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Marginada del Gobierno, Victoria Villarruel empieza a tomar distancia, pero no tiene proyecto político para este año

Los puentes con Javier Milei están dinamitados. Esa es la conclusión que impera en la mesa de arena de Victoria Villarruel, en dónde por estas horas ya no se habla de tratar de recomponer relaciones y la idea que prevalece es la de volar por debajo del radar, hacer control de daños y evitar que las esquirlas de las peleas políticas del jefe del Estado impacten lo menos posible en su figura.

Como viene repitiendo ella y sus allegados más cercanos en privado desde hace varios meses, Villarruel nunca traicionó a Milei y no tiene planes electorales para este año. Si bien se sabe expulsada del ecosistema libertario, no hay intención de competir este año al menos de manera frontal, con la Casa Rosada.

¿Y en 2027?, preguntó LA NACION. “Eso es harina de otro costal. Falta mucho tiempo y mucha agua va a pasar bajo el puente; muchas cosas pueden cambiar en ese tiempo“, fue la respuesta. “Eso es problema de la Villarruel del futuro”, bromearon en el entorno de la vicepresidenta para quitarle dramatismo a la situación.

Victoria Villarruel en la última sesión del Senado, que implicó un duro golpe para el oficiaismo

Sin embargo, en las últimas semanas comenzaron a verse sutiles señales de diferenciación con la Casa Rosada que quedaron sepultadas bajo los escombros de la última y potenciada explosión pública de la interna entre el jefe del Estado y la presidenta del Senado a raíz de la sesión autoconvocada del pasado 10 de julio.

Ese día, el oficialismo quedó como espectador de una feroz ofensiva opositora que le costó al Gobierno tener que digerir contra su voluntad la sanción de tres leyes, la aprobación de otros dos proyectos que ahora esperan turno en Diputados y la insistencia en una ley vetada anteriormente por Milei.

El escándalo lo detonó Patricia Bullrich con un incendiario posteo en X en el que le exigió a Villarruel que se retirara del recinto, para no validar la sesión, y que no fuera “cómplice del kirchnerismo” en su embate contra el Gobierno. La vicepresidenta no se quedó atrás y le respondió poco después en la misma red social recordándole a la ministra de Seguridad su pasado en la organización terrorista Montoneros.

La andanada de respuestas en Instagram a cuentas de desconocidos que agudizaron su enfrentamiento con el Gobierno responde a otro motivo. “Eso fue ella en su casa, de madrugada, respondiendo enojada”, precisó alguien que conoce bien a la vicepresidenta y que reconoce que su tozudez por ser ella quien maneje sus propias redes sociales, sin control de tercero alguno, es uno de sus grandes defectos.

Más allá de la réplica pública, Villarruel y su equipo insisten en depositar la responsabilidad del fracaso legislativo en la decisión de Milei de rechazar el pedido de los gobernadores para sentarse a negociar una salida a sus reclamos de fondos que, aseguran, el Poder Ejecutivo les viene retaceando.

También adjudican el traspié a la postura inflexible de Karina Milei de rechazar alianzas electorales con los oficialismos de provincias gobernadas por partidos o dirigentes de la oposición que habían mostrado buena voluntad durante el último año y medio para respaldar en el Congreso las políticas del Gobierno.

“Pusieron en contra a todos los gobernadores, a los aliados y al kirchnerismo. Les juntaron la cabeza a todos. No había forma de evitar la sesión”, explica un colaborador de la vicepresidenta. “Desde el martes anterior, cuando todos los bloques, salvo el de la Libertad Avanza, dijeron que querían sesionar se sabía que nos iban a abrir el recinto”, agregó otro hombre de trato cotidiano con Villarruel.

Victoria Villarruel y Karina Milei, una relación que no fluye

Gestos de diferenciación

Más allá de estas explicaciones, lo concreto es que detrás de la actitud de la vicepresidenta subyace la intención de marcar diferencias con el estilo de hacer política de Milei y su Gobierno.

“Se quiso sentar un precedente de respeto institucional, de que en determinadas situaciones el Senado puede funcionar aun cuando el Poder Ejecutivo no lo quiera, que el Legislativo es un poder independiente”, admitieron, diez días después de la polémica sesión, en el entono de la vicepresidenta. “Hoy no nos gustó porque ganó Mayans (José, presidente del bloque de senadores kirchneristas), pero mañana esto le puede servir a Milei”, agregaron.

Los gestos de diferenciación son más profundos que simples cuestiones de estilo institucional. “Milei es ahora un presidente unitario que está sentado sobre la caja y obligando a los gobernadores a mendigar por fondos”, fue una de las opiniones que escuchó Villarruel en su mesa chica en las horas previas al 10 de julio pasado y que también habría influido en su decisión de bajar al recinto una vez que la oposición hubo conseguido el quórum e iniciado la sesión.

También hay críticas a la política económica del Gobierno. “Hay baja inflación porque cae la actividad; estaos en estanflación”, sostienen.

La idea de contraponer federalismo al eventual unitarismo de la gestión de Milei es el motor que impulsa el regreso de Villarruel a sus recorridas y visitas al interior del país, costumbre que había abandonado el año pasado luego de los primeros cortocircuitos con la Casa Rosada.

Mario

El retorno a la “vicepresidenta itinerante” coincide con el ingreso del politólogo Mario “Pato” Russo como principal asesor tras la “purga” de los denominados “villarruelines” que llevó a cabo la vicepresidenta entre marzo y abril últimos. Fanático de la historia y de la política, pero de carácter volcánico cuando se enoja, Russo es la tercera persona que toma control del tablero político de la presidenta del Senado.

Su antecesor fue Emilio Viramonte Olmos, quien terminó dando un portazo enojado porque Villarruel se negó a darle amplios poderes en el manejo de la Secretaría Administrativa en la que lo había designado. El empresario cordobés había reemplazado, a su vez, al diputado nacional Guillermo Montenegro, quien se había desempeñado como la mano derecha de la vicepresidenta desde 2021, cuando ingresó junto a Milei a la Cámara de Diputados.

La mesa de arena de Villarruel tiene, además, un ala “militar” cuya principal figura es Claudio Gallardo. Este general retirado llegó a ser jefe de Inteligencia del Ejército y la vicepresidenta lo designó a fines del año pasado como director general de Seguridad, cargo desde el que se ocupa de seguir el pulso de lo que pasa en los diferentes edificios que conforman la Cámara alta y que tiene, también, un lugar cerca de Villarruel.

Los puentes con Javier Milei están dinamitados. Esa es la conclusión que impera en la mesa de arena de Victoria Villarruel, en dónde por estas horas ya no se habla de tratar de recomponer relaciones y la idea que prevalece es la de volar por debajo del radar, hacer control de daños y evitar que las esquirlas de las peleas políticas del jefe del Estado impacten lo menos posible en su figura.

Como viene repitiendo ella y sus allegados más cercanos en privado desde hace varios meses, Villarruel nunca traicionó a Milei y no tiene planes electorales para este año. Si bien se sabe expulsada del ecosistema libertario, no hay intención de competir este año al menos de manera frontal, con la Casa Rosada.

¿Y en 2027?, preguntó LA NACION. “Eso es harina de otro costal. Falta mucho tiempo y mucha agua va a pasar bajo el puente; muchas cosas pueden cambiar en ese tiempo“, fue la respuesta. “Eso es problema de la Villarruel del futuro”, bromearon en el entorno de la vicepresidenta para quitarle dramatismo a la situación.

Victoria Villarruel en la última sesión del Senado, que implicó un duro golpe para el oficiaismo

Sin embargo, en las últimas semanas comenzaron a verse sutiles señales de diferenciación con la Casa Rosada que quedaron sepultadas bajo los escombros de la última y potenciada explosión pública de la interna entre el jefe del Estado y la presidenta del Senado a raíz de la sesión autoconvocada del pasado 10 de julio.

Ese día, el oficialismo quedó como espectador de una feroz ofensiva opositora que le costó al Gobierno tener que digerir contra su voluntad la sanción de tres leyes, la aprobación de otros dos proyectos que ahora esperan turno en Diputados y la insistencia en una ley vetada anteriormente por Milei.

El escándalo lo detonó Patricia Bullrich con un incendiario posteo en X en el que le exigió a Villarruel que se retirara del recinto, para no validar la sesión, y que no fuera “cómplice del kirchnerismo” en su embate contra el Gobierno. La vicepresidenta no se quedó atrás y le respondió poco después en la misma red social recordándole a la ministra de Seguridad su pasado en la organización terrorista Montoneros.

La andanada de respuestas en Instagram a cuentas de desconocidos que agudizaron su enfrentamiento con el Gobierno responde a otro motivo. “Eso fue ella en su casa, de madrugada, respondiendo enojada”, precisó alguien que conoce bien a la vicepresidenta y que reconoce que su tozudez por ser ella quien maneje sus propias redes sociales, sin control de tercero alguno, es uno de sus grandes defectos.

Más allá de la réplica pública, Villarruel y su equipo insisten en depositar la responsabilidad del fracaso legislativo en la decisión de Milei de rechazar el pedido de los gobernadores para sentarse a negociar una salida a sus reclamos de fondos que, aseguran, el Poder Ejecutivo les viene retaceando.

También adjudican el traspié a la postura inflexible de Karina Milei de rechazar alianzas electorales con los oficialismos de provincias gobernadas por partidos o dirigentes de la oposición que habían mostrado buena voluntad durante el último año y medio para respaldar en el Congreso las políticas del Gobierno.

“Pusieron en contra a todos los gobernadores, a los aliados y al kirchnerismo. Les juntaron la cabeza a todos. No había forma de evitar la sesión”, explica un colaborador de la vicepresidenta. “Desde el martes anterior, cuando todos los bloques, salvo el de la Libertad Avanza, dijeron que querían sesionar se sabía que nos iban a abrir el recinto”, agregó otro hombre de trato cotidiano con Villarruel.

Victoria Villarruel y Karina Milei, una relación que no fluye

Gestos de diferenciación

Más allá de estas explicaciones, lo concreto es que detrás de la actitud de la vicepresidenta subyace la intención de marcar diferencias con el estilo de hacer política de Milei y su Gobierno.

“Se quiso sentar un precedente de respeto institucional, de que en determinadas situaciones el Senado puede funcionar aun cuando el Poder Ejecutivo no lo quiera, que el Legislativo es un poder independiente”, admitieron, diez días después de la polémica sesión, en el entono de la vicepresidenta. “Hoy no nos gustó porque ganó Mayans (José, presidente del bloque de senadores kirchneristas), pero mañana esto le puede servir a Milei”, agregaron.

Los gestos de diferenciación son más profundos que simples cuestiones de estilo institucional. “Milei es ahora un presidente unitario que está sentado sobre la caja y obligando a los gobernadores a mendigar por fondos”, fue una de las opiniones que escuchó Villarruel en su mesa chica en las horas previas al 10 de julio pasado y que también habría influido en su decisión de bajar al recinto una vez que la oposición hubo conseguido el quórum e iniciado la sesión.

También hay críticas a la política económica del Gobierno. “Hay baja inflación porque cae la actividad; estaos en estanflación”, sostienen.

La idea de contraponer federalismo al eventual unitarismo de la gestión de Milei es el motor que impulsa el regreso de Villarruel a sus recorridas y visitas al interior del país, costumbre que había abandonado el año pasado luego de los primeros cortocircuitos con la Casa Rosada.

Mario

El retorno a la “vicepresidenta itinerante” coincide con el ingreso del politólogo Mario “Pato” Russo como principal asesor tras la “purga” de los denominados “villarruelines” que llevó a cabo la vicepresidenta entre marzo y abril últimos. Fanático de la historia y de la política, pero de carácter volcánico cuando se enoja, Russo es la tercera persona que toma control del tablero político de la presidenta del Senado.

Su antecesor fue Emilio Viramonte Olmos, quien terminó dando un portazo enojado porque Villarruel se negó a darle amplios poderes en el manejo de la Secretaría Administrativa en la que lo había designado. El empresario cordobés había reemplazado, a su vez, al diputado nacional Guillermo Montenegro, quien se había desempeñado como la mano derecha de la vicepresidenta desde 2021, cuando ingresó junto a Milei a la Cámara de Diputados.

La mesa de arena de Villarruel tiene, además, un ala “militar” cuya principal figura es Claudio Gallardo. Este general retirado llegó a ser jefe de Inteligencia del Ejército y la vicepresidenta lo designó a fines del año pasado como director general de Seguridad, cargo desde el que se ocupa de seguir el pulso de lo que pasa en los diferentes edificios que conforman la Cámara alta y que tiene, también, un lugar cerca de Villarruel.

 El equipo de la vicepresidenta aun no sabe en qué rol, aunque la mira está puesta en 2027; gestos de diferenciación con el estilo de la administración de Javier Milei  LA NACION

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