es muy dinámico. Creo que, a medida que vas creciendo, vas sabiendo con certeza lo que querés, cómo querés vivir. Con Dafne hablamos mucho todo, y desde el principio, la idea ha sido crecer juntos y lograr momentos de felicidad increíbles.

Dafne: Hemos ido cambiando nuestras carreras y los lugares en donde vivimos. Sentirte cómoda con los pasos que vas dando te da la pauta de que vas bien. ¡Y si con vos tenés un compañero increíble, el camino se hace más lindo! Lo nuestro, con Andy, es un work in progress: vamos acercándonos a la versión que queremos de cada uno. En Milán, mientras yo reconecto con la moda, que había pausado por mis estudios, Andy, que está en un impasse con la fotografía, se dedicará a las finanzas y a avanzar en proyectos vinculados a la literatura y al arte: por un lado, escribir una novela; y, por el otro, tokenizar arte físico y convertirlo en arte digital a través de la tecnología del blockchain.

Una vista del campo tomada por Andy en el tanque, que, al igual que el invernadero, la cancha de tenis y la de golf, fue realizado por fabricaciones Eiffel.

-¿El proyecto de ser padres sigue en stand by?

Andrés: Lo estamos hablando cada vez más. Mi hermano Nicolás ya tiene dos hijos, y la pregunta por nosotros ya anda dando vueltas…

Dafne: Tenemos muchas ganas de ser padres. Cada vez estamos más into [en inglés, la expresión indica que se avanza hacia una dirección determinada]. El año pasado, adoptamos a Egon [un boyero de Berna] que, en cierta manera, nos puso en situación de práctica: es grande como un dinosaurio, tiene hambre todo el tiempo y exige muchos cuidados. Por lo pronto, mi mamá muestra fotos de Egon y dice: “Este es mi nieto”. La presión ya existe. [Se ríe]. Tener un hijo, quizás, sea el gran proyecto del año que viene.

Acá, un plano más abierto de la foto de apertura de esta nota. “En el comedor, me encanta preparar la mesa para recibir amigos y familia, sobre todo en Navidad. Para poner los nombres de los comensales, uso las tarjetas antiguas –tienen los nombres de los abuelos de Andrés–. A la vajilla –inglesa Spode Copeland del siglo XIX– de la casa, voy agregándole piezas nuevas que vamos comprando de a poco”, dice Dafne. [Trench largo de lana y pantalón de corderoy, de Mènage à Trois, y polera de cashmere 
[Saint Laurent]. La araña pertenecía al comedor de la casa que los Estrugamou tenían en Retiro.Se casaron en 2019. La fiesta se realizó en la Casa Basavilbaso.

Fotos: Andrés Cigorraga Castex

Agradecemos a Curatoria @curatoriadesign, Ménage à Trois @menage_a_trois_boutique y a 1813 Argentina, de Romina Bonaparte @1813argentina.

La tapa de revista ¡Hola! de esta semana

 Casada desde 2019, la cordobesa pasa mucho tiempo en el campo junto a su gran amor, que en esta nota, la retrata como ninguno  LA NACION

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