A 25 años de la llegada de Carlos Bilardo, el deporte argentino vuelve a Libia con el boxeo

Cuando el doctor Carlos Bilardo, multicampeón en el fútbol, culminó en 2000 sus tareas organizativas en las canchas de Libia –país africano, limítrofe con el Mar Mediterráneo y con repúblicas como Túnez, Argelia, Níger y Egipto–, tenía dos objetivos. Uno era clasificar a la selección local al Mundial de Corea-Japón 2002; otro, convertir en un delantero excepcional a Saadi el Gadafi, hijo del controvertido militar Muamar el Gadafi, mandamás de esa nación por 41 años. Aquello quedó constituido como el primer enlace deportivo entre Argentina y Libia. Se intentó lo mejor y se hizo lo que se pudo.
Pasó el tiempo y cambiaron muchas cosas allí: política, guerrillas internas y variables presidenciales. Veinticinco años después se entrelazan nuevamente las conexiones deportivas entre ambos países. ¿Con qué actividad? El boxeo. ¿Cuándo y dónde? El viernes próximo, en la ciudad de Benghazi, a orillas del Mediterráneo. ¿Quién es el argentino? El santafecino Mirco Cuello, primero en el ranking pluma de la AMB, que combatirá por la corona mundial interina.
¿Con qué particularidad es este intercambio? La Federación Argentina de Box (FAB) fiscalizará la velada dada la carencia de un ente pugilístico rector local. Esta disposición fue avalada por la Asociación Mundial de Boxeo y distintos miembros de la FAB –árbitro, jurados y fiscales– estarán a la vera del ring en esta jornada que emitirá en directo la señal TyC Sports, con un armado televisivo organizado por distintos técnicos y productores argentinos.
Cuello, por la gloria en África
Mirco Cuello le saca provecho a ser el número 1 del mundo. Más allá de su inexperiencia internacional en el profesionalismo y de su carrera protegida de 15 victorias consecutivas (12 KO), consiguió un gran respaldo en la AMB, favorecido por las decisiones ejecutivas de los dirigentes sudamericanos de esa institución. Y más aún, la clasificación en el ranking de su rival, el mexicano Sergio Ríos, con 19 victorias (7 KO), que fue ubicado en el 15° puesto, a último momento, en la reciente Convención de la AMB en Madrid.
Al margen de objeciones y purismos extinguidos en un boxeo en el que el negocio noqueó al deporte hace ya varios años, Cuello se encuentra con una gran oportunidad. Y no debe desaprovecharla. Es vital para sí mismo y el deporte nacional, que podría encontrar al escudero perfecto de su campeón sobresaliente, el Pumita Fernando Martínez.
Cuello tendrá un doble examen a rendir: los puños de Ríos –nunca combatió a 10 rounds– y la respuesta de su mandíbula, fisurada en su más reciente pelea, ante Christian Olivo, en febrero último. Será una conexión psíquico-física que deberá elaborar a la perfección para llegar al objetivo. Semanas atrás pudo lograrlo un compatriota, Francisco Verón, una esperanza del boxeo nacional que padeció la misma lesión, pero más grave incluso. Primero dudó, luego tambaleó y finalmente se fortificó por completó para alcanzar la victoria sobre el ducho estadounidense Vladimir Hernández. Y esos son los pasos a seguir.
Cambia, todo cambia…
Deberíamos mover todas las fichas de historiadores como José Cardona y Julio Ernesto Vila para oficializar si alguna vez un argentino peleó en Libia. Creemos que no.
Tampoco asombra saber que la gran pelea del Pumita Martínez con el norteamericano Jesse Bam Rodríguez será en Riad, Arabia Saudita, también entre camellos y turbantes. Ni que el bonaerense Yamil Peralta deba viajar, quizás, hasta Polonia para combatir con el local Michal Cieslak por una porción del cetro crucero del CMB.
Por suerte, la esfera se amplía. El boxeo avanza, gana kilómetros y polémicas. Pierde purismos, pero suma mercados. Esta vez, la ruleta de los negocios favoreció a los argentinos, que volverán a Libia después de 25 años. Después de Carlos Salvador Bilardo.
Cuando el doctor Carlos Bilardo, multicampeón en el fútbol, culminó en 2000 sus tareas organizativas en las canchas de Libia –país africano, limítrofe con el Mar Mediterráneo y con repúblicas como Túnez, Argelia, Níger y Egipto–, tenía dos objetivos. Uno era clasificar a la selección local al Mundial de Corea-Japón 2002; otro, convertir en un delantero excepcional a Saadi el Gadafi, hijo del controvertido militar Muamar el Gadafi, mandamás de esa nación por 41 años. Aquello quedó constituido como el primer enlace deportivo entre Argentina y Libia. Se intentó lo mejor y se hizo lo que se pudo.
Pasó el tiempo y cambiaron muchas cosas allí: política, guerrillas internas y variables presidenciales. Veinticinco años después se entrelazan nuevamente las conexiones deportivas entre ambos países. ¿Con qué actividad? El boxeo. ¿Cuándo y dónde? El viernes próximo, en la ciudad de Benghazi, a orillas del Mediterráneo. ¿Quién es el argentino? El santafecino Mirco Cuello, primero en el ranking pluma de la AMB, que combatirá por la corona mundial interina.
¿Con qué particularidad es este intercambio? La Federación Argentina de Box (FAB) fiscalizará la velada dada la carencia de un ente pugilístico rector local. Esta disposición fue avalada por la Asociación Mundial de Boxeo y distintos miembros de la FAB –árbitro, jurados y fiscales– estarán a la vera del ring en esta jornada que emitirá en directo la señal TyC Sports, con un armado televisivo organizado por distintos técnicos y productores argentinos.
Cuello, por la gloria en África
Mirco Cuello le saca provecho a ser el número 1 del mundo. Más allá de su inexperiencia internacional en el profesionalismo y de su carrera protegida de 15 victorias consecutivas (12 KO), consiguió un gran respaldo en la AMB, favorecido por las decisiones ejecutivas de los dirigentes sudamericanos de esa institución. Y más aún, la clasificación en el ranking de su rival, el mexicano Sergio Ríos, con 19 victorias (7 KO), que fue ubicado en el 15° puesto, a último momento, en la reciente Convención de la AMB en Madrid.
Al margen de objeciones y purismos extinguidos en un boxeo en el que el negocio noqueó al deporte hace ya varios años, Cuello se encuentra con una gran oportunidad. Y no debe desaprovecharla. Es vital para sí mismo y el deporte nacional, que podría encontrar al escudero perfecto de su campeón sobresaliente, el Pumita Fernando Martínez.
Cuello tendrá un doble examen a rendir: los puños de Ríos –nunca combatió a 10 rounds– y la respuesta de su mandíbula, fisurada en su más reciente pelea, ante Christian Olivo, en febrero último. Será una conexión psíquico-física que deberá elaborar a la perfección para llegar al objetivo. Semanas atrás pudo lograrlo un compatriota, Francisco Verón, una esperanza del boxeo nacional que padeció la misma lesión, pero más grave incluso. Primero dudó, luego tambaleó y finalmente se fortificó por completó para alcanzar la victoria sobre el ducho estadounidense Vladimir Hernández. Y esos son los pasos a seguir.
Cambia, todo cambia…
Deberíamos mover todas las fichas de historiadores como José Cardona y Julio Ernesto Vila para oficializar si alguna vez un argentino peleó en Libia. Creemos que no.
Tampoco asombra saber que la gran pelea del Pumita Martínez con el norteamericano Jesse Bam Rodríguez será en Riad, Arabia Saudita, también entre camellos y turbantes. Ni que el bonaerense Yamil Peralta deba viajar, quizás, hasta Polonia para combatir con el local Michal Cieslak por una porción del cetro crucero del CMB.
Por suerte, la esfera se amplía. El boxeo avanza, gana kilómetros y polémicas. Pierde purismos, pero suma mercados. Esta vez, la ruleta de los negocios favoreció a los argentinos, que volverán a Libia después de 25 años. Después de Carlos Salvador Bilardo.
Mirco Cuello combatirá el viernes próximo en ese país africano por la corona mundial interina pluma, con una fiscalización particular LA NACION