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Así fue la larga amistad entre Donald Trump y Jeffrey Epstein, el financista acusado de pedófilo

NUEVA YORK.- En el remolino de dinero y mujeres bronceadas que conformaba su ambiente de Palm Beach y Manhattan, el presidente Donald Trump y Jeffrey Epstein pasaron casi 15 años lado a lado, conviviendo como amigos públicos.

Hubo suntuosas cenas con personalidades de renombre en la mansión de Epstein en el Upper East Side y estridentes fiestas con animadoras y modelos en el club privado y residencia de Trump en Mar-a-Lago. Entremedias, hubo viajes de ida y vuelta de Florida a Nueva York en uno de los jets privados de Epstein.

Pero detrás del glamur de los tabloides, han persistido las preguntas sobre lo que la larga asociación de Trump con Epstein dice sobre su juicio y su carácter, especialmente cuando sus aliados han avivado siniestras afirmaciones sobre las conexiones de Epstein con los demócratas. Tras la ruptura de su relación, el desacreditado financiero acabó tras las rejas no solo una vez, sino dos, tras ser acusado de mantener relaciones sexuales con chicas adolescentes.

Foto difundida por el Registro de Delincuentes Sexuales del estado de Nueva York, que muestra al financista Jeffrey Epstein, el 28 de marzo del 2017.

Una de las jóvenes que posteriormente declaró que Epstein la sometió a engaño pederasta y abusó de ella fue reclutada en su mundo mientras trabajaba como asistente de un spa en Mar-a-Lago. Otra acusadora recordó haber sido observada por Trump durante un breve encuentro en la oficina de Epstein, y afirmó que Epstein le había dicho a Trump en ese momento que “ella no es para ti”.

Otra mujer ha dicho que Trump la manoseó cuando Epstein la llevó a la Torre Trump en Manhattan para reunirse con él. Esta semana, The Wall Street Journal informó que Trump obsequió a Epstein una nota por su cumpleaños 50 en 2003 que incluía el boceto de una mujer desnuda y una referencia críptica a un “secreto” que ambos hombres compartían. Trump ha negado haber escrito el mensaje y presentó el viernes una demanda por difamación que impugna la historia.

Trump nunca ha sido acusado de actos indebidos en relación con el caso Epstein, y ha dicho que no tenía “ni idea” de que Epstein abusaba de mujeres jóvenes. En respuesta a una petición de comentarios sobre la historia del presidente con Epstein, Karoline Leavitt, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo que Trump había prohibido a Epstein la entrada a su club Mar-a-Lago “por ser un pervertido”.

“Estas historias son intentos trillados y patéticos de distraer de todo el éxito del gobierno del presidente Trump”, dijo en un comunicado.

Ghislaine Maxwell (extremo derecha) junto a Epstein y Donald Trump (izquierda).

Trump y Epstein tomaron caminos separados después de una riña alrededor de 2004, y siguieron direcciones drásticamente diferentes: uno hacia la cárcel y el suicidio, el otro hacia una mayor celebridad y la Casa Blanca.

A medida que las críticas por el manejo del caso de Epstein aumentaron con los años, algunos de los aliados más acérrimos de Trump promovieron teorías de que el gobierno había encubierto el alcance de su red para proteger lo que han descrito como una cábala de hombres poderosos y celebridades, en su mayoría demócratas.

Donald Trump junto a Jeffrey Epstein, en 1992 - Fuente: msnbc

Ahora, esa historia ha enredado al propio Trump en lo que supone una de las mayores controversias de su segunda etapa en la Casa Blanca. El conflicto ha venido principalmente de los funcionarios que él mismo designó, quienes, después de meses de promover el interés en los archivos, cambiaron abruptamente de rumbo y dijeron que no existía una lista secreta de clientes de Epstein y respaldaron la conclusión oficial de que Epstein se había suicidado.

Aun así, bajo la creciente presión de sus propios partidarios para que se publiquen los archivos del gobierno sobre Epstein, el presidente ordenó esta semana al Departamento de Justicia que busque la divulgación de los testimonios del gran jurado en el caso penal iniciado contra Epstein en 2019 y un año después contra su pareja de muchos años, Ghislaine Maxwell, quien cumple una condena de 20 años por tráfico sexual. Ella ha pedido a la Corte Suprema que considere su apelación.

Incluso si se hacen públicos, es poco probable que las transcripciones arrojen mucha luz sobre la relación entre los dos hombres, la cual no figuró de forma destacada en ninguno de los dos casos penales. Lo que parecía unirlos, según quienes los conocían en ese entonces, era un interés común en coquetear con —y competir por— mujeres jóvenes y atractivas en fiestas, clubes nocturnos y otros eventos privados.

Vecinos de Palm Beach

Trump y Epstein parecen haberse conocido alrededor de 1990, cuando Epstein compró una propiedad a tres kilómetros al norte de Mar-a-Lago y se dispuso a hacerse un lugar en la adinerada escena social de Palm Beach. Trump, quien había comprado Mar-a-Lago cinco años antes, ya había establecido su propia descarada presencia en el enclave costero, como playboy con gusto por los adornos enchapados de oro.

Los dos tenían mucho en común. Ambos eran neoyorquinos de las afueras que habían triunfado en Manhattan. Ambos eran enérgicos autopromotores. Y ambos tenían reputación de ser hombres vistosos de la ciudad.

Donald y Melania Trump, junto a Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell

En 1992, una cámara de NBC News captó al par en una fiesta en Mar-a-Lago en la que participaban animadoras de los Buffalo Bills, quienes estaban en la ciudad ese fin de semana por un partido contra los Miami Dolphins. En un momento de la grabación, se puede ver a Trump bailando en medio de una multitud de mujeres jóvenes. Más tarde, parece señalar a otras mujeres mientras susurra algo al oído de Epstein, lo cual provoca que este se parta de risa.

Meses más tarde, cuando Trump organizó una fiesta en Mar-a-Lago para mujeres jóvenes en una llamada competición de chicas de calendario, Epstein fue el único otro invitado, según George Houraney, un empresario de Florida que organizó el evento. Houraney recordó que le sorprendió que Epstein fuera la única otra persona en la lista de invitados.

“Le dije: ‘Donald, se supone que esta es una fiesta con vips”, dijo Houraney a The New York Times en 2019. “¿Me estás diciendo que son tú y Epstein?”.

La entonces novia y socia de Houraney, Jill Harth, acusó más tarde a Trump de conducta sexual inapropiada la noche de la fiesta. En una demanda, Harth dijo que Trump la llevó a un dormitorio y la besó y acarició a la fuerza, y le impidió salir. También dijo que una concursante de 22 años le contó que, más tarde esa noche, Trump se metió en su cama sin invitación.

Harth retiró su demanda en 1997 después de que un caso relacionado presentado por Houraney fuera resuelto por Trump, quien ha negado sus acusaciones.

Trump y Epstein fueron vistos de nuevo en 1997 en una fiesta de “ángeles” de Victoria’s Secret en Manhattan. La empresa de lencería estaba dirigida por Leslie Wexner, un empresario multimillonario que otorgó a Epstein un amplio poder sobre sus finanzas, filantropía y vida privada a los pocos años de conocerlo.

Los expedientes judiciales muestran que Trump estaba entre quienes disfrutaban paseos en el avión privado de Epstein. A lo largo de cuatro años en la década de 1990, voló en el Boeing 727 de Epstein al menos siete veces, en su mayoría en viajes entre Palm Beach y un aeropuerto privado en Teterboro, Nueva Jersey, a las afueras de Nueva York.

“Conozco a Jeff desde hace 15 años. Un tipo estupendo”, dijo Trump a la revista New York en 2002. “Es muy divertido estar con él. Incluso se dice que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas son más jóvenes. Sin duda: Jeffrey disfruta de su vida social”.

Un encuentro en Mar-a-Lago

En 2000, según consta en los registros judiciales, Maxwell, una socialité británica que llevaba tiempo vinculada a Epstein, entabló conversación con una chica de 17 años a la salida de un vestidor en Mar-a-Lago.

Su nombre era Virginia Giuffre, y era asistente de spa en el club, al haber conseguido el trabajo a través de su padre, quien trabajaba allí como encargado de mantenimiento. Según Giuffre, Maxwell le ofreció un trabajo de inmediato como masajista para Epstein después de observar que leía un libro sobre masajes, y le dijo que no necesitaba tener ninguna experiencia.

Dijo que cuando la llevaron a la casa de Epstein en Palm Beach, lo encontró tumbado desnudo sobre una mesa. Maxwell, según ella, la instruyó sobre cómo masajearlo.

“Parecían buenas personas”, testificó más tarde, “así que confié en ellos”.

Pero durante los dos años siguientes aproximadamente, Giuffre afirmó que fue obligada por Epstein y Maxwell a mantener relaciones sexuales con una serie de hombres famosos, entre ellos el príncipe Andrés, miembro de la familia real británica. El príncipe Andrés ha negado las acusaciones y ha declinado ayudar a los fiscales federales en su investigación sobre Epstein.

Giuffre, quien murió por suicidio en abril, siempre mantuvo que fue víctima de trata de personas para el príncipe y otros hombres, y en una ocasión dijo a la BBC que la habían “pasado como una bandeja de fruta” a los poderosos socios de Epstein.

Las víctimas de Jeffrey Epstein -de izquierda a derecha- Sarah Ransome, Virginia Roberts Giuffre y Marijke Chartouni en 2019.

Algunas mujeres que estuvieron en la órbita de Epstein han dicho que se encontraron con Trump durante este periodo.

Una mujer, Maria Farmer, quien ha dicho que fue víctima de Epstein y Maxwell, describió un encuentro con Trump en 1995 en una oficina que Epstein tenía en Nueva York.

Farmer, estudiante de arte que se había trasladado a Nueva York para seguir una carrera como pintora, contó en una entrevista de 2019 que cuando le presentaron a Trump, este la miró fijamente, lo que hizo que Epstein le advirtiera: “Ella no es para ti”.

La madre de Farmer, Janice Swain, dijo que su hija había descrito la interacción con Trump en la época en que ocurrió.

Stacey Williams, exmodelo de trajes de baño de Sports Illustrated, ha dicho que Trump la manoseó cuando Epstein, con quien salía en ese momento, se la presentó.

Era 1993, dijo, y ella daba un paseo con Epstein por la Quinta Avenida de Manhattan, cuando él le sugirió que entraran en la Torre Trump para saludar a Trump. Williams no le dio importancia en ese momento porque, como dijo más tarde, “Jeffrey hablaba de Trump todo el tiempo”.

Después de que Trump les saludara en una sala de espera fuera de su despacho, dijo Williams, tiró de ella hacia él, y le tocó los pechos, la cintura y las nalgas como si fuera “un pulpo”.

Dijo que más tarde se preguntó si había formado parte de un desafío o apuesta entre los dos hombres. “Definitivamente me sentí como si fuera un trozo de carne entregado a esa oficina como una especie de juego”, contó al Times el año pasado. En ese momento, la campaña presidencial de Trump negó que el incidente hubiera ocurrido, y calificó las acusaciones de “inequívocamente falsas” y políticamente motivadas.

En una entrevista el viernes, Williams dijo que le molestó oír a Trump referirse a parte de la historia de Epstein como un “engaño” y una noticia “aburrida”. “Es decir, es absurdo”, dijo sobre el desdén de Trump por el caso.

La ruptura

Finalmente, a finales de 2004, Trump y Epstein acabaron enfrentados, esta vez por un bien inmueble. Se trataba de la Maison de l’Amitié, una mansión de estilo regencia francesa, situada junto al océano en Palm Beach.

Cada uno de los dos hombres, hipercompetitivos, hizo que sus abogados pujaran por la propiedad. Finalmente, Trump salió vencedor, y la compró por 41,35 millones de dólares.

Hay pocos registros públicos de que los dos hombres interactuaran después de eso.

Virginia Giuffre alegó haber pedido a Jeffrey Epstein que le tomara esta foto con el príncipe Andrés.

Trump dijo más tarde a sus asociados que tenía otra razón para romper con Epstein por aquella época: su viejo amigo, ha dicho, actuó de forma inapropiada con la hija de un miembro de Mar-a-Lago, y Trump se sintió obligado a prohibirle la entrada al club. Brad Edwards, un abogado que ha representado a muchas de las víctimas de Epstein, dijo que Trump le contó una historia similar en 2009.

No mucho después del enfrentamiento por la mansión frente al mar, la policía de Palm Beach recibió un aviso de que se había visto a mujeres jóvenes entrar y salir de la casa de Epstein.

Cuatro meses después, hubo una denuncia más importante de una mujer que afirmaba que su hijastra de 14 años había recibido 300 dólares de Epstein para que le diera un masaje mientras ella estaba desnuda. Eso condujo a una extensa investigación encubierta que identificó al menos a una decena de víctimas potenciales.

Epstein contrató a un equipo de abogados de primera línea para defenderlo, entre ellos, Alan Dershowitz, profesor de derecho de Harvard que más tarde representaría a Trump, y Ken Starr, el exabogado independiente que investigó la relación del presidente Bill Clinton con Monica Lewinsky.

Los dos hombres ayudaron a negociar un indulgente acuerdo de culpabilidad con R. Alexander Acosta, quien era entonces el fiscal del distrito sur de Florida. Según el acuerdo, Epstein se declaró culpable en 2008 de cargos estatales de solicitar prostitución. A cambio, se le concedió inmunidad frente a los cargos federales, al igual que a todos sus posibles cómplices. También tuvo que registrarse como delincuente sexual.

Al final, Epstein acabó por cumplir casi 13 meses de cárcel antes de ser puesto en libertad.

Por su parte, Trump se mantuvo en gran medida al margen de la controversia. Pero en febrero de 2015, mientras se preparaba para lo que acabaría siendo una reñida campaña contra Hillary Clinton, trató de relacionar a Epstein con el esposo de esta, el expresidente.

Clinton, “en mi opinión, la famosa isla con Jeffrey Epstein le traerá muchos problemas”, dijo Trump al presentador de Fox News Sean Hannity durante una aparición en la Conferencia de Acción Política Conservadora, al referirse a la isla privada de Epstein, donde residía y supuestamente traficaba con niñas menores de edad. “Muchos problemas”.

Clinton ha negado haber visitado la isla o tener conocimiento de la conducta delictiva de Epstein, y ha dicho que desearía no haberle conocido nunca.

‘No era admirador suyo’

En julio de 2019, Epstein fue arrestado de nuevo. Fiscales de la unidad de corrupción pública de la fiscalía de Estados Unidos en Manhattan lo acusaron de tráfico sexual y de conspiración para traficar menores con fines sexuales.

Trump, en ese momento en su tercer año en la Casa Blanca, buscó inmediatamente distanciarse de su viejo amigo.

“Lo conocía como todo el mundo en Palm Beach lo conocía”, dijo Trump a los periodistas tras conocerse los cargos. “Es decir, la gente de Palm Beach lo conocía. Era un personaje habitual en Palm Beach. Tuve una riña con él hace mucho tiempo. Creo que no he hablado con él en 15 años. No era admirador suyo”.

Los nuevos cargos trajeron un renovado escrutinio al acuerdo original. Días después del arresto de Epstein, Acosta, quien se había convertido en el secretario de Trabajo de Trump, anunció que renunciaría en medio de las críticas por su manejo del caso.

Al hablar con los periodistas sobre la decisión de Acosta, Trump reiteró que había roto sus lazos con Epstein “hace muchos, muchos años”. Y añadió: “Eso demuestra una cosa: que tengo buen gusto”.

Jeffrey Epstein fue condenado​ por una red de tráfico de menores

Cuando se le preguntó si tenía sospechas de que Epstein abusaba de mujeres jóvenes, Trump respondió: “No, no tenía ni idea”.

Al mes siguiente, después de que Epstein fuera repentinamente encontrado muerto en su celda de la cárcel en Manhattan en lo que más tarde se dictaminó como un suicidio, Trump volvió a intervenir, y revivió lo que para entonces era un esfuerzo de años de su primera campaña. Compartió una publicación en las redes sociales que intentaba vincular la muerte con Bill Clinton.

Días después, cuando se le presionó sobre sus afirmaciones infundadas de la participación de Clinton, Trump no cejó en su empeño, y pidió una investigación completa, aunque no ofreció ningún hecho que respaldara sus acusaciones.

“Epstein tenía una isla que no era un buen lugar, según tengo entendido”, dijo. “Y yo nunca estuve allí. Así que hay que preguntarse: ¿fue Bill Clinton a la isla?”.

Cuando se le preguntó a Trump sobre la detención de Maxwell en el verano de 2020 por cargos que incluían la instigación y el tráfico de menores, su respuesta dejó confundidos a algunos de sus propios aliados.

“Le deseo lo mejor, sea lo que sea”, dijo Trump.

En febrero, activistas conservadores, entre ellos Jack Posobiec, fueron invitados a la Casa Blanca para recibir carpetas con material del caso Epstein. Más tarde se quejaron de que no había nuevas revelaciones en ellas.

Jeffrey Epstein consideraba a Ghislaine Maxwell su

En las últimas semanas, influentes de la derecha y simpatizantes comunes de Trump expresaron su indignación por la conclusión de su gobierno de que no había revelaciones que compartir sobre el caso, sobre todo porque algunos de los principales funcionarios del presidente encargados de hacer cumplir la ley, entre ellos la fiscala general Pam Bondi y Kash Patel, el director del FBI, habían prometido revelar más información sobre los delitos de Epstein.

Trump trató de acallar las críticas, al calificar el escándalo de Epstein de “engaño” inventado por sus adversarios demócratas. También lo describió como un tema que no merecía mayor escrutinio.

“¿Siguen hablando de Jeffrey Epstein?”, preguntó Trump con exasperación a los periodistas en una reunión de gabinete el 8 de julio. “Hace años que se habla de este tipo”.

NUEVA YORK.- En el remolino de dinero y mujeres bronceadas que conformaba su ambiente de Palm Beach y Manhattan, el presidente Donald Trump y Jeffrey Epstein pasaron casi 15 años lado a lado, conviviendo como amigos públicos.

Hubo suntuosas cenas con personalidades de renombre en la mansión de Epstein en el Upper East Side y estridentes fiestas con animadoras y modelos en el club privado y residencia de Trump en Mar-a-Lago. Entremedias, hubo viajes de ida y vuelta de Florida a Nueva York en uno de los jets privados de Epstein.

Pero detrás del glamur de los tabloides, han persistido las preguntas sobre lo que la larga asociación de Trump con Epstein dice sobre su juicio y su carácter, especialmente cuando sus aliados han avivado siniestras afirmaciones sobre las conexiones de Epstein con los demócratas. Tras la ruptura de su relación, el desacreditado financiero acabó tras las rejas no solo una vez, sino dos, tras ser acusado de mantener relaciones sexuales con chicas adolescentes.

Foto difundida por el Registro de Delincuentes Sexuales del estado de Nueva York, que muestra al financista Jeffrey Epstein, el 28 de marzo del 2017.

Una de las jóvenes que posteriormente declaró que Epstein la sometió a engaño pederasta y abusó de ella fue reclutada en su mundo mientras trabajaba como asistente de un spa en Mar-a-Lago. Otra acusadora recordó haber sido observada por Trump durante un breve encuentro en la oficina de Epstein, y afirmó que Epstein le había dicho a Trump en ese momento que “ella no es para ti”.

Otra mujer ha dicho que Trump la manoseó cuando Epstein la llevó a la Torre Trump en Manhattan para reunirse con él. Esta semana, The Wall Street Journal informó que Trump obsequió a Epstein una nota por su cumpleaños 50 en 2003 que incluía el boceto de una mujer desnuda y una referencia críptica a un “secreto” que ambos hombres compartían. Trump ha negado haber escrito el mensaje y presentó el viernes una demanda por difamación que impugna la historia.

Trump nunca ha sido acusado de actos indebidos en relación con el caso Epstein, y ha dicho que no tenía “ni idea” de que Epstein abusaba de mujeres jóvenes. En respuesta a una petición de comentarios sobre la historia del presidente con Epstein, Karoline Leavitt, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo que Trump había prohibido a Epstein la entrada a su club Mar-a-Lago “por ser un pervertido”.

“Estas historias son intentos trillados y patéticos de distraer de todo el éxito del gobierno del presidente Trump”, dijo en un comunicado.

Ghislaine Maxwell (extremo derecha) junto a Epstein y Donald Trump (izquierda).

Trump y Epstein tomaron caminos separados después de una riña alrededor de 2004, y siguieron direcciones drásticamente diferentes: uno hacia la cárcel y el suicidio, el otro hacia una mayor celebridad y la Casa Blanca.

A medida que las críticas por el manejo del caso de Epstein aumentaron con los años, algunos de los aliados más acérrimos de Trump promovieron teorías de que el gobierno había encubierto el alcance de su red para proteger lo que han descrito como una cábala de hombres poderosos y celebridades, en su mayoría demócratas.

Donald Trump junto a Jeffrey Epstein, en 1992 - Fuente: msnbc

Ahora, esa historia ha enredado al propio Trump en lo que supone una de las mayores controversias de su segunda etapa en la Casa Blanca. El conflicto ha venido principalmente de los funcionarios que él mismo designó, quienes, después de meses de promover el interés en los archivos, cambiaron abruptamente de rumbo y dijeron que no existía una lista secreta de clientes de Epstein y respaldaron la conclusión oficial de que Epstein se había suicidado.

Aun así, bajo la creciente presión de sus propios partidarios para que se publiquen los archivos del gobierno sobre Epstein, el presidente ordenó esta semana al Departamento de Justicia que busque la divulgación de los testimonios del gran jurado en el caso penal iniciado contra Epstein en 2019 y un año después contra su pareja de muchos años, Ghislaine Maxwell, quien cumple una condena de 20 años por tráfico sexual. Ella ha pedido a la Corte Suprema que considere su apelación.

Incluso si se hacen públicos, es poco probable que las transcripciones arrojen mucha luz sobre la relación entre los dos hombres, la cual no figuró de forma destacada en ninguno de los dos casos penales. Lo que parecía unirlos, según quienes los conocían en ese entonces, era un interés común en coquetear con —y competir por— mujeres jóvenes y atractivas en fiestas, clubes nocturnos y otros eventos privados.

Vecinos de Palm Beach

Trump y Epstein parecen haberse conocido alrededor de 1990, cuando Epstein compró una propiedad a tres kilómetros al norte de Mar-a-Lago y se dispuso a hacerse un lugar en la adinerada escena social de Palm Beach. Trump, quien había comprado Mar-a-Lago cinco años antes, ya había establecido su propia descarada presencia en el enclave costero, como playboy con gusto por los adornos enchapados de oro.

Los dos tenían mucho en común. Ambos eran neoyorquinos de las afueras que habían triunfado en Manhattan. Ambos eran enérgicos autopromotores. Y ambos tenían reputación de ser hombres vistosos de la ciudad.

Donald y Melania Trump, junto a Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell

En 1992, una cámara de NBC News captó al par en una fiesta en Mar-a-Lago en la que participaban animadoras de los Buffalo Bills, quienes estaban en la ciudad ese fin de semana por un partido contra los Miami Dolphins. En un momento de la grabación, se puede ver a Trump bailando en medio de una multitud de mujeres jóvenes. Más tarde, parece señalar a otras mujeres mientras susurra algo al oído de Epstein, lo cual provoca que este se parta de risa.

Meses más tarde, cuando Trump organizó una fiesta en Mar-a-Lago para mujeres jóvenes en una llamada competición de chicas de calendario, Epstein fue el único otro invitado, según George Houraney, un empresario de Florida que organizó el evento. Houraney recordó que le sorprendió que Epstein fuera la única otra persona en la lista de invitados.

“Le dije: ‘Donald, se supone que esta es una fiesta con vips”, dijo Houraney a The New York Times en 2019. “¿Me estás diciendo que son tú y Epstein?”.

La entonces novia y socia de Houraney, Jill Harth, acusó más tarde a Trump de conducta sexual inapropiada la noche de la fiesta. En una demanda, Harth dijo que Trump la llevó a un dormitorio y la besó y acarició a la fuerza, y le impidió salir. También dijo que una concursante de 22 años le contó que, más tarde esa noche, Trump se metió en su cama sin invitación.

Harth retiró su demanda en 1997 después de que un caso relacionado presentado por Houraney fuera resuelto por Trump, quien ha negado sus acusaciones.

Trump y Epstein fueron vistos de nuevo en 1997 en una fiesta de “ángeles” de Victoria’s Secret en Manhattan. La empresa de lencería estaba dirigida por Leslie Wexner, un empresario multimillonario que otorgó a Epstein un amplio poder sobre sus finanzas, filantropía y vida privada a los pocos años de conocerlo.

Los expedientes judiciales muestran que Trump estaba entre quienes disfrutaban paseos en el avión privado de Epstein. A lo largo de cuatro años en la década de 1990, voló en el Boeing 727 de Epstein al menos siete veces, en su mayoría en viajes entre Palm Beach y un aeropuerto privado en Teterboro, Nueva Jersey, a las afueras de Nueva York.

“Conozco a Jeff desde hace 15 años. Un tipo estupendo”, dijo Trump a la revista New York en 2002. “Es muy divertido estar con él. Incluso se dice que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas son más jóvenes. Sin duda: Jeffrey disfruta de su vida social”.

Un encuentro en Mar-a-Lago

En 2000, según consta en los registros judiciales, Maxwell, una socialité británica que llevaba tiempo vinculada a Epstein, entabló conversación con una chica de 17 años a la salida de un vestidor en Mar-a-Lago.

Su nombre era Virginia Giuffre, y era asistente de spa en el club, al haber conseguido el trabajo a través de su padre, quien trabajaba allí como encargado de mantenimiento. Según Giuffre, Maxwell le ofreció un trabajo de inmediato como masajista para Epstein después de observar que leía un libro sobre masajes, y le dijo que no necesitaba tener ninguna experiencia.

Dijo que cuando la llevaron a la casa de Epstein en Palm Beach, lo encontró tumbado desnudo sobre una mesa. Maxwell, según ella, la instruyó sobre cómo masajearlo.

“Parecían buenas personas”, testificó más tarde, “así que confié en ellos”.

Pero durante los dos años siguientes aproximadamente, Giuffre afirmó que fue obligada por Epstein y Maxwell a mantener relaciones sexuales con una serie de hombres famosos, entre ellos el príncipe Andrés, miembro de la familia real británica. El príncipe Andrés ha negado las acusaciones y ha declinado ayudar a los fiscales federales en su investigación sobre Epstein.

Giuffre, quien murió por suicidio en abril, siempre mantuvo que fue víctima de trata de personas para el príncipe y otros hombres, y en una ocasión dijo a la BBC que la habían “pasado como una bandeja de fruta” a los poderosos socios de Epstein.

Las víctimas de Jeffrey Epstein -de izquierda a derecha- Sarah Ransome, Virginia Roberts Giuffre y Marijke Chartouni en 2019.

Algunas mujeres que estuvieron en la órbita de Epstein han dicho que se encontraron con Trump durante este periodo.

Una mujer, Maria Farmer, quien ha dicho que fue víctima de Epstein y Maxwell, describió un encuentro con Trump en 1995 en una oficina que Epstein tenía en Nueva York.

Farmer, estudiante de arte que se había trasladado a Nueva York para seguir una carrera como pintora, contó en una entrevista de 2019 que cuando le presentaron a Trump, este la miró fijamente, lo que hizo que Epstein le advirtiera: “Ella no es para ti”.

La madre de Farmer, Janice Swain, dijo que su hija había descrito la interacción con Trump en la época en que ocurrió.

Stacey Williams, exmodelo de trajes de baño de Sports Illustrated, ha dicho que Trump la manoseó cuando Epstein, con quien salía en ese momento, se la presentó.

Era 1993, dijo, y ella daba un paseo con Epstein por la Quinta Avenida de Manhattan, cuando él le sugirió que entraran en la Torre Trump para saludar a Trump. Williams no le dio importancia en ese momento porque, como dijo más tarde, “Jeffrey hablaba de Trump todo el tiempo”.

Después de que Trump les saludara en una sala de espera fuera de su despacho, dijo Williams, tiró de ella hacia él, y le tocó los pechos, la cintura y las nalgas como si fuera “un pulpo”.

Dijo que más tarde se preguntó si había formado parte de un desafío o apuesta entre los dos hombres. “Definitivamente me sentí como si fuera un trozo de carne entregado a esa oficina como una especie de juego”, contó al Times el año pasado. En ese momento, la campaña presidencial de Trump negó que el incidente hubiera ocurrido, y calificó las acusaciones de “inequívocamente falsas” y políticamente motivadas.

En una entrevista el viernes, Williams dijo que le molestó oír a Trump referirse a parte de la historia de Epstein como un “engaño” y una noticia “aburrida”. “Es decir, es absurdo”, dijo sobre el desdén de Trump por el caso.

La ruptura

Finalmente, a finales de 2004, Trump y Epstein acabaron enfrentados, esta vez por un bien inmueble. Se trataba de la Maison de l’Amitié, una mansión de estilo regencia francesa, situada junto al océano en Palm Beach.

Cada uno de los dos hombres, hipercompetitivos, hizo que sus abogados pujaran por la propiedad. Finalmente, Trump salió vencedor, y la compró por 41,35 millones de dólares.

Hay pocos registros públicos de que los dos hombres interactuaran después de eso.

Virginia Giuffre alegó haber pedido a Jeffrey Epstein que le tomara esta foto con el príncipe Andrés.

Trump dijo más tarde a sus asociados que tenía otra razón para romper con Epstein por aquella época: su viejo amigo, ha dicho, actuó de forma inapropiada con la hija de un miembro de Mar-a-Lago, y Trump se sintió obligado a prohibirle la entrada al club. Brad Edwards, un abogado que ha representado a muchas de las víctimas de Epstein, dijo que Trump le contó una historia similar en 2009.

No mucho después del enfrentamiento por la mansión frente al mar, la policía de Palm Beach recibió un aviso de que se había visto a mujeres jóvenes entrar y salir de la casa de Epstein.

Cuatro meses después, hubo una denuncia más importante de una mujer que afirmaba que su hijastra de 14 años había recibido 300 dólares de Epstein para que le diera un masaje mientras ella estaba desnuda. Eso condujo a una extensa investigación encubierta que identificó al menos a una decena de víctimas potenciales.

Epstein contrató a un equipo de abogados de primera línea para defenderlo, entre ellos, Alan Dershowitz, profesor de derecho de Harvard que más tarde representaría a Trump, y Ken Starr, el exabogado independiente que investigó la relación del presidente Bill Clinton con Monica Lewinsky.

Los dos hombres ayudaron a negociar un indulgente acuerdo de culpabilidad con R. Alexander Acosta, quien era entonces el fiscal del distrito sur de Florida. Según el acuerdo, Epstein se declaró culpable en 2008 de cargos estatales de solicitar prostitución. A cambio, se le concedió inmunidad frente a los cargos federales, al igual que a todos sus posibles cómplices. También tuvo que registrarse como delincuente sexual.

Al final, Epstein acabó por cumplir casi 13 meses de cárcel antes de ser puesto en libertad.

Por su parte, Trump se mantuvo en gran medida al margen de la controversia. Pero en febrero de 2015, mientras se preparaba para lo que acabaría siendo una reñida campaña contra Hillary Clinton, trató de relacionar a Epstein con el esposo de esta, el expresidente.

Clinton, “en mi opinión, la famosa isla con Jeffrey Epstein le traerá muchos problemas”, dijo Trump al presentador de Fox News Sean Hannity durante una aparición en la Conferencia de Acción Política Conservadora, al referirse a la isla privada de Epstein, donde residía y supuestamente traficaba con niñas menores de edad. “Muchos problemas”.

Clinton ha negado haber visitado la isla o tener conocimiento de la conducta delictiva de Epstein, y ha dicho que desearía no haberle conocido nunca.

‘No era admirador suyo’

En julio de 2019, Epstein fue arrestado de nuevo. Fiscales de la unidad de corrupción pública de la fiscalía de Estados Unidos en Manhattan lo acusaron de tráfico sexual y de conspiración para traficar menores con fines sexuales.

Trump, en ese momento en su tercer año en la Casa Blanca, buscó inmediatamente distanciarse de su viejo amigo.

“Lo conocía como todo el mundo en Palm Beach lo conocía”, dijo Trump a los periodistas tras conocerse los cargos. “Es decir, la gente de Palm Beach lo conocía. Era un personaje habitual en Palm Beach. Tuve una riña con él hace mucho tiempo. Creo que no he hablado con él en 15 años. No era admirador suyo”.

Los nuevos cargos trajeron un renovado escrutinio al acuerdo original. Días después del arresto de Epstein, Acosta, quien se había convertido en el secretario de Trabajo de Trump, anunció que renunciaría en medio de las críticas por su manejo del caso.

Al hablar con los periodistas sobre la decisión de Acosta, Trump reiteró que había roto sus lazos con Epstein “hace muchos, muchos años”. Y añadió: “Eso demuestra una cosa: que tengo buen gusto”.

Jeffrey Epstein fue condenado​ por una red de tráfico de menores

Cuando se le preguntó si tenía sospechas de que Epstein abusaba de mujeres jóvenes, Trump respondió: “No, no tenía ni idea”.

Al mes siguiente, después de que Epstein fuera repentinamente encontrado muerto en su celda de la cárcel en Manhattan en lo que más tarde se dictaminó como un suicidio, Trump volvió a intervenir, y revivió lo que para entonces era un esfuerzo de años de su primera campaña. Compartió una publicación en las redes sociales que intentaba vincular la muerte con Bill Clinton.

Días después, cuando se le presionó sobre sus afirmaciones infundadas de la participación de Clinton, Trump no cejó en su empeño, y pidió una investigación completa, aunque no ofreció ningún hecho que respaldara sus acusaciones.

“Epstein tenía una isla que no era un buen lugar, según tengo entendido”, dijo. “Y yo nunca estuve allí. Así que hay que preguntarse: ¿fue Bill Clinton a la isla?”.

Cuando se le preguntó a Trump sobre la detención de Maxwell en el verano de 2020 por cargos que incluían la instigación y el tráfico de menores, su respuesta dejó confundidos a algunos de sus propios aliados.

“Le deseo lo mejor, sea lo que sea”, dijo Trump.

En febrero, activistas conservadores, entre ellos Jack Posobiec, fueron invitados a la Casa Blanca para recibir carpetas con material del caso Epstein. Más tarde se quejaron de que no había nuevas revelaciones en ellas.

Jeffrey Epstein consideraba a Ghislaine Maxwell su

En las últimas semanas, influentes de la derecha y simpatizantes comunes de Trump expresaron su indignación por la conclusión de su gobierno de que no había revelaciones que compartir sobre el caso, sobre todo porque algunos de los principales funcionarios del presidente encargados de hacer cumplir la ley, entre ellos la fiscala general Pam Bondi y Kash Patel, el director del FBI, habían prometido revelar más información sobre los delitos de Epstein.

Trump trató de acallar las críticas, al calificar el escándalo de Epstein de “engaño” inventado por sus adversarios demócratas. También lo describió como un tema que no merecía mayor escrutinio.

“¿Siguen hablando de Jeffrey Epstein?”, preguntó Trump con exasperación a los periodistas en una reunión de gabinete el 8 de julio. “Hace años que se habla de este tipo”.

 Durante casi 15 años, ambos hombres socializaron juntos en Manhattan y Palm Beach, Florida, antes de un desencuentro que precedió al primer arresto de Epstein  LA NACION

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